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El levantamiento del gueto de Gaza

Fuentes: Haaretz

Traducción del inglés: María Landi.

Una vez más, la crueldad y temeridad de la gente de Gaza alcanzaron nuevas cotas el sábado: docenas de cohetes sobre Israel antes de la semana de su Día de la Independencia, justo después de su Día de Conmemoración del Holocausto, y lo peor de todo, dos semanas antes de [la celebración en Tel Aviv del festival] Eurovisión. ¿Cómo te atreves, Gaza? ¿Cómo te atreves?

Israel todavía no se ha recuperado del Holocausto, se está preparando para su Día de la Independencia, los artistas están empezando a llegar al aeropuerto Ben Gurión, y tú estás disparando cohetes Qassam. ¿Cómo vamos a poder celebrar? Las noticias dan la impresión de que Israel está sitiado: Gaza amenaza con destruirlo. Twitter ya ha sugerido «La historia de Eva en la frontera de Gaza», una obra de teatro sobre la campaña en las redes sociales acerca del Holocausto.

Los expertos explican que todo se debe a la codicia de Hamás. El Ramadán está empezando y «están bajo una terrible presión por dinero». O: «Es todo por la débil política de seguridad que ha hecho que los grupos terroristas se acostumbren a Israel; sólo atacamos edificios».

Y entonces disparan, esos villanos. Hamás quiere dinero; Israel es demasiado blando con ellos; ellos son el terror, nosotros somos la paz; nacieron para matar. El viernes, el ejército mató a cuatro manifestantes junto a la valla de Gaza, pero ¿quién está contándolos? En Israel, un adolescente tropezó mientras corría hacia un refugio. «Cuando la falta de políticas y continuidad cede ante el chantaje», murmuró una voz sabia, y nadie pudo entender lo que proponía. Benny Gantz, la alternativa. Para esto es que tenemos una oposición.

Todo está completamente desconectado del contexto y de la realidad, intencional y deliberadamente. Media semana después del Día de Conmemoración del Holocausto, el conocimiento de que dos millones de personas han estado encerradas por más de 12 años detrás de alambre de púas en una jaula gigante no le recuerda nada a Israel, y no despierta nada. Media semana antes del Día de la Independencia, la lucha de otro pueblo por su libertad y su independencia es percibida como terror asesino sin razón.

Incluso el intento desesperado de prevenir el borde de la inanición se percibe como avaricia; el esfuerzo por dar de alguna forma una apariencia de fiesta en el mes más sagrado del año se describe como extorsión. Así de bajo es el lavado de cerebro, y nadie protesta. Todo el mundo lo acepta encogiéndose de hombros. Cualquiera que dude de lo hueca y destructiva que es la inculcación del Holocausto en Israel debería mirar las respuestas en Israel a este Levantamiento del Gueto de Gaza. Toda persona que ignora la realidad de Gaza o trata de negar su desastre no ha aprendido nada.

Gaza es un gueto, y lo que está ocurriendo en el sur es un levantamiento del gueto. No hay otra forma de describirlo. Se puede hacer cuestionamientos contra Hamás, pero no contra Gaza. Gaza está luchando por su libertad y ninguna lucha es más justa que su lucha, y Hamás está al frente.

La cuenta atrás para la muerte de Hamás ya ha comenzado: sólo faltan siete meses para el informe de la ONU, para que Gaza no sea apta para ser habitada. Pero Israel bosteza, y sus voceros sólo saben cómo pregonar la «disuasión», ese monstruo que hemos creado para justificar cada asesinato, encierro y ataque de destrucción, mientras nos mentimos a muerte diciendo que existe algo para disuadir a 2 millones de personas desempleadas, desesperadas, humilladas, muchas de las cuales tienen hambre o mueren por falta de atención médica, y todas están encerradas.

Nadie en Israel puede imaginar la vida en Gaza en estos últimos 12 años. Hay personas en Israel que se encargan de que no lo sepamos, incluida la prohibición de entrar en Gaza a los periodistas israelíes −la cual no ha provocado protesta alguna−. «La historia de Eva» debería rodarse en Gaza mucho antes de rodarse en la zona fronteriza de Gaza.

Un país que se estableció sobre la memoria de los guetos, que hace apenas unos días santificó esa memoria, esconde su rostro del gueto mucho más grande que construyó con sus propias manos y que no quiere ver, a solo una hora del centro de ese país. Un país que se estableció mediante una lucha sangrienta no reconoce la justicia de la lucha de otro pueblo, y se pregunta si ese pueblo existe. Una sociedad que se considera ejemplar, establecida sobre la indiferencia del mundo hacia su sufrimiento, muestra una monstruosa insensibilidad hacia el sufrimiento que está causando.

«¿Qué eran antes?», me preguntó una mujer el viernes en una conferencia que di en Tel Aviv. ¿Y qué éramos nosotros? ¿En qué nos hemos convertido?

Publicado el 5/5/19 en Haaretz.