Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
[Ibtisam Azem, co-editora de Jadaliyya dirigió esta entrevista, que apareció publicada en primer lugar en árabe en Qantara. Traducida al inglés por Ziad Abu-Rish y Khuloud.]
Foto de Burham Galyoun (Alawan.org)
Burhan Ghalyoun, eminente personalidad de la oposición siria y profesor de Sociología Política en la Sorbona, sostiene, en su conversación con Ibtisam Azem, que la revolución siria ha roto la columna vertebral del régimen gobernante en Siria. Galyoun subrayó que la oposición siria no va a iniciar ningún diálogo con el régimen que no conduzca, a través de una transición pacífica, a una verdadera democracia. Puso también de relieve que la oposición rechaza vehementemente la intervención militar o cualquier utilización del uso de la fuerza, sedición o sectarismo.
Ibtisam Azem (IA): ¿Qué lectura hace de la situación actual en Siria varios meses después del comienzo del mayor proceso de protestas contra el régimen gobernante?
Burhan Galyoun (BG): No hay duda de que Siria está inmersa en un período de transformación. Hemos llegado a un punto de no retorno tras meses de protestas y marchas pacíficas y tenemos que mirar hacia el futuro. Incluso el mismo presidente de la república admitió que es necesario mirar hacia el futuro cuando dijo: «Estoy convencido de que hay que hacer reformas».
El futuro demostrará la naturaleza de su convicción y su credibilidad. Sin embargo, el régimen concede al menos que tras meses de violentas y sangrientas matanzas por parte de matones y fuerzas de seguridad, la «senda de la seguridad» está en un punto muerto. Hay que iniciar el diálogo con la oposición. Ahora bien, aunque el régimen está intentando manipular ese diálogo, no tiene más remedio que reconocer a la oposición.
El objetivo del diálogo es la transición hacia la democracia. Abordar de forma vaga las cuestiones -para que la gente se limite a intercambiar ideas- es un intento de confundir la situación y una pérdida de tiempo. Creo que actualmente el régimen se enfrenta a dos opciones. La primera es dialogar en aras a llegar a un diálogo serio, cuyo objetivo sería desde el comienzo conseguir la democracia. La segunda opción es seguir adelante con las confrontaciones violentas que requerirían que el régimen utilizara un despliegue aún mayor de fuerza. Esto haría que los manifestantes aumentarán en gran medida su número y que, asimismo, las masas en contra del régimen se extendieran. Por ejemplo, las marchas del pasado viernes fueron mayores que las de los anteriores viernes. Creo que las confrontaciones van a seguir adelante y que nos encontramos aún en un escenario de confrontación.
IA: Vd. dice que van a seguir los enfrentamientos y que ahora van a ser más duros que en el pasado. Sin embargo, observamos que hay un segmento en Siria que guarda silencio, algo que Vd. ha señalado ya en su artículo. ¿Quiénes son los que siguen manteniendo silencio? ¿Y cuáles son las razones de ese silencio?
BG: Creo que actualmente hay un grupo importante, y no precisamente pequeño, de sirios que guardan silencio. Una de las principales razones de ese silencio es su preocupación por la estabilidad. Estamos hablando aquí de hombres de negocios, profesionales, fabricantes y economistas. Los medios de vida de estas personas necesitan estabilidad y ellos creen que el régimen de Asad asegura tal estabilidad.
Creo que ahora, y es por esto por lo que planteo este tema, estamos evolucionando hacia una nueva fase durante la cual ese grupo silencioso se está convenciendo de que es imposible garantizar la estabilidad volviendo al viejo sistema. Ese retorno es imposible tras tres meses de luchas sangrientas que han provocado un gran número de muertos y heridos, incluyendo mártires. Este grupo se enfrenta dos opciones: o persiste en su silencio y permite que el país se deteriore aún más comprometiendo así sus intereses, o empieza a considerarse socio en el camino hacia la democracia y por tanto se convierte en un factor contribuyente al establecimiento de una nueva estabilidad. Creo que elegirán, tanto por razones racionales y por su propio interés, convertirse en socios de un nuevo sistema estable en Siria. Cuanto más rápido lleguen a esta opción, salvarán a Siria de mayores sacrificios, incluyendo la posibilidad de un colapso económico.
Estas clases de grupos con intereses comerciales son importantes a la hora de resolver la lucha, especialmente en ciudades grandes como Alepo y Damasco, donde estas clases importantes juegan un papel principal. Esta situación solo podrá resolverse si se incorporan a una alternativa democrática y afirman que no puede haber una nueva estabilidad sin un sistema democrático.
IA: ¿Qué valoración hace del miedo a un enfrentamiento sectario en el caso de que cayera el actual régimen? ¿Son realistas estos temores en Siria?
BG: No creo que Siria esté amenazada por un enfrentamiento sectario porque no hay ningún grupo sirio que crea en una solución sectaria o que tenga inclinaciones sectarias profundas. La arena política siria no está exenta de tensiones sectarias. Sin embargo, los sirios quieren libertad, paz, igualdad, imperio de la ley y superar una era en la que el régimen de la secta baazista ha destruido el imperio de la ley. Esta es la secta que los sirios odian. Los sirios desean una transición desde este régimen -que ha vaciado al estado y sus instituciones de cualquier significado real como consecuencia de su control de los servicios de inteligencia y de la secta de estado- a un sistema democrático que respete las libertades, los derechos, a la gente como individuos. No creo que haya ahí ningún espíritu de venganza.
Hay minorías dentro de esas sectas que guardan rencores y entendimientos sectarios. Sin embargo, la mayoría de los sirios y miembros de todas las sectas del país quieren librarse de un régimen de violencia, venganza y asesinato. Quieren sustituirlo por un sistema político civil y moderno dentro del cual la gente sienta que se respeta a cada ser humano y a sus derechos en igualdad de condiciones con los demás. Si vemos los eslóganes de la revolución y la conducta de los revolucionarios, comprobamos que hasta ahora se han resistido a cualquier incitación sectaria. Esto confirma que el pueblo sirio quiere unidad, libertad y un estado civil. Han rechazado también llevar armas, aunque no participen del sectarismo. Quienes llaman al sectarismo son unos pocos y no sabemos bien si no habrán sido «plantados» por el régimen.
IA: ¿Cuál es el papel jugado por la oposición siria? ¿Hasta qué punto existe coordinación dentro de ella, especialmente entre quienes se encuentran dentro de Siria y quienes están en el extranjero?
BG: En cuanto a la oposición fuera de Siria, las grandes organizaciones con peso político son un fenómeno nuevo. La oposición exterior es el producto de los exiliados sirios que sienten que la situación ha cambiado y que ahora tienen un nuevo rol que jugar. Están ansiosos por jugar un papel en Siria y no han establecido ni consolidado sus puntos de vista políticos. Están intentando convertirse en una fuerza político que apoye a la revolución siria y que ayude a que el país se mueva hacia la democracia. No representan ningún peligro y no están divididos. Sin embargo, no poseen experiencia política. Ellos mismos se organizan a través de diferentes conferencias. Pero esto no representa en absoluto peligro alguno. Quienes están en el extranjero tampoco compiten con la oposición interior siria, por tanto no hay problemas a ese respecto.
Respecto a la oposición interna, hasta ahora no ha ido muy allá y ha tardado en organizarse. Se estructura en dos grupos principales: el grupo de la Declaración de Damasco y el del Encuentro Democrático Nacional. Cada grupo abarca varios partidos políticos. Estos grupos constituyen la oposición interna organizada siria. Además, los comités de coordinación de los jóvenes (tansiqiyyat) forman la columna vertebral de toda la oposición siria. Los jóvenes se han organizado dentro de la estructura y contexto del trabajo y la misión que están llevando a cabo: la organización de las marchas y protestas, aunque también se enfrentan a la violencia del régimen. Han madurado a nivel político. Un importante documento publicado por estos comités locales de coordinación es hasta ahora la mejor declaración escrita emitida por cualquier parte siria, incluidos los partidos políticos de la oposición. La Unión de los Comités de Coordinación ha publicado una declaración similar, pero de menor calado. Engloba al 80% de los comités de coordinación. Además, la organización tiene ya portavoces oficiales.
Los partidos de la oposición necesitan aún tener más iniciativa, lo que significa que están organizándose, como vimos en la Declaración de Damasco; han empezado a celebrar reuniones para ponerse en marcha. Además, el Encuentro Nacional Democrático ha reasumido sus diferentes movimientos. Lo que les falta es experiencia y un portavoz oficial que sepa cómo manejar los desarrollos diarios a fin de comentar los acontecimientos y dirigir esos movimientos. Esto sobrevendrá en la fase próxima. Lo más importante es que no hay divisiones dentro de la oposición. No hay competición entre sus diferentes integrantes. Todo el mundo cree en los «tres noes» que mencioné anteriormente y tienen un único objetivo.
El objetivo es la democracia y los «tres noes» son: no a la intervención militar; no a la lucha sectaria; y no al uso de las armas en modo alguno. Creo que hay mucho acuerdo entre la oposición, aunque falta una expresión de unidad en su posición como resultado de la falta de experiencia y de las presiones de los aparatos de seguridad del estado. Como sabe, una gran parte del liderazgo de la posición se esconde; otra sección, como Najati Tayarrah, está en la cárcel; y hay otra sección que vive en clandestinidad y no se atreve a aparecer en público para evitar que les arresten. Por tanto, una parte del problema de la oposición es la dura represión que ha padecido siempre por parte del régimen sirio.
Sin embargo, creo que el régimen está hoy en una posición defensiva. Intentó lo imposible y ahora, con la columna vertebral rota, no puede continuar con su política de represión de la oposición. Al contrario, algunos miembros del régimen han empezado a buscar una salida a través del diálogo formal. Sin embargo, incluso aquellos que no entren en un diálogo formal se verán enfrentados por una oposición, con todos sus integrantes, que se niega a aceptar nada que esté por debajo del objetivo de conseguir la democracia. La cuestión, naturalmente, no va de diálogo. La cuestión es cómo podemos hacer una transición pacífica a la democracia evitando que nuestro pueblo sufra nuevas víctimas.
IB: Vayamos ahora al tópico de las presiones externas e internacionales sobre el régimen gobernante en Siria. En su parecer, ¿cómo pueden afectar esas presiones el curso de las cosas en Siria?
BG: Para empezar, son los sirios los que van a determinar el destino de Siria. La oposición está apostando por el poder de la juventud siria y su disposición a hacer sacrificios, y eso no es ya un tema de debate. La posición internacional de apoyo a la condena del régimen sirio en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, así como la oposición a esta condena por parte de China y Rusia, son desde luego importantes. Pero eso tiene un papel secundario. Es importante que el pueblo sirio, que está luchando contra un régimen salvaje, pueda sentir que hay presiones y acciones internacionales. También es importante que el pueblo vea lo que está sucediendo y sepa que los responsables de los crímenes no van a quedar impunes.
En mi opinión, el pueblo sirio ha recibido ya el principal mensaje de apoyo. Europa ha adoptado una posición clara, incluso aunque el Consejo de Seguridad no haya aprobado una resolución condenando la violencia del gobierno sirio. El Secretario General de las Naciones Unidas y otros dirigentes han adoptado también una posición crítica. Una parte de lo que queremos respecto a las presiones internacionales está presente en las actuales posiciones de Europa. En cualquier caso, no hay ninguna fuerza de la oposición que desee una intervención militar.
Queremos ayuda en las cuestiones legales relativas a los derechos humanos y a los informes sobre las violaciones de esos derechos. Pedimos a los países occidentales que presionen al régimen sirio para que permita la entrada de periodistas árabes y extranjeros, de una prensa exterior libre que controle lo que está sucediendo sobre el terreno y rompa el asedio que el régimen ha emprendido contra los medios. También es importante para nosotros que entren comités de derechos humanos que investiguen los asesinatos y delitos existentes. Esto llegará. Por ejemplo, el régimen sirio ha empezado, tras muchas presiones, a permitir que la Cruz Roja Internacional entre en algunas zonas de Siria. Las organizaciones por los derechos humanos tienen que poder acceder a todas las zonas de Siria para investigar los crímenes del régimen, darles publicidad y por tanto impedir que el régimen siga perpetrándolos.
IA: ¿Cuál es su valoración del papel jugado por las potencias regionales vecinas, especialmente el papel de Irán y Turquía?
BG: La situación regional es más importante para nosotros que la situación internacional. La situación regional es la que tendrá mayores efectos sobre la situación siria. A este respecto, me estoy refiriendo al papel de Turquía, Irán, Arabia Saudí y Egipto. Estos países tienen un papel importante que jugar. Quizá lo que está limitando los progresos en ese frente son los malentendidos entre esos poderes regionales. Irán quiere que Siria siga siendo un puente hacia el Líbano y un eje central en su política de oposición a Occidente. Turquía quiere la estabilidad siria porque los turcos han hecho de Siria un aliado estratégico y son quienes tienen mayores intereses económicos e inversiones en Siria. También, respecto a los árabes, Siria es una parte importante de las masas árabes. Por tanto, los saudíes tienen miedo de que las transformaciones en Siria se reflejen negativamente, a nivel de gobierno, sobre ellos.
Creo que cuando las circunstancias maduren, que será pronto si la situación en Siria llega a un punto insoluble, la solución será una conferencia regional con la mediación de esas potencias con el objetivo de encontrar una solución. Esto es lo que permite decir que no hay peligro de guerra civil ni de intervención militar. Porque hay mucha competición y oposición entre diversos intereses regionales, ningún país puede entrar en Siria o adoptar una posición sin tener en consideración las posiciones e intereses de otros países. La situación regional puede ser ventajosa para nosotros y no necesariamente ponerse en contra nuestra. Los sirios no deben temer una solución regional, porque podría crear equilibrio. Por tanto, diría que el factor decisivo es el sirio y depende de que el vacilante grupo silencioso avance en la buena dirección. Creo que esto sucederá pronto porque el régimen actual ya no proporciona estabilidad, que es lo que asegura los intereses económicos de este grupo vacilante.
IA: ¿Cuál es el papel de las fuerzas izquierdistas en los países árabes? Y, ¿qué valoración hace del papel de los intelectuales en esos países respecto a la revolución siria?
BG: La izquierda no es ya una fuerza eficaz en la dinámica de esas transformaciones. Hay una dinámica poderosa en marcha, que no depende de esta parte o de aquella. El papel que la izquierda puede jugar es el de movilizar a las elites árabes para que apoyen las revoluciones, incluida la revolución siria, y que no se queden al margen. Es decir, veo un gran papel para los intelectuales árabes, incluso aunque ellos -al igual que la oposición- no se hayan movido con rapidez. Este es especialmente el caso de los intelectuales sirios. Algunas han firmado peticiones y cosas así. Pero eso no es suficiente. Una parte de ellos sigue envenenada con la idea de que el régimen es la base de la oposición y resistencia a Israel, aunque Rami Makhlouf, uno de los pilares del régimen, afirmó que la seguridad y estabilidad de Israel está ligada a la estabilidad del actual régimen sirio.
Creo que los intelectuales podrán contribuir al avance, una vez que la hoja de parra ha desaparecido. Ha quedado claro que este no es un régimen que rechace a Israel. Ni siquiera el régimen lo dice. El régimen está en la actualidad mendigando a Israel y a otros estados que asegure su existencia para que él pueda asegurar sus intereses.
IA: ¿Cómo ve el papel de los palestinos, incluidos los que se encuentran en los campos de refugiados, a la luz de lo que está sucediendo actualmente en Siria?
BG: Al contrario de lo que pueda parecer en algunos momentos, los campos de refugiados y el pueblo palestino presente en Siria y en otras partes del mundo simpatiza con la revolución siria. Desde luego, hay organizaciones o partes que trabajan bajo el aparato de la seguridad siria, como es el caso de Campo Yarmouk donde murieron varias víctimas. Pero el incidente fue un indicador afirmativo del apoyo palestino al pueblo sirio. Los sirios no sienten que los palestinos presentes en Siria son huéspedes o refugiados y no les tratan como a tales. Son parte del pueblo sirio.
Los palestinos y los sirios van de la mano. No hay peligro para la causa palestina a la sombra de un sistema democrático en Siria. El pueblo sirio se siente profundamente unido al palestino y apoya mucho más la causa palestina, los Altos del Golán y la solidaridad árabe que el régimen actual cuyos dirigentes han hecho del país su feudo y a quienes no les importa otra cosa que proteger sus propios intereses y existencia.
Fuente: http://www.jadaliyya.com/