La legitimación de la democracia y el compromiso del pueblo con un modelo de sociedad se expresa de muchas maneras. La participación activa y permanente de los ciudadanos en las decisiones fundamentales de su país es uno de sus pilares. Sin dudas la construcción y actualización de la Constitución es de los más importantes -que […]
La legitimación de la democracia y el compromiso del pueblo con un modelo de sociedad se expresa de muchas maneras. La participación activa y permanente de los ciudadanos en las decisiones fundamentales de su país es uno de sus pilares.
Sin dudas la construcción y actualización de la Constitución es de los más importantes -que no el único- de los deberes y derechos de los ciudadanos ante la sociedad. La Carta Magna constituye el documento rector de la política de una nación.
Pero el pueblo ha de ser consultado sistemáticamente sobre los asuntos más importantes que definan el rumbo de su país. Este proceso de participación popular es -y ha de ser- responsabilidad del estado. Debe garantizar los mecanismos consultivos y los medios de comunicación necesarios para que su voz llegue a sus representantes, gobernantes y parlamentarios.
Es también responsabilidad del estado -junto a la sociedad- potenciar los niveles de educación y cultura que le faciliten al pueblo ser actores conscientes de las «rutas» que ha de cursar su país.
El estricto cumplimiento de los más elementales derechos ciudadanos como la salud o la educación, -que han de ser públicas, universales y gratuitas-, se incluyen ese otro capítulo de legitimación de la democracia y los derechos humanos.
Derechos tan básicos como el empleo, la vivienda digna y confortable. O una seguridad social que le permita tener una vida sana y adecuada, son de los otros cimientos universalmente reconocidos que los potencian como nación en materia de derecho. Estos y otros temas han de ser de primer orden en las sociedades de hoy.
Obviamente un país permeado de diferencias sociales, económicas, educativas y culturales, o separadas por «capas», no son naciones que cumplan los principios del derecho universal.
Para que los ciudadanos puedan votar y votar bien han de estar verazmente informados. Los medios de comunicación han de servir para educar y dar argumentos. Para socializar datos fidedigno o de valor histórico que hagan del pueblo, hombres y mujeres cultos.
Estamos viviendo -cada vez más- tiempos donde impera la manipulación, la desinformación, el ocultamiento de los hechos esenciales o estratégicos en las naciones y en el mundo. En un planeta que está cada vez más interconectado. Los grandes medios de comunicación no están exonerados de responsabilidad social como conductores de opinión y del conocimiento. La realidad hoy es otra, asumen el rol de responder a los intereses de sus patrocinadores.
Por la contundencia y transparencia, la participación del pueblo en las elecciones es la más descollante de todas las expresiones de democracia. Las cifras no dejan margen a la duda. Son en verdad el castigo o la complicidad de un pueblo con sus gobernantes y representantes de las diferentes estructuras de poder. Son también la expresión clara de apoyo y ratificación al sistema político y social que han querido respaldar.
Este domingo 21 de octubre se desarrolló en Cuba, las elecciones de los delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular.
Haciendo una breve cronología de su evolución, la publicación digital www.cubadebate.cu informaba que: «…a las 11:00 a. m (hora local) de este domingo, un total de 5 603 979 de cubanos habían ejercido su derecho al voto, una cifra que representa el 64,51 por ciento del padrón electoral que comprende a más de 8 500 000 cubanos y cubanas».
Más tarde, el diario Juventud Rebelde, daba una nota informativa que actualizaba el corte de la 11:00 (hora local). Dicha publicación apuntaba. «Hasta las dos de la tarde de este domingo, habían votado el 82,65 por ciento de los electores cubanos con capacidad legal para ejercer su derecho al sufragio activo en la elección de los delegados a las asambleas municipales del Poder Popular que, desde las siete de la mañana, y hasta las seis de la tarde, se realiza en todo el archipiélago».
Complementa este el diario la información con un dato bien relevante. «Según el cuarto parte de la Comisión Electoral Nacional sobre la marcha de los comicios, unos 7 244 247 electores habían ejercido su derecho de votar, informó a Rubén Pérez Rodríguez, secretario de la misma».
Este cifra «se traduce» en un 82.65 por ciento de participación de todos los electores registrados para estos comicios primarios a la que están convocados ocho y medio millones de ciudadanos y ciudadanas.
Un nuevo reporte de dicha publicación expresaba que: «Hasta las cinco de la tarde de este 21 de octubre en Cuba habían ejercido su derecho al voto 7 889 314, lo que representa el 89,61 por ciento de los electores». Estas fueron palabras de Rosa Charroó, vicepresidenta de la Comisión Electoral Nacional, al ofrecer a los medios de comunicación el quinto parte.
El lunes 22 de octubre, Alina Balseiro, presidenta de la Comisión Electoral Nacional (CEN), daba los primeros datos concluyentes de esta nueva ronda electoral. La Agencia de Información Nacional, en una nota de prensa reseñaba la noticia refiriéndose al apartado que corresponde al total de electores participantes.
«Totalizan más de ocho millones 100 mil los cubanos que ejercieron su derecho al voto, cifra que representan el 91,9 de quienes debieron hacerlo, destacó la titular de la máxima instancia electoral ante la prensa reunida en el Palacio Central de Computación, en esta capital».
En ese mismo despacho se profundiza en otros datos que son significativos a tener en cuenta: «Tras resaltar que la CEN se encuentra enfrascada en la validación de los datos de los sufragios, Balseiro resaltó que luego de los conteos en los colegios durante la madrugada del lunes, siete millones 338 mil 569 boletas resultaron válidas, sólo el 4,9 por ciento estaban en blanco y el 4,4 por ciento resultaron anuladas».
Sobre los delegados electos diferenciados por edad y sexo se revelaron los siguientes datos: «… el 14,07 por ciento de los delegados electos el domingo son jóvenes en tanto el 33,57 por ciento son mujeres, lo cual consideró ejemplos del elevado papel que esos segmentos de la población cubana tienen en la masa de representantes del pueblo elegidos»
La información aportada por la Comisión Electoral Nacional (CEN) tiene carácter preliminar, pues está prevista una segunda vuelta como ampara a ley electoral de Cuba para el próximo domingo, en aproximadamente cuatro mil colegios electorales, pertenecientes a mil 410 circunscripciones.
Estos datos de participación ciudadana materializados en Cuba distan de la -cada vez más- habitual y creciente práctica de anulación de boletas electorales o los altos índices de abstencionismo que imperan en países desarrollados o de «estricto cumplimiento de estado de derecho».
Son un claro indicador del compromiso del pueblo cubano con el proyecto social, político y cultural de la Revolución Cubana. Un pueblo que sigue resistiendo -desde hace más de 50 años- un bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por sucesivas administraciones del gobierno de los Estados Unidos, sin precedentes en la historia de la humanidad.
En Cuba votar no es obligatorio. En Cuba no se vota por un partido. Estas elecciones son para designar a los representantes del pueblo. Para elegir a los delegados a las asambleas municipales del Poder Popular. Los valores morales, culturales, intelectuales y humanos son los que tiene en cuenta el pueblo en cada convocatoria electoral.
A la hora de dar a conocer a los candidatos, la información se presenta sin favoritismos y desbalances de contenidos en cada circunscripción. Los ciudadanos que representarán al «barrio» lo hacen sin percibir salario alguno. Su responsabilidad de cara a sus electores está sujeta al juicio y la crítica de los que le han votado por un período electoral de dos años y medio.
No estamos ante hombres o mujeres que gozarán de salarios descollantes, dietas escandalosas; o recursos como coches oficiales y ordenadores de «última generación». Su labor de representantes del pueblo no les libera de su responsabilidad laborar que sigue siendo su única fuente de ingresos. Son -en definitiva- los servidores de la nación cubana.
El voto en Cuba es un derecho que se puede ejercer al acceder a la edad de 16 años. La selección de los candidatos se hace en asambleas públicas de barrio en la que prima las deliberaciones largas y acaloradas. Los electores escogen libremente entre dos y ocho candidatos por cada circunscripción al margen de sus condiciones ideológicas. Los delegados deben contar con más del 50% de los votos. En el caso de que dicho porcentaje no sea alcanzado por ninguno de los candidatos, se repite la votación entre los dos más votados.
Estos representantes del pueblo deben rendir cuenta de su labor ante sus electores, quienes mediante asamblea pueden revocar sus mandatos en cualquier momento si consideran que no se les representa adecuadamente.
Es cierto que impera en el mundo el multipartidismo como modelo de electoral. La tesis de esta estructura de votación es que permite que «todas las ideologías» puedan estar representadas en la sociedad. Lo cierto es que esto es una gran farsa. Se le llama democracia representativa. En verdad son un auténtico bipartidismo.
En Estados Unidos entre Demócratas y Republicanos se reparten el pastel cada cierto tiempo. En España, sucede lo mismo entre el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español. Este último de Socialista y Obrero no tiene ni un pelo. El Partido Popular es heredero de lo más rancio del franquismo fascista.
No conozco todavía en el Estado Español ninguna consulta popular convocada por el presidente del gobierno, el parlamento o el Senado -si cabe-, sobre algún tema estratégico de la nación. Si recuerdo que en agosto del año pasado el parlamento aprobó -sin la legitimación del pueblo-, una modificación en el artículo 135 relacionado con un tema vital sobre los presupuestos. ¿No es esta una responsabilidad del pueblo español? ¿No le toca dar su voto a una modificación de la Constitución?
El gobierno de Zapatero instrumentó en su período de mandato electoral y -lo hace hoy el de Rajoy-, una política de ajustes económicos y sociales brutales sin la consulta y aprobación de la sociedad española. Del pueblo que ha de ser quién de la última palabra.
Estas injustas medidas violan de manera clara varios de los artículos de la Constitución Española aprobados por la voluntad popular y que de manera creciente, -en buena parte de la sociedad- se exige modificar y actualizar.
Las manifestaciones que en los últimos tiempos se han desarrollado en el Estado Español, cuestionan la política del gobierno y el «no escuchar» de los parlamentarios. El pueblo ha recibido una clara respuesta de las fuerzas del orden interior. A estos no les «ha temblado la mano» para arremeter de manera brutal contra hombres y mujeres que le exigen a «sus gobernantes» ser parte de la política y el rumbo de este gran país.
Para la sociedad española y para buena parte del mundo es cada vez más evidente, quienes son los que gobiernan en este mundo. El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Central Europeo, el sistema financiero internacional, la gran industria armamentística y todo un conglomerado de empresas que ven a los «representantes del pueblo» como sus monigotes.
El pueblo cubano sigue apostando por el rumbo socialista. ¡Que nadie tenga dudas de eso! La participación masiva, responsable y culta de los votantes en este proceso electoral es la mejor expresión de apoyo y continuidad de una obra inconclusa y humana. El voto de este domingo es la materialización de la meridiana de la defensa de la soberanía de la nación cubana. Como dijera nuestro José Martí: «Con todos y para el bien de todos».
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.