Las Unidades de Protección Kurdas tratan de evitar que los combates entre el régimen y el Ejército Libre de Siria se extiendan a Ashrafiyeh y Sheikh Maqsoud, barrios de mayoría kurda. El pacto de no agresión que acaban de firmar las milicias kurdas y los rebeldes podría romperse en cualquier momento. Como si de un […]
Las Unidades de Protección Kurdas tratan de evitar que los combates entre el régimen y el Ejército Libre de Siria se extiendan a Ashrafiyeh y Sheikh Maqsoud, barrios de mayoría kurda. El pacto de no agresión que acaban de firmar las milicias kurdas y los rebeldes podría romperse en cualquier momento.
Como si de un anfiteatro se tratara, decenas de personas se reúnen en una colina de Sheikh Maqsoud con vistas a toda la ciudad de Alepo para seguir la guerra en vivo y en directo. Sin pantallas, sin filtros. El ruido y el olor de la barbarie humana únicamente a través de los sentidos.
Mientras gran parte de la que fue capital económica de Siria sigue sometida a los combates que desde julio libran las fuerzas leales a Bashar al Assad y el Ejército Libre de Siria (ELS), los habitantes de Ashrafiyeh y Sheikh Maqsoud, barrios de mayoría kurda, han podido mantenerse al margen de la guerra y ser meros espectadores.
«Apostamos por una actitud defensiva y no queremos que régimen ni rebeldes actúen en nuestro territorio», afirma a GARA Hassan, líder del Movimiento Democrático Popular de Kurdistán Oeste (TEV-DEM), organismo paraguas del Partido de la Unión Democrática (PYD) y otras organizaciones afines al PKK en la provincia de Alepo.
Desde el pasado julio el PYD controla y administra las zonas kurdas del norte del país y el «pequeño Kurdistán» de Alepo. Esta ausencia de enfrentamientos en la ciudad se vio truncada a finales de octubre como consecuencia de los choques entre las Unidades de Protección Kurdas (YPG) y la katiba Selahaddin del ELS después de que los rebeldes trataran de penetrar en Ashrafiyeh. Los combates dejaron 20 muertos y cerca de 200 prisioneros que ambas partes han intercambiado recientemente.
«Lo sucedido en Ashrafiyeh y Ras al-Ain son ataques programados por Turquía. Ankara no puede permitir que los kurdos tengamos una autonomía, ni derechos y por ello está consintiendo que grupos vinculados a Al Qaeda como el Frente al-Nusra operen desde su territorio», denuncia Hassan. «Queda claro que Turquía está colaborando con Al Qaeda para desestabilizar Kurdistán Oeste», añade el líder kurdo.
De una de las prisioneras, Nugin, líder femenina del PYD en Alepo, se anunció su muerte a manos de los rebeldes, pero Zelal, máxima dirigente de la Unión de Mujeres Kurdas asegura a este diario que «está viva y se encuentra en buen estado».
La dirigente kurda explica que «el ELS le proporcionó un trato correcto pero después fue trasladada a Turquía donde el Ejército la torturó con descargas eléctricas». Según Zelal, «la compañera ha abandonado el estado otomano y se encuentra en el extranjero fuera de peligro».
Pacto de no agresión entre YPG y ELS
Hadji Amin, mando del ELS y designado interlocutor con las milicias kurdas, acaba de llegar al cuartel de las YPG con un ciudadano kurdo detenido acusado de colaborador del régimen. «Lo hemos traído aquí para interrogarlo de forma conjunta y garantizar que ambas partes estén presentes», explica el jefe rebelde.
«Ambas partes tenemos en común que somos contrarias al régimen. Después de los enfrentamientos mantuvimos una reunión en la que estuvieron presentes miembros del ELS, las YPG y una especie de comité de sabios de las comunidades árabes y kurdas del barrio», comenta Hassan.
Fruto de esta reunión se creó un comité conjunto y se selló un acuerdo de no agresión. Este órgano conjunto, formado por miembros de las dos facciones, supervisa que ninguna parte penetre en zona controlada por la otra, así como el intercambio de prisioneros y garantiza que en los puntos de control sensibles ondeen las banderas de las YPG, el ELS y del propio comité.
A pesar de la tregua, la tensión entre las YPG y la katiba Selahaddin con gran cantidad de combatientes kurdos en sus filas, es evidente y las hostilidades pueden volver en cualquier momento.
Para el líder de TEV-DEM en Alepo, «los miembros kurdos de esta brigada son mercenarios que se han vendido a Turquía». El mandatario kurdo destaca que «la mayoría de la población kurda no los acepta porque con sus ataques están matando a ciudadanos kurdos».
Sheikh Maqsoud y Ashrafiyeh limitan tanto con barrios controlados por los rebeldes como por el régimen, como Bustan al-Pasha y Midan, distritos escenarios de fuertes combates. Esta ubicación geográfica ha supuesto que en ocasiones los ataques hayan afectado viviendas del «pequeño Kurdistán» y por ello las YPG han redoblado la vigilancia en estos puntos sensibles.
Control kurdo
Es el caso de la calle Nadi Gele a la altura en la que confluyen los camposantos armenio, judío y cristiano. En este punto, el checkpoint kurdo apenas dista 300 metros del primer puesto de control de las tropas gubernamentales.
«Detrás del cementerio armenio el régimen tiene colocadas sus baterías de artillería con las que hostiga a los rebeldes en Bustan al-Pasha», explica Mustafá, combatiente de las YPG y responsable de este control. «El ELS ataca este punto y las bombas caen en el cementerio muy cerca de aquí», añade. Si durante el día puede haber alrededor de 20 personas en este checkpoint, esta cantidad puede llegar hasta 60 milicianos cuando llega la noche.
El control kurdo de estos dos barrios de gran extensión provoca que en muchos puntos de Alepo militares y rebeldes no puedan entrar en el cuerpo a cuerpo y por lo tanto deban sortear las zonas kurdas con fuego de mortero y artillería.
«La gran mayoría de ciudadanos que pasan de zona rebelde a zona del régimen lo hace por nuestros checkpoints y por lo tanto el registro de coches y enseres personales es fundamental para que ninguna de las dos partes pueda acusarnos», apunta Cihan Awaz, combatiente de las YPG de guardia en un control entre Sheikh Maqsoud y Bustan al-Pasha.
Miles de desplazados instalados
La ausencia de combates en el «pequeño Kurdistán» se observa en las calles donde no hay prácticamente destrucción y donde la mayoría de comercios abren diariamente. «Sin electricidad no podemos encender las neveras para conservar el género», se queja Ibo, un joven comerciante de la calle 20 de Ashrafiyeh. Aunque prácticamente todos los comerciantes se han visto obligados a comprar generadores eléctricos que funcionan con gasolina, el precio del carburante hace que no los utilicen con suma asiduidad.
Otra de las diferencias existente entre el Alepo rebelde y los barrios controlados por el PYD, es la presencia de suciedad en las calles. La formación kurda ha organizado brigadas de limpieza que recogen los derechos diariamente y también se encargan de la distribución del pan en los hornos.
«Comparados con otros ciudadanos de Alepo, la gente de estos barrios puede llevar una vida relativamente normal», comenta Hassan, el líder del TEV-DEM. Esta estabilidad dentro del infierno que es Alepo ha provocado que miles de desplazados procedentes de otros barrios de la ciudad se hayan instalado.
Es el caso de Feiziegh y su familia, que provienen de Tarek al-Bab, y ahora están instalados en la escuela Yasser Yasser de Sheikh Maqsoud. «No tenemos electricidad y empieza a hacer mucho frío», se lamenta esta mujer de avanzada edad. «Mis dos hijos fueron llamados a filas por el Ejército del régimen y hace meses que no sé nada de ellos», explica esta madre angustiada.
Ahora, las aulas de esta escuela están ocupadas por 25 familias que abandonaron sus hogares el pasado mes de julio cuando los combates alcanzaron sus barriadas. Mantas y ropa tendida han ocupado el espacio destinado a los pupitres.
Metáfora del destino, donde se aloja la familia de la Feiziegh hay un retrato de Bashar al-Assad situado sobre la pizarra, que los observa y les recuerda cada vez que levantan que él es uno de los culpables de su situación.
«Desde el verano solo una organización católica ha traído ayuda humanitaria en una ocasión», explica Abu Guivara, el responsable de la escuela que acoge a las familias. Los desplazados son principalmente ciudadanos árabes, aunque también hay ciudadanos kurdos, armenios y cristianos.
El encargado del centro destaca que «los kurdos hemos sido durante años maltratados por el régimen y sabemos cómo hay que tratar a personas en esas circunstancias», recalca.
Y como sucede en muchos conflictos de Europa y Asia, uno de los pueblos que siempre se encuentra en medio de las hostilidades son los gitanos. En las afueras de Ashrafiyeh hay ubicado un campamento de tiendas donde tres centenares de zíngaros intentan sobrevivir a la bajas temperaturas y las cabras comen cualquier desecho debido a la ausencia de pasto.
Fuente original: http://gara.naiz.info/paperezkoa/20121226/379591/es/El-pequeno-Kurdistan-Alepo-consigue-mantenerse-margen-guerra