Uno de cada cuatro refugiados del mundo es palestino. Millones de personas salieron obligadas de sus casas cuando en 1948 se creó el Estado de Israel. Salían para quince días y nunca han vuelto. Hoy son seis millones. Ya crecen cuatro generaciones de palestinos en el exilio, la gran mayoría en condiciones infrahumanas.Un tercio, en […]
Uno de cada cuatro refugiados  del mundo es palestino. Millones de personas salieron obligadas de sus casas  cuando en 1948 se creó el Estado de Israel. Salían para quince días y nunca han  vuelto. Hoy son seis millones. Ya crecen cuatro generaciones de palestinos en el  exilio, la gran mayoría en condiciones infrahumanas.Un tercio, en 59 campos de  refugiados repartidos por Medio Oriente. Campos dependientes casi al 100% de  ayuda humanitaria siempre insuficiente y que, en muchos casos, son prisiones  donde los palestinos están desprovistos de los mínimos  derechos.
La causa palestina clama al  cielo. Pero al de la desesperación por ver cómo los Estados poderosos, léase  EE.UU. e Israel, incumplen la legalidad internacional y nada pasa o todo sigue  peor, y siempre para el mismo bando: el palestino. Mientras Europa mira a otro  lado. «La resolución 194 de la ONU que marca el derecho de retorno a sus hogares  de origen, la restitución de bienes y a ser indemnizados por las pérdidas surgió  de Europa y fue asumida por Israel. Hoy nadie quiere oír hablar de esa  responsabilidad. Se siente la solidaridad de los países europeos, pero cuando se  habla de los refugiados, la vuelta al país de origen es un tabú que entronca con  el subconsciente colectivo de Occidente». Eran las palabras de Salah Mohammad  Salah, uno de los negociadores más reconocidos en el mundo que lleva toda una  vida en busca de una salida pacífica al conflicto en la que, sobretodo, no se  olvide el derecho de los refugiados. Entre otras cosas, porque ante el dilema,  «hoy incluso los negociadores palestinos prefieren reivindicar el Estado y  renunciar al derecho de retorno. No han llegado a una cosa ni llegarán a la  otra», aseveró señalando la separación entre Al Fatah y Hamas como una  constatación de «la ausencia de un centro de decisión palestino» y argumentando  que Israel «los chantajea a ambos».
Sus afirmaciones se producían  en el Club Diario Levante, donde acudía a dar una conferencia invitado por la  Comisión de Ayuda al Refugiado (CEAR PV) y la Fundación CEAR, aprovechando su  visita a España con motivo de la concesión del VI Premio Juan María Bandrés a la  Defensa del Derecho de Asilo y la Solidaridad con los Refugiados.
El activista consideró el  premio un galardón «del pueblo español al pueblo palestino» y rápidamente pasó a  hablar de la diáspora. «Durante décadas Europa no se dio por enterada, y cuando  lo hizo, lo consideró un problema humano y no político». En su opinión, «hay que  llegar a soluciones para vivir en paz y en común, pero sin olvidar los derechos  históricos». Salah reivindicaba un Estado con dos nacionalidades o dos estados  con posibilidades de convivencia. «Normalmente se pregunta qué pasaría con los  israelíes si los refugiados volvieran, pero ¿por qué no se mira el punto de  vista palestino». Salah no olvidó entonces hacer una llamada a «usar internet, a  que los palestinos en el exterior se movilicen y hablen del sufrimiento de su  pueblo, no cejen en su cultura y no olviden el empeño por volver». Una solución,  como señalaba Jaume Durà, de la Xarxa de Solidaritat de València, «que sería  como la del apartheid, que acabó por la presión internacional y ganó la sociedad  civil». Porque, según Durà, «a los civiles sólo nos queda estar de parte del  derecho internacional y del pueblo palestino. Israel es el Estado que más  resoluciones de la ONU ha incumplido respecto de los palestinos; colonias  ilegales, ocupación ilegal, castigo colectivo, asesinato indiscriminado y  selectivo a diario, el muro ilegal que sigue en construcción ….».
Política de hechos  consumados
El activista también se  remontó a los acuerdos de paz de Oslo, a cuya sombra «Israel ha triplicado la  superficie de colonias en Cisjordania; se construye el muro racista; una tercera  parte de la tierra más fértil de Cisjordania se destina a zona militar, pierden  el derecho de cultivar; y ha vuelto a ocupar Gaza, ahora aislada del mundo.  Israel hace de los hechos consumados la única política posible», relataba.  «Israel lo quiere todo y con sus decisiones unilaterales bloquea cualquier  posibilidad de llegar a acuerdos justos».
Una situación, ante la próxima  cumbre internacional, sobre la que la periodista y representante de España en la  Agencia de las Naciones Unidas de Ayuda a los Refugiados Palestinos (UNRWA),  Lola Bañón, comentaba que «será una oferta que, dignamente, los palestinos no  podrán aceptar por las condiciones que Israel no quiere ofrecer». Bañón alertó  de otras cuestiones. Una: que la UNRWA se dedica a recoger dinero para el  sostenimiento alimenticio de los 59 campos de refugiados en Palestina, Jordania,  Siria y Líbano. Dos: que ese mandato acaba el próximo julio y «la ONU tendrá que  precisar si seguimos asistiendo a esos seis millones diseminados por el mundo y  sin papeles». Tres: que hay carencias de las medicinas básicas, que los  palestinos están «desesperados, agotados y el soporte internacional es más  necesario que nunca. No podemos asumir la indecencia moral de decir que esto no  tiene solución», decía, sin olvidar mencionar que solucionar que el tema  palestino «es el primer paso para dar solución a Medio Oriente, Irak, Irán,  Jordania». De ahí que reivindicara la reforma del sistema de la ONU para que el  derecho de veto no actúe dejando al resto de países «como elementos  decorativos».
Salah hizo un llamamiento «de  corazón para que los que nos quieren oír piensen en términos humanos y políticos  en busca de una paz equitativa». El activista afirmaba que los que mayor  responsabilidad tienen son los palestinos. «Los suyos cuentan con ellos». «Se  han sacrificado generaciones enteras mártires en las masacres de Sabra y  Shatila, en campos de refugiados en el sur del Líbano o los que viven en Irak  por ser sunnitas».
Y no le tembló la voz al  afirmar que es EE.UU. quien está tras Israel. «El movimiento sionista siempre ha  sido aliado del capital». De ahí que Salah recordara su proposición de crear una  plataforma solidaria con los refugiados para que las organizaciones a favor del  retorno trabajen juntas en todo el mundo.
La fuente: La autora  es periodista del Diario Levante – El Mercantil  Valenciano.


