A Manuel Espinar, internacionalista, amigo. «El príncipe Guillermo accedió al trono después de que Rothschild, que le guardaba su fortuna, hiciese negocio en la Bolsa de Londres tras la derrota de Napoleón en Waterloo. Una vez segura la victoria en la guerra y en la Bolsa le dio paso. De Nathan Mayer Rothschild es la […]
A Manuel Espinar, internacionalista, amigo.
Con la primera revolución industrial el desarrollo capitalista busca territorios de los que extraer materias primas y en los que colocar sus excedentes. En la década de los años 30 del siglo XIX, habían cambiado las fronteras con la creación de nuevos estados, y disponiendo del mayor desarrollo industrial la conquista de territorios es para las potencias europeas un asunto de primer orden. En 1830, en ese afán colonizador Francia ataca por el flanco más débil del imperio turco y se hace con Argel, Inglaterra, que se mantenía ya con el petróleo ocupó Adén, y con la misma disposición agresiva colonizadora atacó otro de los flancos alejado del centro imperial turco y se hizo con Argel. Entre tanto, Inglaterra, que fortalecía su industria y su transporte marítimo con el petróleo que sacaba del sur de Irak y de otra zona próxima de Irán, se dispone a recortar el imperio turco tomando otro punto lejano y con pocas defensas, Adén.
La débil resistencia a la fuerza militar y comercial de los dos colonizadores les facilitó su intromisión en Oriente Medio. Este primer escalón del pujante capitalismo llega a su punto más álgido en torno a los años 70 del siglo XIX, cuando se abre paso la segunda revolución industrial.
Inglaterra imperial, era para entonces la mayor potencia e impuso tratados comerciales por las rutas terrestres y marítimas que eran esenciales para su paso cruzando Egipto y Turquía, hasta alcanzar la India, su colonia. En el último cuarto del siglo XIX la aristocracia y la gran burguesía inglesa, francesa, italiana y española habían debilitado suficientemente la zona como para hacerse dueños de África empezando por Egipto, Túnez, Libia, Marruecos y Mauritania, además de Chipre, en el Mediterráneo, para una vez instaurado el nuevo orden de ocupación capitalista imperial, apresurarse en 1878 a crear la «legalidad» con la que se otorgan a sí mismos los territorios, y esa «legalidad» se la dieron en el Congreso de Berlín. El Congreso de Berlín lo aprovecharon además para cambiar el mapa resultante en el tratado de San Stefano, con el que Rusia quería fijar la salida de la guerra con Turquía, y se vio corregida en sus objetivos de situarse en las proximidades del Bósforo y en fronteras europeas. En el Congreso de Berlín se dispuso la creación de nuevos países en el área, caso de Bulgaria, reducida, y los estados balcánicos, enfrentados entre si influidos por las potencias imperiales, lo que en buena medida, más tarde, abriría una puerta a la Primera Guerra Mundial. A la vez el imperio inglés lo utilizó para introducirse nombrándose protector de la población judía en Turquía, de ésta manera se auto otorgó una baza con la que jugar en la zona.
Una vez visto el surgimiento del imperialismo inglés con la segunda revolución industrial y el cambio que produjeron las potencias coloniales, situándonos en la perspectiva de las conquistas inglesas, tenemos que en diciembre de 1916 en Inglaterra se forma un gobierno encabezado por David Lloyd George, que mantiene estrechas relaciones con la Organización Sionista Mundial por medio de Chaim Weizmann, su reconocido representante. Con el cambio de gobierno llega Mark Sykes, parlamentario aristócrata que apoya abiertamente al sionismo, y es a quien el presidente Lloyd George encargará la negociación secreta con Francia, Picot, para acordar el reparto del Imperio Otomano tras la esperada derrota de éste en la 1ª Guerra Mundial. Además, según el Acuerdo, la administración, no formal, de Palestina quedaba en manos de ingleses, franceses y los rusos del zarismo.
Pero con el triunfo de la Revolución Rusa los bolcheviques encontraron el documento secreto y lo denunciaron públicamente, lo que hizo que Inglaterra y Francia se diesen a la emisión de un nuevo contrato para el negocio, el conocido como Acuerdo Balfour. La redacción del contrato para el negocio, Acuerdo, se corrigió en numerosas ocasiones buscando el lenguaje que mejor pudiese acercar a los lobbies sionistas también de EEUU y Alemania. Evitando que en el encabezamiento del Acuerdo figurase Inglaterra por los mismos motivos, se presentó como si fuese una declaración, y el documento se tramitó como carta, … carta que Balfour dirigía a Rothschild el 2 de noviembre de 1917.
En la susodicha carta, cuidaban el lenguaje para hacer pasar el objetivo, se declaraba que el gobierno de su Majestad iba a hacer todo lo posible para «la creación de un hogar nacional judío», no un país, un Estado, un gobierno, … pues el término «hogar nacional» no conllevaba sospechas ya que por ser tan indeterminado no era recogido en el derecho internacional. Ahora, eso sí, declaraban la existencia de un «pueblo judío», mientras que a los habitantes de Palestina los denominaban como «comunidades no judías». La trampa estaba hecha. Con semejante exposición la gran burguesía inglesa decía a quien protegía y a quien despreciaba. El imperio inglés no dio a conocer el documento oficial hasta 1920. El 10 de enero de ese año, 1920, Inglaterra y Francia crearon la Sociedad de Naciones y con ella se dieron a si mismos la «legalidad» para su ocupación colonial a la que llamaron Mandatos, y Palestina quedó bajo Mandato colonial británico.
24 de octubre de 1945, creación de la Organización de las Naciones Unidas. La ocupación inglesa duró hasta el 14 de mayo de 1948, día en que el ocupante sionista declaró la creación del ente israelí llamándole Estado.
2018, Acuerdo del Siglo, baza propuesta por Trump, representante del imperialismo a sus aliados de Oriente Medio: Palestina para el sionazismo israelí. A EEUU se unen Arabia Saudi y Emiratos Árabes, que junto a ellos son los principales agresores de Siria, Irán y Yemen.
Los estadounidenses sionistas Kushner y Greenblat, enviados por Trump como figuras sionistas principales de su gobierno, han reunido a representantes egipcios, jordanos, qataríes y sauditas para que firmen tal Acuerdo, al que Trump se ha referido como «plan de paz». A semejante improperio, Kushner ha sumado una campaña periodística de desprecio a los Palestinos por no conformarse con su desaparición como pueblo y como nación.
Además, la tropelía de EEUU iba a suponer el borrado de los 70 años de crímenes de guerra y lesa humanidad cometidos por el sionazismo, guerras de ocupación, expulsión del Pueblo Palestino, asentamientos, encarcelamientos de la mayoría de la población, acoso y persecución constante, bloqueo ilegal a Gaza, muro ilegal, robo de agua y tierra, robo de Jerusalén, y la pérdida del derecho de los refugiados a volver a su tierra y a su casa, … además de dar por buenos los incumplimientos de todas y cada una de las Resoluciones de la ONU, de las leyes internacionales, … Con el negocio Acuerdo del Siglo todo quedaría olvidado empezando por la desaparición de Palestina. Sería la imposición del nuevo orden imperialista, el neocolonialismo, el racismo, el segregacionismo, como ley para la explotación de seres humanos, bienes materiales y control de rutas comerciales y dominio en el mundo.
Hoy, como en aquel tiempo en que la revolución industrial llevaba a los imperios a robar las materias primas de otros pueblos y someterlos para su crecimiento capitalista, hoy, el objetivo sigue siendo el mismo: petroleo, comercio, dominio y explotación del resto del mundo. El proyecto del régimen estadounidense, el imperio actual con el reconocimiento de Inglaterra, imperio burgués y reino que comenzó el capitalismo, culminaría el negocio al que llamaron Acuerdo de Balfour. Aquél fue impulsado por la gran burguesía, la aristocracia inglesa y la Federación Sionista, y éste es impulsado por la gran burguesía estadounidense y, desde su mismo régimen, por los representantes del sionazismo financiero.
La partición de Palestina, que la ONU aprobó contra sus mismos principios en 1947 se contaría como muerta; la creación de dos Estados, promesa incumplida, como todas las que Inglaterra-Francia habían hecho a los árabes en Sykes-Picot y Balfour, resultaría sin fundamento legal e histórico, y se entraría de lleno y sin tapujos, sin subterfugios, en la era del neocolonialismo, con la ley de la clase imperial capitalista … la que ésta quiere que sea ley para el resto del mundo.
EEUU deja una y otra vez atrás todos y cada uno de los Tratados, Acuerdos, firmados, y fuerza la ilegalidad. Habrán notado que no hemos dicho nada del referido a Palestina en 1967 tras la Guerra de los 6 Días, de las sucesivas guerras del ente israelí, finales del siglo XX y lo que llevamos del XXI contra los Palestinos, no hemos dicho nada de los acuerdos de paz firmados, del robo de la capital de Palestina, de la ocupación de Cisjordania, del bloqueo de Gaza y el intento sionazi de matar de hambre, de enfermedades, tiros y bombas a su población, convirtiéndola en banco de pruebas para sus armas, por ésta vez no hemos entrado en esa materia.
Queremos que se visualice el significado del «Acuerdo del Siglo», pues vendría a resumir lo hecho hasta ahora por los sionazis y abriría la puerta a la imposición de su ley supremacista al resto del mundo.
Balfour condujo al 14 de mayo de 1948. Un día antes del final del Mandato británico sobre Palestina, se presentaron como firmantes del ente israelí quienes eran ajenos a la tierra y al Pueblo Palestino, invasores que practicaron el terrorismo hasta proclamar el ente bancario de Rothschild, como Estado, y lo hicieron en Tel Aviv, en un museo instalado en la que ya se llamaba Avenida Rothschild, ¿qué más demostración se necesitaba para saber qué era aquello y quien invertía como negocio sobre territorio Palestino?.
El Acuerdo del Siglo, el final de Balfour, se propone la segunda creación del ente sionista como Estado, crimen que el Pueblo Palestino rechaza.
Ramón Pedregal Casanova es autor de los libros: «Gaza 51 días», «Palestina. Crónicas de vida y Resistencia», «Dietario de Crisis», «Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero», y «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios». Presidente de la Asociación Europea de Cooperación Internacional y Estudios Sociales AMANE. Miembro de la Comisión Europea de Apoyo a los Prisioneros Palestinos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.