Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Desde el comienzo mismo de la revolución siria, a mediados de marzo de 2011, las fuerzas de seguridad del régimen sirio no han ahorrado esfuerzo alguno para arrestar a los manifestantes pacíficos que pedían la caída del régimen. Sus oleadas de detenciones no se limitaron a los hombres; incluyeron también a cientos de mujeres y muchachas que se oponían al régimen sirio.
Según un informe conjunto publicado por la Syrian Network for Human Rights (SNHR) y el Syrian Center for Statistics and Research, 2.850 mujeres, 120 de las cuales eran adolescentes menores de 18 años, continúan retenidas por las fuerzas de seguridad siria por todo el país.
Al mismo tiempo, el Center for Documentation of Violations in Syria informó de 1.800 casos en los que mujeres fueron arbitrariamente detenidas, incluyendo a 69 menores de 18 años.
Las tres organizaciones han confirmado que desde 2011, al menos 19 mujeres, entre ellas varias menores de 18 años, han muerto a causa de las torturas sufridas durante su detención.
Aunque muchas de las mujeres arrestadas por el régimen han logrado salir de la prisión, se han visto obligadas a lidiar con otro sufrimiento una vez liberadas: tener que enfrentarse a una sociedad cuyo trato hacia la mujer se rige por costumbres y tradiciones, y la mayor parte de esas mujeres detenidas habían sido sometidas a abusos físicos y violadas por miembros de las agencias de seguridad en los lugares en los que las tenían encerradas.
Desde los primeros meses de las protestas, las fuerzas del gobierno adoptaron una política de violencia sexual con el objetivo de aterrorizar y reprimir a los manifestantes. La SNHR informó de 52 casos de violencia sexual durante las detenciones, estimándose en 7.500 los casos de abusos sexuales, incluyendo los de muchos niños y niñas menores de 18 años.
Um Layal, de 45 años, padeció una buena porción de torturas físicas y psicológicas durante su detención en las prisiones del régimen. Fue arrestada dos veces y en el curso de la segunda detención, que duró cuatro meses, tuvo que soportar los peores tipos de tortura.
Layal, actual directora del buró para la mujer del consejo local de la ciudad de Alepo, que está afiliada al gobierno interino sirio, dijo a Al-Monitor: «Era profesora de instituto y vivo en las zonas bajo control rebelde. Un grupo de agentes de la seguridad me arrestó el 28 de mayo de 2013 cerca del tribunal civil, situado en la zona controlada por el régimen. Me trasladaron a los cuarteles de la seguridad política, donde pasé tres días y me acusaron de participar en las manifestaciones contra el régimen. La primera vez que me detuvieron, negué todos los cargos que presentaron en mi contra y me liberaron tres días después. Una vez liberada, me sorprendió que el Directorado de Educación retuviera mi salario mensual, por lo que inicié un proceso especial para conseguir que volvieran a pagármelo. El 31 de diciembre de 2013, me acerqué al Directorado de Educación para pedir documentos de identidad y que me devolvieran mi salario. Cuando me encontraba allí, miembros de la rama de la seguridad política me indicaron que les acompañara hasta su sede donde debía firmar algunos documentos. Cuando llegamos allí, esperé durante tres horas cerca de la oficina de la universidad y un tipo llamado Abu Yasen me abordó, me pidió que le mostrara mi identificación y me dijo que estaba de nuevo bajo arresto».
Layal continuó: «Me tuvieron cuatro meses detenida durante los cuales sufrí los peores tipos de tortura física y psicológica. A pesar de la diabetes y presión arterial alta que padezco, me negaron cualquier consulta médica. Me acusaron de protestar contra el régimen, de estar implicada en actos de terrorismo y de dar refugio a combatientes en mi casa. Negué todos los cargos excepto los relativos a las protestas contra el régimen. Mis declaraciones tenían que ser coherentes con las primeras que hice en la primera investigación para evitar que me dejaran en la cárcel durante varios años o incluso me asesinaran. El 1 de marzo de 2014, y tras pasar por grandes sufrimientos, finalmente me liberaron para encontrar que todos mis conocidos me rechazaban. Para ellos, ya no era la mujer que habían conocido. Todo el mundo mantenía las distancias conmigo y evitaban verme. Pasé un año en soledad, únicamente mis hermanos estuvieron a mi lado. Fueron los únicos que comprendieron las razones detrás de mi arresto. Fueron los únicos que sabían muy bien que lo ocurrido estaba totalmente fuera de mi control».
En vista de la realidad a que se enfrentan las mujeres tras su liberación, el Instituto Sirio por la Justicia celebró un simposio el 17 de abril en Alepo bajo el título «La realidad social que espera a las mujeres detenidas tras su liberación». El simposio abordaba las actitudes de la sociedad con las mujeres liberadas de las prisiones y mostraba que se las percibe como «criminales» en vez de «víctimas».
Zakaria Amino, abogado y miembro del citado Instituto, explicó a Al-Monitor: «Una vez que las mujeres salen de la prisión, la sociedad las somete a un trato muy injusto. Por tanto, era necesario emprender campañas de concientización, conjuntamente con el consejo local de Alepo, para aumentar la conciencia, reintegrar a las mujeres a la sociedad y adoptar una perspectiva humanitaria digna de esas mujeres, que tienen un papel importante en la comunidad».
Amino añadió: «Nos hemos puesto de acuerdo con el consejo local de Alepo y los consejos de las barriadas sobre la necesidad de crear centros de apoyo psicológico para las mujeres detenidas, además de proporcionarles oportunidades de empleo para que puedan ser activas en la comunidad. Esos centros deben honrar a las mujeres que han estado detenidas, compensarlas a nivel moral y financiero, proporcionarles albergue adecuado y luchar contra cualquier discriminación sexual a este respecto. Las conclusiones alcanzadas en el seminario serán elevadas a las administración del Instituto para que emprenda las acciones necesarias y establezca centros de apoyo en lugares a determinar en una fase posterior».
La gente en Siria tiene dos perspectivas diferentes sobre las mujeres detenidas. Algunos creen que estas mujeres son víctimas de un régimen brutal, pero otros, dominados por costumbres y tradiciones, piensan que son culpables a pesar de todo el sufrimiento y presiones por las que han pasado. Así sucede, mientras a los hombres liberados de la prisión se les considera héroes a los que recompensar.
Abu al-Mutasim, un vecino de la barriada de al-Mowasalat, dijo a Al-Monitor: «Deberíamos tratar a esas mujeres como víctimas inocentes, sea lo que sea lo que han tenido que vivir dentro de las prisiones. Nuestra religión nos enseña que si a las mujeres se las obliga a hacer algo, entonces no tienen culpa alguna. Sin embargo, algunas personas se dejan llevar por costumbres y tradiciones ofuscadas. Esto requiere muchas campañas de concientización, especialmente si consideramos que, en cualquier momento, pueden detener a alguna de las mujeres que conocemos».
Para algunos sirios, el concepto de honor y dignidad ha hecho que las mujeres detenidas vivan entre dos fuegos. El fuego de la detención, que ni siquiera los hombres más fuertes son capaces de aguantar dada la brutalidad de los miembros de la seguridad del régimen sirio. Y el fuego de la injusticia y la derrota moral que las mujeres liberadas padecen en una comunidad que las juzga con crueldad. Esta realidad puede incluso ser más dura que la de la prisión, especialmente cuando los implicados son familiares y amigos.
Tamer Osman es el pseudónimo de un periodista y activista de Alepo que escribe sobre sucesos políticos, militares y económicos en Siria.
[Sami-Joe Abud tradujo este artículo del árabe al inglés.]
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