Traducido para Rebelión por Loles Oliván
No maten nuestra independencia antes de que nazca
La lucha por la liberación de Palestina ha alcanzado una de sus fases más difíciles hasta el momento. La compleja situación actual muestra cambios positivos y negativos que deben ser sopesados en su justa medida. Una cosa, sin embargo, no ha cambiado: la ausencia de un reconocimiento claro y sin ambigüedades de la voz del pueblo palestino. Lamentablemente, ello no es así únicamente a nivel de los gobiernos, de los medios de comunicación oficiales y de la política internacional sino que parece tratarse de un fenómeno persistente que sigue afectando a todos los niveles de participación, desde la base hasta las escalas más altas.
En el lado positivo hemos visto en los últimos años una mayor implicación de los partidarios de la cuestión palestina a nivel internacional. Nunca antes de la oleada de agresión genocida que se lanzó contra Gaza en el invierno de 2008/2009, que vino a sumarse a un asedio ya asfixiante, hemos sentido que aumentaban tanto las voces de protesta de la comunidad internacional, sobre todo a nivel de organizaciones no gubernamentales. Los convoyes internacionales de ayuda como el de Viva Palestina, de Galloway, y el convoy de Code Pink fueron noticia por hacer todo lo posible para proporcionar ayuda humanitaria a los violentados palestinos de Gaza. El movimiento global Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS, en sus siglas en inglés) ha alcanzado éxitos significativos en el área del boicot y la desinversión contra Israel y sigue potenciando las voces que piden sanciones contra la entidad sionista. En el plano político, el Informe Goldstone ha asestado un duro golpe a la credibilidad de Israel y a su imagen artificial como isla benévola de progreso y democracia en Oriente Próximo.
Sin embargo, los cambios positivos están teniendo lugar dentro de un entorno que sigue augurando menos y menos esperanzas para la autodeterminación palestina. La ocupación israelí no ha terminado con los Acuerdos de Oslo sino que la han intensificado. La escena política palestina no se ha fortalecido sino que ha caído presa de una división interna sin precedentes. La agresión israelí contra civiles palestinos en la forma de asesinatos, encarcelamientos, demolición de viviendas y confiscación de tierras agrícolas y propiedades no se ha suavizado bajo la presión de la comunidad internacional sino que ha aumentado más implacablemente. El apoyo de los gobiernos árabes ha disminuido e incluso se ha transformado en algunos casos en una colaboración muy unida a los objetivos de colonización y dominación del eje israelo-estadounidense-
Variedad y diversidad
En esta jungla cada vez más confusa de enredo político, estamos viendo una amplia variedad de respuestas por parte palestina. Algunas voces piden la supresión total de la solución de «dos Estados», y una vuelta radical a la idea original de un solo Estado unificado para todos sus ciudadanos independientemente de su religión o etnia. Un buen ejemplo de esto es la dirección que propaga entre otros, Ali Abunimah, punta de lanza de Electronic Intifada, que no tiene reparos en pedir una solución de un solo Estado como única opción viable para alcanzar la paz. En el plano político, Hamas se encuentra cada vez más aislado física y políticamente en el territorio de Gaza que sus adversarios llaman burlonamente «emirato». Los [partidarios de la solución de] dos Estados más visiblemente representados por la calaña de Mahmud Abbas encuentran cada vez más difícil dejar claro a sus seguidores cómo convertir en realidad el ideal romántico de la solución de dos Estados -contra todos los pronósticos- y que nivel de independencia palestina ofrecería si fuera a realizarse.
Además de esta visible división política, han surgido varias alternativas individuales. Un ejemplo impactante es la opinión expresada recientemente en una entrevista con Le Figaro el 6 de enero por Sari Nusseibeh, presidente de la Universidad Al Quds, que responde a la pregunta: «¿Cuál es la perspectiva para el pueblo palestino?» con las siguientes palabras: «Mi próxima propuesta será solicitar a Israel que nos anexe aceptándonos como ciudadanos de tercera clase. Los palestinos disfrutarían de derechos básicos, de [libertad de] movimiento, trabajo, salud, educación, aunque no tendrían derechos políticos. No seríamos ciudadanos, sólo súbditos.»
Se puede asumir sin temor a equivocarnos que una afirmación tan extremista, que viola incluso los principios más fundamentales de la lucha palestina, es una voz individual que no representa las opiniones existentes entre el pueblo palestino.
Desconcierta cómo alguien que está en la dirección de la institución educativa más importante de la comunidad civil palestina estaría dispuesto a ofrecer este tipo de total capitulación de la lucha palestina ante la entidad sionista. La respuesta puede encontrarse en la falta de principios, la falta de visión o, simplemente en la desesperación. Probablemente una opinión tan destructiva no habría sido expresada si la escena estuviera dominada por una voz colectiva y popular palestina.
La diversidad expuesta anteriormente ilustra lo difícil que parece que se ha vuelto hablar de una posición política unificada. Por descontado que opiniones como la de Sari Nusseibeh deberían ser simplemente barridas pero aún así todavía existen una gran variedad de puntos de vista palestinos y de soluciones. La unidad, como siempre en tiempos de problemas, es difícil de hallar a nivel de las soluciones pero con frecuencia sigue presente a nivel de los principios comunes. Dado que ninguno de los que proponen una solución poseen las herramientas reales para lograrla, es allí donde la unidad debe buscarse y encontrarse.
Hay principios palestinos universales conectados con la historia física y política de los palestinos que son defendidos por una abrumadora mayoría en la totalidad del espectro palestino. Es cierto que hay voces que pretenden excluir a los millones de palestinos expatriados y refugiados a fin de consolidar su propio poder local o personal y su influencia. Sin embargo, aparte de este pequeño número de agitadores de la división y la desunión palestinas, es difícil encontrar palestinos que no estén de acuerdo con que las cuestiones más importantes de la causa palestina son la retirada de los sionistas de todos los territorios ocupados incluida Jerusalén Oriental, la capital de Palestina, y el derecho al retorno de los refugiados.
La voz del pueblo
Es el interés de Israel confundir tanto a los palestinos como a la comunidad internacional sobre estas cuestiones que han sido el único objetivo de su participación en los Acuerdos de Oslo desde su comienzo. Desde el punto de vista israelí, se trataba de un hábil «proceso de pacificación», que les proporcionaba tiempo para crear hechos sobre el terreno tratando de hacerlos irreversibles. Es el interés demográfico y político de los israelíes excluir a los expatriados palestinos de la ecuación, no sólo en su ausencia física sino también en su derecho de opinión y de representación como parte inalienable del pueblo palestino.
Lamentablemente, la entidad sionista ha demostrado ser capaz de preparar a un puñado de palestinos en su voluntad de apoyar esta dirección divisionista. Sin embargo, esta fina capa de aspirantes a «líderes» sólo puede considerarse representante de la identidad colectiva palestina en la ilusión de unos egoístas traficantes de poder y, por supuesto, en las fantasías de los sionistas que pretenden conquistar y someter la totalidad de la Palestina histórica. La verdad es que la mayoría de los palestinos saben muy bien quiénes son y de dónde vienen a través de los lazos familiares y de las historias y no pueden ser separados artificialmente solo para satisfacer las metas personales de políticos ambiciosos.
Definitivamente pues existe una voz unificada palestina que transgrede todas las fronteras de la separación geográfica y política, ¿pero la estamos oyendo?
En el vacío político que ha dejado la falta de unidad política palestina, y en ausencia de un plataforma clara para la voz palestina no politizada, también vemos un creciente número de oradores judíos e israelíes que están dispuestos a hablar de los derechos palestinos. Este fenómeno puede ser visto en una variedad de formas, y tiene aspectos tanto positivos como negativos.
Puede ser ventajoso a la causa palestina que ciertas declaraciones políticas a favor de los derechos palestinos y la independencia sean hechas por judíos o israelíes ya que la audiencia occidental las percibe como más creíbles al proceder de «la boca del lobo», por así decirlo. Otra ventaja es que es alentador comprobar que no todos los que nacen en la entidad sionista son racistas; a nivel personal representan la victoria moral de los verdaderos valores humanos sobre el odio fanático y la codicia. Desde un punto de vista más pragmático, al igual que la desunión política palestina sirve a los intereses del ocupante israelí, la desunión política en Israel debería beneficiar a la lucha por la independencia palestina.
Sin embargo, un entusiasmo desenfrenado hace que sea fácil pasar por alto un aspecto negativo crucial para estos acontecimientos. En primer lugar, va en contra del objetivo de la independencia palestina necesitar a los no palestinos para que hablen [de su causa] y mucho más para alcanzar el punto definitivo previsto de la liberación palestina. Una mayor dependencia de esos judíos concienciados conduciría a crear la impresión de que los palestinos son un pueblo indefenso, incompetente e inmaduro, incapaces de administrar sus propios asuntos y organizar su propia lucha, y que dependen de la misericordia de su ocupante para cualquier posible avance beneficioso.
Es de suma importancia darse cuenta qué minúscula parte de la corriente principal de la opinión pública israelí está representada por esos admirables activistas. Rara vez hubo un momento en que la ausencia de un verdadero movimiento por la paz israelí fuera tan evidente como durante la masacre israelí de «Plomo fundido» en Gaza. Sin embargo, aunque pueda parecer lamentable, sería muy erróneo decir que la presencia de activistas israelíes entre los activistas contra el Muro y en las protestas de Sheij Yarrah (*) representa una voz importante de los israelíes desde el punto de vista numérico dentro de su sociedad. Para hacer una comparación audaz: para la inmensa mayoría de los israelíes, la posición de esos activistas en la sociedad israelí se considera tan aberrante como los es el punto de vista antes mencionado de Sari Nusseibeh entre los palestinos. Es peligroso engañarse a sí mismo con percepciones románticas.
Recuperar nuestra voz
En vista de lo anterior, nunca debe tomarse a la ligera que un israelí sea nombrado portavoz de un movimiento palestino de base o que se le otorgue otro papel clave. Independientemente de la capacidad de la persona y de sus intenciones, es un error de juicio estratégico por parte de tal movimiento hacer esa elección. Sería un ejemplo de auténtica locura para los palestinos permitirse a sí mismos entrar en una situación en la que los israelíes fueran sus ocupantes y sus libertadores.
Es importante también que se produzca un serio cambio de mentalidad a nivel de los partidarios internacionales de los derechos de los palestinos. Si son auténticos acerca de su deseo de independencia de Palestina deben apoyarla en todos los niveles. Ello significa que deberían empezar a hacer lo posible por despejar el escenario a favor de las voces populares palestinas y dar una alta prioridad a los oradores palestinos, escritores, artistas y activistas. Hay una fuerte tendencia a caer en una admiración romántica hacia los valientes israelíes que hablan en contra de las violaciones de los derechos humanos de Israel mientras se da poco crédito a los palestinos que expresan sus opiniones.
Corresponde a los simpatizantes internacionales elegir a los protagonistas palestinos si es que de verdad van en serio. Si todas las personas que admiran son judías o israelíes será difícil creer en la sinceridad de sus intenciones. Hay por lo menos cientos de escritores y periodistas palestinos activistas en todo el mundo como Ramzy Barud, Mohamed Omer, Haizam Sabbah, Ali Abunimah y Jaled Amayreh (busquen su nombre en Google cuando terminen de leer esto) por mencionar sólo una pequeña selección de los disponibles. Ellos son excelentes oradores y escritores en un inglés perfecto capaces de presentar una narración equilibrada de su causa, de sus aspiraciones y de la justicia de su lucha.
Si quienes apoyan a los palestinos en Occidente se hallan siempre pendientes de las voces de escritores y oradores judíos e israelíes exclusivamente se deberían cuestionar seriamente su creencia en la verdadera causa palestina. ¿Son partidarios de la liberación palestina, o son simplemente propagadores de un Israel un «más moral»? Con el fin de comenzar a ayudar a liberar Palestina, el paso prioritario y fundamental que marcaría la diferencia sería ayudar a eliminar la mordaza innecesaria y dejar que la voz popular palestina resonase alta y clara.
Como todos los pueblos colonizados, los palestinos han caído presas del viejo adagio de «divide y vencerás». En este sentido, nada es nuevo. Por tanto, el primer paso hacia su liberación es resolver esa división que es más importante para la continuación de la existencia de la identidad nacional palestina que asegurar las garantías políticas de cualquier superpotencia del mundo. Y puesto que estas divisiones políticas no son fáciles de vencer porque están al menos parcialmente causadas y mantenidas por influencias externas, hay un paso primordial que es fácil de dar y que no requiere nada más que convicción personal y visión. Estoy hablando de un paso sencillo que todo el mundo es capaz de hacer.
Ese paso es simplemente recuperar la lucha como propia, recuperar nuestra voz popular palestina asegurándonos de que nos oyen y hablar en voz alta y clara de la unidad palestina y de la liberación. También debemos dar siempre prioridad a los oradores y escritores palestinos, en vez de correr a transmitir los artículos de Amira Hass y Gideon Levy a nuestras listas de correo y apenas dar ningún interés a los escritores de nuestro propio pueblo. ¿Se ha pillado usted haciendo eso? Vamos a cambiarlo. No estamos en condiciones de competir entre nosotros: deberíamos habilitarnos los unos a los otros. Nuestra propia voz palestina es insustituible; si dejamos que otros hablen en nuestro nombre habremos matado nuestra independencia antes de que nazca.
* Tariq Shadid es un cirujano palestino que vive en Oriente Próximo y ha escrito numerosos ensayos sobre la cuestión palestina en los últimos años. La mayoría han sido publicados en http://www.palestinechronicle.
(*) Protestas de Sheij Yarrah: se refiere el autor a las protestas desencadenadas a finales de 2009 cuando las autoridades israelíes desalojaron a varias familias palestinas de sus viviendas en la zona de Sheij Yarrah (Jerusalén Oriental) para adjudicárselas a colonos israelíes como parte de la estrategia de judeización de Jerusalén puesta en marcha desde finales de los años 60 y renovada con vigor en la actualidad.