M.H.: ¿Cuáles son tus primeras conclusiones sobre la elección en España del pasado 26J? J.L.C.: Ha habido un reforzamiento de la derecha. El Partido Popular ha crecido con base fundamental en el voto castigo y el voto útil. La nueva derecha que se representaba en el Partido Ciudadanos ha salido muy debilitada y parte de […]
M.H.: ¿Cuáles son tus primeras conclusiones sobre la elección en España del pasado 26J?
J.L.C.: Ha habido un reforzamiento de la derecha. El Partido Popular ha crecido con base fundamental en el voto castigo y el voto útil. La nueva derecha que se representaba en el Partido Ciudadanos ha salido muy debilitada y parte de sus votos han recaído en el Partido Popular.
Por parte de la izquierda hemos visto el fracaso en el intento de Podemos de conseguir hacerle el sorpasso al Partido Socialista y quedar como el principal partido de la oposición, no ha sido así, el Partido Socialista ha continuado en el segundo lugar, inclusive estando debilitado y Podemos ha tenido un fracaso en torno a las expectativas que llevaba en marco a la campaña electoral y a las encuestas. No tanto en un sentido del todo objetivo, porque al fin y al cabo sí tiene una bancada de 71 diputados que es muy grande para ser un partido con dos años de antigüedad, pero realmente habían generado una serie de expectativas que implicaban que pasase a ser el principal partido de la oposición, que la oposición se organizase en torno a Podemos, que incluso la izquierda según lo que decían las encuestas a pie de urna, pudieran tener la mayoría absoluta y no ha sido así.
Entonces nos encontramos nuevamente con un Parlamento fragmentado con cuatro grandes partidos políticos, pero además, con la presencia de todas las fuerzas nacionalistas. Un Parlamento fragmentado donde es muy difícil establecer un gobierno coherente, donde las mayores posibilidades de establecerlo las tiene la derecha.
M.H.: Se ha hablado en los medios alternativos en Argentina, porque los grandes diarios festejaron el triunfo del Partido Popular, por ejemplo Clarín que le dedicó las seis primeras páginas; pero en los alternativos se ha destacado el tema de la abstención, como ya se había dado en las elecciones municipales en las principales ciudades italianas y también en relación al voto por la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea conocido como el Brexit. ¿Cómo fue la abstención en esta elección?
J.L.C.: La abstención ha sido superior en muy poco, pero ese poco se ha centrado fundamentalmente entre los votantes de Podemos. Podemos se presenta a estas elecciones en coalición con la Izquierda Unida, lo que era la plataforma electoral del Partido Comunista. En las elecciones pasadas se habían presentado por separado, Podemos había sacado 5 millones de votos y el Partido Comunista un millón de votos, sin embargo ahora juntos sacan 5 millones y pierden, con respecto a los votos de la elección anterior hace 6 meses, ese millón de votos que muy probablemente se han ido a la abstención.
Es una abstención que puede estar marcada por muy diversas condiciones, por un lado un cierto hartazgo con la situación y con el hecho de que no se resuelve en ninguna dirección, pero también por una serie de decisiones que toma la dirección de Podemos en los últimos meses, por ejemplo esa insistencia en declararse como Partido socialdemócrata, en no abrir los mecanismos de democracia interna del partido, etc. También de entrar en conflicto con determinados sectores a nivel local que habían conformado parte de la estructura de Podemos y que luego han sido subsumidos por la lógica de la dirección central.
Creo que esa es una parte, otra es que gran parte del electorado que votó a Izquierda Unida hace 6 meses, declarado comunista, ha visto como una agresión esa declaración del Partido como socialdemócrata, una especie de caída al centro que ha tenido la dirección de Podemos en la campaña electoral y, sobre todo, esa especie de absorción de Izquierda Unida haciendo desaparecer la alternativa de izquierda que había persistido durante los últimos 30 años, precisamente para sustentar una especie de socialdemocracia.
M.H.: ¿Cuál sería el comportamiento del Partido Socialista Obrero Español en esta situación? Porque aquí mucho se habla de que el PSOE no apoyaría eventualmente un gobierno de Mariano Rajoy.
J.L.C.: Es una cuestión compleja, en cierto sentido creo que si hubiera una situación peligrosa, como que Podemos hubiera quedado segundo, no tendría dudas de que el Partido Socialista hubiera apoyado una gran coalición con el Partido Popular, es decir, el Partido Socialista está en una situación en la que meterse en esa política implicaría su desaparición casi inmediata. Para las siguientes elecciones ya nadie votaría al Partido Socialista si el mismo es capaz de pactar con el Partido Popular y mantener la política de recortes.
Sin embargo, lo cierto es que la situación, tal como ha quedado, le puede permitir al Partido Socialista mantener un cierto baile en el que intente culpar a Podemos que no se pueda llegar a ningún acuerdo y creo que eso es lo que van a intentar hacer en las próximas semanas. Creo que van a estar sometidos a presiones por todos lados, por un lado las presiones de la propia directiva del Partido Socialista, que pudiendo destruir a Podemos con una táctica que constaría en plantearle la necesidad de pactar con Ciudadanos y acusarle de que no se puede conformar gobierno; pero junto a esa estrategia podemos encontrar también las presiones de la oligarquía financiera y los grandes negocios y, sobre todo, de las direcciones pretéritas de los grandes varones históricos del Partido Socialista, para pactar con el Partido Popular fueran lo suficientemente fuertes para ir generando la gran coalición y dar un gobierno fuerte a España que permita realizar los recortes que vendrán.
M.H.: ¿Descartás una salida «a la portuguesa»?
J.L.C.: Creo que en estos momentos se puede descartar. Hubiese sido una salida coherente en una perspectiva en la que Podemos hubiese quedado segundo, pero tal como ha quedado la situación, el Partido Socialista lo que no va a hacer es pactar con las fuerzas independentistas. Podemos y el Partido Socialista no tienen mayoría suficiente para generar un gobierno de izquierda sin el apoyo de las fuerzas independentistas catalanas y vascas. Eso es algo que le han marcado los viejos varones a la dirección del Partido Socialista como una línea roja, ellos no pueden abrir el tema territorial y no pueden aceptar la condición que ponen estas fuerzas que es la realización de la independencia catalana. Yo creo que eso es bastante descartable.
Otra cosa es ese proyecto que puede intentar poner en marcha un gobierno en el que estarían Ciudadanos, el Partido Socialista y Podemos, de lo que no se habla actualmente pero que se inventó en los últimos seis meses.
Podemos dijo que no, que no va a estar dispuesto a un acuerdo con un partido de derecha como es Ciudadanos, pero ahora se puede ver obligado, o al menos le va a costar más justificar el no entrar en ese tipo de pactos.
Después de Franco se hizo un proceso de reforma y no de ruptura democrática
M.H.: Leí un artículo publicado en Madrid el 18 de junio «Crisis emocionales y trastornos de salud en los desempleados españoles». La estadística de suicidios en España arroja un dato escalofriante: casi 11 casos al día. ¿Hasta qué punto los desahucios, esa dramática consecuencia de la crisis financiera son a su vez causa de suicidios? ¿Por qué lo son con tanta frecuencia? ¿Qué impacto tienen en la salud de las personas?
J.L.C.: Está demostrado que los casos de suicidios relacionados con los desahucios han sido muy numerosos en los últimos años en España. Gente que se ha suicidado cuando iba a ser desahuciada, gente que lo ha hecho justo después. Hay una relación y está demostrado. Además hay que tener en cuenta lo que es un desahucio en el marco de una sociedad como la española donde al fin y al cabo el tema de la ciudadanía o la normalidad ha venido muy relacionado durante las últimas décadas, con el hecho de tener un piso.
Entonces, el hecho del desahucio muchas veces genera primero una tensión familiar que significa rupturas, luego una tensión personal que significa rupturas psicológicas para la persona que lo sufre y luego la caída en la miseria. También hay que tener en cuenta, porque esto no pasa en la mayor parte del mundo, que en España el hecho de ser desahuciado por el no pago de una hipoteca conlleva a seguir debiendo la misma cantidad.
M.H.: Te quitan la vivienda pero tenés que seguir pagando.
J.L.C.: Exactamente, se transforma en una especie de servidumbre por deudas. Si trabajás, parte de tu sueldo irá para el banco y seguirás teniendo esa deuda por el resto de tu vida. Por eso una de las reivindicaciones fundamentales de los afectados por las hipotecas, es lo que se llama la «dación en pago retroactivo» es decir, que con la entrega de la casa se tenga por saldada la deuda y además que eso no se aplique solamente desde el momento de la aprobación de la ley, sino también a los casos anteriores que se vienen arrastrando desde la aparición de la burbuja inmobiliaria.
M.H.: Me llamó poderosamente la atención el discurso que usan los bancos, los políticos, los constructores, echándole la culpa a la gente diciendo que han vivido por encima de sus posibilidades. Es muy parecido al discurso que ha utilizado el macrismo en Argentina para justificar el brutal tarifazo y el ajuste que estamos viviendo en nuestro país. Me gustaría que profundizaras sobre ese argumento.
J.L.C.: Es un argumento profundamente falso, en el sentido de lo que hemos tenido en España ha sido un desarrollo de una burbuja inmobiliaria, pero transformando la legislación española para favorecer el hinchado de esa burbuja, para favorecer los intereses de las grandes entidades financieras, las inmobiliarias, las constructoras que además están muy ligadas y funcionaban engrasadas en relación a ese fenómeno de la corrupción política del que se habla ahora mismo.
Ha habido una especie de conspiración entre los bancos que daban los préstamos a las constructoras, los políticos corruptos que cambiaban la regulación legal de los terrenos para que se pudiese construir, etc., para generar esta burbuja inmobiliaria haciendo una legislación especialmente amigable para constructores, inmobiliarias y bancos; sin embargo, lo que hemos visto es que esto era contemporáneo con la reducción de sueldos, de derechos laborales, la gente podía comprar esas casas únicamente a crédito y partiendo de la base que podía pedir créditos que desde el punto de vista financiero eran insanos.
Había gente que pedía créditos del 100% de la vivienda que representaba el 100% de su renta disponible, toda una serie de cosas que desde la realidad financiera eran realmente imposibles, impagables y ellos lo sabían. Los que han vivido por encima de las posibilidades de la clase trabajadora española han sido ellos, por encima de lo que les daba la posibilidad de explotar a la clase trabajadora.
M.H.: El otro tema que me llamo la atención fue la complicidad de la prensa española en todo esto, que es también muy parecido a lo que nos ha pasado a nosotros.
J.L.C.: Realmente la gran prensa española ha estado constituida por tres o cuatro grupos mediáticos, muy vinculados a la derecha o muy vinculados a las grandes transnacionales y, sobre todo, a la clase dirigente que ha especulado con la economía del país para vivir del negocio inmobiliario y del turismo.
No hay una burguesía propia industrial que pueda favorecer la mercancía de otro tipo de prensa o de regulaciones mediáticas, entonces lo que hemos encontrado es un dominio absoluto de los medios por parte de los grandes poderes oligárquicos que además se corresponde con lo que se hizo en la transición española en los 70. Al fin y al cabo lo que arrastramos de manera directa es que cuando cayó Franco, porque murió, lo que se hizo fue un proceso de reforma y no de ruptura democrática en el país. Un proceso de reforma que sobre la base de leyes franquistas, las mismas oligarquías franquistas, establecían un proceso de mínima apertura donde podían mantener sus negocios estableciendo una prensa formalmente libre pero que básicamente venía vinculada a los grandes grupos oligárquicos, exactamente igual que anteriormente.
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