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El Lapao y el Lapapyp hacia dentro… y hacia afuera

Fuentes: Rebelión

Las Cortes aragonesas han aprobado recientemente una la ley por la que la cosa y la rosa han dejado de ser cosa y rosa y, con y por ello, el catalán y la fabla aragonesa dejan de ser catalán y aragonés. Pues vale… Es decir, pues no vale. De la misma forma y manera, el […]

Las Cortes aragonesas han aprobado recientemente una la ley por la que la cosa y la rosa han dejado de ser cosa y rosa y, con y por ello, el catalán y la fabla aragonesa dejan de ser catalán y aragonés. Pues vale… Es decir, pues no vale. De la misma forma y manera, el PP no sería un partido neofranquista dado que se autoetiqueta como «partido popular» y CDC no sería, siéndolo, un partido-grupo de presión-intereses nacionalista, neoliberal y conservador sino una organización de convergencia democrática ciudadana porque su nombre, bien buscado y mejor hallado, así lo indica. ¡Venga ya! ¡No más cuentos!

Estamos ante un disparate político-cultural, otro acto de barbarie que dirían Rosa Luxemburg y Benjamin. Tiene interés ampliar nuestra mirada sobre él. Hacia dentro pero también hacia fuera, en dirección a la comunidad hermana próxima, muy próxima, de Cataluña [1].

La Ley aprobada en las Cortes aragonesas está vinculada al «uso, protección y promoción de las lenguas y modalidades lingüísticas propias de Aragón» [2] y reemplaza a una normativa aprobada la pasada legislatura en su último respiro, cuando Marcelino Iglesias era el presidente de la comunidad. Con la nueva legislación, catalán y aragonés dejan de llamarse así. La finalidad explicitada de la iniciativa del Gobierno autonómico es no sólo reconocer la pluralidad lingüística de Aragón sino «garantizar a los aragoneses el uso de las lenguas y sus modalidades lingüísticas propias como un legado cultural histórico que debe ser conservado». Un ejemplo, claro pero en absoluto distinto, de que en asuntos sociales y políticos el principio de no contradicción no rige, es mero adorno en frecuentes ocasiones, y que el lenguaje es usado y manipulado, cuando no prostituido, para significar lo contrario de lo que se aspira a conseguir.

El disparate, la agresión anticientífica y anticiudadana, fue apoyada por el PP y PAR. La intervención de la representante del PP, la consejera de cultura (¡filóloga según parece!), pasará a la historia de la infamia y la estupidez inconmensurables (conscientes o inconscientes). Llegó a hablar de lenguas foráneas para referirse a dos lenguas propias de la comunidad de Buñuel, Goya, Vicente Cazcarra y Labordeta desde tiempos inmemoriales. El catalán aragonés, el hablado en Aragón, el mismo idioma que hablamos ciudadanos -no digo todos- de Andorra, País Valencià o les Illes por ejemplo, y el aragonés pasan a llamarse Lapao (Lengua Aragonesa Propia del Aragón Oriental) y Lapapyp (Lengua Aragonesa Propia del Aragón Pirenaico y Prepirenaico) [3]. ¡Unos genios de las denominaciones así lo han querido! En Aragón, donde viven unos 1,2 millones de habitantes, hay 60.000 catalano-parlantes (desde ahora, lapao parlantes) y unos 12.000 hablan aragonés (a partir de ahora, lapapypo parlantes).

Pero la nueva normativa, y esto es esencial destacarlo, fue rechazada sin fisuras ni dudas por el PSOE, la CHA e Izquierda Unida. La portavoz de la Chunta, Nieves Ibeas, señaló que la nueva ley vulnera los derechos lingüísticos de los hablantes del aragonés y el catalán, y consideró un «escándalo», un verdadero disparate, que no se tengan en cuenta los criterios filológicos y se abonen tempestades y huracanes políticos separadores. Adolfo Barrena, diputado aragonés de IU, comentó que el texto aprobado era «ridículo» y que -el punto es muy pero que muy importante- Aragón era, en verdad y con mirada limpia y democrática, una comunidad trilingüe. Añadió que se vulneraban «textos legales, la Constitución, en su artículo 3; el Estatuto, en el 7; y la Carta Europea de las Lenguas, firmada por el Gobierno de España». Remató Barrena insistiendo en lo evidente: no se protegen con la nueva ley las lenguas minoritarias, sino más bien todo lo contrario: se minorizan y esta derivada, acaso buscada y deseada, las puede hacer desaparecer o cuanto menos herirlas fuertemente.

De este modo, por arte de magia irracionalista y políticamente sectaria, el catalán y el aragonés han desaparecido de Aragón y se han convertido en dos idiomas innombrables [4]. El ser ya no es el ser, acaso y para su desgracia ha devenido la gran cadena del SER [5].

Complementariamente, ampliando la perspectiva, miremos desde otra perspectiva. Desde aquí, desde Catalunya, el disparate, la barbarie político-cultural presenta otras variantes y permite otras consideraciones.

La primera de ellas. Siguiendo la inadecuada forma de decir de los nacionalismos catalanes, dos partidos españoles (PSOE e IU) y uno regionalista han defendido el catalán en territorio, digamos, comanche o cuanto menos algo hostil. España, esta es también su forma de decir para designar todos los territorios de Sefarad que son Catalunya, no es, consiguientemente, una y la misma, digan lo que digan convergentes, unionistas, republicanos descafeinados e incluso activistas de la CUP. La política lingüística que desean y promueven muchos ciudadanos «españoles» no tiene nada que ver, por ejemplo, con las ansias liquidacionistas y uniformistas del criminal, fascista y asesino Queipo de Llano y de todos sus seguidores (algunos de ellos catalanes por supuesto).

Segunda: el representante de IU en la discusión -siguiendo en este nudo a Santiago Lanzuela [PP] y Javier Callizo [PAR] que reconocieron el catalán y el aragonés como «lenguas propias de Aragón» en la Ley de Patrimonio de 1999- habló en su intervención de tres lenguas propias en Aragón. Insisto en el término-concepto: propias. Castellano, catalán y aragonés, lenguas propias las tres, a pesar de que el número de hablantes de la primera es muy, pero que muy superior a los hablantes de las otras dos. No es el caso aquí, en las tierras dirigidas pero no dominadas por el rei Artur y sus fieles escuderos, los consellers ultraneoliberal Andreu Mas-Colell y Boi Ruiz y el parafascista praxeológico Felip Puig.

Tercera consideración: en Catalunya, así se afirma en textos políticos y jurídicos, el catalán es la única lengua propia del país, no hay otra. El castellano no lo es, es un idioma extraño al país. Es una lengua impropia o foránea, o incluso, como se dice a veces, impuesta desde la España imperial e imperialista, y ello a pesar de que cuanto menos el 50% de los ciudadanos que residen en el país de Salvat Papasseit, Montseny, López Raimundo, Pàmies y José Agustín Goytisolo tienen como lengua materna el castellano.

La pregunta se impone. Sin apuntar a ninguna justificación por supuesto de la barbarie aprobada con fuerte oposición interna, ¿sólo en Aragón se cometen disparates lingüísticos? Item más: en la discusión que se mantuvo en las cortes aragonesas, ¿todo fue un ejemplo de barbarie cultural y lingüística? ¿España es homogénea en asuntos lingüísticos?

Las contradicciones, por lo demás, afloran por doquier. Entre los que dicen ser partidarios del nuevo Estado catalán, una amplia mayoría, que roza o supera el 65%, apuestan porque sólo el catalán sea lengua oficial en el futuro estado «propio». El castellano no podría usarse en los debates parlamentarios de la futura cámara catalana o en las relaciones con la administración. ¿Pero no critican (y criticamos, con toda razón y razones) a «España» y sus instituciones porque impiden que castellano, catalán, gallego y euskera sean, todas ellas, lenguas oficiales, lenguas propias todas ellas de Sefarad? ¿Y entonces cómo se come en la parte oriental de la pell de brau lo que no puede digerirse?

Mientras tanto, en Fraga, en la franja, en Huesca, de donde era un campesino asesinado en Catalunya llamado José Arnal Cerezuela (recordado ahora en el monumento a los inmolados del cementerio histórico barcelonés, al lado del president mártir Companys, como Josep Arnau Cerezuela, sin ninguna queja familiar), en esta zona pegada a Catalunya, los alumnos de ESO estudian aproximadamente en un 90% el catalán como segunda lengua. No está mal, nada mal. La realidad y la cordura se suelen imponer. El palentino Francisco Fernández Buey, barcelonés de sentimiento y adopción e internacionalista de convicción, alguien que combatió como pocos por las libertades nacionales del pueblo catalán, también nos habló de todo ello en repetidas ocasiones. Como solía hacerlo: con prudencia, con documentación, sin engañar, sin levantar tempestades, trazando puentes, uniendo lo que puede ser unido e intentando pensar (y sentir) desde la perspectiva de los desfavorecidos. De los de abajo solía decir el autor de «Amor y revolución».

Notas:

[1] El título está inspirado en un artículo, magistral y lúcido como pocos, de Manuel Sacristán sobre la alianza atlántica: «La OTAN hacia dentro» (véase M. Sacristán, Pacifismo, ecologismo y política alternativa, Icaria, Barcelona, 1987(reedición en Público, 2010), edición de Juan-Ramón Capella). Las diferencias serán obvias para el lector/a.

[2]http://politica.elpais.com/politica/2013/05/09/actualidad/1368082767_046979.html

[3] No deben existir, en el ámbito de la semántica, derechos de propiedad. El lapao, como es sabido, era ya un dialecto o idioma chino. Existen, pues, a partir de ahora, el lapaoch y el lapaoar. ¡Vivir para llorar y reír!

[4] http://www.europapress.es/catalunya/noticia-cortes-aragon-aprueban-ley-catalan-aragones-dejan-llamarse-asi-20130509125820.html

[5] Mi mal chiste es una copia de un excelente chiste de José María Valverde aparecido en la revista estudiantil de filosofía, Claraboya.

Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)

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