Recomiendo:
0

Entrevista con Mikis Theodorakis

El problema judío

Fuentes: Ha’aretz

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

ATENAS – Veinticuatro horas antes de la apertura de los Juegos Olímpicos de 2004, estamos sentados en la terraza sobre el penthouse. La Acrópolis se cierne sobre nosotros. Un blanco zeppelín de la seguridad se cierne sobre la Acrópolis. Y cuando el ardiente sol de agosto desaparecía por el oeste, cuando la orquesta comenzaba a tocar, cuando la antorcha olímpica estaba a punto de llegar, Mikis Theodorakis colocó su mano sobre la mía. Y dijo, mira cuán hermoso. Mira cuán hermoso. Y es como lo escribió Goethe: Es como música congelada, la Acrópolis. Domina toda Atenas como música congelada.

Después habló de su música. Cómo le llega la música. Escucha notas durante su sueño. Enciende la luz y apunta las notas en un trozo de papel. Apaga la luz y vuelve a dormir, hasta que más notas lo despiertan. Así sigue hasta la mañana, se levanta y recoge la pila de papeles de la noche. Y cuando la silueta de la Acrópolis emerge de la oscuridad, se sienta a su escritorio y trata de comprender lo principal. La idea dominante. Y la comprueba personalmente en el gran piano. Lento pero seguro extrae la forma apropiada del caos. La estructura musical que perdurará.

Estoy cerca del espíritu alemán, dice Theodorakis. Muy romántico, pero muy disciplinado. Elevado por completo por grandes sentimientos, pero trabajando duro y con organización. Admiro a Beethoven y Wagner, tengo reservas sobre Schoenberg. No creo en música intelectual. No creo en lo que está separado del mito, de la religión, del dolor humano. Del terrible dolor de la muerte.

¿Piensa mucho en la muerte? Todos los días. Todos los días. Sólo cuando se dedica a la música se siente inmortal. Pero no se engaña. Celebra esta vida, porque más allá de ella no hay otra. Y en los últimos años, la traición de su cuerpo lo angustia. Lo insulta. Toda su vida fue tan fuerte, y de repente necesita ese bastón. Repentinamente tiene que apoyarse en mi persona cuando se levanta lentamente de su silla.

Sigue siendo muy alto. Todavía tiene también su melena. Un poco más rala, un poco más gris, pero sigue ahí. Y en sus ojos el destello pícaro de un muchacho. El humor autocrítico. Y el tremendo deseo de aprovechar cada instante. Cada pensamiento. Cada ser viviente. Incluso su gran amor por las mujeres se niega a desaparecer. Son tan bellas, vuestras mujeres, me murmura Theodorakis. Como en la Biblia. Florecen con leche y miel.

La causa del mal

Pregunta: Señor Theodorakis, en noviembre de 2003, usted dijo en esta casa las palabras que escandalizaron a judíos y no-judíos en todo el mundo. Usted dijo que los judíos son la causa del mal. ¿Qué quiso decir?

Respuesta: «Para mí la causa del mal actual es la política del presidente Bush. Es una política fascista. No puedo comprender cómo es posible que los judíos, que han sido víctimas del nazismo, pueden apoyar una tal política fascista. ¡Ningún otro pueblo en el mundo apoya esas políticas excepto Israel! Esta situación me entristece. Soy un amigo de Israel. Soy un amigo del pueblo judío. Pero la política de Sharon y el apoyo a la política de Bush ensombrecen la imagen de Israel. Temo que Sharon va a conducir a los judíos – como Hitler lo hizo con los alemanes – a la raíz del mal.»

¿Incluso hoy, diez meses más tarde, usted no piensa que cometió un error al pronunciar esas palabras?

«No, pero me es importante subrayar que nunca dije que los judíos son la causa del mal. Dije que se hallan en la causa del mal.»

¿Así que no se arrepiente?

«No. Y me dolió mucho la reacción judía ante lo que dije. No fue una reacción civilizada. Recibí cientos y cientos de correos electrónicos ponzoñosos de judíos de todo el mundo. No podía comprender ese odio en contra de mí. Luché contra el racismo toda mi vida. Estuve a favor de Israel. Escribí «Mauthausen». Después de todo eso, ¿cómo me iba a convertir en antisemita de un día al otro?»

Permita que le explique el contexto de esa reacción. Muchos judíos sienten un renovado temor de Europa. Tememos que exista un nuevo tipo de antisemitismo en Europa. Así que cuando usted dijo lo que dijo hubo un sentimiento de ‘tú también, Bruto’. Hubo un sentimiento de que incluso nuestro antiguo amigo, Theodorakis, se ha vuelto contra nosotros.

«No creo que haya antisemitismo en Europa. Lo que hay es una reacción contra la política de Sharon y Bush. Pienso que es artificial pensar que existe un nuevo antisemitismo. Es una excusa. Es una manera de evitar la autocrítica. En lugar de preguntarse ellos mismos lo que está mal en la política de Israel, los judíos dicen: los europeos están contra nosotros debido al nuevo antisemitismo. Porque no nos quieren. E incluso Theodorakis dice que somos la causa del mal. Es una reacción enfermiza.»

¿Por qué? ¿En que forma es una reacción enfermiza?

«Porque ese tipo de reacción es pertinente a la sicopatología del pueblo judío. Quieren sentirse como víctimas. Quieren tener ese sentimiento reconfortante: Tenemos la razón, somos de nuevo víctimas. Creemos otro gueto. Es una reacción masoquista.»

¿Son masoquistas los judíos?

«Existe un masoquismo psicológico en la tradición judía.»

¿Existe también sadismo?

«Estoy seguro que cuando los judíos de la Diáspora hablan entre ellos, se sienten satisfechos. Sienten que ahora: cuando estamos tan cerca de la mayor potencia del mundo, nadie puede hacernos algo. Podemos hacer lo que queramos. Por eso la afirmación sobre el nuevo antisemitismo no es sólo una reacción enfermiza. También es una reacción astuta.»

¿En qué sentido es astuta?

«Porque realmente permite a los judíos que hagan lo que quieran. No sólo psicológicamente, sino también políticamente, les da una excusa. El sentido de la calidad de víctimas. Les da el derecho de ocultar la verdad. No existe un problema judío en Europa en la actualidad. No existe antisemitismo.»

Cuentos de infancia

Profundicemos un poco. Volvamos en el tiempo. Cuando usted era niño, antes del Holocausto, ¿cuáles eran sus impresiones de los judíos?

«Los judíos de Grecia no eran diferentes de los griegos. Eran enteramente griegos. Amaban su trabajo y amaban a su familia. En la escuela eran los mejores. Buenos amigos, buenos vecinos. No había problemas.»

Pero debe haber habido también algo problemático. Eran los otros. Eran diferentes.

«Los judíos eran pintorescos. ¡Recuerdo que para las ancianas, los judíos eran los que habían crucificado a Cristo!

«En 1932 yo estaba en Ioannina. En ese lugar había una comunidad judía muy grande. Yo jugaba todo el tiempo con los niños judíos. Mi abuela era muy religiosa. Tenía una pieza llena de iconos. Cantaba salmos. Gran parte de mi música fue influenciada por sus cantos religiosos. Y recuerdo que en la primavera me dijo: ‘Ahora es Pascuas, no vayas al barrio judío. Porque durante Pascuas los judíos ponen a los chicos cristianos en un barril con cuchillos adentro. Después beben su sangre.'»

¿Le quedó grabada en su joven mente esa historia?

«Era una imagen muy poderosa. Años más tarde, antes de llegar a ser comunista, fui miembro de un movimiento juvenil fascista. Era un movimiento auspiciado por el Estado durante la dictadura de Ioannis Metaxas. Marchábamos calle arriba y calle abajo gritando ‘heil’. Era un poco como la Juventud Hitleriana, pero cómica. Un día me dieron una tarea: que hablara el día siguiente sobre el comunismo. Fui a casa y le pregunte a mi madre lo que era el comunismo. Dijo que no lo sabía pero que pensaba que era algo malo. Qué clase de mal, le pregunté. Malo como los judíos, dijo. Así que le pregunté si los comunistas también ponen a los chicos en barriles con cuchillos y beben su sangre.

«¿Qué quiero decir al contarle todo esto? Estas cosas existen. No lo sabía antes, pero ahora, a través de sus preguntas, me doy cuenta de que están ahí.»

Estaría usted de acuerdo conmigo en que para la Europa cristiana el pueblo judío no es simplemente un pueblo más. Los judíos tienen un papel singular en el teatro interno de la mente europea.

«No sé de Europa. Es diferente de Grecia. Religión diferente, cultura diferente. No tenemos dogmas religiosos. No somos fanáticos.»

¿Piensa que los judíos son fanáticos?

«Algo que es muy negativo también puede ser positivo. Si los judíos no hubieran poseído fanatismo, no hubieran existido. No hay mal sin bien. Los judíos necesitan ese fanatismo. Lo que uno podría calificar de fanatismo judío tiene más que ver con autodefensa. Fue gracias a su religión que los judíos se entrelazaron y se mantuvieron juntos.»

Usted parece fascinado por los judíos. ¿Por qué?

«Ser una comunidad que desdeña todos los peligros y sigue fiel a sus orígenes – es un misterio. Mire Francia, por ejemplo. Hay una inmensa comunidad de judíos en Francia, donde existe una gran civilización. ¿Pero se convierten en franceses los judíos? No. Hablan perfectamente el idioma francés. Tienen éxito en su trabajo. Pero no son franceses. Siempre piensan en volver a Jerusalén.»

¿Así que hay algo especial en el modo de existencia judío?

«Es un fenómeno metafísico. No puede ser explicado.»

A su juicio, ¿qué es lo que nos une a nosotros los judíos?

«Es el sentimiento de que ustedes son hijos de Dios. Ustedes son los elegidos.»

¿Piensa que los judíos tienen un sentimiento de superioridad por esta relación íntima con Dios?

«También existe ese elemento. No todos los judíos lo tienen. Pero los judíos religiosos sí.»

¿Existe algo un poco arrogante y agresivo en los judíos?

«Sí.»

¿Ve en el Israel de Sharon una expresión de esos elementos en la psique judía?

«No, no diría eso. Pero ese asunto de la superioridad no es sólo un sentimiento. Porque la batalla de los judíos por la autodefensa los distinguió. Hay 200 judíos que ganaron premios Nobel. Cristo, Marx y Einstein fueron judíos. Los judíos brindaron tanto a la ciencia, al arte y la música. Tienen las finanzas del mundo en sus manos. Así que es sólo natural que se sientan muy fuertes. Eso les da un sentimiento de superioridad.»

¿Los judíos tienen las finanzas internacionales en sus manos?

«Controlan una gran parte de las finanzas del mundo.»

¿Así que el capitalismo globalizado es muy controlado por los judíos?

«Ya que hablamos francamente, le voy a contar otra cosa. El pueblo judío controla la mayoría de las grandes orquestas sinfónicas del mundo. Cuando escribí el himno nacional palestino, la Boston Symphony estaba preparando una producción de mi trabajo. Es controlada por judíos. No permitieron que tuviera lugar el concierto. Desde entonces no puedo trabajar con ninguna gran orquesta. Me rechazan.»

¿Le sucede lo mismo con otras orquestas?

«Dondequiera que hay judíos. Dondequiera que hay orquestas controladas por judíos, boicotean mis obras.»

¿Usted considera realmente que los judíos controlan gran parte del mundo musical?

«Sí.»

¿Y lo mismo vale para las finanzas del mundo?

«En EE.UU. la comunidad judía es muy fuerte. Controla gran parte de la economía. Ciertamente los medios de masas.

«Quiero que se me entienda bien: Cuando se estableció el Estado de Israel, estuvimos de parte de Israel. Existía mucha simpatía por el sionismo por lo que habían sufrido en la guerra. Es un lado de los judíos. Pero la comunidad judía internacional es también un fenómeno negativo. Los judíos parecen controlar los grandes bancos. Y a menudo los gobiernos. Así que todo lo malo o negativo que proviene de los gobiernos, es natural que la gente de a pie lo asocie con el pueblo judío.»

¿Usted piensa que los judíos, la comunidad judía internacional, controla los bancos, Wall Street, los medios de masas?

«Sí.»

¿Y usted dice que ahora, a través de su influencia sobre Bush, controlan los asuntos mundiales?

«Sí.»

¿Cuál es la influencia judía sobre la política de Bush?

«Creo que la guerra en Irak y la actitud agresiva contra Irán son influenciadas en gran parte por los servicios secretos israelíes.»

¿Tienen tanto poder los judíos que pueden dirigir la política de la única superpotencia del mundo?

«Existe un grupo de judíos que rodea a Bush y que controla la política de Estados Unidos.»

¿Así que los judíos mueven los hilos detrás de Bush?

«No. Están delante.»

¿Así que EE.UU., la gran superpotencia, está realmente controlada por los judíos en la actualidad?

«Sí.»

¿Cuáles son las intenciones de los judíos que controlan al presidente Bush?

«El frente principal son los árabes. Creen que al golpear a los árabes pueden ayudar a la supervivencia de Israel. Dan una solución militar al problema de la futura existencia de Israel.»

Pero la actual política de EE.UU. es una reacción por el 11-S. Es una reacción ante la amenaza de bin Laden.

«Primero tiene que preguntar quién es bin Laden. Ahí hay cosas peculiares. Trabajó en el pasado para los estadounidenses. Incluso antes de que ocurriera el 11-S, podría haber estado trabajando para los servicios secretos de EE.UU.

«No quiero decir que los que atacaron las Torres Gemelas fueron los propios estadounidenses. Sería una locura decirlo. Pero la tecnología estadounidense fue utilizada el 11-S.»

¿Es posible que haya sido una provocación?

«En EE.UU. existen muchas fuerzas. Hay superpatriotas. Pienso que la parte jugada por bin Laden es sospechosa.»

Lo que usted está diciendo es que hubo alguna especie de conspiración estadounidense.

«No creo que esos hombres descalzos de Afganistán lo hayan hecho. Es un chiste. Ni siquiera la tecnología japonesa podría haberlo hecho. Ni siquiera la tecnología alemana.»

¿Es posible que el Mossad haya jugado un papel en el 11-S?

«El Mossad tiene la tecnología. Pero incluso ellos no son una superponencia. EE.UU. lo controla todo.»

Divulgando secretos de familia.

Después de unas pocas horas de conversación él ya era Mikis. Yo era Ari. Me preguntó por mi hijo y mi hija, me contó de su hijo y su hija. Me confió los mayores secretos de familia. Y cuando se cansó de hablar, dijo que ahora escucharíamos algo de música. Y cuando se sentó en su sillón de cuero, con sus pies sobre el reposapiés, Theodorakis dirigió con entusiasmo el sistema estéreo con el control remoto en la mano. Cuando los poderosos sonidos inundaron la habitación, cuando la música himnaria llenó todo de un patetismo profundo, emocional, desgarrador, el entrevistado sonrió excitado. Y se volvió y miró con ojos húmedos el paisaje parecido al Carmel afuera: pinos secos, cipreses polvorientos, el antiguo suelo rocoso de Atenas.

«No comprendo», dijo enojado, «no comprendo por qué Dios tiene que ser un juez tan estricto. ¿Por qué es tan sentenciosa la religión judeo-cristiana? ¿Y por qué trata de implantar el miedo en el hombre? ¿Por qué lo lleva a sentir que nación en pecado? ¿Es un pecado amar a Eva? El amor es lo más hermoso que existe. Y si hay un Dios, nos dio nuestras vidas para vivirlas. Vivámoslas con nuestros cuerpos. Con nuestros ojos, con nuestros oídos, con nuestros órganos sexuales. Y así podríamos celebrar esta vida, que es tan breve. Y así podríamos decir gracias por esta vida. Digamos gracias a Dios y bailemos con las mujeres.»

Lo miro. Es impresionante, está pleno de vida, totalmente lúcido.

Aunque hace sólo dos días que dejó el hospital al que tiene que volver, gana fuerzas ante mis ojos. Como si estas conversaciones le estuvieran haciendo bien. Como si le quitaran algún lastre pesado. Y cuando me sermonea sobre sus pensamientos sobre la vida, sobre el amor y sobre la muerte, algo en su presencia emana un profundo calor humano. Emana densidad existencial. Tal vez incluso grandeza.

Pero este hombre carismático dice las cosas que dice sobre los judíos sin sentido alguno sobre cómo suenan. Cómo repercuten. Y al son de la música que toca para mí, todo el asunto se aclara. Todo lo que se encuentra en la Europa cristiana y sus judíos. Esa profunda tragedia. Esa intimidad pervertida. Esa saga de 1.000 años de odio que ama. De amor que odia.

Theodorakis me interrumpe. Dice que echa mucho de menos al público israelí. Que no hay público en el mundo como el israelí. Una vez, después de una interpretación en Caesarea, un alto oficial del ejército se le acercó y dijo: Si usted nos dice cómo marchar dentro del mar, le seguiremos dentro del mar. Y pregunta sobre Yael Dayan. Realmente quería a Yael Dayan.

Y me cuenta de Moshe Dayan. Cómo Moshe Dayan le ofreció ayuda el día del golpe de los coroneles en Atenas. También habla de Yigal Allon. Y de las conversaciones íntimas y francas que tuvo con Allon a orillas del lago Kinneret. Y cómo fue Allon el que lo envió a Arafat. Lo envió a Arafat con un mensaje de paz y determinación.

Theodorakis me toca dos veces el himno palestino. Una vez en una interpretación coral, otra en una interpretación orquestal. Y golpea el ritmo de la marcha en el piso con su bastón. El ritmo de una lucha justificada por la liberación. Y me cuenta cómo Arafat lo presionó durante años para que escribiera un himno nacional para los palestinos. Y cómo, cuando llevó la cinta con el himno a Beirut, los miembros del consejo revolucionario se levantaron y vitorearon y lloraron. Compuso el himno sobre la base de una canción guerrillera griega. Basado en una canción de sacrificio cantada por combatientes contra el régimen nazi.

Mikis Theodorakis, en varias ocasiones, al criticar la política israelí, usted utilizó la analogía nazi. La crítica de la ocupación israelí es justificada. Pero, ¿por qué utilizar términos como «la mentalidad nazi de Israel» o «la barbarie nazi de Israel»?

«A mí me parece muy natural hacer esta comparación porque Israel está muy conectado con el nazismo. Le escribí esto esta mañana: Después del Holocausto, el judío es el antinazi. Para siempre. Ustedes están condenados a serlo. Seis millones de voces lo reclaman. Reclaman: nunca más campos. Jamás podrían haber imaginado que Israel adoptaría métodos similares. Israel no necesita crear cámaras de gas. Si mata a mujeres y niños, es algo similar.»

Israel hace mal en Cisjordania y Gaza. No cabe discusión al respecto. Pero, ¿por qué no compararlo con los franceses en Argelia o los holandeses en Indonesia? El que se escoja la máxima analogía del mal parece demostrar incapacidad de aceptar los judíos como algo gris. Si no son blancos, tienen que ser del negro más negro. Si no son víctimas, son asesinos.

«Hasta el Holocausto, los judíos fueron víctimas. Un día dijeron, no queremos seguir siendo víctimas. Crearemos un estado. Mostraremos que somos fuertes. El tema es si ésta no es una trampa histórica. Si no se lanzaron por el camino de la venganza.»

¿Qué quiere decir?

«Después de la I Guerra Mundial, los alemanes fueron víctimas. Los alemanes sintieron que eran víctimas. Sintieron que tenían razón. Otros fueron injustos con ellos y ellos eran justos. Fue la semilla de Hitler.»

¿Así que los judíos de hoy son como los alemanes de los años veinte y treinta?

«Hitler, también, dijo que ya no iban a ser más víctimas. Nos armaremos y nos vengaremos. Mire a dónde condujo. Es algo que le podría ocurrir a Israel.»

Es exactamente lo que quiero decir. Desean que seamos ovejas. Incluso nos quieren como ovejas. Pero no pueden aceptar la idea de que podamos utilizar la fuerza como cualquier otra nación.

«Los judíos escaparon de los dientes del lobo. Y se subieron en barcos para ir al país de sus antepasados. ¿Quién no estuvo de parte de Israel en aquel entonces? Yo lo estuve. Todos lo estuvimos. Ustedes tomaron un país desierto y lo enverdecieron. Ustedes crearon el kibbutz, el único ejemplo exitoso de un comunismo democrático. Ustedes crearon una nación civilizada. Y cuando los vimos defenderse después de que la mitad de ustedes se quedó en las cámaras de gas, estuvimos con ustedes. Ustedes eran David y estuvimos de su parte.

«Pero eso cambió. Israel se convirtió en una superpotencia. Tiene armas nucleares. Es muy fuerte. ¿Y contra quiénes combaten? Un millón de mujeres y niños y palestinos mal entrenados. Ustedes son ahora Goliat. Y Palestina es David. Yo estoy con David.»

¿Pero no va más allá que eso? Usted piensa que hubo una transformación dramática. Usted piensa que los judíos se transformaron de ser las víctimas de los nazis a ser los nuevos nazis.

«Fue un proceso gradual. El que los judíos hayan sido conducidos a las cámaras de gas pacíficamente, casi como corderos, los preocupó profundamente. Querían demostrar que no son corderos. Que pueden convertirse en lobos.

«Hasta cierto punto es natural. Es humano. Pero deberían haberse convertido en perros lobos, no en lobos.

«Pienso que en esto hay un elemento de racismo. Ustedes, los israelíes, comienzan a pensar que son superiores a los árabes, sólo porque tienen el poder financiero y un ejército poderoso y una alianza con la superpotencia.»

¿Piensa que desarrollamos un complejo de superioridad parecido al de los nazis?

«Cuando ustedes van y hacen volar casas, ¿qué es eso? Es similar a la conducta nazi. Cuando ustedes arrancan árboles, ¿qué es eso? Es conducta nazi. Cuando ustedes ordenan que la gente salga de sus hogares en una hora, ¿qué es eso? Es conducta nazi. Es mentalidad nazi.»

Dejemos de lado la política. Cuando usted nos mira a los judíos en conjunto, ¿qué es lo que encuentra impresionante y qué es intolerable?

«Cuando estuve en Israel, adoré la locura de la gente en ese país. Los cerebros. La alegría de vivir. La borrachera. Una persona normal se emborracha cuando bebe vino. Un judío se emborracha sin vino. Usted también. Usted no tiene que tomar nada. Ya está borracho.

«También me encantó la muchacha en el kibbutz que se despertaba por la mañana para ir a trabajar la tierra y llevaba su fusil. Sabía cómo proteger a su país y combatir por su país. Lo encontré muy atractivo. Era una muchacha hermosa. Como la miel, y cuando tomaba su fusil, era aún más hermosa. Yo era mucho más joven en aquel entonces. Me atraía el heroísmo de Israel. Los judíos son un fenómeno histórico que me atrae enormemente. Lo envidio. No creo que nadie pueda quedarse indiferente ante ese fenómeno.»

¿Y qué es lo que no le gusta?

«En el ámbito personal, nada. Ustedes no son diferentes de mí o de ningún otro. Pero lo que yo no acepto en los judíos es lo que no acepto en los masones. La Logia Masónica es un grupo de personas que se ayudan mutuamente sólo porque son miembros de esa logia. Eso ocurre también entre los judíos. Especialmente en áreas delicadas como el arte y la música. Eso no lo acepto.»

¿Tienen demasiado poder los judíos?

«En ciertas áreas, sí. No me gustan esos pequeños grupitos que se apoyan mutuamente. Los considero como expresiones de una actitud racista. Los clanes nacionales, religiosos o mafiosos son degeneraciones cancerosas.»

Lo que le molesta es que los judíos mantengan una actitud de gueto incluso cuando ya no son débiles. Cuando son poderosos.

«Sí. Lo encontré en la música, pero sucede en otros sitios. Especialmente en las finanzas. Y en los medios de masas. Es lo que hace poco atractivos a los judíos.»

¿Piensa que existe una tendencia judía a dominar?

«¿A dominar? Sí. Y viene acompañada de un complejo de superioridad.»

¿De manera que el sentido de superioridad y la tendencia a controlar son una característica de los judíos?

«Sí, sí. Pienso que la religión judía que enseña a un niño desde pequeño que ‘nuestro Dios es muy fuerte’ le da un sentimiento de seguridad. Así que ahí existe una contradicción. La gente que históricamente fue la más temerosa, es mentalmente la menos temerosa gracias a su religión. Pero ahora, cuando tienen mucho poder, esa actitud se hace peligrosa.»

Aprendiendo de los griegos

Por lo menos desde el punto del campo de la paz israelí, los puntos de vista políticos en la práctica de Mikis Theodorakis son razonables. Reconoce el derecho del Estado de Israel de existir como un Estado judío. Cree en la solución de dos estados. También piensa que los palestinos deberían aprender de la experiencia de los griegos y comprender que el retorno es imposible. Unos 2 millones de refugiados de Asia Menor fueron absorbidos en Grecia en los años veinte, incluyendo la familia de la madre de Theodorakis.

A diferencia de una proporción importante de sus colegas en la izquierda europea, Theodorakis no piensa que el sionismo sea un movimiento colonialista. Comprende que los judíos necesiten un país propio, que tenía que ser establecido en su patria. Ya que es un griego romántico, dice, siente una debilidad romántica por la dimensión romántica del sionismo. A sus ojos, el que los Hijos de Israel hayan retornado al vientre histórico del que emergieron es algo muy hermoso.

En el futuro, cuando la ocupación termine, apoyará que Israel entre a la Unión Europea. Europa tiene una obligación moral hacia los judíos, dice. Desde un punto de vista cultural, Israel forma parte de Europa. Por ello, la membresía de Israel en la UE es sólo natural.

Una noche me escribió una carta. Las conversaciones que tuvimos provocaron pensamientos que le causaron insomnio. En su manuscrito, escrito a lápiz, en apretadas letras griegas, anotó que temía el ascenso de un nuevo nazismo. Que piensa que el papel de los judíos es salir contra el nuevo nazismo. Y que por ello, Israel se encuentra actualmente en una encrucijada crítica. Debe elegir a Europa en lugar de EE.UU. La paz en lugar de la guerra. Debe ser fiel a su destino histórico.

Después admitió que sus relaciones con judíos son relaciones de amor-odio. Y de nuevo me describió al público que se colgaba de las vigas del Auditorio Mann en Tel Aviv a principios de los años 70. Y tocó la canción que a los israelíes les gustaba más escuchar. Y me tradujo las palabras (Tan profunda es la pena). Y tocó el réquiem que compuso después de la muerte de su padre. Dijo que quiso morir después de la muerte de su padre. Hasta que repentinamente sobrevino el sonido de esta música religiosa. Así comenzó a componer: Todos los domingos escribía una nueva obra para el coro de la iglesia. Igual que Bach, ríe. Y por eso ahora, después de la muerte de su padre y de la muerte de su madre y de la muerte de su hermano, ha encontrado algún consuelo, en esta Pasión. Porque, aunque no es religioso, tiene algo de religioso en su interior. No cree en la Iglesia, no cree en que haya una vida después de la muerte, pero ama el amor de Jesús. Pensar en el sacrificio de Jesús lo hace llorar. Sus sufrimientos en la cruz.

Con su permiso, quisiera volver a su educación. A lo que le enseñaron cuando era muy joven. ¿Cómo explica el temor a los judíos de su abuela?

«Creo que provino de la religión. De los sacerdotes.»

¿Tenía que ver con la muerte de Cristo?

«Sí. Mi abuela no era una mujer muy educada.»

Trato de comprenderla. No de juzgarla. Tal vez el temor a los judíos tenía que ver con el hecho de que mataron al hijo de Dios. Si alguien tiene el poder de matar al hijo de Dios, tiene un poder enorme.

«Pienso que la actitud de los griegos hacia los judíos tiene su causa en la manera cómo los judíos se comportaban. En pequeñas comunidades como las nuestras, no había secretos. Sabíamos que entre los judíos había secretos que no compartían con nosotros. Querían ser diferentes. Mantenerse separados. Lo comprendo. Viene de una necesidad de autodefensa.»

¿Puede darme algún ejemplo?

«A menudo había amoríos entre judíos y griegos. Pero las familias judías no querían que sus jóvenes se casaran con cristianos. Pero ese hermetismo y reserva, provoca. Jamás me invitaron a un hogar judío. Tenía amigos judíos. Venían a mi casa. Pero nunca me invitaron a sus casas. Quería ir y no me lo permitían. Así que comencé a preguntarme por qué. Qué es lo que pasa ahí. Los judíos pagaron un precio por tratar de mantener su judaicidad. Su sociedad cerrada.»

¿Había otros motivos para la actitud especial hacia los judíos?

«Sí. Había algo más. Cuando un judío progresaba, especialmente en el control del comercio o para tener poder económico, provocaba envidia. Existe el mismo tipo de envidia hacia los griegos exitosos. Pero en el caso de los judíos, la sabiduría que existía era que se enriquecía no por su talento sino porque era judío. Y los judíos podían mover hilos para ayudarse mutuamente.»

Así que para usted lo que más molestaba eran el hermetismo y la reserva de los judíos. No el papel de los judíos en la historia de Jesús.

«En esa época, esa historia no me interesaba. Para la Iglesia Ortodoxa Griega, era importante. En todo caso, durante la guerra los judíos fueron perseguidos como animales. Y nosotros, en el movimiento progresista, salvamos a decenas de miles de judíos. Los judíos de Tesalónica fueron víctimas de los rabinos que no les permitieron que fueran y se ocultaran con nosotros en las montañas. Para nosotros, los judíos de Grecia no eran diferentes de los griegos. Eran enteramente griegos.»

Más tarde usted se preocupó por los judíos. ¿Por qué? ¿Cuándo?

«Cuando comencé a investigar las fuentes de la humanidad, me di cuenta de la importancia de dos corrientes: la judía y la helénica. Me di cuenta de que son los dos pilares de la civilización occidental.

«El judaísmo hizo dos contribuciones a la civilización. Una fue positiva: la moralidad. La otra fue negativa: una estructura mental autocrática. La idea de que haya un Dios que debemos obedecer proviene del judaísmo. Más tarde fue explotada por poderes laicos. Creó una sociedad que es vertical. Jerárquica. Muy diferente de la democracia helénica.»

¿Cuáles son las consecuencias de la estructura mental-autocrática del judaísmo?

«Ustedes tienen tradiciones de orgullo. Se derivan de su religión. La creencia en que Dios los quiere y que ustedes son el pueblo elegido. Esto les da el poder de sobrevivir contra todas las dificultades. Cada vez ustedes han emergido como héroes. Pero también creó un gran peligro. Dio origen al racismo.»

¿Así que tenemos que aprender de los griegos?

«En la mitología griega, no existe evidencia del concepto de la superioridad helénica. En la Biblia, se encuentra la semilla del concepto de superioridad. De la superioridad judía. Toda la Biblia quiere probar que Dios quiere sólo a un pueblo, y que es el pueblo judío.»

¿Piensa que las semillas de Sharon y Bush residen en esta tradición bíblica?

«Podría ser posible.»

¿Y cuál es la historia que formó su mente? ¿No fue la historia de Jesús?

«El mito de Cristo inspiró a todos los grandes compositores. Finalmente, la historia de Cristo es la más importante. Es más importante que la tragedia de Sófocles.»

Pero el papel de los judíos en esa historia es problemático. No es agradable.

«Es muy extraño. Cristo era judío. Pero el pueblo judío, por algún motivo, se opone a un judío al que todos los demás aman. Así que la posición de los judíos es muy especial. Muy especial. Supongamos que Cristo fuera griego, y que todos aman a Cristo, pero nosotros los griegos no lo amásemos. Es muy extraño. Muy extraño.»

¿Los judíos rechazaron al judío más importante?

«Sí. Son muy especiales. Los judíos son los más importantes. Millones y millones de católicos y ortodoxos creen en un judío, Cristo, del que los judíos no gustan. Pienso que esto explica su posición.

«El mundo es como es porque los judíos no escucharon en el momento oportuno. Es difícil.

«Sí. Es difícil. Es el drama del pueblo judío en este mundo. Ustedes están en contra de ustedes mismos. No sé por qué ustedes están contra el mensaje de amor de Jesús.»

Mikis Theodorakis, éste es un gran momento para Grecia. Usted es el gran héroe cultural de Grecia. Y aquí lo tenemos, pasando cuatro días con un periodista israelí. ¿Por qué?

«Se lo debo a Israel. Especialmente a mis amigos en Israel. Sé que están muy molestos. La falsa interpretación de lo que dije en noviembre de 2003 hirió profundamente a todo un pueblo. El pueblo judío.»

Y ahora, al llegar al fin de esta entrevista, ¿quisiera decir que desea una reconciliación con los judíos? ¿Quisiera volver a estrechar sus manos?

«Nunca retiré mi mano. Durante toda mi vida he pagado un precio muy elevado para poder mirar mi cara en mi espejo. Para mí sería una tragedia si continuara como enemigo de su pueblo. Es injusto. Es muy, muy injusto. Soy un verdadero amigo del pueblo judío.»

Una vida de aclamación y lucha

Mikis Theodorakis nació el 29 de julio de 1925. A los 12 años comenzó a componer. En su juventud perteneció a un grupo juvenil fascista, pero en 1942, después de ser arrestado por el régimen de ocupación italiano, se hizo comunista. Tomó parte activa en la lucha contra los alemanes y en la guerra civil griega. Una y otra vez fue enviado a cárceles, campos de detención e islas remotas. Fue herido y torturado, cayó enfermo. A pesar de todo no dejó de componer.

Durante los años 50, Theodorakis estudió en París. Compuso música clásica, escribió obras para ballet. A principios de los años 60 volvió a Grecia y desarrolló su singular estilo musical, que conquistó de inmediato un aplastante éxito. Theodorakis también compuso la música de varias películas. La más famosa de ellas es «Zorba el Griego» (1964). Después del asesinato del líder de la oposición Grigoris Lambrakis, Theodorakis se convirtió en activista político y representante izquierdista en el parlamento. Después del golpe de los coroneles en 1967, pasó a la clandestinidad, fue arrestado y detenido en una isla remota. Tres años más tarde fue liberado y partió al exilio en París.

Durante los años 70, el compositor exiliado hizo una serie de visitas a Israel. Sus conciertos en Caesarea, Tel Aviv y Jerusalén atrajeron grandes multitudes. Theodorakis se convirtió en un favorito de la flor y nata de Israel y en un aliado del movimiento por la paz. Más tarde, cuando se identificó con la lucha palestina, fue duramente criticado por círculos derechistas. Sus visitas a Israel disminuyeron hasta terminar por completo.

En la propia Grecia, Theodorakis es considerado un personaje público provocador. Su transición de la izquierda a la derecha a la izquierda provocó muchas críticas. A pesar de eso, su nombre sigue siendo mencionado como un posible candidato a presidente. Su reputación como el músico más importante de Grecia es indiscutida. Incluso en Francia, Alemania y en los países escandinavos, Theodorakis es una personalidad cultural de primera fila. Algunos consideran que su trabajo y su vida encarnan el espíritu de la izquierda europea contemporánea.

En los últimos años, Mikis Theodorakis ha adoptado una posición militante anti-estadounidense. Criticó los bombardeos de la OTAN en Serbia, y se opuso a la guerra en Afganistán y a la guerra en Irak. En 2002 dirigió las masivas manifestaciones contra Israel en Atenas y Tesalónica. En noviembre de 2003, provocó furor internacional cuando se le citó diciendo que los judíos son la causa del mal. Desde que hizo esa declaración, Theodorakis se ha negado a dar una entrevista a algún medio noticioso israelí.

27 de agosto de 2004
http://www.haaretz.com/hasen/spages/469781.html