Traducido por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.
La división de los territorios palestinos en un «Hamastán» en la Franja de Gaza y una «Fatahlandia» en Cisjordania es un desastre.
Un desastre para los palestinos, un desastre para la paz y, por consiguiente, también un desastre para los israelíes.
El liderazgo político y militar israelí está satisfecho con la partición según la doctrina «lo que es malo para los palestinos es bueno para Israel». Esta doctrina ha guiado la política sionista desde el principio. Haim Arlosoroff, el líder sionista que fue asesinado por manos desconocidas en la costa de Tel-Aviv en 1933, ya condenó esta doctrina en su último discurso: «No todo lo que es malo para los árabes es bueno para los judíos y no todo lo que es bueno para los árabes es malo para los judíos».
¿Superarán los palestinos esta división?
Parece que las oportunidades para eso cada día son más pequeñas. El abismo entre los dos partidos se hace más y más grande.
La gente de Fatah en Cisjordania, liderada por el presidente Mahmoud Abbas, condena a Hamás como una banda de fanáticos imitadores de Irán y guiados por éste que, a su vez, como los Ayatolás, está llevando a su pueblo hacia la catástrofe.
La gente de Hamás acusa a Abbas de ser un «mariscal Petain» palestino que ha hecho un trato con el ocupante y se mueve en el resbaladizo terreno del colaboracionismo.
La propaganda de ambos lados está llena de veneno y la violencia mutua está subiendo a cotas más altas.
Parece un callejón sin salida. Muchos palestinos han desesperado de hallar una salida. Otros están buscando soluciones creativas. Afif Safieh, jefe de la delegación de la OLP en Washington, por ejemplo, propone formar un gobierno palestino compuesto totalmente por expertos neutrales que no sean miembros de Fatah ni de Hamás. Las oportunidades para eso son de hecho muy escasas.
Pero en conversaciones privadas en Ramala, un nombre salta cada vez más a menudo: Marwan Barghouti.
«Él tiene la llave en su mano», dicen allí, «tanto para el conflicto entre Fatah y Hamás como para el israelo-palestino».
Algunos ven a Marwan como el Nelson Mandela palestino.
En apariencia ambos son muy diferentes, tanto físicamente como de temperamento. Pero tienen mucho en común.
Los dos se convirtieron en héroes nacionales tras los barrotes de la prisión. Los dos fueron declarados culpables de terrorismo. Los dos apoyaron la lucha violenta. Mandela suscribió la decisión del Congreso Nacional Africano de 1961 de iniciar la lucha armada contra el gobierno racista (pero no contra los civiles blancos). Estuvo en prisión durante 28 años y se negó a comprar su libertad firmando una declaración de denuncia del «terrorismo». Marwan apoyó la lucha armada de la organización Tanzim de Fatah y ha sido condenado a varias cadenas perpetuas.
Pero los dos estaban a favor de la paz y la reconciliación, incluso antes de ir a prisión. Vi a Barghouti por primera vez en 1997 cuando se unió a una manifestación de Gush Shalom en Harbata, el pueblo vecino de Bil’in, contra la construcción del asentamiento de Modiin-Illit que apenas estaba empezando. Cinco años después, durante su procesamiento, nos manifestamos ante el palacio de justicia bajo el eslogan «¡Barghouti a la mesa de negociación, no a la prisión!»
La semana pasada visitamos a la familia de Marwan en Ramala.
Me encontré con Fadwa Barghouti la primera vez en el entierro de Yasser Arafat. Su cara estaba empapada de lágrimas. Estábamos aprisionados entre la multitud doliente, el estrépito era ensordecedor y sólo pudimos intercambiar unas palabras.
Esta vez estaba tranquila y compuesta. Se rió cuando oyó que Teddy Katz, un activista de Gush Shalom que tomó parte en la reunión, había sacrificado una uña del pie por Marwan durante nuestra protesta ante el tribunal en la que fuimos atacados violentamente por los guardias y uno de ellos estampó su pesada bota en el pie calzado con sandalias de Teddy.
Fadwa Barghouti es abogada de profesión, madre de cuatro hijos (tres chicos y una chica). El mayor, Kassem, ya ha estado en prisión durante medio año sin juicio. Fadwa es una mujer rubia oscura («toda la familia, excepto Marwan, son rubios,» explicó, añadiendo con una extraña sonrisa: «Quizás a causa de los cruzados».)
Los Barghouti son una gran hamula (familia extendida), que habita en seis pueblos cerca de Bir Zeit. El Dr. Mustafá Barghouti, el conocido médico por sus actividades por los derechos humanos, es pariente lejano. Marwan y Fadwa -también Barghouti de nacimiento- nacieron en el pueblo de Kobar.
La familia de Marwan Barghouti vive en un buen apartamento de un edificio de copropiedad. De camino hacia allí me percaté de la gran actividad de la construcción en Ramala, parece como si se levantaran nuevos edificios en cada esquina, incluso bloques comerciales.
Cerca de la puerta del apartamento un letrero bordado dice en inglés: «Bienvenido a mi casa». El apartamento está decorado con muchas imágenes de Marwan Barghouti, incluso un gran dibujo inspirado en la famosa fotografía que lo muestra en el juicio levantando los brazos esposados sobre la cabeza como un boxeador victorioso. Cuando las fuerzas de seguridad estaban buscándolo tomaron posesión del apartamento durante tres días e izaron una gran bandera israelí en el balcón.
Fadwa Barghouti es una de las pocas personas autorizada a visitarlo. No como abogado, sino sólo como «familia íntima»; una definición que incluye a los padres, esposos, hermanos e hijos menores de 16 años.
En la actualidad hay aproximadamente once mil prisioneros palestinos en cárceles israelíes. Calculando un promedio de cinco miembros de «familia íntima», resultan cincuenta y cinco mil visitantes potenciales. Éstos, además, necesitan un permiso por cada visita y muchos son rechazados por «razones de seguridad». Fadwa también necesita cada vez un permiso que le permite únicamente ir directamente a la prisión y volver sin detenerse en ninguna parte de Israel. A los tres hijos varones ya no se les permite ir a ver a su padre, puesto que los tres han rebasado los 16 años. Sólo la hija menor puede visitarlo.
Apenas hay nadie que sea más popular entre el público palestino que Marwan Barghouti. En esto también se parece a Mandela en prisión.
Es difícil explicar el origen de su autoridad. No emana de su alta posición en Fatah, puesto que el movimiento está desorganizado y a duras penas hay una jerarquía clara. Desde la época en que era un simple activista en su pueblo, ascendió en la organización por la pura fuerza de su personalidad. Es esa cosa misteriosa llamada carisma. Irradia una serena autoridad que no depende de señales exteriores.
La guerra de difamación entre Fatah y Hamás no lo toca. Hamás se cuida de no atacarle. Al contrario, cuando presentaron una lista de prisioneros a cambio del soldado Gilad Shalit capturado, Marwan Barghouti, a pesar de su ser un líder de Fatah, encabezaba la lista.
Fue él quién, junto con los líderes encarcelados de las otras organizaciones, redactó el famoso «documento de los presos» que reclamaba la unidad nacional. Todas las facciones palestinas aceptaron el documento. Así nació el «acuerdo de la Meca» que creó el (efímero) Gobierno de Unidad Nacional. Antes de que lo firmasen los partidos se le envió por mensajería urgente a Marwan para obtener su aprobación. Sólo cuando la dio tuvo lugar la firma.
Aproveché mi visita a Ramala para obtener una impresión de las opiniones de los partidarios de Barghouti. Tratan de no dejarse barrer por el clima de odio mutuo que ahora gobierna las direcciones de ambos lados.
Algunos de ellos se oponen con fuerza a las acciones de Hamás en Gaza, pero intentan entender las causas. Según ellos, la gente de Hamás, al contrario que muchos de los líderes de Fatah, no ha estado nunca en occidente y no han asistido a universidades extranjeras. Su mundo mental se ha formado en el sistema de educación religioso. Su horizonte es estrecho. La compleja situación internacional en la que el movimiento nacional palestino está obligado a operar es bastante extraña para sus hombres.
En las últimas elecciones mis interlocutores me explicaron que Hamás esperaba obtener el 35-40% de los votos y ganar así legitimidad para su movimiento. Se quedaron totalmente sorprendidos cuando consiguieron la mayoría. No supieron qué hacer con ella. No tenían ningún plan preparado. Fue un error por su parte formar un gobierno compuesto totalmente por miembros de Hamás en lugar de insistir en un gobierno de unidad. Calcularon mal la reacción internacional e israelí.
Los partidarios de Marwan no tienen miedo de la autocrítica. En su opinión, a Fatah no le faltan reproches por lo que pasó en Gaza. El movimiento no actuó sabiamente cuando arrestaron y humillaron a los líderes de Hamás. Por ejemplo, arrestaron a Mahmoud al-Zahar, ministro de Exteriores del gobierno de Hamás, lo humillaron, le cortaron la barba y lo llamaron por el nombre de una famosa bailarina egipcia. Esa es una de las razones para el odio ardiente que al-Zahar y sus colegas tienen hacia Fatah.
No oí que negasen la acusación de Hamás de que Muhammad Dahlan, anterior confidente y consejero de seguridad de Mahmoud Abbas, conspiró con los estadounidenses para llevar a cabo un golpe militar en la Franja de Gaza. Dahlan, querido por los estadounidenses (e israelíes) creyó, según ellos, que si le proveían de armas y dinero podría tomar Gaza. Eso empujó a Hamás a tomar la decisión de actuar primero y dar un golpe armado. Puesto que la mayoría de la población apoyó a Hamás y detestaba a Dahlan, que fue acusado de colaborar con la ocupación, Hamás ganó fácilmente. Dahlan ahora está en el exilio por orden de Abbas.
El centro de gravedad de Hamás está en la Franja de Gaza. Ese es el problema de Khaled Mashal el líder de Hamás, que reside en Damasco. Al contrario que sus dos lugartenientes no tiene ninguna raíz en Gaza. Por eso necesita dinero para reforzar su situación allí. Y lo recibe de Irán.
(Me hubiera gustado dar aquí algunas impresiones desde el punto de vista de Hamás, pero es prácticamente imposible entrar en la Franja de Gaza y nuestros interlocutores de Hamás en Jerusalén Este están todos en la cárcel).
¿Cómo se librarán los palestinos de las ataduras? ¿Cómo pueden restablecer un liderazgo nacional que sea aceptado por todas las partes de la población de Cisjordania y la Franja de Gaza, capaz de dirigir la lucha nacional y hacer la paz con Israel cuándo la paz sea posible?
Los seguidores de Barghouti creen que en el momento preciso, cuando Israel llegue a la conclusión de que necesita la paz, será liberado de prisión y jugará un papel central en la reconciliación. En gran medida como Mandela, que fue liberado de la prisión en Sudáfrica cuando el gobierno blanco llegó a la conclusión de que el régimen del apartheid ya no podía sostenerse. Yo no tengo ninguna duda de que para originar esa situación, las fuerzas israelíes de la paz deben empezar una gran campaña pública por la liberación de Barghouti.
¿Qué pasará mientras tanto?
Apenas hay nadie en el lado palestino que crea que Ehud Olmert concluirá ningún el acuerdo de paz y lo llevará a cabo. Nadie cree que salga nada de la «reunión internacional» que se supone que tendrá lugar en noviembre. Los palestinos creen que es un hueso que el presidente Bush ha lanzado a Condoleezza Rice cuya reputación ha caído dramáticamente.
¿Y si eso no da resultado?
«No hay ningún vacío». Un líder de Fatah me dijo, «Si los esfuerzos del presidente Abbas no dan fruto habrá otra explosión, como la Intifada tras el fracaso de Camp David».
¿Cómo será posible eso después de que los activistas de Fatah hayan depuesto las armas y renunciado a la violencia? «Una nueva generación se levantará,» dijo mi interlocutor, «Como ha pasado antes; un grupo de edad se cansa y el siguiente toma el relevo. Si la ocupación no se acaba y no hay paz, una paz que les permita a los miembros de esta generación volver a las universidades, a la familia, al trabajo y los negocios, ciertamente estallará una nueva Intifada».
Para lograr la paz los palestinos necesitan unidad nacional tanto como los israelíes necesitan un acuerdo general para la retirada. El hombre que simboliza la esperanza de la unidad entre los palestinos ahora está sentado en la cárcel de Hasharon.
http://zope.gush-shalom.org/home/en/channels/avnery/1189892177/
Carlos Sanchis y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.