Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Mientras el foco del mundo se queda firmemente sujeto en el enclave kurdo de Kobani, desde hace ya más de un mes bajo asalto de las implacables y audaces fuerzas del Estado Islámico a pesar de los ataques aéreos de la coalición dirigida por EEUU, se han pasado por alto otros importantes sucesos del campo de batalla sirio. Mientras el ejército sirio, apoyado por diversas milicias locales y extranjeras, consigue importantes avances tanto en Damasco como en Alepo, la pregunta que se plantea es si el Presidente Bashar al-Asad va a ser el beneficiario final de la campaña de la coalición contra el EI y otros grupos yihadíes.
La respuesta concisa es sí. La respuesta amplia es, como todo lo relacionado con el conflicto sirio, complicada. La campaña regional anti-Estado Islámico va velozmente ganando impulso, con el poderoso vecino del norte de Siria bajo enormes presiones para que se una a ella. La implicación de Turquía es crucial si se quiere que la campaña tenga alguna posibilidad de éxito, pero la ansiedad de Ankara ante el empoderamiento de los rebeldes kurdos vinculados al Partido de los Trabajadores del Kurdistán, que se enfrentan al EI también en Kobani, así como las condiciones previas para establecer áreas-tampón fronterizas y zonas de exclusión aérea con el objetivo último de destituir a Asad, es probable que hagan que Turquía permanezca como renuente e inútil aliado.
Turquía se siente frustrada, y con razón, ante el hecho de que se esté esperando que proporcione las muy necesarias «botas sobre el terreno» cuando otros actores clave de la coalición se han negado a ponerlas, provocando que el Presidente Recep Tayyip Erdogan se ponga a lanzar invectivas contra Occidente. Cogido entre la espada y la pared, cualquiera que sea la decisión que el liderazgo turco adopte, tendrá un impacto profundo en el futuro de toda la región y en las dinámicas de los conflictos que la transformen.
Este torbellino turco complica en gran medida la ya embarullada imagen del conflicto sirio, y eso le viene a Damasco estupendamente bien. Un mayor escrutinio y alarma a nivel global por la aparición de los grupos yihadíes en Siria y por el papel que algunos aliados de EEUU e importantes defensores de la oposición siria, pueden haber influido en que todo ello se traduzca en controles fronterizos más férreos e intensas restricciones a los flujos de hombres, fondos y armas que han alimentado desde hace mucho tiempo el conflicto sirio.
De forma indirecta, los rebeldes «moderados», sea lo que sea lo que esa distinción realmente implique sobre el terreno, están siendo rápidamente asfixiados y privados del necesario oxígeno para mantener viva su guerra contra el régimen. Además, en un duro reproche, ni ellos ni el grupo-paraguas de la oposición en el exilio, la Coalición Nacional Siria, fueron invitados a la reunión que celebró Obama con 21 jefes militares de las naciones que combaten al EI [15 de octubre]; una clara señal de que ya no les consideran relevantes y de que tienen planes en marcha para sustituirles por una fuerza rebelde levantada desde cero.
El siempre habilidoso y oportunista liderazgo sirio estaba preparado para sacar partido de toda esta situación, por lo que se puso a lanzar asaltos terrestres a gran escala en Damasco y Alepo, así como bombardeos aéreos de una intensidad sin precedentes sobre las posiciones rebeldes. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Londres, ha contado cuarenta salidas al día.
En Damasco, las fuerzas del régimen han estado llevando a cabo incursiones en Ghuta, en las áreas controladas por los rebeldes, especialmente en las zonas estratégicas de Ain Tarma y Yobar, machacadas por los ataques aéreos. En Alepo, el objetivo parece ser de nuevo presionar a los civiles así como conseguir ventajas militares estratégicas. En esta guerra se ha echado mano de la sucia táctica de atacar a los civiles, directa e indirectamente, una táctica que es muy antigua y que se ha utilizado con liberalidad en todos los campos bélicos.
Las fuerzas del régimen avanzaron por el área de Handarat, estratégicamente vital, tomando la ciudad del mismo nombre y los pueblos que la rodean y amenazando al campo de refugiados, el verdadero premio allí. Handarat ha sido un campo leal de refugiados palestinos hasta que fue invadido por fuerzas rebeldes cuando trataban de consolidar su control sobre la ciudad de Alepo a últimos de 2012. De hecho, muchos miembros de las Brigadas Al-Quds, favorables al régimen, provenían de Handarat y se han mantenido activas en la lucha que ha asolado el este de la ciudad de Alepo, en los alrededores del aeropuerto, así como en el intento más reciente de retomar el campo.
Si el régimen consiguiera capturar el campo, cortaría la última ruta de suministros que une el este de la ciudad de Alepo, bajo control rebelde, con las zonas rurales también bajo su dominio, aislando eficazmente a ambos grupos de rebeldes y a los civiles que todavía viven allí, alrededor de 200.000. Esto supondría un golpe devastador al movimiento rebelde en Alepo, un golpe que podría marcar el principio del fin para ellos.
Hay que señalar fundamentalmente -y este es uno de los enigmas importantes del conflicto sirio-, que un grupo yihadí dominado por chechenos, Yaish al-Huhajrin (el ejército de los emigrantes), que combate en el frente de Handarat, ha estado recibiendo ayuda del Movimiento Hazem, armado y apoyado por EEUU, utilizando misiles TOW para eliminar blindados del régimen.
Mientras tanto, en la zona rural del sur de Alepo, Ahrar Al-Sham, un grupo salafí, bajo el nombre de Sa’ir al-Ahrar (el rugido de los libres), lanzó su propia campaña para hacerse con fábricas de armas estratégicamente vitales, que no sólo producen munición para el régimen sirio sino también las atroces bombas de barril. Los helicópteros que las arrojan salen de allí. Esas fábricas están situadas en las zonas altas de la estratégica ciudad de Sfireh y, al tomarlas, se cortaba la única ruta de suministros para las fuerzas del régimen en Alepo, así como para la población civil del oeste de la ciudad. Ahrar al-Sham consiguió tomar algunos pueblos cercanos, pero su campaña fue abortada y sus combatientes tuvieron que retroceder a sus posiciones de partida.
Las desesperadas circunstancias de los rebeldes se han agravado aún más con el lento empuje del EI hacia el norte, hacia las ciudades de Marea y Azaz, donde los primeros tienen sus bastiones. Por ahora, el EI se ha visto obligado a cortar ese avance, pero no hay duda de que volverá a la carga cuando el grupo acabe con Kobani. Si esto llegara a suceder, no está claro si la coalición proporcionará el mismo apoyo aéreo a los rebeldes que a los asediados kurdos. Sin embargo, lo que sí está claro es que los rebeldes de Alepo están confiando desesperadamente en que la lucha por Kobani se eternice, porque una victoria o incluso retirada del EI puede hacer que este grupo fije a continuación su atención en ellos.
Todo indica que el régimen sirio está saliendo actualmente beneficiado de las acciones militares contra el EI, pero si las circunstancias cambian y aparecen nuevos objetivos, bien puede encontrarse en el punto de mira y ser el potencial blanco de esas mismas bombas de la coalición.
Edward Dark es el seudónimo de un columnista de Syria Pulse de Al-Monitor, vive en Alepo. En Twitter: @edwardedark
Fuente: http://www.al-monitor.com/pulse/ru/originals/2014/10/syrian-army-regime-damascus-aleppo.html