Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
Tal vez Hamás piensa que los palestinos de Gaza están preparados para otro ataque israelí de alta tecnología, para otro juego de vídeo del ejército de Israel en el que se ven niños jugando en un tejado, los identifican como vigías y los condenan a muerte.
Las autoridades de Hamás, una vez más, olvidaron que su vecino/ocupante del este está loco. De hecho el Shabat la rama militar de Hamas disparó más de 50 proyectiles de mortero sobre Israel. O tal vez no se olvidó, quizás sólo en su pensamiento concibió que el pueblo palestino está preparado para otro ataque israelí de alta tecnología, para otro juego de vídeo del ejército de Israel en el que los niños que juegan en los tejados son identificados como vigías y condenados a muerte.
En esta competencia, rica en testosterona, el marcador siempre beneficiará al lado israelí. Pero Israel es lo bastante inteligente para actuar como si fuera el bando amenazado para ocultar sus ejecuciones mortales. ¿A quién le importa que la «apropiada respuesta sionista» a los 50 proyectiles de mortero, que sembraron el miedo pero no mataron, fuera el asesinato de dos jóvenes de 16 años? Imad Faraj Alá y Qassam Abu Uteiwi, del campamento de refugiados de Nuseirat -no «dos terroristas» como dijo nuestro obediente sistema de comunicaciones repitiendo el dictado de los comandantes- murieron en los bombardeos de represalia israelíes por la noche.
Los 50 morteros fueron la «apropiada respuesta de Hamás» por la muerte de dos miembros de su rama militar, Iz al-Din al-Qassam, en un ataque aéreo israelí. Esto nos enseña que los hombres armados son más valiosos que los dos jóvenes, ya que la respuesta a la muerte de los adolescentes fue un solitario cohete Qassam.
El diálogo de la testosterona tampoco finalizó allí. El martes por la mañana nos enteramos de otro ataque israelí que hirió a unos 20 palestinos, incluidos niños. Debido a la falta de espacio, no entraremos en los detalles de lo que fue antes o lo que fue después. Pero lo que vendrá es aterrador.
En el pensamiento binario de los que se oponen a la ocupación israelí (palestinos, israelíes y extranjeros) la crítica pública con respecto a las tácticas utilizadas por un pueblo ocupado y desposeído es un tabú. La crítica crea una simetría entre el atacante y el atacado. En gran medida, este tabú se ha roto en lo que respecta a la Autoridad Palestina. Muchos opositores a la ocupación no tienen reparos en retratar a la AP como colaboracionista o por lo menos como cautiva de los intereses privados de sus altos dirigentes. Pero cuando se trata de la utilización de las armas de Hamás se hace el silencio. Como si hubiera santidad en el Qassam que se eleva hacia el cielo sólo para caer en medio del clamor de la propaganda israelí.
El informe Goldstone -tan ampliamente denigrado por los israelíes y aprobado por los palestinos- de hecho obligó a las organizaciones palestinas de derechos humanos a aceptar la aplicación del término «crimen» a los lanzamientos de cohetes palestinos sobre la población civil de Israel, tanto antes como durante la Operación Plomo Fundido en Gaza en 2009. En otras palabras, los obligó a distinguir entre el derecho de los palestinos a defenderse (aunque sin éxito) por la fuerza de las armas contra los ataques militares israelíes y su falta de derecho a erigirse en un ejército con objetivos civiles que da más argumentos a Israel para alimentar su papel de víctima. Pero esta distinción no se utiliza para lo que no aparece en el informe Goldstone.
A pesar de no denunciar los 50 morteros, los palestinos que no son partidarios de Hamás les dieron una interpretación política. Esto no fue «derecho de la parte atacada a responder» (o, más exactamente, el derecho de la mosca a jugar al ping-pong con el elefante), sino un mensaje claro a los jóvenes palestinos, reforzado por la brutal represión de sus manifestaciones. Ustedes no están en El Cairo o en Túnez, así que dejen de molestarnos con las teorías acerca de una lucha popular inteligente en nuestro emirato.
Pero el vecino/ocupante del este está loco. No hay que proporcionarle pretextos que le permitan una vez más someter a los niños y ancianos de Gaza a una dura prueba como «Plomo fundido», ni siquiera a una la mitad de mala.
Así que para todos aquellos que se manifestaron en apoyo de los habitantes de Gaza cuando fueron atrapados bajo el fuego israelí, para todos los planificadores de flotillas pasadas y futuras, este es su momento para alzar la voz y decir claramente: los Qassam simplemente alimentan la locura de Israel. No son los Qassam los que garantizarán a los palestinos, tanto dentro como fuera de Gaza, una vida digna. No son los Qassam los que derribarán los muros israelíes en el campo de concentración más grande del mundo.
Fuente: http://www.haaretz.com/print-