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El problema chií en Arabia Saudí

Fuentes: Al-Akhbar

Traducido para Rebelión por Carmen García Flores

Durante los últimos meses, las fuerzas de seguridad en el este de Arabia Saudí han causado la matanza de siete chiiés y heridas a decenas de ellos; mientras continuaban los disparos, de forma misteriosa, el Ministerio del Interior ha afirmado que las personas agredidas se habían expuesto a los disparos al haber atacado las fuerzas de seguridad, esto ha provocado un gran número de protestas durante las exequias de los fallecidos. Estos sucesos no fueron más que los últimos procesos de la lucha de los saudíes chiíes que continúa porque los acuerdos tomaron un nuevo carácter violento amparados por las intifadas de 2011 en las diferentes regiones. Pero los medios de información oficiales lo ignoran hasta límites impensables. Los sucesos de la primavera árabe han aguzado las antiguas tensiones sobre la Provincia Oriental en Arabia Saudí.

Tres días después del comienzo de las extendidas protestas, el 14 de febrero de 2011, en Bahrein, comenzaron también a protestar en la mencionada Provincia Oriental que se encuentra a media hora de distancia en coche, tras cruzar un amplio puente que une Arabia Saudí con Bahrein. No es de extrañar, quizás, que el Ministerio de Interior saudí, amenazara con aniquilar las protestas «con puño de hierro» y que haya llevado a cabo una campaña de distorsión de la información sobre las protestas y sobre los chiíes en general. Mientras que durante el verano disminuyeron las protestas, éstas comenzaron de nuevo en octubre, y fueron las de mayor intensidad hasta entonces. Lo que causó el giro por parte de las fuerzas de seguridad a una mayor severidad que nunca antes se había mostrado.

Este giro represivo supuso, junto con el mensaje característico que recuerda al discurso de Bachar al-Asad en Siria, un desafío peligroso de la reciente política exterior saudí. Las protestas de la gente en la Provincia Oriental influyeron de manera decisiva en las protestas en Siria. Y si el reino saudí no tiene nada que ver con la reforma en cuanto a la seguridad en la zona ¿cómo pudo permitirlo y luego emprender seriamente la defensa de la democracia en Siria? La severas medidas de seguridad adoptadas en Arabia Saudí y en Bahrein han contribuido para dar pie a las actitudes tomadas por los regímenes iraní y sirio, además de los movimientos políticos de los chiís en el Líbano y en Irak; un discurso estratétégico útil para alejar a sus adversarios. La Provincia Oriental reúne casi la mayor parte del petróleo saudí, y es donde están refugiados la mayoría de la minoría chií; su población oscila entre el millón y medio y los dos millones, aproximadamente, lo que supone el diez por ciento de la totalidad de los habitantes de Arabia Saudí. El sistema llevado a cabo fue el wahhabí de la rama del islam sunní que gobernó el estado de manera especialmente agresiva contra los chiíes los cuales sufrían la segregación religiosa, la discriminación de los partidos gubernamentales y todo tipo de marginación.

A lo largo de décadas se ha levantado una oposición que ha unido a todos los chiíes, creada con miembros chiíes saudíes, izquierdisas e islamistas, junto a cientos de manifestantes encabezados por personalidades chiíes, que reclaman: poner fin a la discriminación que sufren sus partidos en lo concerniente a los temas esenciales del gobierno en cuanto a representatividad y funciones, incluyendo esto a nivel ministerial; un desarrollo más grande de las zonas chiíes; refuerzo del poder judicial chií; poner fin a las detenciones indiscriminadas que realmente sufren los chiís por causas políticas y religiosas. Estas peticiones no desean minar, en gran medida, el lugar que ocupa la familia real saudí, ni amenazarla. Sino por el contrario, reforzarán el sistema político actual y comprarán la lealtad de dos millones de personas a quienes controlan el sector del petróleo en el Reino. Desde el año pasado, se ha incluido la petición también de la liberación y la excarcelación de los presos políticos chiíes y la retirada de las tropas saudíes de Bahrein, o por lo menos negociar una solución al conflicto en ese país, junto con una serie de reformas políticas más amplias en Arabia Saudí. El gobierno prometió a los jóvenes activistas que las quejas serían atendidas en abril de 2011. Por ello cesaron las protestas en respuesta a la invitación de los altos clérigos chiíes saudíes. Pero el gobierno no solo no cumple sus promesas sino que en verano responde con más represión, a pesar de haber liberado a algunos presos que fueron detenidos durante las protestas que tuvieron lugar desde febrero hasta abril de 2011. Por lo que la situación sigue siendo tensa y más aún, a partir del asesinato de cuatro chiies que fueron abatidos a tiros en noviembre. La ceremonia de sus funerales se convirtió en una manifestación en contra del gobierno, que reunió a más de cien mil participantes. El reconocimiento de esta discriminación sistemática ha supuesto durante décadas a algunos chiíes saudíes crear ideologías revolucionarias., aunque la mayoría presente en las filas del golfo chíi continúa fiel a Irán. Esta no es la más influyente entre los chiítas saudíes, y ha abandonado, en gran medida, la violencia como arma política, desde mediados de los noventa, por lo menos, pero la respuesta de Arabia Saudí, sigue siendo represiva con las protestas, y esta política de no hacer concesiones supone un caldo de cultivo para los grupos de oposición en el futuro. Con lo que es probable que se repita el mismo escenario político chií que se dio después del año de 1979, cuando cientos de jóvenes chiíes de Bahrein y de la zona oriental de Arabia Saudí, se convirtieron en activistas en los movimientos revolucionarios de la región. Pero las protestas en Bahrein no han tenido difusión, especialmente en al-Qatif , salvo el interés limitado de canales del golfo como Al-Jazira o Al-Arabiya; se vio dañada la visión chií de esta zona en el canal Al-Alam, respaldada por Irán y en lengua árabe, se ha visto dañada la visión chií de esta zona; y lo mismo en el canal Al-Manar, el canal libanés del Hezbuláh, o el canal Ahla al-bait de la televisión iraquí, u otros canales pro-Asad; con el fin de conocer las últimas posiciones en sus zonas, la nueva guerra fría de Oriente Medio se ha convertido en una completa guerra mediática, apareciendo medios de comunicación a favor de las protestas en Bahrein, al-Qatif o las protestas en contra del régimen de Asad, y los medios que se muestran a favor de Siria y claramente opuestos a las supuestas protestas sectarias de Bahrein o al-Qatif.

No es el caso en lo concerniente a los chiíes saudíes que permanece en secreto. En este contexto se ha emitido el informe anual y se ha llevado al Ministerio de Asuntos Exteriores americano y al Congreso sobre la Libertad Religiosa Internacional celebrado durante la segunda mitad de 2010, es decir en el periodo inmediatamente anterior a la primavera árabe, antes también de las detenciones indiscriminadas, el cierre de mezquitas y el encarcelamiento de fieles chiíes. Los cables diplomáticos estadounidenses publicados por Wikileaks han revelado que los diplomáticos estadounidenses y, en particular, el personal del Consulado de Dhahran poseen gran cantidad de información sobre los grupos chiies de la zona, y han señalado que parece casi de «locos» por la cantidad de quejas que había sobre la violación de la legitimidad. Pero los problemas específicos de los chiíes saudíes no se cuestionan, la mayoría de las veces, en las reuniones de alto nivel con los altos funcionarios saudíes. Esto no se debe sólo a la sólida coalición entre Arabia Saudí y las Naciones Unidas; a los americanos, a veces, les asaltan dudas que les penetran profundamente algunos regímenes aliados suyos, y eso les pasa con los chiíes del Golfo. Y también, en parte fue lo que les sucedió con Irán, a raíz de la voladura de las Torres Khobar en 1996 que acabó con la vida de diecinueve soldados americanos. Desde 1996 se han detenido nueve presos chiíes que no pertenecían al presento Hizbuláh del Hidjaz, que fueron quienes participaron en las voladuras. Estos presos fueron condendos en 2001 en los Estados Unidos. Cuando cambiaron las prioridades de la politica exterior de los Estados Unidos después del 11 de septiembre, estos casos han quedado olvidados. Las pruebas presentadas contra los fieles chiíes que les asociaba con Hisbuláh libanés no revelaron nada evidente . En ese periodo, algunos americanos se vengaron de Irán en respuesta a los bombardeos. Pero después del 11 de septiembre, se empieza a señalar a al-Qaida como el causante de estos atentados, lo que plantea preguntas sobre las detenciones de estos presos.

El secretismo con el que se ha llevado este tema ha contribuido a crear un clima de desconfianza hacia el Estado y ha generar sospechas de los miembros de las familias de los detenidos y de los grupos chiíes saudíes a mayor escala. Este año los manifestantes han vuelto a sacar el tema de los nueve presos, y han levantado fotos de ellos pidiendo su liberación, destacan en este empeño familiares de los presos. Estuvieron presentes en la campaña de protestas llevadas a cabo delante del Ministerio de Interior en Riad, por los familiares de los presos políticos que fueron detenidos bajo sospecha de pertenecer a al-Qaida, que a diferencia de aquellos presos, estos no pueden esperar hoy en día, la sumisión de la rehabilitación como se les propone en uno de los programas gubernamentales encaminado a desarraigarlos del radicalismo que muchos demuestran. Por consiguiente, reclamar, por lo menos, un juicio público, tiene justificación. Esto lo han respaldado repetidas veces «Human Rights Watch» y Amnistía Internacional. Pero parece que un juicio así no está en la agenda de la política exterior de los Estados Unidos.

Por medio de la disposición de la directiva saudí, es posible que con la escisión, se moderase la parte básica de la legitimidad (sharia) política saudí. Pero el estado no quiere cambiar la situación chií, y utiliza las protestas chiíes para atemorizar a la sunna sobre el uso que los iraníes hacen de los yacimientos del petróleo con ayuda de los chiíes, en esta zona. Durante muchos meses se han mostrado escenarios parecidos en los medios de comunicación serviles al Consejo de Cooperación del Golfo y esto a costa de que se produzca la división de los partidos más profundamente en lo estados del Golfo. Hay que mencionar en este contexto que la intervención del Consejo de Cooperación del Golfo en Bahrein ha originado un gran deterioro en las relaciones partidistas en el Golfo y fuera de él, hasta alcanzar niveles no vistos desde la revolución iraní, aun sabiendo que anteriormente este partidismo abierto saudí tuvo consecuencias negativas tanto en Iraq, como en Siria, Líbano y Kuwait. A los chiíes les parece que Bahrein piensa que habrá años de conflictos partidistas ya que las relaciones entre los grupos se lastimaron totalmente, y por ello el Estado ha organizado una campaña de «limpiaza étnica» dicho por los activistas chiíes. En lugar de haberse ganado la completa enemistad de los chiíes, Arabia Saui y Bahrein deberían haber negociado un contrato social con ellos. Los dos países fracasarán en su intento, pues tantos años de inestabilidad dará un resultado incierto. Además es improbable que así se desalienten otras protestas chiíes saudíes, como ha señalado una reciente declaración publicada por los saudíes liberales de todas las partes del reino, que condena las estrictas medidas de seguridad en al-Qatif.

Para finalizar, Occidente debería ejercer presión sobre sus aliados, con Arabia Saudí y Bahrein a la vanguardia, para que pongan fin a los disparos hacia sus conciudadanos chiíes y para que cesen los arrestos y terminen de presentarles como agentes iraníes traidores. La insatisfacción de los jóvenes chiíes proporciona un calvo de cultivo ideal para el surgimiento de un nuevo movimiento de oposición chiíta en el Golfo, y esto interesa directamente al régimen iraní. Incluso sin la ayuda externa de las manifestaciones chiíes locales, parece que la zona esté dispuesta a volver a las políticas sectarias de los añós ochenta. Por lo tanto los Estados Unidos por su propio beneficio y por el beneficio de los Estados del Golfo, debe buscar una verdadera reconciliación entre los chiitas de Baherein y Arabia Saudí y sus gobiernos, de lo contrario seguirá gobernando el sectarismo en la zona en detrimento de todos.

Toby Mathiusen es profesor investigador en el campo de los estudios islámicos y Oriente Medio en la Universidad de Cambrige para la revista «Foreign Policy».

Fuente original: http://www.google.com/url?sa=D&q=http://www.al-akhbar.com/node/45463&usg=AFQjCNHUsHMPaWTiGzkGIKREh5w6nNXrdg