Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
110 millones de de litros de aguas residuales apenas tratadas van a parar a diario al mar Mediterráneo.
Varios niños cerca de una de las desembocaduras de aguas residuales en un campo de refugiados situado en una de las playas de Ciudad de Gaza. (Foto MEE/Mohammad Asad)
Cada mañana, Abdallah Seyam, de 37 años, va a nadar al mar frente a la costa de Gaza, la única forma de relajación con que cuentan muchos de los que residen en la asediada Franja.
Seyam, que solía trabajar en Israel con anterioridad al 2000, espera ansiosamente a cada verano para practicar una afición que le viene de la infancia.
Muchachos nadando cerca del Puerto de Gaza, lejos de la playa, para evitar las desembocaduras de aguas residuales (Foto: Mohammad Asad)
«Vivimos en un campo de refugiados situado en una playa de Ciudad de Gaza. El mar es parte indispensable de nuestra historia e infancia. Mi padre me enseñó a nadar en esta playa y ahora yo enseño a mi hijo. Es nuestro mar», dijo Seyam.
El mes pasado, la Autoridad Palestina para la Calidad del Medio Ambiente dijo que casi el 50% de la playa está contaminada por aguas fecales y aguas escasamente tratadas. Se ha exhortado a la población de Gaza para que respete las advertencias y sólo nade en zonas seguras alejadas de las desembocaduras de las aguas residuales.
«Llevamos oyendo esas cifras desde siempre. No creo que la gente vaya a dejar de ir al mar», dijo Seyam. «Personalmente, llevaré a mi hijo a la playa cada día hasta que se convierta en un buen nadador. Este mar es nuestra herencia».
Seyam explicó que las familias van a la playa de excursión y pasan los días nadando bajo el sol. «Las autoridades oficiales deben adoptar medidas serias para limpiarla», comentó.
La municipalidad cuenta con 20 torres de vigilancia a lo largo de la playa de Ciudad de Gaza que sirven de guía a los ciudadanos y les avisan de la existencia de zonas peligrosas, además de las banderas y señales de advertencia.
Maher Salem es el director general de agua y saneamiento de la municipalidad de Gaza (Foto: MEE/Mohammad Asad)
«Cuando finalice el Ramadán, decenas de miles de personas irán a la playa. No tenemos fuerza ejecutiva para poder impedir que la gente haga uso de su única posibilidad de recreo», dijo Maher Salem.
Situación desastrosa
Según un reciente informe de la ONU, 110 millones de litros de aguas residuales sin tratar o parcialmente tratadas se derraman a diario en el mar de Gaza como consecuencia de los largos cortes de energía eléctrica.
El 16 de abril de 2017, la única central eléctrica de Gaza tuvo que cerrarse tras haber agotado las reservas de combustible, dejando a más de dos millones de gazatíes en la oscuridad durante 20 horas al día. Antes de la actual crisis, las aguas residuales se bombeaban en las estaciones de tratamiento de Gaza, donde pasaban por dos etapas.
(La Autoridad Palestina se niega a pagar la electricidad de Gaza)
Según Salem, el tratamiento natural de la primera etapa no necesita de electricidad y en ella se tratan el 10-15% de los contaminantes. Y las torres biológicas tratan casi el 80% de los contaminantes, pero no están operativas debido a la falta de electricidad.
«La crisis eléctrica es la principal razón de este desastre medioambiental», dijo el Dr. Ahmed Hilles, director de medio ambiente de la Autoridad.
La situación se agravó en abril cuando la Autoridad Palestina (AP) le comunicó a Israel que ya no iba a pagar la electricidad que Israel suministraba a Gaza. Israel no asume compromiso alguno con Hamas, a quien considera una organización terrorista. Hamas tomó el control de Gaza de las fuerzas leales al presidente palestino Mahmud Abbas en 2007, un año después de haber ganado las elecciones legislativas.
La AP había empezado anteriormente a gravar el combustible israelí que compraba para la única central eléctrica de Gaza, lo que ya provocó una subida de costes que el gobierno de Gaza no ha podido pagar.
Hilles explicó que el sector del agua en la Franja necesita más de 60 megawatios al día para poner en marcha los bombeos, las plantas de desalinización y de tratamiento de aguas residuales, que Gaza no puede ya proporcionar.
«Antes del 16 de abril, teníamos que utilizar generadores durante cuatro horas al día, algo que es insostenible. Pero ahora tenemos más de veinte horas de cortes eléctricos. No tenemos suficientes recursos ni combustible para poner en marcha los generadores», dijo Salem.
«Y aunque tuviéramos el combustible, nuestros generadores son generadores de reserva, no pueden hacer una tarea pesada, no pueden funcionar durante muchas horas», añadió.
Daños de guerra
La infraestructura de Gaza ha quedado destruida por las tres guerras emprendidas por Israel desde 2007, y con el bloqueo israelí en curso es extremadamente difícil poder llevar a cabo tarea de reconstrucción alguna.
«Cada tres o cuatro años, se lanza una guerra masiva contra Gaza que destruye la mayor parte de la infraestructura y deja más de dos millones de toneladas de hormigón en las calles. No nos queda más remedio que cancelar todos nuestros planes y proyectos de desarrollo para poder afrontar las consecuencias de la guerra», dijo Salem.
El rápido crecimiento de la población en la pequeña Franja no ha ayudado tampoco a mejorar la situación.
«Con 2,2 millones de seres viviendo en menos de 368 kilómetros cuadrados y una tasa de crecimiento de la población de 4,2, la misión de mejorar la situación es muy difícil y complicada. Tenemos una explotación y una presión muy alta sobre unos recursos que son extremadamente deficientes», dijo.
Según Hilles, las aguas residuales están muy cargadas de materiales orgánicos y nocivos, además de los patógenos existentes en las mismas. Estos materiales tan tóxicos resultan muy peligrosos para los gazatíes y la vida marina y tienen potencial para extender el tifus y el cólera.
Debido al Ramadán, no hay aún mucha gente en la playa (Foto: MEE/Mohammad Asad)
Hilles dijo que había tomado muestras de la arena de la playa y del agua del mar y que había encontrado parásitos en más del 50% de las muestras.
Un doctor de un hospital local, que prefirió permanecer en el anonimato, dijo a MEE que había tratado recientemente a algunas personas enfermas que habían estado en el mar en un período de tiempo de 48 horas. Sin embargo, no pudo confirmar que el mar fuera la causa directa de sus enfermedades porque le dijeron que podrían haber comido alimentos podridos almacenados en frigoríficos que no podían funcionar bien a causa de los largos cortes de electricidad.
«Hemos demostrado que el mar está lleno de patógenos, pero es casi imposible vincular esos patógenos con los casos en los hospitales. Gaza está llena de contaminantes. El agua, el aire y los vegetales están contaminados. Incluso la comida de las casas puede haberse podrido por los los cortes eléctricos», dijo Hilles.
La vida marina está también dañada por el desastre medioambiental. Los peces se alimentan de desechos sólidos de las aguas residuales en un mar donde la sobrepesca había ya agotado esa vida marina.
«Los pescadores han estado pescando durante años en esta estrecha zona de seis millas. El mar está ya agotado, pero el problema de las aguas residuales ha liquidado cualquier esperanza de mejora de la situación. Aunque los peces no mueran al alimentarse de las aguas residuales, los gazatíes se verían afectados al comerse esa pesca», dijo Hilles.
«Hay una conspiración en contra nuestra»
Según Salem, el sector hídrico y el saneamiento necesitan 300.000 litros de combustible cada mes para funcionar eficientemente, lo que supone el considerable coste de 700.000 dólares.
En abril, la AP redujo en un 30% los salarios de 58.000 funcionarios en Gaza. Tras esa decisión, la municipalidad apenas puede recaudar cada mes dos millones de shekels (570.000$) de los ciudadanos que se benefician de sus servicios. Y, por otra parte, se necesitan 4,2 millones de shekels (1,2 millones de dólares) tan sólo para pagar los salarios de los empleados de la municipalidad.
«Con tan escasos ingresos, no sabemos qué hacer. ¿Deberíamos comprar combustible? ¿O pagar parte de los salarios de nuestros empleados? Se trata de una conspiración contra nuestro pueblo», dijo Salem.
Señaló que la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) proporcionaba 500.000$ para la compra de 50.000 litros de combustible de emergencia a fin de mantener los servicios esenciales de hospitales y otras instalaciones sanitarias de urgencia, y se teme que en julio se habrán agotado. Según Salem, esto hará que la ciudad se ahogue en sus propias aguas residuales.
«El sector municipal es una cuestión humanitaria. Nos negamos a utilizarlo como herramienta para presionar al gobierno. Pedimos ayuda a las organizaciones internacionales y humanitarias pero nos dieron la espalda porque hay una situación política contra la Franja de Gaza y el gobierno», dijo Salem.
«Así pues, la realidad es que es la gente normal y corriente la que está pagando el pato», concluyó.
Mousa Tawfiq es un periodista que reside en Gaza y centra sus trabajos en cuestiones culturales, artísticas y sociales.
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.