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El Ministerio de Cultura concreta sus cometidos y segrega Enseñanza y Deporte

Fuentes: Maverick Press/Rebelión

Corrían los principios del bochorno y las secuelas de las operaciones salida cuando el BOE del 3 de julio confirmaba, con un cierto secretismo y una fecha como poco recóndita que desde el 1 de aquel mes el Ministerio de Cultura, cuya depositaria es Carmen Calvo Poyato, se libraba de dos lastres y, permítase el […]

Corrían los principios del bochorno y las secuelas de las operaciones salida cuando el BOE del 3 de julio confirmaba, con un cierto secretismo y una fecha como poco recóndita que desde el 1 de aquel mes el Ministerio de Cultura, cuya depositaria es Carmen Calvo Poyato, se libraba de dos lastres y, permítase el símil, declaraba su autodeterminación al segregar de sus jurisdicciones las competencias de Educación y Ciencia, que se insertan en otro Ministerio, y el Consejo Superior de Deportes, que figurará como Secretaría de Estado. Comienza el curso político y más de uno se verá desconcertado ante el nuevo organigrama. En qué consiste la Cultura y su administración, eso ya es debate aparte y roza la utopía definirlo.

EL refrán de la ‘mens sana in corpore sano’ ( y su versión en la proclama de aquel ministro de Franco, Arrese, que exigía ‘menos latín y más gimnasia’) lo desmintieron con arrojo los paralímpicos.

A la Enseñanza Básica, los Institutos, la FP y las Universidades les desborda ya la instrucción en el manejo de utensilios después irrelevantes, el encauzamiento hacia ocupaciones de provecho social, la creación de becas para Investigación con los presupuestos nimios de que disponen y alguna tesis de fin de carrera, de contenidos útiles para el fugaz conocimiento actual, que termine en la imprenta.

Soslayemos asimismo, ya que hoy toca informar de lo inevitable, el axioma de que el Ministerio de Cultura idóneo es el que no existe. Nadie puede evitar, hoy por hoy, que se agregue al limbo llamado Administración; el cual deriva de otro ente sin esencia: el Sistema.

Lo que llamamos en concepto vago Cultura, y que se produjo hace miles de años cuando el mundo era analfabeto (y metrosexual por instinto, véanse las fundas de pene de algunos aborígenes), deriva fundamentalmente de la nigromancia y en ella persevera por inercia, por simple amor al ocultismo y, es inevitable, por especulación.

Se nutrió la cultura, como hemos apuntado, del afán cosmético (el sacro, clásico y renacentista, de la ostentación); pero el más visible, hoy, se inmiscuye en modas, insinuaciones púbicas y pírsings: en la prolongación corporal por medio de aderezos llamativos que, como todo exhibicionismo zoológico, propicia el apareo. Las ferias de Arte obligan al vulgo a la veneración de lo incomprensible, y caemos de nuevo en la taumaturgia volátil. Las del Libro, a adquirir títulos que nunca se desentrañarán. Emergen en las ciudades industriales museos tótem y tabú. Los premios literarios crean superventas-klinex. Otrosí, el ser humano necesita ponerle cosas a los nombres más que la viceversa. Puede considerarse cultura, también, la inventiva no pragmática; la capacidad ipsista de ideación o incluso la catarsis glandular, hija del aislamiento y carente de propósitos divulgativos. Kafka, que nos viene al pelo en lo que intentamos desentrañar, un organismo de Cultura, exigió a Max Brod en testamento que quemase su obra. Un alienado coherente.

La fértil autodidaxia

Adviértase, sigamos, la inmensa labor que compromete a la llamada cultura oral, extinta y delegada en aparatos conocidos como ‘media’. No se pierdan de vista la autodidaxia fértil, el aprendizaje intuitivo, sin rigidez de programa, a través de un maestro ( o varios ) en talleres de Arte sin registro; los laboratorios de creatividad asamblearia, la lectura compulsiva y su emulación libre. Si definir qué es la cultura pertenece al terreno de las mancias, más arduo resulta indicar qué no lo es. Pero el Organismo está ahí, sólido y tentacular. Ministerio de Culturas quedaría, como parche, mejor. Las transferencias, cierto, han hurtado capacidad de criterio e intendencia del hecho cultural; pero no faltan otros embriones y sembrados para proteger sin proteccionismo y sin incluirlos, hábito ordenancista, en la exclusión.

Es mucho lo que vías ajenas a lo Oficial, al Ministerio y su tarea de intervención -e integración ulterior- aportaron al acervo mundial (¿qué burocracia engendró el flamenco, el ‘rap’, la pintura rupestre, el gospel, el bertsolarismo -copleros-; el grafiti, los trampantojos o edificios pintados en paneles que un urbanismo caótico deja a la vista cuando se derriba un edificio antiguo?; ¿quién instruyó a Van Gogh, qué secretariado recibiría a Baudelaire o a Pessoa a las seis de la tarde?).

Se ignora cómo adscribir a un organigrama a los conjuntos de música andina, los violinistas ambulantes o los lectores espontáneos del metro, el tren de cercanías y los bancos públicos. El vicio del libro surge ajeno a estímulos y campañas. Persiste pese a las estadísticas maliciosas al respecto que anulan toda promoción: «España es el país del mundo con menos volúmenes por familia>> y demás propaganda perversa y subliminal. Brota el hábito pese a dichos mensajes sibilinos y sin necesidad de cartelones, eslóganes, cuñas en radio y llamadas en un televisor que posiblemente no encienden los bibliófilos. Ámbito, ya que lo citamos, la tele, que sí debería tutelarse con fiscalización contundente en cuanto a contenido embrutecedor, coreografías de violencia policial , parapornología casposa, conculcación de leyes de inserción publicitaria que desgarra cintas de cine; amarillismo periodístico y etiqueta nula en cuanto a la alegre retransmisión en directo de opinión insultante e información ¡lo confiesan con crudo cinismo! remunerada. La mafia rosa roza, hoy, límites de escándalo y, lo admita la ministra o no, es Cultura: contrólenla.

Coordinación con Asuntos Exteriores y la UE

El nuevo y algo enmarañado Organigrama puede examinarse con paciencia en el BOE Nº 160. Lo que fuera, en caótico puzzle, Ministerio de Cultura Educación y Deporte se disuelve de modo que la disciplina (o indisciplina) que para entendernos designamos como Cultura queda separada de las competencias didáctica y deportiva, cuyos intereses, ya exentos de diligencias mixtas, pueden resolverse, un decir, en sus respectivos y específicos terrenos.

Como intención a destacar, se contempla a través de la Dirección General de Cooperación y Comunicación Cultural, encomendada a Carlos Alberdi, en coordinación con Asuntos Exteriores y con un seguimiento privilegiado para la UE, el intercambio de tendencias, experiencias y mutua identificación en un catastro europeo como poco confuso en cuanto a actividades, entidades, personalidad productiva y autores de cada uno de sus Estados. La miopía o la rutina no deben impedir, por otra parte, la apertura de perspectivas transatlánticas hacia manifestaciones intelectuales novedosas, no las firmas eternas, como fenómeno ecuménico. Si se centra el Ministerio en lo umbilical, lo divulgativo y la efemérides termina convirtiéndose en promoción de folklore exclusivista, piropos a la Virgen, juegos florales, exaltación de la Hispanidad y necrológicas centenarias obligatorias.

Piratas de guante blanco

Apoyan a Calvo Poyato, en estructura bifurcada y laberíntica: un Gabinete-Dirección General, órgano de asesoramiento inmediato a la ministra, adjudicado a Adoración Herrador, y una Subsecretaría capitaneada por Antonio J. Hidalgo, con ramificaciones como la Secretaría General Técnica; la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales; la del Libro, Archivos y Bibliotecas (hay bronca entre los autores y el préstamo público no remunerado) y la ya citada de Cooperación y Comunicación Cultural.

Interesa a los creativos la inclusión de la Secretaría General Técnica. Sobre el papel, se le atribuye la defensa y protección de la Propiedad Intelectual, a lo que se añade el Registro de dichos bienes intangibles, la gestión colectiva de los derechos de autor y el enlace o mediación

de éste, punto que resulta preferente, con los sectores industriales

de producción y difusión de original. Si funciona, gestionada por

Mª Concepción Becerra, se sugiere lleve a cabo a cabo un implacable arbitraje contra cierta reiterada, alegal e impune piratería de guante blanco por omisión, por ejemplo, del nombre del guionista o letrista. Práctica cuya Isla Tortuga es el autobombo-web y la venta de soportes

a través de Internet.

Presidencia nominal de entes

Aunque a la ministra corresponda la Presidencia, más bien honorífica, de los centros en teoría autónomos que se citan, dependen directamente de la Subsecretaría de Antonio J. Hidalgo: el Museo del Prado (Miguel Zugaza) ; el Reina Sofía (Ana Martínez Aguilar); la Biblioteca Nacional (Rosa Regás Pagés); Bellas Artes y Bienes Culturales (Julián Martínez García) ; el Instituto de Artes Escénicas y Música, una hibridación discutible (J. Antonio Campos Borrego) ; y la Cinematografía y otras Artes Visuales, todas en el mismo saco, en días de diversificación de sistemas atípicos de la imagen (Manuel Pérez Estremera). En cuanto al Ministerio como tal (no todo va a ser delegar, cortar la cinta y tirar de la cortinilla), se encarga, léanlo bien y resuelvan el enigma, «de ejecutar las directrices generales del Gobierno respecto de la Política Cultural», concepto etéreo y compuesto por dos vocablos difícilmente compatibles. Kafka lo llevaba claro.

En síntesis, el Ministerio se compromete a la promoción, protección y difusión del Patrimonio Histórico español; de los museos, archivos y bibliotecas estatales; artes plásticas: fomento del libro y lectura; al control, desde luego prioritario, de la Propiedad Intelectual, o sea, la guerra contra el imperio de la manta ( y lo que oculta más allá de los africanos); al impulso de Cooperación Cultural, las relaciones internacionales en materia de Cultura y su preferencia por la dinámica de una UE más extraña a nuestro conocimiento que los paradigmas EUA y el utillaje de difusión ‘made in China’, contingencia esta última preocupante para la manufactura estatal de bienes de ocio.

La contracultura, desalojada

Se echa de menos un Anexo de Actividades Contraculturales dirigido a olvidar e ignorar las funciones escasamente reputadas de colectivos instalados en edificios vacíos y estériles, cuando no decrépitos, que algunos jóvenes, y no tan jóvenes, ocupan, rehabilitan y constituyen en conservatorios de manualidades útiles y artísticas, y enculturación o endoculturación alternativas a la picaresca cervantina y al dopaje sin fines olímpicos. La ministra debería comentárselo a su colega de Interior y a Salud Pública. No nos referimos, es de cajón, a que integre centros ‘okupacionales’ y gaztetxes en otra arácnida red de ordenanzas y delegaciones derivadas. Eso sería desintegrarlos. Nada más cómodo y lógico que la pasividad ante lo que no daña. Constituyen esos refugios espontáneos vías de desfogue para una juventud prolongada, rebotada, sin esperanzas de trabajo, futuro ni rumbo que los diversos ministerios, sea cual sea la ordenación que los maneje, se ven incapacitados para encarrilar. Sugeriríamos asimismo que, de forma compensatoria, se establezca una subdivisión, adherida a las competencias de Mecenazgo, destinada a la absorción de talentos taimados, listos útiles, genios de solemnidad y movidas cenicientas. Ésos sí se dejan querer y fardan un montón a la hora de exponer resultados ante las Cámaras.