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Entrevista a Candido y Morala miembros de Corriente Sindical de Izquierda (CSI) de Asturias

«El movimiento sindical necesita alternativas»

Fuentes: La Hiedra

Cándido y Morala son conocidos por su larga trayectoria en el sindicato Corriente Sindical de Izquierda (CSI) de Asturias y por años de lucha contra el cierre de los astilleros de Naval-Xixón. La Hiedra habla con ellos sobre el momento actual del movimiento sindical. ¿Por qué creéis que ha habido esta persecución hacia vosotros? ¿Forma […]

Cándido y Morala son conocidos por su larga trayectoria en el sindicato Corriente Sindical de Izquierda (CSI) de Asturias y por años de lucha contra el cierre de los astilleros de Naval-Xixón. La Hiedra habla con ellos sobre el momento actual del movimiento sindical.

¿Por qué creéis que ha habido esta persecución hacia vosotros? ¿Forma parte eso de un ataque más general a la gente que está dispuesta a luchar?

Cándido: Para nosotros el tema está claro. Desde el principio sabemos que lo que nos pasó a nosotros es una trama política, policial y judicial. Aquí está la implicación del ayuntamiento de Xixón que es quien pone la denuncia. Primero denuncian unos daños de los trabajadores del sector naval, y es entonces cuando la policía dice que los que han hecho estos daños son Morala y Cándido. Los dos del mismo sindicato, la CSI, y Morala secretario general del sindicato. Todo eso cuando las movilizaciones las convocaban CCOO, UGT y CSI.

Pero los dos éramos del mismo sindicato, un hecho escandaloso. Lo que creemos es que se pretende criminalizar el movimiento sindical más radical, más beligerante con la defensa de los puestos de trabajo, los que más problemas les dimos durante toda la reconversión. Llevamos veinticinco años luchando con una iniciativa clara por lo que respecta a los puestos de trabajo. Los que aplicaron este tipo de medidas se consideraban muy fuertes, creyendo que por el hecho de estar prejubilados tendríamos menos apoyo en un intento de hacernos pagar lo que habíamos hecho durante todos estos años. Ellos pensaban: si encarcelamos a esos dos, que más o menos eran conocidos en los astilleros, pues aquí no se moverá nadie en futuros conflictos. Creo que este era el objetivo claro, lo que pasa es que no valoraron la respuesta social que hubo a nuestra condena. En Xixón hubieron manifestaciones multitudinarias. Dos manifestaciones con 15.000 personas y concentraciones ante los juzgados de 3.000 personas, fueron impresionantes. Pero a pesar de todo esto nos condenaron, lo que significa que la decisión estaba tomada de antes, puesto que nos querían dar una lección.

Morala: Llevaron de testigo a un policía que había estado infiltrado. De hecho, vino con nosotros desde Asturias a Barcelona cuando hubo la manifestación contra la cumbre del Banco Mundial. Cuando le vimos en el juicio nos sonó su cara hasta que al final le reconocimos. De hecho, más tarde le pusimos una denuncia de falso testigo, ya que declaró que no nos conocía de nada. A pesar de esto, la denuncia no prosperó porque el juez dijo que no tenía suficientes pruebas, aunque había fotografías que confirmaban que estuvo con nosotros en Barcelona. Todo fue un montaje. La policía y el delegado del Gobierno saben que no fuimos nosotros. Nosotros colectivamente lo asumimos, pero individualmente por una trama policial no.

También testificó contra nosotros un funcionario municipal enviado por el PSOE e IU y después dijo que no tenía poderes, que a él nadie le había dicho que fuera al juicio. Pero el tema de fondo aquí es la represión. Yo creo que ellos vaticinan una crisis económica y por eso actúan así. Hay un aumento claro de la represión contra los sindicatos, contra los encuentros, contra los movimientos sociales, contra los que se oponen a la especulación urbanística, etc. Yo creo que veremos, no solo desde el Estado español sino a nivel europeo, un aumento de la represión. A nosotros concretamente nos han aplicado la ley antiterrorista. Cuando alguien tenga un altercado en la calle, que antes era considerado como disturbio, ahora lo calificarán como atentado.

C: Está habiéndo una escalada tremenda a nivel represivo que está provocando una preocupación social importante. Fuimos las primeras personas en ir a prisión por un conflicto laboral y precisamente coincidió con los 30 años de «democracia». En este «estado de derecho» se han enviado a dos trabajadores a prisión, ¿Por qué? Por defender su lugar de trabajo. Resulta que en veinticinco años de lucha en los astilleros nunca había pasado nada. Sí que habían sucedido detenciones puntuales, pero el ingreso en prisión no se había dado desde que empezó el proceso de reconversión. Estamos viendo una escalada tremenda de represión y se está dando en muchos lugares. Se están dando constantemente casos de represión a través de sanciones económicas a los militantes de los sindicatos, a las diferentes organizaciones… es una cosa que no tiene límite. De alguna manera se pretende frenar la radicalización que están teniendo los conflictos laborales. Hoy, lo que se pretende es dar una imagen social que interesa a los que están gobernando y a los sindicatos que lo pactan absolutamente todo. Creo que la escalada de represión, a medida que va habiendo una respuesta social más contundente, se irá incrementando.

A parte de vuestro caso concreto y más allá de los sindicatos más combativos, que parece que están resurgiendo con fuerza últimamente, ¿creéis que ha habido una crisis general del sindicalismo en el Estado español?

C: No cabe duda que hay una crisis sindical que viene producida por el comportamiento de los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT. Ahora mismo hay una falta muy grande de credibilidad en los sindicatos y un desprestigio importante debido a las políticas que se están aplicando, en muchos casos de pactos y consensos desde el año 78 que empezaron a firmar los Pactos de la Moncloa. Por otro lado, con todo lo que está pasando creo que está habiendo un resurgimiento del movimiento sindical más combativo, muy tímidamente, pero está, ya que la situación empieza a ser insoportable a nivel laboral: las condiciones de trabajo que se están dando en los sectores más importantes, las deslocalizaciones de empresas, cierre de sectores industriales, despido libre, precariedad laboral, siniestralidad laboral… Creo que todo eso está favoreciendo que en estos momentos haya un resurgimiento y que las organizaciones sindicales que estamos a la izquierda y no compartimos este tipo de política tengamos una responsabilidad manifiesta para tratar de hacer resurgir el movimiento obrero, que no está muerto ni mucho menos, pero que necesita alternativas. Por eso ahora intentaremos darlas a ámbito estatal, porque hay cuestiones conjuntas que nos afectan a todos. Todo lo que es el concepto neoliberal de la aplicación de estas políticas nos afecta a todos por igual y creo que todo eso lo debemos combatir. Esperamos que con todo el tema de la represión eso pase. Para nosotros la represión no solo es encarcelar a los trabajadores, también es que cierren las empresas, los despidos colectivos de trabajadores, que vayas a trabajar sin ningún tipo de medida laboral y si no lo aceptas a la calle.

Por otro lado se debe diferenciar claramente lo que son las cúpulas sindicales de CCOO y UGT, que están corrompidas totalmente, que están logrando privilegios y dependen de las subvenciones estatales del Gobierno y de los empresarios, de las bases de estos sindicatos. Nosotros convivimos con ellos en las diferentes empresas y con los trabajadores no tenemos ninguna clase de problema. Lo que pasa es que los sindicatos dividen a los trabajadores, porque de alguna manera les están imponiedo el miedo: miedo a que les puedan rescindir los contratos, miedo a que les puedan cerrar la empresa, miedo a no tener ascensos laborales. Todo eso lo están provocando estos sindicatos, jugando el papel de dividir, aunque continúan siendo mayoritarios y con un poder importante sobre los trabajadores, pero cada vez tienen menos crédito. Tenemos muy claro que las bases de CCOO y UGT no tienen nada que ver con las direcciones de los sindicatos. Estos tienen privilegios sindicales, muchos son liberados sindicales y no se ponen el mono para ir a trabajar. Pero lo que es la base de estos sindicatos no tiene nada que ver, cuando hay un conflicto y tienen que participar, pues lo hacen. Muchos de los conflictos que hemos logrado sacar adelante en los astilleros han sido con la participación de las bases de CCOO y UGT.

En todas estas luchas que se están dando, ¿qué papel juega la CSI?

C: Nosotros somos un sindicato minoritario de Asturias que está tratando de combatir, somos enemigos de los empresarios, enemigos del gobierno. Somos un sindicato incómodo por el trabajo sindical que realizamos. No pactamos acuerdos como hacen CCOO y UGT, ofrecemos resistencia activa a los cierres y despidos, llevando a cabo otro tipo de práctica sindical. Yo no sé si representamos un modelo alternativo o no pero sin duda no hacemos el mismo sindicalismo que hacen los otros sindicatos y por lo tanto somos incómodos, se pretende descalificar un movimiento sindical como el nuestro porque no interesa ni a los empresarios, ni a los que están gobernando.

En Asturias creo que tenemos cierto prestigio precisamente porque somos un sindicato que no tiene liberados, ni condicionamos nuestra acción sindical a tenerlos. Incluso Morala, que es el secretario general no es liberado, yo cuando lo era tampoco lo fui. Hacemos el trabajo sindical como el que está trabajando en la fábrica y al mismo tiempo está haciendo sindicalismo. Todo eso nos está permitiendo crecer como organización pero a la vez tenemos el inconveniente que en algunos casos genera cierto temor estar afiliado a la CSI, porque somos un sindicato que estamos discriminados y se está represaliando.

Hay una idea generalizada que debido a las deslocalizaciones, la temporalidad y la precariedad no se puede luchar como antes, ¿qué pensáis de eso?

M: Nosotros, como forma de lucha, casi siempre en el sector naval lo que hacemos es convertir el problema laboral en un problema político. Nosotros salimos a la calle, no solo hacemos vaga y nos vamos a casa. Salimos a la calle con manifestaciones, barricadas, luchas, semana tras semana, exigiendo a las autoridades y a los políticos que se comprometan y que busquen una solución al problema. Eso es un problema que tienen que solucionar los gobiernos. Nuestros problemas laborales los convertimos en problemas políticos en la calle.

C: Cuando empezó la reconversión naval, crearon un estado de opinión contra nosotros por el tipo de movilizaciones que estábamos llevando a cabo, acusándonos de terroristas y de otras cosas. Si en aquellos momentos nos hubiesen condenado, quizá no habríamos tenido el mismo apoyo social que hemos tenido ahora. Pero como a lo largo de los años ha habido una lucha donde tratamos de hacer de nuestro problema un problema político, identificando a la sociedad con nuestro problema porque era un problema de despidos, de evitar el cierre de la empresa, de defender el puesto de trabajo. Creo que ésta es la idea de por donde debemos trabajar. Además sabemos cómo lo debemos combatir.

M: El problema es que los sindicados tenemos un desprestigio muy alto ante el resto de trabajadores. Éste es el problema de base. Entonces la gente joven precaria no ve los sindicatos como organizaciones que defiendan sus derechos. Cuando eso pasa, cada uno se busca la vida como puede, escapando de la precariedad cuando puede y ya está. Debes tener en cuenta que cada vez quedan menos empresas grandes, el 80-90% de gente que trabaja están en una empresa pequeña y precaria. Pero tú imaginate que se convoca una huelga de la limpieza, gente que está precaria, sin contratos o subcontratados. La fuerza de los precarios unidos es muy fuerte. Los sindicatos que están subvencionados por el Gobierno y por la patronal no quieren organizar los precarios ni defenderlos. El Estado español es el lugar de la UE con más precariedad, más siniestralidad laboral, menos inversiones en gasto social y con un salario mínimo de 570 euros. En el resto de países de la UE, menos Portugal, el salario mínimo pasa de los 1.100 euros. Las condiciones en el Estado español son verdaderamente precarias.

Si tú por ejemplo estás en un empleo que te pagan 570 euros al mes, que deben haber 9 millones de trabajadores que cobran eso, y te hechan, pues lo sientes pero no mucho, ya que para tener ese empleo más vale otra cosa. Para mí el problema no es la gente, el problema son los sindicatos. Con la negociación colectiva tienes un medio para coartar este tipo de explotación.

¿Qué mensaje enviaríais a la gente trabajadora o precaria que está en vuestra situación y tienen cierto miedo a enfrentarse a sus jefes?

C: Creo que los precarios lo serán cada vez más en la medida que no se enfrenten a la realidad laboral que tenemos aquí. Es una cuestión que interesa a las organizaciones políticas e institucionales que cada vez que hay elecciones políticas están diciendo que lucharán contra la precariedad, que crearán más puestos de trabajo… o sea que hacen campaña electoral con el tema de la precariedad laboral y entonces en la práctica vemos que eso no es así.

Los sindicatos que forman parte del sistema también dicen a los trabajadores que harán frente a la precariedad y cada día favorecen más esta precariedad. Creo que es un tema que interesa tanto a la parte política como sindical porque todo el mundo está jugando con eso ya que de alguna manera les da votos. Nosotros lo que diríamos a todos los precarios es que nos debemos organizar y luchar por unas condiciones sociolaborales totalmente diferentes a las que tenemos hoy. No podemos aceptar que nos estén contratando a través de ETTs, ganando 400 euros y trabajando un montón de horas. En lugar de acercarnos a los 1.500 euros de salario para poder vivir vamos más por los 500 y a partir de aquí ir bajando, y encima incrementando la jornada laboral. Los precarios deben tener claro que se tienen que organizar y a lo largo de la historia todo lo que se logró fue con el esfuerzo y la lucha de los trabajadores. Si ahora ponemos en una balanza lo que se logró con la lucha de los trabajadores antes de los años 70 pesa mucho más que lo que se logró desde que se legalizó la situación de las organizaciones políticas y sindicales. El mensaje debe ser siempre de lucha, debemos acabar con este modelo social porque este no es el mundo mejor que todos deseamos y si no luchamos por él no lo lograremos nunca.