Solidaridad con el pueblo francés. El mundo está de luto. Los atentados terroristas perpetrados por ocho (cinco de los cuales han sido ya identificados) militantes que utilizaron cinturones de explosivos y armados con ametralladoras en París, adjudicados por el Estado Islámico (EI) han dejado 129 muertos y 352 heridos -99 de los cuales en estado […]
El mundo está de luto. Los atentados terroristas perpetrados por ocho (cinco de los cuales han sido ya identificados) militantes que utilizaron cinturones de explosivos y armados con ametralladoras en París, adjudicados por el Estado Islámico (EI) han dejado 129 muertos y 352 heridos -99 de los cuales en estado crítico-, el pasado viernes 13, no son hechos aislados. Los intereses geopolíticos de Occidente, principalmente de Estados Unidos de América (EUA), pero también de la vieja Europa están atrás.
El pulpo extiende sus tentáculos; invade, se revela atendiendo a su naturaleza, origen, financiamiento y finalidad para sembrar muerte y terror. Acorralados, atemorizados, perseguidos, mermados y con altas pérdidas materiales, territoriales y bajas perpetradas por los ataques de la aviación rusa primero, y la ofensiva del ejército sirio después, el autollamado «estado islámico» (que ni es estado ni le interesa el islam) y el Frente al-Nusra están siendo replegados.
Atacados pero no derrotados. El terrorismo, sobre todo del EI, es posible que desde los bombardeos rusos iniciados el 30 de septiembre, esté experimentando un cambio de piel -de estrategia y método- para renovar su ofensiva militar. Mas no para mudar sus fines, como quitar el dedo del renglón de permanecer y hacer pedazos al país sirio, llevarlo a la ruina (hoy Siria está destruida en un 80%) para, tras de eso, contribuir al derrocamiento de Basar Al-Assad, el presidente legítimo que Washington detesta y quiere fuera del poder a como dé lugar.
En otras palabras, ambas vertientes… Primero: que el EI, un brazo armado de Al Qaeda y por tanto creado por los EUA desde los tiempos de la invasión a Irak en 2003, se extendió gracias al apoyo «financiero y moral» principalmente de Arabia Saudita (el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, lo señaló en agosto 2014; con información de Deutsche Welle), pero también de Catar, Kuwait, los Emiratos Árabes (informó Günter Meyer, el director del Centro para la Investigación sobre el Mundo Árabe de la Universidad de Maguncia, en Alemania), sin olvidar a EUA (el hoy candidato republicano Rick Santorum denuncia que Obama y Hillary Clinton crearon el EI, lo mismo que financiamiento y armas de la hoy precandidata demócrata a la presidencia, según ex juez Andrew P. Napolitano. Ver http://bit.ly/20WLIQe) y Turquía (el presidente Tayyip Erdogan no se ha unido a la «coalición internacional» encabezada por EUA contra el EI). Vladimir Putin, el presidente ruso, señaló ayer en la Cumbre del G-20 que individuos de 40 países, incluidos del G-20, están financiando el terrorismo.
Segundo: se trata de un ejército de mercenarios que ha invadido Siria con la finalidad de convertirlo en un «país libre», como el experimento ocurrido antes en Irak donde se derrocó a Sadam Hussein para un «restablecimiento de la democracia» que nunca llegó. O sea, ambos pretextos han sido creados por intereses geoeconómicos y geopolíticos de EUA y sus socios europeos en la región, bajo el pretexto de la yihad. Los fines que persigue Occidente en Oriente Medio se centran en el control del petróleo y el gas; en las reservas, los pozos y las vías de traslado y abastecimiento al mercado europeo. Recordemos que la invasión del EI en Siria rápidamente tuvo por finalidad apoderarse de los pozos, convertidos en objetivos militares (léase la ciudad de Al Raqqa, Siria, convertida pronto en capital del califato).
De ahí el pulpo se abasteció, vendiendo el producto en el mercado negro y obteniendo ganancias millonarias calculadas en por lo menos $1 millón de dólares diarios (sin contar otros ingresos, como la venta de tesoros arqueológicos robados y el posible cobro de impuestos de ciudades bajo control, cantidad que podría alcanzar los $3 millones diarios, o los 100 mdd al mes); una fuente de financiamiento para la compra de armamento y seguir con el «negocio» de la «propagación del islam». Ya desde el apoderamiento de Mosul, en Irak en junio de 2014, se dijo que el EI se embolsó $400 millones de dólares del Banco Central, convirtiéndose así en el grupo de mayores ingresos incluso que Al Qaeda.
Perdido como está el proceso para derrotar en Siria por la presencia militar rusa a petición de Assad, Occidente insiste en dos vías: la diplomática con intervención de la ONU para que «los sirios decidan su futuro», se propone un armisticio y la formación de un gobierno de transición en seis meses y la elaboración de una Constitución siria para realizar elecciones en 18 meses (acuerdo en Viena del día 15, con presencia de los cinco del Consejo de Seguridad, más Alemania, Arabia Saudita e Irán); y la vía armada, que por un lado está haciendo agua por los rusos, pero por el otro Occidente no quiere abandonar.
Bashar Al-Asad ha responsabilizado a Occidente al referirse a los atentados en París reivindicados por el EI la noche misma del viernes. Dijo: «La política errónea de los países occidentales, sobre todo en Francia, contribuyó a la expansión del terrorismo». Luego entonces, ¿por qué Francia?, fue la primera interrogante que todo el mundo se hizo tras los actos criminales apuntados a la lista de Daesh (acrónimo del EI) por el presidente Françoise Hollande. La respuesta está en sus fines geopolíticos en la región, ni más ni menos que los de Washington, pero convertidos en propios.
Así resulta que el «acto de guerra» y el «horror» (Hollande) en que se convirtió a París el pasado viernes 13, puede encontrar una explicación en la ambivalente política de Francia de apoyar la «lucha contra el terrorismo» (presunta) que mantiene a su vez a los yihadistas vigentes; recuérdese que Rusia logró en un mes lo que en un año no alcanzó la «coalición internacional» (formada de 30 países más la ONU; de mayor actividad Francia con 700 hombres, Reino Unido con 400, Alemania 270, Australia 250, Bélgica 250, Países Bajos 120, Dinamarca 100, EUA 70, Austria 60, Noruega 50, Irlanda 30 y Suecia 30; fuente: The Independent, http://bit.ly/1ONfHGc), de ahí la confirmación de sospechas del apoyo a los terroristas por parte de Occidente. Porque Francia comparte responsabilidades con EUA y Arabia Saudí.
Por lo mismo, Hollande se apresuró a reaccionar militarmente contra el «estado islámico», tras el 13/N este domingo, como medidas de autodefensa. Se propuso, en la sede de Raqqa, atacar el puesto de mando, el centro de reclutamiento de combatientes, un depósito de armas y municiones; además, el campo de entrenamiento, objetivos previamente identificados. Por lo pronto, el G-20 se ha pronunciado por atacar a los terroristas del EI. Es lo menos.
Entretanto, EUA ya tiene a un aliado más activo en contra de Assad. Una reacción quizá planeada por aquellos que se la pasan ideando guerras continuas en el mundo globalizado. Los representantes de los grandes intereses como son los corporativos multinacionales que financian las guerras como la mejor herramienta para conseguir sus fines, geoeconómicos y geopolíticos. Y, como en este caso, para tratar de contrarrestar la fortaleza rusa y de Vladimir Putin en la región, que no saben cómo detener.
Por último cabe señalar: no falta quien mencione que se trató de autoatentados, ataques de «falsa bandera», los ocurridos en París donde murió gente inocente. No sólo ahí, pues también se han perpetrado atentados en Beirut, Ankara y Egipto; por los fallecidos de estos países vale también el luto. Quizá ahí encontremos las respuestas al «por qué» de tragedias como la parisina del 13/N. El peligro es mundial, no solo de Francia. En fin, las cosas están siempre peor de lo que aparentan.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.