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Presentación de Marx a contracorriente, de F. Fernández Buey, Vilassar de Mar, El Viejo Topo, 2018.

El marxismo vivo, comprometido y sin ismos de Francisco Fernández Buey

Fuentes: Rebelión

Entre la documentación de Francisco Fernández Buey [FFB], ordenada por el profesor Iñaki Vázquez Álvarez, puede verse el índice de un proyecto no fechado titulado «Marxismos después de Marx»: I. Introducción. Por qué soy marxista. II. Herederos de Marx [El Viejo Topo, revisar comparando con cosas posteriores]. III. Sobre los marxismos de los años 60 […]

Entre la documentación de Francisco Fernández Buey [FFB], ordenada por el profesor Iñaki Vázquez Álvarez, puede verse el índice de un proyecto no fechado titulado «Marxismos después de Marx»:

I. Introducción. Por qué soy marxista. II. Herederos de Marx [El Viejo Topo, revisar comparando con cosas posteriores]. III. Sobre los marxismos de los años 60 [trozo de la tesis, el marxismo italiano, Althusser etc.]. IV. Marxismos contra la corriente [rehacer texto escrito en 1990]. V. Después del fin. Preguntas y respuestas sobre marxismos. VI. Apéndice 1: Marxismo en España [Sistema]. VII. Apéndice 2. La evolución del marxismo en España en el último tercio del siglo [Sistema].

No hemos intentado reconstruir este proyecto que, por razones que desconocemos pero que seguramente tuvieron que ver con la falta de tiempo, el autor no pudo llevar a término (recordemos, por otra parte, que en 1998 ya había publicado su Marx sin ismos). Sí hemos hecho, en cambio, una selección, pensando en este índice, de los numerosos trabajos que FFB fue aportando, a lo largo de más de 40 años de estudio en serio y reflexión muy singular, a una tradición, la marxista, la suya (en su vertiente más libertaria), que en absoluto consideró aniquilada y sin restos tras la caía del muro de Berlín, la desaparición de la URSS y la penetración, fuerte hegemonía y dominio salvaje del capitalismo sin bridas y contemplaciones en el Este de Europa. Pensar en Marx como un «perro muerto» siempre le pareció una insensatez teórica, un insulto a nuestra inteligencia, una muestra de ignorancia cuando no directamente de mala fe política y deshonestidad intelectual. ¿Muerta una tradición con páginas y libros tan imprescindibles como los que continuaba generando la historiografía marxista inglesa por ejemplo? Muchos letratenientes, no se cansó de señalarlo con dolor con un término que tomó prestado de Manuel Sacristán (1925-1985), se comportaban como intelectuales orgánicos al servicio de la civilización del capital y de sus privilegiadas élites. De lo que no se derivaba en su caso, nada más lejos de la verdad, de lo pensado y hecho efectivamente, una recepción acrítica y entregada de la obra, las tesis y la praxis del autor de El capital y una aproximación cegada y dogmática a las revoluciones y realidades socio-políticas construidas en su nombre. Pensar críticamente con la propia cabeza, contracorriente y en minoría cuando fue necesario, fue una de sus virtudes, de las virtudes de su marxismo.

Se publica este libro en el año del bicentenario del nacimiento del que fuera compañero de Jenny von Westphalen. No le hubiera disgustado probablemente al también estudioso de Engels, Lenin, Rosa Luxemburg y Gramsci. El mismo escribió un artículo que nos sigue enseñando -y que aquí no hemos podido incorporar- en el año del primer centenario del nacimiento de Marx. Lo tituló, es significativo y concorde con su marxismo vivo, «Revisando a Marx con ocasión del centenario».

Hay un hilo conductor muy presente en los trabajos que forman este libro que no escapará al lector/a: el punto de vista comprometido, mirando siempre desde los de abajo, desde las y los condenados de la Tierra, un punto de vista informado, muy atento a las novedades sustantivas, que nunca habla por hablar, que piensa siempre con prudencia, temperanza (su lectura del marxismo analítico es un ejemplo destacado) y heterodoxia si es necesario, un pensar no sectario ni descalificador, abierto -de verdad- a otras corrientes de pensamiento y acción socialistas, a la libertaria y a la cristiana de base destacadamente (e incluso a aquellos que son «algo más que liberales»). Un pensar, en fin, que nunca olvida la componente práxica de la tradición y que se presentó pobre y desnudo, como su filosofar, sin trampas, como una pasión (emancipatoria) razonada y con admirable e infrecuente coraje cívico del que nunca hizo alarde.

Algunas de las tesis y consideraciones que se defienden en estas páginas, en los diversos artículos, notas, prólogos y reseñas que hemos recogido, una parte, sólo una parte, de su diversa, rica y siempre interesante producción marxista-comunista, pueden resumirse así:

1. De Marx queda, ante todo, su fundamentación racional de la esperanza de las personas explotadas y oprimidas, de las humillados y ofendidas, en un mundo de desigualdades que es, que sigue siendo un escándalo moral insoportable. Ellas saben o intuyen que, con sus palabras, «de todos los filósofos y científicos sociales del siglo XIX, Marx fue quien más contribuyó a razonar la pasión emancipadora y liberadora de los de abajo, de los que no tienen nada o casi nada». Quien más contribuyó, no el único. 

2. Queda el Marx de la ciudadanía pobre y proletaria (precaria y maltratada también ahora) cuyas obras les han ayudado en todo el mundo a autoorganizarse y a pensar con cabeza propia, asunto éste sobre el que FFB nunca dejó de insistir. 

3. Queda, pues, la filosofía moral y política desalienadora marxiana, que «sigue dando que pensar a las personas generosas». Pasó a la historia -esperemos para siempre- el Marx científico puro, el Marx cientificista, el Marx de la supuesta superación y disolución de las utopías, el Marx objetivista, el Marx partidario de las leyes inexorables de la Historia, el Marx determinista. Queda, por supuesto, las inmensas conquistas de la historiografía que ha aportado, inspirándose en su obra y legado, investigaciones deslumbrantes y nuevos clásicos para siempre

4. Marx para FFB fue un filósofo, periodista, científico social y hombre de acción revolucionario, todo a la vez y junto, sin cortes o rupturas separadoras. Esto último, comentó en alguna ocasión,, levantaba sospechas «en el mundo del idiotismo de los especialistas en el que todo parece estar permitido», todo menos la visión global de conjunto y la declaración explícita «del punto de vista desde de el cual se piensa, se razona y se analiza». 

5. Es difícil, y acaso inconveniente, dividir en trozos un pensamiento de estas características. Si hubiera que hacerlo, FFB hubiera destacado seguramente «como economista, su teoría de la plusvalía; como filósofo, su crítica de las ideologías y de la alienación; como historiador, su monumental concepción materialista; como periodista, su olfato ante los temas de gran alcance; como político, su fundamentación del internacionalismo de los de abajo y su crítica de la política al uso». Aunque en su caso, conviene insistir, todo es, al mismo tiempo, uno y lo mismo: estudio, reflexión, pensamiento, escritura, compromiso, organización y lucha por un mundo más justo, más humano, mucho más equitativo y más habitable. 

6. El muro, también se habla de él en estas páginas, no se cayó, lo tiraron señaló FFB. Lo tiraron los que estaban hartos de la manipulación de Marx «en nombre del privilegio de los marxistas de catecismo». De la misma manera en que fue moralmente difícil seguir llamándose cristianos cuando la Inquisición quemaba a cristianos y no cristianos», también lo ha sido ir contra la corriente, seguir llamándose comunista y marxista, como hizo el autor hasta el final (prematuro) de sus días [1], cuando se sabe que ese fue también el nombre de los verdugos. A corto plazo acaso no es previsible o no esté «de moda» una aplicación política extensa y creativa del punto de vista marxista, estamos, señaló, «en una fase prepolítica: de repensamiento y reconfiguración de la idea misma de socialismo». Pero todo fluye recordó. Pasará el tiempo y nacerán nuevas «herejías» y el marxismo se hará más laico, y cualquier día de este siglo XXI volverá a hablarse de Marx políticamente en serio, muy en serio. ¿No estamos ya un poco en ello? 

7. FFB nos recordó que no conocía ninguna izquierda en el mundo que no hablara con respeto de la obra de Marx. También en el caso de intelectuales documentados que no eran propiamente de izquierdas. El mundo había cambiado mucho desde la muerte (y el nacimiento) del autor de El capital pero, es evidente, no ha cambiado de base. La renovación de la izquierda, una de sus apuestas, tenía que partir de Marx -aunque no sólo de él- porque, entretanto, «no ha aparecido una visión de conjunto mejor en favor de los de abajo». Aunque existían, así lo indicó en repetidas ocasiones, análisis y teorías parciales más finas y apreciables. Entre ellas, conocimientos antropológicos y psicológicos que Marx no tenía ni pudo tener. De este modo, en la renovación de la izquierda transformadora, con el nombre o expresión que mejor se estime, Marx tenía que ser un referente, aunque no el único.

8. ¿De dónde entonces la nueva izquierda que no tiene que ser, que no debe ser, la imagen y realidad invertida de la vieja, toda ella injustamente menospreciada y a veces desconocida? Para FFB, la izquierda socialista y transformadora del futuro podría salir probablemente de un diálogo entre «la tradición que Marx inauguró, la tradición anarquista-libertaria y, en nuestro ámbito cultural, las tradiciones cristianas (heréticas) de emancipación y la reconsideración autocrítica de la ciencia».  

Ejemplos de este diálogo marxista, libertario, cristiano de base, ecologista, feminista, alterglobalizador, contracorriente, con una perspectiva científico-artística amiga y partidaria de la tercera cultura, crítico -desde posiciones nunca irracionalistas- de algunos desarrollos alocados y bastantes prácticas irresponsables de la tecnociencia contemporánea, ejemplos, decíamos, de ese necesario diálogo son todos los escritos aquí incluidos, un libro, por lo demás, que abarcan un amplio arco temporal de conocimiento y reflexión del autor, desde 1976 hasta 2008. 

Presentamos los textos seleccionados ordenados cronológicamente con excepción del primer trabajo; un Marx, su Marx, dedicado a su esposa-compañera, Neus Porta, fallecida un año antes que él, y a su hijo Eloy Fernández Porta, un escrito que recoge y resume muy bien las ideas centrales de su aproximación al gran clásico. Después se habla de sus herederos, del marxismo en España, de continuidad y discontinuidades en la tradición, del Manifiesto, del Marx enamorado, de guías para el estudio de la obra marxiana, de nuevas biografías, de la vigencia del viejo Marx, de Rosa Luxemburg, de Valentino Gerratana, del Marx rojiverde, de marxismo y anarquismo, de utopías, de marxismos contra corriente, de Hölderlin, de Leopardi, de Mariátegui, de penas de muerte, del estalinismo,… En fin, de Marx y de marxismos y de su rica historia, todo ello sin ismos idolatrados, con mirada propia, a contracorriente y con profundo conocimiento de causa y consistente perspectiva comprometida nunca abandonada.

Aunque, por supuesto, otra selección hubiera sido posible.

Fernández Buey se preguntaba en el prólogo de su obra Marx (sin ismos) si se podía hablar de Marx sin ismos. Y venía a responder afirmativamente al argumentar que Marx fue crítico con el marxismo y que hay dudas de que quisiera fundar algo llamado marxismo. Pero a nuestro entender más importante que el saber si podemos hablar de Marx sin ismos es cómo hablamos de Marx y los marxismos. Y ahí FFB es una referencia que consideramos imprescindible. Su pensar sin ismos Marx, y todo lo que concibió, significa pensar sin las interpretaciones mecánicas que el propio Marx criticó en una parte del marxismo que legó a conocer (recordemos su «yo no soy marxista»). Su pensar sin ismos es un pensar riguroso, honesto, autoexigente y exigente, crítico y autocrítico, abierto por supuesto a la revisión y a las nuevas corrientes. Un pensar con la propia cabeza, algo que, como decíamos, siempre reivindicó e intentó promover.

Por nuestra parte, hemos intentado recoger aquí textos poco conocidos del autor, difíciles de encontrar en algún caso, sobre temáticas poco frecuentadas por la tradición en algún caso, todos ellos sustantivos pensamos, trabajos que recogen las preocupaciones centrales del autor de Poliética sobre una tradición que siempre concibió plural y con diferentes y enriquecedores senderos. Hemos evitado incorporar artículos suyos ya recogidos en otros libros suyos como Discursos para insumisos discretos. Nos dejamos mucho en el tintero; lo sabemos, somos conscientes. Recoger todas o la gran mayoría de sus aportaciones hubiera significado componer un libro que recordaría las mil y una noches, cuatro o cinco páginas por noche… lo que bien mirado e imaginado no hubiera estado mal del todo.

No deberíamos olvidar en ningún caso, sería contradictorio con sus tesis marxianas más esenciales, leer estos escritos olvidando el contexto en el que fueron elaborados. Conviene recordar, por ejemplo, el profundo (y acaso inesperado) desinterés por el marxismo en España en los primeros ochenta; las consecuencias que tuvo la caída del muro, la eliminación del socialismo irreal y la desaparición de la URSS; el giro a la derecha, muy conservadora en ocasiones, de una buena parte de la ciudadanía europea y de otras zonas del mundo; el muy denso conjunto que formaron los intelectuales ex, descomprometidos o comprometidos con otras causas (Colletti fue un ejemplo destacado); la destrucción del PCI y de una gran parte de la cultura comunista italiana; las dificultades del PCE, del PSUC e IU,… aunque también, en los últimos años, una vuelta (no completa) a Marx al inicio de la crisis y con ocasión de su 125 aniversario. ¡Hasta Warren Buffet habló de lucha de clases, añadiendo que la suya estaba ganando por goleada!

Sin atisbo para ninguna duda, el profesor y activista FFB leyó realmente a Marx y a muchos de sus analistas y seguidores, pensando de forma viva y sintiendo con alma no apagada, sin olvidar la arista política que en su opinión (opinión que compartimos, no en vano nos consideramos discípulos suyos) debía acompañar al estudio de los clásicos de una tradición que no era únicamente (siendo también eso) una acomodada filosofía de estudio o reflexión sino también de intervención, transformación socialista y emancipación humana. 

Nuestras notas, breves y las mínimas posibles, se identifican por el añadido NE (nota de editores) entre paréntesis.

Este libro no hubiera sido posible sin la generosidad y ayuda práctica, y muy efectiva, de Mercedes Iglesias Serrano e Iñaki Vázquez Álvarez. Tan necesarios para nosotros y nuestro trabajo como el aire que exigimos-necesitamos trece veces por minuto. Gracias compañeros, gracias por el ejemplo.

Miguel Riera ha sido una ayuda decisiva en la elección del título. Gracias querido y admirado editor.

FFB señaló que Marx (sin ismos) era el resultado de un ya «largo diálogo ininterrumpido de su autor con un hombre al que muchos trabajadores amaron y con el que aprendieron a entender las razones de la persistencia del mal social en un mundo dividido, en el mundo de las desigualdades». Este Marx a contracorriente continúa ese diálogo con el gran clásico y las diversas tradiciones que ha alimentado, un diálogo abonado por un filósofo de una pieza, concernido, documentado, vinculado a la ciudadanía-obrera, un verdadero maestro al que muchas personas amaron y con el que muchos aprendimos a entender mejor las razones del mal social en este mundo de desigualdades, opresión, guerras y explotación abyectas.

Todo ello desde el corazón de una tradición emancipatoria a la que alimentó, crítica y creativamente, y de la que formó parte de forma destacada. Medio de siglo de amor, entrega y revolución y pensar contracorriente. Como pocos, como muy pocos.

Nota:

(1) Recuérdese lo señalado en la conversación con su amigo Jaume Botey publicada en Iglesia Viva, n.º 246, abril-junio de 2011, pp. 73-90.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.