«Quiero oír la voz de mi hijo», grita lo poco que puede Muhammed, y los mercenarios médicos quieren que se calle, que no diga eso, quieren que diga que deja la huelga de hambre, pero no lo consiguen: «Quiero oír la voz de mi hijo». Los de bata blanca salen de la habitación tapándose los […]
«Quiero oír la voz de mi hijo», grita lo poco que puede Muhammed, y los mercenarios médicos quieren que se calle, que no diga eso, quieren que diga que deja la huelga de hambre, pero no lo consiguen: «Quiero oír la voz de mi hijo». Los de bata blanca salen de la habitación tapándose los oídos, bajando la cabeza y con los ojos entrecerrados, no soportan que ese a quien quieren matar de hambre resista tanto, y con su pequeña voz siga pidiendo oír a su hijo. Posiblemente sea el último tramo que le queda por recorrer a nuestro héroe.
Han secuestrado a Muhammed al-Qiq, lo habían ocultado al mundo, no podía ver a su familia, no podíamos saber nada de él. Y él estaba en el fondo del pozo cuando se rebeló de la única forma en que podía: le quitaron la comida, y así resiste; le van quitando el tiempo de vida, y así resiste; le quitaron a su família, a su médico, a Palestina, y así resiste, hoy hemos sabido que hasta le han negado que puedan abrir la ventana de la habitación en que lo tienen, no quieren que le entre el aire, pero tampoco que escuche las manifestaciones que reclaman su libertad, que escuche las voces de sus hijos que llaman a las conciencias del mundo, a los órganismos internacionales para que hagan respetar sus derechos.
¿Qué ha hecho éste periodista palestino para que los ocupantes de su país le secuestren y le sometan a semejantes torturas?: La respuesta está en el poema de Bertolt Brecht titulado «Perseguido por buenas razones»:
«Descuelgo la balanza de su justicia // y muestro // sus pesas falsas. // Y sus espías les informan // de que yo estoy con los robados cuando // preparan la rebelión. // Me han advertido y me han quitado // lo que gané con mi trabajo. Como no me corregí // me han perseguido, // y aún había en mi casa // escritos en los que descubría //sus planes contra el pueblo. Por eso // dictaron contra mí una orden de detención // por la que se me acusa de pensar de un modo bajo, es decir, // el modo de pensar de los de abajo. // Marcado estoy a fuego, vaya adonde vaya, //para todos los propietarios, mas los no propietarios // leen la orden de detención // y me conceden refugio. A ti te persiguen, // me dicen, // por buenas razones.»
Palestina hoy es un hervidero, sus pueblos y ciudades recogen en sus calles y en sus casas las voces, pero ¿las gentes del mundo ponen oído a las voces de Palestina?, cuando los sionistas consuman su crimen ¿habrá quien diga que no sabía nada?
Israel ha cambiado de táctica, ahora lleva a cabo una guerra colonial lenta y exterminadora contra el pueblo palestino. La que descargó contra Gaza hace año y medio encontró muchos frenos internacionales, la actual guerra va haciéndola pasar como un accidente sin relevancia, y ahí tiene a su ejército de falsos periodistas de medios de comunicación cobardes ocultando cuanto pueden sobre el asesino y su propósito. Un ejemplo: en los dos últimos días el terror de ese Estado ha asesinado a 9 palestinos, desde niños y niñas hasta adultos; en medio de la noche su bandas armadas invaden las calles y hacen redadas por ellas y registros generales asaltando las casas, hoy sabemos que han secuestrado a 13 palestinos destacados; hoy también han capturado a un miembro de Al Fatah perteneciente al Consejo Nacional Palestino, y siguen las persecuciones, los derribos de casas de familias palestinas, el envenenamiento de la agricultura palestina, la retirada masiva de permisos que permite a los gazaties visitar su tierra del 48, … Samer Isawi, el preso que mantuvo la huelga de hambre más larga y otros compañeros de prisión, en solidaridad con al Qiq y contra la «detención administrativa», esa ley que inventaron los colonialistas ingleses cuando estaban en Palestina, de nuevo se han declarado una huelga de hambre, … pero debemos estar advertidos, aun puede que los asesinos le saquen del hospital en el último momento para que muera en su casa o cuando el daño sea ya irreparable como han hecho con otros prisioneros.
Hágalo público, difúndalo, pida a su gobierno que colabore en la lucha por la libertad de al Qiq.
Ramón Pedregal Casanova es presiden te de AMANE, Asociación Europea de Cooperación Internacional y Estudios Sociales, y es autor de «Dietario de crisis», «Siete Novelas de la Menoria Histórica. Posfacios», y «Gaza 51 días».
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