Si deseo alguna agua de Europa, está en la charca Negra y fría, en la que en tardes perfumadas, Un niño, acurrucado en sus tristezas, suelta Un leve barco cual mariposa de mayo. «El barco ebrio» Arthur Rimbaud No es la perfidia del mar, sorprendente paradoja, la que ha permitido desde la más antigua […]
Si deseo alguna agua de Europa, está en la charca
Negra y fría, en la que en tardes perfumadas,
Un niño, acurrucado en sus tristezas, suelta
Un leve barco cual mariposa de mayo.
«El barco ebrio» Arthur Rimbaud
No es la perfidia del mar, sorprendente paradoja, la que ha permitido desde la más antigua memoria, que incontables naves e innúmera tripulación sean devoradas por su insaciable entraña. Historias de guerra y de paz, de descubrimiento y de conquista, de exploración y de pillaje, todas con un final que si llegó a vislumbrarse, pronto fue desalojado de la mente de corsarios y predicadores, lo mismo da cuando es la muerte la que escribe el final.
Ha sido el inocente mar, su insaciable vientre obedeciendo arcanos de los que él mismo no sabría dar cuenta, el encargado de hacer de su lecho un cementerio. A veces tachonado de esmeraldas y quintales de preciosas figuritas de oro como los galeones españoles que saliendo de las colonias americanas naufragaban bajo el peso de tanto esplendor.
Y ¡sí que de cementerios marinos sabe el Mediterráneo! Y no por el delirio de Valery sino desde siempre, afinada hoy esa cruel sabiduría por los miles de infelices que buscando patria amable reciben asilo en su seno.
Pero no todos los muertos son del mar. Los de éste son desgracias, azares del destino. Los del hombre, crímenes. Como los nueve integrantes del Mavi Marmara de la Primera Flotilla de la Libertad, atrocidad del odio sionista que las bravas aguas horrorizadas contemplaron impotentes.
Honrando la memoria de aquellos mártires que tuvieron la dicha de morir enrostrándole al mundo su complicidad con el exterminio de un pueblo en tiempos de derecho de gentes y de justicia global, hoy el Marianne, buque insignia de la Tercera Flotilla de la Libertad, desde el pasado mayo cabalga sobre el Mediterráneo rumbo al campo de concentración de Gaza. Ahí va quizás también rumbo a la muerte ¿quién lo sabría? la gente que salva el mundo. La que nos redime de tanta felonía con la vida, a nosotros los pobres investidos de la condición humana. Suerte, leve barco cual mariposa de mayo.
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