Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
Después de que Malcolm X regresara de su viaje iniciático a La Meca, le preguntaron si las personas blancas podrían unirse a su Organización de Unidad Afro-estadounidense. Fue muy claro en su respuesta:
«Ellos no pueden unirse a nosotros. Tengo estos sentimientos profundos de que los blancos que quieren afiliarse a las organizaciones de los negros, en realidad están tomando el camino de evasión para tranquilizar sus conciencias. Aunque se encuentren visiblemente rondando cerca de nosotros para «demostrar» que están «con nosotros». Pero la dura realidad es que no están ayudando a resolver los problemas de racismo de Estados Unidos. Los negros no son los racistas. Lo que la gente blanca sincera realmente tiene que hacer para «probarse» a sí misma no se encuentra entre las víctimas negras. Las líneas de batalla se encuentran donde está el racismo en los Estados Unidos, en sus propias comunidades de origen». (Autobiografía de Malcolm X, páginas 383-384, énfasis en el original).
Añadió que trabajando por separado, los blancos y los negros pueden formar un colectivo exitoso. «Trabajando por separado, la gente blanca sincera y la gente negra sincera, en realidad estarán trabajando juntos».
Las palabras de este luchador por la justicia son válidas 46 años después en otro contexto, para definir el papel de los judíos en el movimiento de solidaridad con Palestina. La lección es que los judíos sinceros no pueden desempeñar funciones de liderazgo en el movimiento de solidaridad con Palestina, sino que deben desenmascarar y desafiar el racismo que existe en sus propias comunidades judías. Entonces, ¿qué hacen dirigiendo y liderando grupos de solidaridad con los palestinos? Ciertamente critican las atrocidades cometidas por Israel en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Oriental, pero, ¿definen claramente sus posturas? ¿Se oponen a la supremacía judía, como algunos se opusieron a la supremacía blanca en Sudáfrica durante la década de 1980? ¿Cuál de los grupos de alto perfil de judíos organizados en grupos identificados como tales exigen el final de un Estado judío y el retorno total e inmediato de los palestinos desplazados y sus descendientes?
Con la posible excepción de los rabinos de Neturei Karta, no existen. Continuando con Malcolm X, algunos judíos se han congraciado previsiblemente con algunas organizaciones palestinas, crearon grupos de «diálogo» entre judíos y palestinos (donde el elefante de la opresión se ignora convenientemente), se han pronunciado claramente contra el sionismo cristiano, pero, ¿dónde están sus voces judías desafiando al judaísmo sionista? Después de todo, es «su propia comunidad en casa».
¿Por qué que nuestro grupo, Jewish Witnesses for Peace and Friends, frente a una sinagoga abiertamente sionista en Ann Arbor, Michigan, durante más de siete años, sigue siendo el único grupo judío -fundado y dirigido por judíos- que de manera abierta y explícita desafía el poder judío, aquí y en Palestina? ¿Por qué hay una lista de más de cuarenta activistas por la paz judíos, profundamente enraizados en su propia comunidad que se niegan a estar con nosotros y contra el racismo? ¿Cuál es su juego en este asunto?
Proporcionalmente en dólares que se gastan, en votos por coacción y el grado de dedicación y organización, ninguna otra comunidad apoya a Israel con más fuerza que la comunidad judía. Tal vez otro caso podría ser el de los sionistas cristianos, son más numerosos, pero ellos siguen el ejemplo de los judíos sionistas. Fuertes campañas lideradas por judíos antisionistas y enfocadas hacia la comunidad judía podrían dar más fuerza a los cristianos para desafiar al sionismo cristiano. Los sionistas cristianos, además, son mínimos comparados con la fuerte impronta que marcan las organizaciones judías que forman el «lobby israelí». En pocas palabras, la valoración y la apropiación que convierten a la comunidad judía en un perfecto objetivo de la crítica de las organizaciones antisionistas es tan clara como el hecho de esperar que más judíos asuman esta tarea vital.
Me uní al comité ejecutivo de un grupo de paz local poco después de los ataques del 11-S y me sentía continuamente frustrado porque los intentos de colocar a Palestina en la mesa de discusión y acción se eliminaron. Esto a pesar del hecho de que presuntamente el apoyo de EE.UU. a Israel, fue una de las tres razones principales de los ataques. Los líderes judíos de este grupo por la paz no podían tolerar las duras críticas contra Israel, y cuando abrumadoramente el 78% de los miembros del grupo apoyó una resolución para poner fin a la ayuda militar, la dirigencia, finalmente, disolvió el grupo y reorganizó el Michigan Peaceworks como una organización encabezada por un directorio.
Experiencias personales como las señaladas sugieren un patrón de conducta de los judíos activistas por la paz y es que cuando la lucha los lleva a tener que elegir entre las construcciones mutuamente excluyentes de un Estado judío y una paz justa, estos activistas se mueven como los porteros que tienen que parar un gol. Como Monty Python’s Knight lloran «nadie pasará» a quienes pedimos el desmantelamiento pacífico del Estado judío. Nuestras voces son marginadas por la misma gente que debería unirse a nosotros.
Después de todo, ¿quién mejor que los activistas judíos para desafiar a la comunidad judía? Las conversaciones personales con activistas cristianos me indican que muchos de ellos -demasiados- tienen miedo de que los tachen de «antisemitas». En el mejor de los casos aterrorizados hasta el punto de la inacción. Ven a Charles Freeman, Arun Gandhi, Helen Thomas, y Will Smith como ejemplos de lo que podría sucederles en caso de que hablasen con la verdad.
Esto nos muestra el escenario real en el cual actúan los movimientos de activistas judíos por la paz: la naturaleza racista del Estado judío se reproduce en las comunidades locales judías estadounidenses. A modo de ejemplo, el rabino de la Congregación Beth Israel, lugar en el que protestamos todos los sábados, confirmó en el periódico local que su congregación es descaradamente sionista: «Sólo hay una declaración general que puedo hacer en nombre de la congregación, y es que la Congregación Beth Israel afirma, sin ninguna duda ni ambigüedad, la legitimidad de la existencia del Estado de Israel como Estado judío». Según su web, Beth Israel estuvo orgullosamente al lado de Israel cuando invadió Líbano en 2006. Los niños de Beth Israel realizan viajes a Israel, donde posan con soldados armados israelíes en la parte delantera de los vehículos militares. En definitiva, el adoctrinamiento sionista y el apoyo a Israel son básicos para integrarse en la vida religiosa de esa congregación.
La falta de voluntad de muchos activistas y organizaciones judías de hacer frente a las raíces locales de la violenta supremacía judía impuesta sobre el pueblo originario de Palestina es chocante e inexcusable. Estaría claro para Malcolm X, si volviera a nosotros hoy. Lo más probable es que tuviera duras palabras para los pacifistas judíos que no asumen su propia responsabilidad dentro de la comunidad, frente al apoyo que dan al Estado judío, igual que habló a los blancos que se negaron a exponer el racismo en la comunidad blanca.
La solución a la supremacía judía en Palestina es muy simple: acabar con ella. Los judíos activistas del movimiento por la paz tienen que dejar de protestar por la «ocupación» de 1967 y empezar a condenar la creación y el mantenimiento de un Estado judío racista impuesto a la fuerza a una población nativa que no lo quiere y resiste de forma increíble desde 1948. Esa fue la culminación de un movimiento judío iniciado décadas atrás. Tomar la causa de la justicia y la paz en la comunidad judía es el camino más válido a seguir para apoyar el final del racismo, tanto en Palestina como en su propia comunidad.
Henry Herskovitz es un ex ingeniero mecánico que se convirtió en un activista de la paz después de presenciar los efectos de las sanciones dirigidas por Estados Unidos contra Irak en 2000. Fundó Jewish Witnesses for Peace and Friends Paz, un grupo en Ann Arbor que celebra vigilias no violentas en la Congregación de Beth Israel desde hace más de siete años. Ha trabajado con el Movimiento de Solidaridad Internacional, así como con el equipo de Michigan Peace Team in Palestine.
Contacto: http://www.