El mundo se encuentra en rumbo firme hacia el peor de los escenarios posibles en lo que se refiere al cambio climático, con la media mundial de temperaturas subiendo hasta 6 ºC a finales de siglo, según advirtieron destacados científicos ayer. Un crecimiento semejante -que sería mucho mayor en las zonas cercanas a los polos- […]
El mundo se encuentra en rumbo firme hacia el peor de los escenarios posibles en lo que se refiere al cambio climático, con la media mundial de temperaturas subiendo hasta 6 ºC a finales de siglo, según advirtieron destacados científicos ayer. Un crecimiento semejante -que sería mucho mayor en las zonas cercanas a los polos- tendría consecuencias catastróficas e irreversibles para la Tierra, volviendo inhabitables grandes zonas del planeta y amenazando la base de la civilización humana misma. Y nos encaminamos directamente a ello, según los científicos, porque las emisiones de dióxido de carbono de la industria, el transporte y la desforestación que son responsables del calentamiento de la atmósfera se han incrementado dramáticamente desde 2002 de un modo que nadie había anticipado, y ahora nos acercamos al triple de la media anual de los noventa.
Esto significa que el peor de los escenarios posibles que preveía el último informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de la ONU, publicado en 2007, es ahora hacia el que se dirige la sociedad, de acuerdo con 31 investigadores de siete países implicados en el Global Carbon Project.
Aunque se había especulado antes con el crecimiento de 6 ºC y sus desastrosos efectos, esta es la primera vez que los científicos han afirmado que la sociedad va camino de encontrarlo.
Su escalofriante y notable predicción agudiza la importancia de la conferencia por el clima del mes que viene en Copenhague, donde la comunidad mundial se reunirá con el fin de intentar elaborar un nuevo acuerdo que ponga al calentamiento global bajo control.
En los últimos meses se ha experimentado una rebaja de las esperanzas en la conferencia, no siendo la menor de las razones que los EE.UU. no estén dispuestos a recortar sus emisiones. Pero ayer el presidente Barack Obama y el presidente de China Hu Jintao emitieron un comunicado conjunto tras una reunión en Pekín que alimentó nuevamente las esperanzas de que sea posible un acuerdo firme, después de todo.
No vendrá con la rapidez requerida, a juzgar por los resultados del estudio del Global Carbon Project Study, dirigido por la doctora Corinne Le Quéré, de la universidad de East Anglia y del British Antarctic Survey, que llegó a la conclusión de que ha habido un incremento del 29% en las emisiones de CO2 procedentes de combustibles fósiles entre el año 2000 y el 2008, el último año del que se disponen cifras.
Los investigadores han encontrado que hubo, de media, un incremento anual en las emisiones de más del 3% durante ese período, en comparación con el incremento anual del 1% entre 1990 y el 2000. La mayor parte del incremento de esta década ocurrió después del 2000 y tiene su origen en el boom de la economía china. Los investigadores prevén un ligero descenso este año debido a la recesión, pero incrementos aún mayores a partir de 2010.
En total, las emisiones de CO2 procedentes del uso de combustibles fósiles se ha incrementado en un 41% entre 1990 y 2008, aunque las emisiones globales de 1990 son el nivel de referencia establecido por el Protocolo de Kyoto, con el cual los países están intentando reducir sus propias emisiones de carbono.
El aumento de 6 ºC que se anticipa contrasta fuertemente con el crecimiento ‘C’ con el que toda la política medioambiental internacional, incluida la del Reino Unido y los EE.UU., espera estabilizar el calentamiento global, siendo los dos grados el umbral del cambio climático por el cual se pone en peligro la naturaleza y la sociedad.
El estudio de la doctora Le Quéré y su equipo, publicado en la revista Nature Geoscience, prevé unas cifras aún peores. «Hemos llegado al límite del escenario propuesto por el Panel», declaró.
La doctora Le Quéré señaló que Copenhague es la última oportunidad para llegar a un acuerdo mundial que reduzca las emisiones de dióxido de carbono en un tiempo récord que, con esperanzas, logrará estabilizar las temperaturas dentro del umbral de riesgo. «La conferencia de Copenhague el próximo mes es en mi opinión la última oportunidad para estabilizar el clima en ‘C’, por encima de los niveles preindustriales, de una manera organizada y libre de conflictos», declaró.
«Si el acuerdo es demasiado débil, o no se respetan los compromisos, no serán 2’5 o 3 ºC lo que tengamos, sino 5 o 6 ºC: ése es el camino por el que vamos. No hay demasiado margen de tiempo en lo que se refiere a estabilizar el clima en un nivel ‘C'», advirtió.
Mientras tanto, los científicos han detectado por vez primera un fallo en la habilidad natural de la Tierra para absorber el dióxido de carbono que los hombres emiten a la atmósfera.
Encontraron pruebas significativas de que hay mayores cantidades de CO2 en la atmósfera, exacerbando el efecto invernadero debido a que los «sumideros de carbón» natural que lo habían absorbido durante décadas en tierra y mar están empezando a fallar, posiblemente como resultado del aumento de las temperaturas.
La cantidad de CO2 que ha permanecido en la atmósfera como resultado de todo ello se ha incrementado en un 40% en 1990 a un 45% en el 2008. Esto sugiere que los espacios que absorbían el carbón están comenzando a fallar.
La profesora Le Quéré puso énfasis en que existen aún muchas dudas respecto a los «sumideros de carbón», como la habilidad de los océanos para absorber el CO2 disuelto, pero que todas las pruebas sugieren que hay ahora un ciclo de «respuestas positivas» allí donde las emisiones de dióxido de carbono en aumento conducen a temperaturas crecientes y un aumento en correspondencia del dióxido de carbono en la atmósfera.
«Lo que sabemos en este momento por los modelos informáticos que hemos utilizado -y que no pasan de ser artesanía por el momento- sugieren que el ciclo de respuesta del carbono en el clima está comenzando a venirse abajo», señaló. «Estos modelos, si se proyectan a lo largo de un siglo, muestran grandes respuestas, con un calentamiento global creciente de entre el 5 y el 30%. No hay todavía pruebas firmes, pero se trata de un ciclo que ya ha comenzado.»
El estudio también ha encontrado que por vez primera desde los sesenta, la combustión de carbón ha superado la de petróleo como fuente principal de las emisiones de dióxido de carbono producidas por combustibles fósiles. Buena parte de este carbón se empleó en China para producir bienes que se venden a Occidente (los científicos estiman que el 45% de las emisiones chinas son producto de la manufactura de productos que son vendidos fuera del país).
Es claro que China, habiendo superado a los EE.UU. como el mayor emisor de carbono, será central en cualquier acuerdo climático, y en ese sentido el comunicado de los líderes chino y estadounidense fue interpretado como una señal de que un progreso puede ser posible en la capital danesa el mes próximo.
Los presidentes Hu y Obama dijeron en concreto que un acuerdo debería incluir objetivos como la reducción de las emisiones de las naciones ricas y una declaración de planes de acción para atenuar la emisión de gases invernadero en los países desarrollados, elementos claves para cualquier acuerdo.
Un crecimiento de 6 ºC: las consecuencias
Si dos grados son los aceptados generalmente como el umbral para un cambio climático peligroso, uno de seis grados en la media de las temperaturas mundiales deberá ser sin duda aún mucho más peligroso, escribe Michael McCarthy. Hasta qué punto, lo advirtió en el 2007 el divulgador científico Mark Lynas, que reunió todas las investigaciones científicas disponibles para dibujar un paisaje del mundo en el que las temperaturas superasen en tres el límite de peligrosidad.
Su veredicto fue que un crecimiento de las temperaturas de esta magnitud «catapultaría el planeta a un estado invernadero extremo como no se ha visto en casi 100 millones de años, cuando los dinosaurios pastaban en bosques polares y los desiertos se extendían hasta el corazón de Europa.»
«Causaría -continúa- la extinción en masa de prácticamente toda la vida animal existente y probablemente reduciría a la humanidad a un pequeño grupo de supervivientes en liza contra el entorno y entre ellos mismos por sobrevivir cerca de los polos.»
Muy pocas especies animales se adaptarían a tiempo a un cambio climático tan abrupto, sugiere. «Con los trópicos siendo demasiado cálidos como para albergar plantaciones, y los subtrópicos demasiado secos, miles de millones de personas se encontrarían en vastas zonas del planeta básicamente inhabitables. Esto probablemente incluyera incluso el sur de Europa, a medida que el desierto del Sahara vaya cruzando lentamente el Mediterráneo.»
«A medida que los casquetes polares se fundan, cientos de millones de personas se verán forzadas a desplazarse al interior debido al rápido crecimiento de las aguas. Cuando las reservas de comida decaigan, las zonas más elevadas de las latitudes medias y las regiones subpolares se convertirán en refugios disputados.»
«Las islas del Reino Unido puede que se conviertan en unas de las propiedades inmobiliarias más deseadas del planeta. Pero con un par de miles de millones de personas llamando a nuestras puertas, las cosas podrían ponerse verdaderamente feas.»
Steve Connor es el editor de la revista Science. y Michael McCarthy es naturalista y escritor.
Traducción para www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero