Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Durante meses, mientras se desarrollaba en el Líbano un debate histórico sobre los derechos civiles básicos de los refugiados palestinos, la administración Obama se limitaba a observar cruzada de brazos y manteniéndose al margen. Ahora, mientras cientos de miles de refugiados palestinos tosen y se achicharran al inhalar el aire viciado de los campos bajo la sofocante canícula libanesa, la Casa Blanca va y envía un mensaje al Parlamento libanés en el que manifiesta que Estados Unidos no va a apoyar los significativos derechos civiles, sociales o económicos de la población de refugiados más antigua y mayor del mundo y que lo que quiere es que se naturalicen allá donde se encuentren excepto en Palestina.
Muchos confiaban en que el Presidente Obama haría honor en el Líbano a sus llamamientos por los «derechos civiles estilo USA » en Iraq, Afganistán y Pakistán, donde a diario las acciones del ejército estadounidense traicionan los principios fundacionales de Estados Unidos. O que su administración actuaría de algún modo para dar alguna credibilidad al discurso de Obama de junio de 2009 en El Cairo o, al menos, satisfaría las promesas del enviado presidencial George Mitchell a la Autoridad Palestina en Ramala en relación a que: «EEUU trabajará sin descanso hasta que se ponga fin a las inhumanas condiciones de los palestinos en todos los campos de refugiados».
La oficina de relaciones con los medios de la Embajada estadounidense en el Líbano transmitió el pasado mes a los voluntarios de la Campaña por los Derechos Civiles Palestinos, en referencia al debate parlamentario, que: «EEUU no tiene un perro en la pelea». Una extraña selección de palabras, podría pensar uno, teniendo en cuenta los recientes recuerdos libaneses de perros para el combate desde que hace dieciocho años las tropas israelíes ocuparon brutalmente 151 pueblos del sur libanés y utilizaron perros de ataque, financiados por EEUU, para aterrorizar a la población y profanar docenas de mezquitas en el Sur del Líbano.
En realidad, la administración Obama sí tiene un perro en esta lucha histórica por los derechos civiles en el Líbano. Hablando en sentido figurado, el can actual es un cruce entre un Pitbull-Doberman y un rabioso Rottweiler, aunque a nivel local se le conoce como «NABI» (siglas de Naturalization Anywhere But Israel [Naturalización en cualquier lugar excepto en Israel]). La Casa Blanca y el lobby israelí en el Congreso intentan que la «NABI» dirija y acorrale a los palestinos del Líbano y les reasiente de forma permanente e indolora (al menos para sus bien pagados países de acogida) alrededor del mundo. Cuanto más lejos de Palestina acaben dando con sus huesos, mejor, y hasta es posible que a unos 100.000 palestinos se les permita quedarse en el Líbano, a pesar de que se les arrestará si se les ocurre viajar al sur, a cualquier lugar a lo largo de la «línea azul», y pretenden descansar en pueblos como Maron al Ras y mirar con nostalgia hacia sus antiguos hogares y pueblos cerca de Akka o Safad, por ejemplo.
EEUU también espera que la NABI eviscere el Derecho al Retorno y ha empezado ya a hacer gestiones para que el dinero del petróleo árabe pague las cuentas de este plan israelo-estadounidense. La administración Obama, en connivencia con Israel, está apoyando la naturalización gradual de los palestinos allá donde estén o puedan ser incorporados. En este contexto, y según la información ofrecida por el diario kuwaití Al-Anbaa: «El Departamento de Estado ha formado un equipo de árabes y europeos para que presionen a los Estados del Golfo a fin de que financien un fondo de apoyo para cualquier país que acepte y nacionalice a los palestinos».
Durante la vista de confirmación celebrada el pasado mes en el Congreso, un agente del AIPAC le preguntó a la Sra. Maura Connelly, designada para reemplazar a Michele Sisson como Embajadora de EEUU en el Líbano, sobre la posición del Departamento de Estado acerca de enviar a los palestinos del Líbano por todo el mundo. Ella contestó: «Senador, EEUU se opone a la naturalización forzosa», lo que implica que estaría muy bien utilizar incentivos con dinero en efectivo y de otro tipo para colocar a los palestinos, en vez de poner en marcha una operación de limpieza étnica tipo Nakba primavera de 1948.
El Secretario de Estado Adjunto para los Asuntos de Oriente Próximo, Jeffrey Feltman, había asegurado al Líbano que EEUU estaba absolutamente en contra de la naturalización de los palestinos en el Líbano, pero eso ocurrió durante el período previo a las elecciones municipales libanesas de la pasada primavera, cuando EEUU hacía muchas promesas políticas con la esperanza de apuntalar las perspectivas de las encuestas que indicaban que los electores iban a decantarse por los grupos contrarios a Hizbollah y a los palestinos, que hoy son, en general, los mismos políticos que se oponen a los derechos civiles palestinos.
El Primer Ministro Michel Aoun, líder del Movimiento Patriótico Libre y aliado de Hizbollah (excepto en la cuestión de garantizar los derechos civiles más elementales a los palestinos), ha estado haciendo campaña esta semana advirtiendo del plan de Israel y EEUU. El 26 de julio pasado, Aoun declaró: «Esta es una cuestión (el proyecto de asentar a los refugiados palestinos) que rechazamos y no vamos a someternos a ningún plan político extranjero para ejecutar determinados proyectos. EEUU no tiene ningún interés en fortalecer la seguridad, estabilidad y soberanía del Líbano, sino sólo en resolver el problema palestino de Israel a costa nuestra, a costa de los libaneses».
El dirigente del Partido de la Falange, Amin Gemayel, unió rápidamente su voz a la de su rival Aoun y expresó sus temores ante el plan israelo-estadounidense de naturalizar a los refugiados palestinos en el Líbano. En una entrevista con Al-Jazeera reveló que tiene información «de un plan israelí, apoyado por la parte estadounidense, para naturalizar a los palestinos a través de los esfuerzos de instituciones internacionales». Amin no tiene ningún problema en echar por tierra el Derecho al Retorno y está a favor de la naturalización mientras no se produzca en el Líbano. Esta es, al cincuenta por cien, la posición israelo-estadounidense -el único punto de discordia expresado por elementos derechistas es que EEUU e Israel no tienen problema de que los palestinos se naturalicen en el Líbano-, es decir, la concepción de la NABI. El gobierno de Obama calcula que podría «inducirse» a cooperar al gobierno libanés y que algunos aliados, entre ellos algunos miembros de la OPEC, pagaran los servicios sociales para los refugiados palestinos que se pudieran quedar en el Líbano, mientras la UNRWA se va retirando gradualmente en un período intermedio, cuestión ésta que cuenta con el favor de Israel y EEUU.
¿Por qué hay que desmantelar la UNRWA?
Para Israel y sus apoderados estadounidenses en Washington, la Agencia de las Naciones Unidas para la Ayuda a los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA, por sus siglas en inglés), por el mero hecho de su existencia, es metafóricamente como el cuento de «El Corazón Delator» de Edgar Allan Poe, que no quiere dejar de latir y con cada latido le recuerda de forma más enérgica al mundo la serie de crímenes internacionales de Israel. La razón por la que la NABI tiene que atacar a la UNRWA es porque Israel cree desde hace mucho tiempo que, por su mismo nombre, la Agencia de las Naciones Unidas para la Ayuda a los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo induce a la gente a preguntar por su labor y por lo que sucedió en Palestina durante la Nakba. Israel no puede tolerar que la actual generación que va alcanzando la madurez, especialmente en Occidente pero también en Israel, estudie la historia de logros de la UNRWA para los palestinos en el contexto de seis décadas de masacres, expolio de tierras y limpiezas étnicas. Hay que silenciar «El Corazón Delator» de la UNRWA y los servicios asumidos por Europa y EEUU utilizando dinero árabe, al menos durante unos cuantos años
El plan israelo-estadounidense es que los refugiados naturalizados se las arreglen como puedan ellos solos donde quiera que acaben, desmantelando para siempre a la URNWA. Fuentes del Congreso estadounidense cercanas a Israel confían en aniquilar a la UNRWA o al menos en ahogarla a nivel financiero tras las vistas en el Congreso y la campaña denigratoria organizada por un lobby israelí resucitando el mantra de los «terroristas entre sus filas» y los falsos paradigmas de los «libros de texto antisemitas de la UNRWA» del pasado reciente. En estos momentos hay en marcha una campaña parecida a los nunca probados cargos hechos en los eventos del AIPAC por la candidata presidencial Hillary Clinton y otros, con acusaciones tales como que «aumentan los terroristas que provienen de las escuelas de la UNRWA». En el Líbano, sin embargo, la cuestión está en que la UNRWA sella herméticamente sus 78 escuelas a la política e historia palestinas. Los muchachos de los campos informan a la Campaña por los Derechos Civiles de los Palestinos en el Líbano (PCRC, por sus siglas en inglés) que la UNRWA tiene tanto miedo de las críticas de Israel o del Congreso de EEUU que ni siquiera les permite llevar la tradicional kefiya o camisetas, pulseras, gargantillas o pines que pudieran sugerir (¡Dios no lo quiera!) que apoyan políticamente a su propio país, Palestina.
La marca estadounidense
El gobierno estadounidense está claramente a favor de la propuesta de borrador de ley de la «coalición» del 14 de Marzo de las Fuerzas Libanesas de Samir Geagea. Este mínimo común denominador, con un enfoque suavizado, preparado para una votación parlamentaria que se producirá el 17 de agosto, ofrece algunas migajas a los refugiados palestinos, incluido ajustar el Artículo 9 del Código Laboral que facilita un permiso de trabajo pero que no permite tener la propiedad de una casa, importantes beneficios en la seguridad social o el acceso a más de veinte profesiones sindicadas. En su actual redacción, «la propuesta de consenso» del 14 de Marzo no va a conseguir nada esencial en el sentido de garantizar un mandato internacional sobre los derechos económicos, sociales y civiles para los refugiados palestinos en el Líbano.
El gobierno de EEUU apoya esa propuesta de la coalición del 14 de Marzo y va a presionar para conseguir que se apruebe, si ve que hay alguna posibilidad de que se adopten los proyectos del Partido Socialista Progresista de Jumblat o los del Partido Nacional Socialista Sirio. Cualquiera de esos dos proyectos representaría una mejora inmensa sobre el «alimento para pollos dispersos» del proyecto de las Fuerzas Libanesas o el «proyecto de consenso» del 14 de Marzo. Si llegara a promulgarse el proyecto marca estadounidense, la administración de EEUU presionará a sus amigos en la región para que lo acepten y no hay duda que anunciará: «Derechos civiles palestinos: ¡misión cumplida!».
No será más que otra mentira y las presiones de las generaciones jóvenes en los campos de refugiados, a los que se les niega la dignidad y una oportunidad real en la vida, continuarán creciendo hasta explotar. La preocupación de EEUU e Israel por los refugiados palestinos en cuanto a asegurar el derecho básico a trabajar y tener la propiedad de una casa no tiene nada que ver con los temores de al tawtin (naturalización) o la pérdida del Derecho al Retorno de los refugiados, que es una inmensa preocupación para los libaneses. En efecto, las preocupaciones israelo-estadounidenses son precisamente las contrarias. Ambos quieren que los palestinos, si es necesario, se conviertan en ciudadanos de docenas de países y que se dediquen a los trabajos de artesanía y se olviden de la Resolución 194 de la Asamblea General de la ONU que sancionó su inalienable Derecho al Retorno.
La única fuerza política en el Parlamento que puede derrotar esta última estrategia de Israel y EEUU, que también, y de forma directa, va dirigida contra Hizbollah e Irán, es la Resistencia Nacional Libanesa con su amplio apoyo popular y sus aliados parlamentarios. La resistencia dirigida por Hizbollah puede reunir los 65 votos necesarios para promulgar una ley de derechos civiles ordenada a nivel internacional en lugar del actual y débil gesto de buena voluntad que EEUU, Israel y sus apoderados están actualmente planeando para el 17 de agosto. Es mejor para todos los implicados que esta votación se aplace sesenta días en vez de facilitar el plan que apoyan EEUU e Israel. Si se aprobara en su forma actual, no hará sino garantizar sombrías perspectivas para los refugiados palestinos del Líbano y, muy probablemente, también para este país y la región en los años que están por venir.
Franklin Lamb es Doctor en Derecho y Ciencias Económicas. Es Director de Americans Concerned for Middle East Peace, Washington DC-Beirut, y m iembro de la Junta de la Fundación de Sabra y Shatila y de la Campaña por los Derechos Civiles Palestinos.
Fuente: http://www.counterpunch.org/lamb08032010.html