Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
La horrenda masacre de miles de víctimas inocentes perpetrada el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, atrajo gran atención sobre el problema del terrorismo, Osama bin Laden y al-Qaida.
Los medios y los políticos no han dejado de hacer determinadas insinuaciones desde entonces sobre los árabes y los musulmanes, en referencia a Oriente Medio y al conflicto palestino. Pero en ningún sitio hay mención alguna del terrorismo israelí en relación con este conflicto.
El terrorismo se puede definir de muchas formas. Una definición interesante fue la que propuso el destacado intelectual Noam Chomsky, quien escribió: «Hay una característica clave en el nuevo lenguaje contemporáneo acerca del ‘terrorismo’: siempre se alude a los actos violentos de Ellos, nunca a los Nuestros».
Sin embargo, se elabora otro tipo de definición cuando los hombres, mujeres y niños asesinados son palestinos y los pistoleros o pilotos que les matan son israelíes. Se nos dice que esa forma de terrorismo no es tal terrorismo, que no es más que un mero acto de represalia, autodefensa o de lo que definen como «terrorismo civilizado».
El difunto profesor Israel Shahak, superviviente del Holocausto, que después fue presidente de la Liga Israelí por los Derechos Humanos y Civiles, escribió: «No hay nada nuevo en el hecho de que Israel es un estado terrorista que, casi desde sus inicios, ha utilizado a su servicio de inteligencia (el Mossad) para asesinar a gente en suelo extranjero mediante cualquier acto de violencia o terrorismo que ha considerado necesario para alcanzar sus fines».
Las acciones del estado de Israel desde su creación, y las de las bandas terroristas (el Stern, Irgun Zwei Leumi y la Haganah) que las llevaron a cabo, atestiguan el largo historial de Israel en el terrorismo, no sólo en Oriente Medio sino también en el escenario internacional. Ese historial es inmenso y llevaría volúmenes relatarlo todo, pero me referiré sólo a unos cuantos ejemplos:
El asesinato de dirigentes e intelectuales palestinos en Europa y en Oriente Medio ha continuado sin tregua durante años. Ahí se incluiría el asunto Lillehammer, que se produjo en Noruega en 1972, donde un inocente camarero marroquí fue asesinado por error en lugar del palestino seleccionado como objetivo; en 1985, en Bruselas, el asesinato del diplomático y académico palestino Naim Khader, y tantos otros más.
Fathi Shikaki fue asesinado en Malta en 1995 por orden de Yitzhak Rabin. No debe olvidarse tampoco el papel de Ehud Barak, disfrazado de mujer árabe, en el asesinato en Beirut en 1975 de tres dirigentes palestinos, entre los que se incluía el poeta Kemal Nasser.
Los asesinatos selectivos perpetrados por Israel de palestinos descritos como activistas, así como de meros civiles inocentes, prosiguen hasta el momento actual. Los asesinatos israelíes no se limitan a los palestinos, también incluyeron, por ejemplo, al ministro británico Lord Moyne en 1944 en El Cairo, planeado por Yitzhak Shamir.
Un crimen horrible fue el cometido en Jerusalén el 17 de septiembre de 1948, con el asesinato del aristócrata sueco Conde Folke Bernadotte, mediador de Naciones Unidas, por orden de Yitzhak Shamir, quien después se convirtió en primer ministro de Israel. El pecado que cometió el Conde Bernadotte fue recomendar, como mediador de Naciones Unidas, que los palestinos que Israel había expulsado de sus hogares debían tener derecho a volver a sus casas. Esta recomendación constituyó la esencia de la Resolución nº 194 de Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1948, que estipula el derecho al retorno de los refugiados palestinos tan pronto como sea posible.
La utilización israelí de armas químicas figura también en su historial, como ocurrió en el frustrado intento de asesinato de Khalid Mescal en Ammán en 1997, ordenado por el primer ministro Benjamín Netanyahu.
Aunque pueda parecer increíble, también se considera con indulgencia el desarrollo del bioterrorismo israelí.
El primer acto de piratería aérea en la historia de la aviación civil fue llevado a cabo por Israel en 1954, cuando un avión comercial civil sirio fue obligado a aterrizar en Tel Aviv, reteniéndose a los pasajeros y a la tripulación como rehenes, a pesar de la condena internacional.
La primera vez que se derribó un avión comercial fue también autoría de Israel cuando un avión comercial libio fue atacado en febrero de 1973 por aviones de combate israelíes sobre el Sinaí por orden de la primera ministra israelí Golda Meir, matando a 107 de los pasajeros y a toda la tripulación, de nacionalidad francesa.
El terrorismo israelí no se limita a palestinos, árabes y europeos, sino que también incluyó a su más estrecho partidario y aliado, Estados Unidos. En 1954, agentes secretos israelíes bombardearon los centros diplomáticos estadounidenses en El Cairo y Alejandría (conocido como el Affair Lavon), intentando culpar a los egipcios. Seguidamente Israel condecoró al autor de los hechos, Marcello Ninio.
En junio de 1967, las fuerzas israelíes atacaron y hundieron el buque espía estadounidense USS Liberty y ametrallaron los botes salvavidas, matando a 35 soldados estadounidenses e hiriendo a 170, en un intento por ocultar sus propias comunicaciones secretas, y de nuevo culparon de los hechos a los egipcios. Hasta ahora, por increíble que parezca, el Congreso de EEUU se niega a investigar ese crimen, como han exigido los supervivientes de la tripulación. Ni que decir tiene que ni se impusieron sanciones ni se pidió la extradición de los autores.
Ni los judíos se salvan del terror sionista. En 1940, la banda terrorista Irgun Zwei Leumi de Menachem Begin bombardeó el buque Patria en el puerto de Haifa, matando a 240 refugiados judíos, culpando esta vez a los británicos en un intento de conseguir beneficios políticos.
En 1950-51, se enviaron a Iraq varios agentes israelíes con la orden de lanzar granadas de mano en la atestada sinagoga de Massauda Shem-Tov, causando numerosas muertes y culpando a los iraquíes para así animar a los judíos iraquíes que no estaban muy decididos a emigrar a Israel a que lo hicieran.
El terrorismo israelí contra los palestinos prosigue sin tregua, incluyendo asesinatos, torturas, expropiación de la tierra para crear asentamientos ilegales, demolición de miles de casas, de pueblos y ciudades enteras, por no mencionar las numerosas masacres perpetradas, como las de Deir Yassin, Qibya, Sabra y Shatila, Yenin y Gaza.
Los palestinos de Cisjordania llevan ya 34 años bajo ocupación ilegal, en desafío del derecho internacional y de las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Israel describe como terrorismo sus actos de resistencia, pero el derecho internacional reconoce el derecho de todos los pueblos a resistir la ocupación extranjera.
Ocupación es violencia, y poner fin a la violencia llevará paz y seguridad a israelíes y palestinos, Israel debe cumplir el derecho internacional y retirarse completamente de todos los territorios ocupados en 1967, incluido Jerusalén Este.
Los actos de beligerancia israelíes van más allá de su desafío del derecho internacional y de las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas hasta la violación de sus propios acuerdos con la Autoridad Palestina.
Su reciente reocupación de siete pueblos y ciudades en las áreas autónomas palestinas es ilegal. El pretexto ahora utilizado es el reciente asesinato del ministro de turismo israelí Rehavam Zeevi por miembros del Frente Popular para la Liberación de Palestina, en represalia por el asesinato de su dirigente Mustafa Zibri dos meses antes.
El asesinato del Sr. Zibri fue uno de los cincuenta dirigentes palestinos asesinados el pasado año. La invasión de esas ciudades, incluidas Belén y Beit Yala, utilizando tanques y aviones de combate Apache, ha provocado la demolición de decenas de casas y la matanza de alrededor de cincuenta palestinos, en su mayoría mujeres y niños.
La invasión de esos pueblos y ciudades prosigue su marcha desafiando la condena internacional y el llamamiento a una retirada inmediata hecho por EEUU, el aliado de Israel, su benefactor e incuestionable partidario. Pero nada importa, Israel está por encima del derecho internacional.
El difunto historiador canadiense Frank Epp, cuando era presidente de la facultad Grebel de la Universidad de Waterloo, escribió: «Es verdad que gentes identificadas como palestinos han perpetrado actos terroristas. Pero hay otro terrorismo mucho más vicioso y bestial, que es el de la desposesión y desplazamiento forzosos de los palestinos. Sin embargo, el terrorismo perpetrado por los palestinos, aunque sea condenable, es tan sólo un minuto en comparación con el cometido contra ellos. Los medios de comunicación no han registrado nunca de forma adecuada ese hecho».
La tragedia del pueblo judío de Israel por los crímenes que se cometen en su nombre, queda subrayada en la declaración hecha por el destacado historiador británico Arnold Toynbee, quien en una conferencia pronunciada en 1961 ante una audiencia, mayoritariamente judía, dijo: «El trato que los árabes recibieron de los judíos en 1948 es tan moralmente indefendible como la carnicería perpetrada por los nazis contra seis millones de judíos… Lo más trágico que puede haber en la vida humana es cuando un pueblo que ha sufrido impone a su vez sufrimiento a los otros».
El pueblo palestino sigue exigiendo un atisbo de justicia. Porque sin justicia no habrá paz en Oriente Medio ni para árabes ni para judíos.
El Dr. Ismail Zayid nació y creció en Beit Nuba, Palestina. Es autor de dos libros: «Palestine: A Stolen Heritage» y «Zionism: The Myth and the Reality».
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