La investigación no es interesante, no es un buen negocio porque hay otros mejores, más fáciles y productivos. Ya lo decía Carlos Solchaga el que fuera, precisamente, Ministro de Economía y Hacienda del gobierno del PSOE en la década de los 80: España es el país en donde uno puede hacerse rico más rápidamente. Por […]
La investigación no es interesante, no es un buen negocio porque hay otros mejores, más fáciles y productivos. Ya lo decía Carlos Solchaga el que fuera, precisamente, Ministro de Economía y Hacienda del gobierno del PSOE en la década de los 80: España es el país en donde uno puede hacerse rico más rápidamente. Por algo es que en España circulan más del 26% de los billetes de 500 euros y el urbanismo y las recalificaciones priman sobre todo lo demás. Cuando se legaliza la especulación todo lo demás sobra, incluida la investigación, aunque en ello nos vaya el presente y el futuro.
Pero la Investigación es algo más que un negocio y también es algo más que favorecer un crecimiento económico que se cebe en los recursos naturales hasta agotarlos y degradar el medio ambiente. Muchas cosas están en juego con los descubrimientos del I+D+I pero, los más interesantes, no están relacionados con el negocio fácil, ni con el dinero rápido.
La Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología elaboró un documento de 210 páginas denominado «Plan Nacional de Investigación Científica 2008-2011». Es de elogiar su franqueza pero no tanto sus buenas palabras cuando lo que hace falta es una voluntad política que se manifieste con hechos, con recursos. La situación de la Investigación en España es deplorable, vergonzosa. Decir esto no es ninguna frivolidad, los datos son elocuentes; sirva como ejemplo de la situación algunas cifras sacadas del citado Plan:
– El gasto de I+D medido en porcentaje del PIB pasó en 16 años (1990-2005) del 0,85 al 1,13%, dos centésimas porcentuales al año. La media de la UE-25 es de 1,77% y de la OCDE el doble. La estrategia fijada por la UE en Lisboa es, nada menos, que llegar en 2010 al 3,0%.
A nivel de comunidades autonómicas la situación es más grave aún por las diferencias regionales existentes. La mitad de las CCAA apenas llegan al 0,70% mientras cuatro comunidades pasan de 1,35%.
– La responsabilidad del mísero 1,13% de I+D respecto al PIB se reparte entre la enseñanza superior que pasó en estos 16 años del 0,17 al 0,33% (estancada en los últimos doce años) y la Administración Pública que sólo subió del 0,18 al 0,19%, el 0,01% en 16 años. El Plan habla, nada menos, que de impulsar el crecimiento para alcanzar el 2% en 2010 para converger con Europa en la sociedad del conocimiento, pero lejos de la estrategia del 3% fijado en Lisboa.
– En cuanto a recursos humanos en 2005, el número de personas empleadas en I+D en equivalencia a jornada completa fue de 175.000 y el de investigadores 110.000. Pero estas atractivas cifras han de ser simplificadas por dos razones, la limitación de medios con los que se investiga y en segundo lugar, porque se incluye como personal investigador a docentes que en absoluto tienen relación con la investigación, la mayoría de ellos en el primer caso y un buen número en el segundo. Así se explica que en España haya 8,0 empleados en I+D por mil de población activa y 9,7 en la UE-25. Todo ello sin mencionar la precariedad laboral y lo destinado a la investigación militar o a la adquisición de licencias para uso bélico, consideradas como I+D.
– Relacionado con el I+D está el que los productos de alta tecnología sólo representan el 5,7% del total de las exportaciones españolas mientras que en la UE-25 es el 18,2% (3,2 veces más).
– Pero más grave aún es la evolución del saldo de las importaciones y exportaciones de los productos de alta tecnología. En 1996 el déficit comercial era de 5.146 millones de euros y en 2005 de 15.668 millones (el déficit se multiplicó por tres). En valores absolutos en 1996 exportamos 4.640 e importábamos 9.786 millones de euros (2,1 veces más). Pero en 2005, diez años después, exportamos 9.110 e importamos 24.778 millones de euros (2,7 veces más).
– Respecto a las patentes solicitadas en la Oficina Europea se mantiene el mismo paralelismo. En 2003 España solicitó 30,6 patentes por millón de habitantes mientras que la UE-25 solicitó 136,1 (4,5 veces más). En las CCAA el desequilibrio es mayor, tres años después, en 2006, cuatro CCAA solicitaron más de 100 patentes por millón, pero la mayoría de las CCAA sólo la mitad.
– El desequilibrio regional se acentúa con la distribución de las subvenciones realizadas a raíz del VI Programa Marco de I+D (2002-2006) de la UE de modo que en 2005 sólo cuatro CCAA: Madrid, Cataluña, País Vasco y la C. Valenciana con el 45% de la población recibieron el 81,4% de las subvenciones, mientras que las restantes CCAA con el 55% de la población recibieron sólo el 18,4%.
Para solucionar este desolador panorama la propuesta del Gobierno, para este año como en los anteriores, es más de lo mismo. El programa más ambicioso es la convocatoria «Ramón y Cajal» con un presupuesto de 47,2 millones de euros para el total de los cinco años del período de contratación de 245 investigadores que han de cubrir todas las ramas del I+D, con un salario bruto de 33.250 euros (Del que hay que deducir la Seguridad Social y el IRPF). Sirva de ejemplo que, para lo que denominan «ciencias de la tierra» que abarca todas las especialidades de la Geología, algunas de la Biología, de la Física, de la Química, etc, entre las que se encuentra lo relacionado con el Cambio Climático, el agua, los combustibles fósiles (Petróleo, Gas y Carbón), el suelo y subsuelo, etc, destinarán una docena de plazas, por no hablar ya de otras especialidades de la Biología y Medicina, de la Agricultura o de tantas otras ciencias no menos importantes. Este panorama explica por qué sólo vuelven a España el 0,08% de los investigadores perdidos por el mundo y es que, con razón, bien hacen en no volver dada la lamentable situación. Es más, ni siquiera se sabe cuantos investigadores trabajan en el extranjero: dicen que de 3.000 a 10.000, qué más da 7.000 más o menos.
A modo de epílogo: el programa estrella de la investigación española «Ramón y Cajal» tiene un presupuesto que equivale al 0,19% del total de las importaciones (47,2/24.778) de productos de alta tecnología. Con sólo el 1,9% del coste de estas importaciones podría multiplicarse por diez el número de investigadores. Pero volviendo al principio, el negocio rápido y la especulación es, y se ha convertido, en el lema nacional de este reino que, además y más que neoliberal, es absurdo. La investigación es de gran interés para la sociedad, pero más lo es la especulación para unos pocos.