– Los días previos a embarcar. Llegamos a Estambul el día 10 de Mayo pensando que la salida de los barcos era inminente, seguramente por la falta de un idioma común no entendimos bien lo que nuestros compañeros turcos pretendían trasmitirnos por email pero el caso es que los barcos no saldrían hasta como mínimo […]
– Los días previos a embarcar.
Llegamos a Estambul el día 10 de Mayo pensando que la salida de los barcos era inminente, seguramente por la falta de un idioma común no entendimos bien lo que nuestros compañeros turcos pretendían trasmitirnos por email pero el caso es que los barcos no saldrían hasta como mínimo el día 24 de Mayo. Encontrándonos esta situación, Laura y yo decidimos lo que mejor sabemos hacer; grabar unos clips de nuestra estancia en Estambul, de quienes serían los componentes de la Flotilla (aprovechando nuestra privilegiada situación de ser los primeros en llegar), recoger las diferentes actividades de homenaje a los refugiados palestinos en el día de la Nakba (15 de Mayo) y ya de paso, investigar las reacciones que la Flotilla comenzaba a despertar en diversos medios de comunicación tanto nacionales (turcos) como internacionales, dedicando especial atención a la prensa digital israelí.
Entre el día 10 y el día 15 los días transcurrieron tranquilos. En nuestro camino aparecieron nuevas amistades que nos trataron como ángeles. Nos ayudaron con el idioma haciendo de traductoras, nos guiaron por la ciudad, nos enseñaron a movernos en transporte público y nos abrieron las puertas de esa parte de Estambul que solo se puede conocer cuando los nativos te llevan de la mano.
El día 15, recorrimos diferentes puntos de la ciudad visitando las actividades previstas en homenaje a los refugiados palestinos y recogimos muchas imágenes y testimonios de palestinos asentados en Turquía que nos contaron sus actividades y sus historias personales, muchos de ellos eran de Gaza y cuando les decíamos que participaríamos en la Flotilla nos abrazaban y celebraban que desde España hubiese representación en ese viaje que ellos veían como un viaje cargado de esperanza para el futuro de su pueblo. En varias carpas se exhibían dibujos hechos por los niños de Gaza tras la guerra del mes de enero del 2009 mientras músicos palestinos sonaban dabke y hacía bailar a una multitud. Este día fue el primer día que nos metimos en la piel de aquellos que fueron expulsados por Israel de su tierra y sin duda, el mas emotivo hasta que nos subimos el barco.
Entre el día 12 y el día 24 seguimos recogiendo testimonios de trabajadores de la ONG turca IHH y de los participantes internacionales que irían en la Flotilla acompañados por nuestras nuevas amistades, comenzamos a recorrer la ciudad visitando y grabando mercados benéficos espontáneos gestionados por jóvenes que vendían ropa y comida con el objeto de recaudar fondos para donárselos a la ONG turca que hacia de anfitriona y que con ellos pudieran comprar materiales para los orfanatos de Gaza. También asistimos a dos actos de solidaridad con la Flotilla desarrollados en grandes polideportivos llenos de gente (una asistencia que se contabiliza por miles) en los que se vendían diferentes materiales con el mismo objeto y se recogían donaciones destinadas a proyectos con la infancia.
Estos actos nos resultaron impresionantes. Los ponentes se intercalaban con grupos de música bastante populares en Turquía a los que el público hacía los coros a muchas de sus canciones. La decoración de los estadios nos ponía los pelos de punta, miles de banderas palestinas eran repartidas a la entrada de los estadios consiguiendo un colorido efecto en las gradas mientras en las partes mas altas diferentes pancartas de solidaridad con Gaza rezaban por su libertad y el fin de la ocupación de Palestina.
En estos días también fuimos testigos del recibimiento de Izzat Sahin,un miembro destacado de la ONG turca IHH que fue detenido arbitrariamente por Israel en los territorios palestinos mientras estaba legalmente en Cisjordania con la finalidad de intimidar a la ONG turca para que suspendiese la Flotilla. El recibimiento que se le hizo el día 18 en el aeropuerto de Estambul fue espectacular y muy emotivo.
A la vez que estos acontecimientos se sucedían, comenzamos a ver que en los diarios digitales de Israel comenzaban a aparecer declaraciones del ejecutivo sionista bastante amenazantes con la Flotilla.
El día 14 de Mayo escribimos en el blog http://solidariosengaza.
En estos días decidimos tomar contacto con las Embajadas de España en Turquía e Israel con el fin de informarles de nuestra participación el Flotilla y solicitarles asistencia ante las amenazas vertidas contra nosotros, la respuesta que recibimos fue unicamente que recibiríamos asistencia consular debida cuando fuésemos detenidos. Hoy nos preguntamos ¿Si hubiéramos sido nosotros los muertos que asistencia nos hubieran dado? Desde luego no nos conformamos con esta respuesta e intentamos, a través de miembros de nuestra organización en Madrid, que el Ministerio de Asuntos Exteriores se comprometiese a actuar y garantizar la seguridad de la Flotilla ya que entendíamos que al ostentar la Presidencia de la Unión Europea le correspondía garantizar la seguridad no solo nuestra sino del resto de compañeros de este continente en la Flotilla.
Nos consta que se mantuvo una reunió inicial en la que se le hizo entrega al funcionario que nos recibió de un manifiesto firmado por cientos de personas relevantes del mundo académico y cultural en el cual se le pedía al gobierno que apoyase activamente la Flotilla y que declarase publicamente si estábamos protegidos por la legislación internacional como así asegurábamos nosotros. Esta reunión no tuvo ningún efecto aunque si sirvió para que el grupo político Izquierda Unida registrase unas preguntas dirigidas al gobierno relacionadas con que tipo de protección daría a la Flotilla y que saltase a los medios de comunicación.
El día 22 salió el barco Mavi Marmara unicamente portando a la tripulación con dirección a la ciudad sureña de Antalya en una despedida en la que miles de personas participaron de ella. Subidos en pequeñas embarcaciones acompañaron durante breves minutos al buque insignia de la Flotilla.
El día 23 por la noche, salimos de Estambul en autobuses junto con varias decenas de activistas a encontrarnos con el barco que nos llevaría hasta Gaza. Al llegar a Antalya, una cancha de baloncesto haría de improvisado «youth hostel» acogiéndonos en su seno. Bien equipada a todos los niveles nos permitió poder trabajar con internet, ducharnos, conocer a cada uno de los activistas con los que compartiríamos los días siguientes y darnos cuenta de la rica experiencia que comenzábamos a vivir. En los dos días siguientes, la cancha acogió al constante goteo de activistas que llegaban de diferentes partes del mundo por sus propios medios; canadienses, noruegos, irlandeses, británicos, suecos, norteamericanos, indonesios, malayos, australianos, belgas, marroquíes, argelinos, egipcios …. y por supuesto de diferentes confesiones religiosas e ideologías; cristianos, musulmanes, ateos, … Esto nos alegro enormemente ya que hasta estos días la presencia predominante en nuestro entorno eran personas musulmanas y ansiábamos esa pluralidad.
– La despedida, el embarque en el Mavi Marmara y la convivencia
Mientras esperábamos a porder embarcar, pudimos pasear por la ciudad y compartir opiniones sobre el devenir o lo que podríamos encontrarnos una vez que nos acercásemos a las costas de Gaza. Hay que reconocer que ninguna de las personas con las que pude poner en común se esperaba que fuésemos atacados en aguas internacionales. Fue el día 27 por la noche cuando nos subimos por fin al Mavi Marmara tras atravesar exhaustivos controles portuarios en los que se nos registraron los equipajes así como se nos pasaron detectores de metales por todo el cuerpo, que nos garantizaba a todos que entre los activistas no se camuflaban objetos de los que luego nos podríamos arrepentir.
Cada uno de nosotros teníamos que pasar posteriormente por un control de la ONG turca IHH en la que comprobaban que figurábamos en la lista de «invitados» y en la que nos asignaban nuestro lugar para dormir en el barco, a mi me tocó el «salón 2» habilitado unicamente para hombres y en que en los días sucesivos practicamente no pise. Tanto Laura como yo habíamos sido acreditados como prensa al ser los únicos españoles con cámara del barco y tener el objetivo de realizar un documental sobre la Flotilla. Esta acreditación nos permitía acceder a todas las áreas, poder usar las tecnologías disponibles en el buque como los teléfonos vía satélite e internet. También creíamos que en el caso del abordaje podríamos conservar nuestros equipos de grabación y edición gracias a este status.
Tras este control accedí al barco, que ya había tenido la ocasión de visitar durante su estancia en Estambul, y me dirigí de manera inmediata a la sala de prensa donde me descargue de mis bultos; la mochila con mi ropa, una maleta llena de banderas palestinas y libros de nuestra asociación destinados a las escuelas de la UNRWA y una bolsa llena de camisetas de la I San Silvestre Leganense en solidaridad con los refugiados palestinos que se celebró el invierno pasado en Madrid. Quedé sorprendido al ver como estaba montada todo; cerca de 20 ordenadores estaban a nuestra disposición para poder trabajar (se nos prohibió por razones de seguridad usar los nuestros) y un bar abierto 24h. al día sirviendo cafe, comida, zumos, agua …. La sala de prensa se encontraba en la 3ª planta del barco en la parte delantera, de alguna manera recordaba a una pecera ya que desde el interior podíamos ver la parte externa por tres lados diferentes; izquierda, derecha y el frente. Pensé que al llegar a la costa seriamos los primeros en divisar Gaza o en el peor de los casos, a la hora del abordaje también seriamos los primeros en divisar los barcos israelíes.
Con todo los activistas en el barco, partimos por la noche desde Antalya. La gente se ubicaba en el primer rincón que veía libre haciendo de la cubierta una improvisada alfombra de cuerpos encajados que había que sortear para acceder de un lugar a otro del barco. La primera noche no dormí pero las siguientes, Laura y yo encontramos en la 4ª planta del barco un pequeño hueco en la cubierta que hicimos nuestro hasta el ataque.
Los días (o las horas) transcurrían con normalidad aunque con la lógica tensión de sabernos amenazados. Los periodistas cumplían a rajatabla las horas que tenían para retransmitir en directo con sus respectivos canales de TV en el set que había preparado en la terraza de la parte posterior del barco, los periodistas que trabajaban para periódicos no dejaban de hacer entrevistas a todo tipo de singulares activistas, Laura y yo tratábamos de improvisar entrevistas que pudieran ser útiles para colgarlas en nuestro blog que la gente que nos seguía pudiera hacerse una idea de lo que estábamos viviendo entendiendo que esas entrevistas, nos servirían mas tarde para nuestro documental. El resto de personas que venían en el barco compartían principalmente en los salones en los que habían sido asignados o en las cubiertas. De vez en cuando se formaban grupos que a través de la música y de canciones en turco recordaban a Palestina, a los refugiados o a los mártires. No era extraño pasear por la cubierta y encontrase a diferentes grupos de personas cantando a coro o incluso rezando, era algo que le daba al barco un ambiente místico y sin duda alguna generaba una tremenda paz.
No fue difícil establecer vínculos ni con los periodistas ni con el resto de viajeros del barco ya que la colaboración de unos y otros fue excelente en todo momento y no hubo ningún tipo de tensión hasta que tras un día entero esperando en alta mar, no lejos de las costas de Chipre, a que llegarán el resto de barcos que nos acompañarían hasta Gaza, llegó el Challenger II averiado y tuvimos que recoger a los pasajeros que llevaba consigo y acomodarlos en nuestro barco. Al ser pasajeros que no habían pasado por los filtros de selección de la ONG IHH, desde el inicio se hablo de la posibilidad de que alguno de estos pasajeros fueran espías de Israel lo que genero cierto desasosiego en una parte de la tripulación.
Mientras estábamos en alta mar, algunos no habíamos perdido la esperanza de que los barcos pudiesen llegar hasta Gaza y confiábamos en que la diplomacia estuviese funcionando para facilitar nuestra llegada. No en vano, en una reunión con la parte organizadora de la Flotilla propusimos que el Gobierno de España que ostentaba la presidencia de turno de la UE, mediase con la ONU para que este organismo enviase a personas delegadas a supervisar la carga de los barcos y así desmontar las mentiras que el gobierno de Israel venía difundiendo en sus medios de comunicación. Un miembro de nuestra organización (Cultura, Paz y Solidaridad) se reunió en estos días con un alto cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores español con el fin de trasladarle esta propuesta que a nuestro entender, de haberse tomado en serio, podría haber evitado la masacre que padeceríamos horas mas tarde. Ciertamente no teníamos nada que ocultar y así lo hicimos saber.
Recibimos con alegría la nota de prensa que Catherine Alston hizo publica pidiendo el fin del embargo a Gaza y que se permitiese a la Flotilla continuar hasta Gaza e hizo que nuestras esperanzas de cumplir nuestro objetivo se mantuviesen intactas ya que parecía que la diplomacia se estaba moviendo.
– El asalto a la Flotilla
La noche del día 30, tras horas esperando una respuesta del gobierno español que no llegaba, alrededor de las 22h se avisto en el radar varios barcos de la flota israelí y varias lanchas cerca de los cargo que nos acompañaban. Inmediatamente cundió el pánico y todos los pasajeros nos pusimos los chalecos salvavidas. Laura y yo decidimos coger la cámara y grabar un mensaje de alerta para difundir en nuestro blog pidiendo que los políticos actuasen. Nos encontrábamos a unas 85 millas de la costa y a partir de ese momento, el capitán decidió retirarse algo mas hasta coger la ruta marítima en dirección al canal de Suez entendiendo que alejándonos aún mas de la costa, Israel no nos atacaría.
Es a las 04.15h. mas o menos, a la hora del primer rezo para los musulmanes, cuando Israel decide atacarnos.
Laura se encontraba durmiendo en el pasillo exterior a la sala de prensa. Paso por ahí, la despierto, cojo la cámara del interior de la sala de prensa y salimos los dos al exterior. Comienza a grabar Laura mientras yo intento controlar la situación; por donde nos atacan, con que tipo de munición, cuales son los lugares de mayor y menor riesgo en ese momento, etc.
Tras varios minutos decido coger la cámara yo y evitar que Laura corra riesgos y me pongo a grabar desde la cubierta hacia abajo donde decenas de lanchas intentan abordar el barco por ambos laterales echando escaleras en la parte trasera del barco siendo estas escaleras devueltas a las zodiacs como acto de resistencia pacifica. Mientras unas zodiacs intentan abordar el barco, desde otras se disparan bombas de sonido, granadas de fragmentación (pude ver heridos con toda la espalda destrozada y es por lo que supongo que eran este tipo de granadas), gases lacrimógenos y munición de goma en una primera instancia.
Tras 15 minutos así, mas o menos, desde las zodiacs y desde los helicópteros que comienzan a sobre volar el barco se comienza a disparar con fuego real y comienzan a producirse los primeros heridos en el barco antes de que se hubiesen posado dentro del barco. Es en la parte de atrás del barco, en la 3ª planta, cercano al set de TV, donde veo el primer herido de bala siendo transportado por varios activistas a los que me uno y le tumbamos en uno de los bancos de la cubierta del barco. Un señor mayor le quita el chaleco salvavidas e intenta reanimarle y es en ese momento cuando me retiro de esa escena para seguir grabando con la cámara en el lateral izquierdo del barco a las zodiacs y al los helicópteros que nos sobre vuelan.
De repente, recibo un impacto de una bomba de sonido en la cabeza que me deja mareado y alguien me introduce en el interior del barco, en lo que me pareció una sala de control. A los pocos minutos recobró el sentido y salgo de esa habitación muy alterado gritando el nombre de Laura ya que no sabía donde estaba.
Fatima, una compañera belga que escucha mis gritos, me dice cerca de la sala de control de que Laura no está allí así que decido ir al sitio donde la ví por última vez. Me recorro toda la cubierta de la tercera planta del barco pegado a las paredes y esquivando el laser de los francotiradores en busca de Laura y gritando su nombre. Ella seguía en el cuarto piso. Me escucha y baja a reencontrarme al final de las escaleras de la cubierta.
En esos momentos me doy cuenta que el suelo de la cubierta tiene mucha sangre y comienzo a oír ráfagas de lo que creo que son metralletas y veo que por detrás de donde me encuentro en ese momento junto a un compañero noruego y un periodista turco (que posteriormente fue asesinado con un disparo entre ceja y ceja), traen a un señor con varios disparos y en estado inconsciente. Sigo al cuerpo con la cámara en mano y entro en el interior del barco donde veo que un doctor trata de reanimar a una persona que parece muerta mientras Osama reparte trozos de cebolla para paliar los efecto de los gases lacrimógenos. Le paso la cámara a Laura y decido salir al exterior a ver cual es la situación. Justo al salir hieren de bala en una pierna a un señor turco que estaba asomado por la borda justo a mi lado y vence su cuerpo hacia mi por lo que le cojo y pido ayuda para meterle en el interior.
Nos damos cuenta que los soldados ya han tomado la parte de abajo del barco y la parte alta por lo que decidimos ir hacia la sala de prensa y esperar.
A los pocos minutos comienza a escucharse por la megafonía del barco en varios idiomas; ingles, hebreo y árabe, que nos sentemos todos y mostremos nuestro pasaporte en las manos a la vez que se avisa a los soldados israelíes que tenemos muchos heridos y varios muertos, que somos civiles y que no disparen contra civiles, que estamos desarmados y que evacuen a los heridos.
– La detención
Desde que entramos en la sala de prensa hasta que llegaron los primeros soldados a la zona donde estábamos, el tiempo se nos hizo eterno. En la sala nos encontrábamos compañeros suecos, griegos, David, Laura, yo y la mayoría de periodistas turcos que iban en el barco. Los compañeros turcos eran los que mas inquietos estaban por la situación y entre unos y otros intentábamos hacerles ver de que no había nada que temer, que éramos prensa y que respetarían nuestro status. En ese momento no sabíamos ni cuantos muertos ni cuantos heridos teníamos y por supuesto, tampoco sabíamos que nuestro compañero turco, el responsable de la sala de prensa, había sido asesinado con un tiro en la cabeza.
El exterior de la sala de prensa estaba rodeada de bancos en la cubierta con decenas de compañeros sentados en ellos a la espera de su detención. De repente comenzaron a llegar soldados apuntando tanto a los compañeros que estaban fuera como a nosotros con el laser y fue cuando realmente tomamos conciencia de la situación y de como nos tratarían.
Los soldados comenzaron a levantar a uno tras otro de los compañeros que estaban en el exterior y a ponerles bridas de plástico a modo de esposas, una vez sujetos se los iban llevando a otro lugar que quedaba fuera del alcance de nuestra vista. A algunos de estos detenidos les cubrieron la cabeza con lo que parecían ser bolsas de plástico o trapos brillantes haciendo imposible que pudieran caminar sin tropezarse reiteradamente y recibiendo golpes en la cabeza y el estomago a causa de ello.
Durante todo el tiempo que duro la detención y traslado de nuestros compañeros, nosotros estuvimos continuamente apuntados por las armas de los soldados y el laser iba saltando del cuerpo de uno al cuerpo de otro de manera constante.
Tras llevarse a todos nuestros compañeros vinieron a por nosotros. La sala de prensa tenía tres puertas; dos a los laterales que comunicaban con las cubiertas de manera directa y la que daba a un pasillo que comunicaba con otras partes del barco. Los soldados intentaron entrar por la puerta derecha en primer lugar sin éxito y posteriormente intentaron entrar por a puerta izquierda y tras varios intentos consiguieron abrirla.
Nos fueron llamando uno a uno sin dejarnos coger nuestras cámaras de vídeo o de fotos, ni nuestros ordenadores ni mucho menos nuestras mochilas. De espaldas a ellos, fueron sacándonos uno a uno, nos registraron meticulosamente y solo nos permitieron llevar con nosotros el pasaporte y los documentos que llevábamos encima en ese momento. Tras el registro, dos soldados me giraron en dirección a la parte posterior del barco y pude ver como se acumulaban hasta 4 o 5 filas de musulmanes puestos de rodillas con las manos esposadas en la espalda y con la cabeza agachada mirando hacia el suelo mientras eran todos apuntados con metralletas. Esa primera imagen me ocasionó un gran impacto.
A mi me sentaron en uno de los bancos de la cubierta junto a otros europeos, sin esposar y frente a varias filas de árabes en la posición descrita anteriormente.
Pasamos en esa posición muchas horas y mientras el barco navegaba hacia Ashdot, un helicóptero sobre volaba a muy baja distancia el barco ocasionado un terrible aire que hacia que cientos de cosas que estaban en la planta superior volasen hacia el mar. Una de esas cosas fue una de las muchas pancartas que estaban sujetas a la barandilla exterior del barco y que al soltarse por el viento de uno de sus lados, uno de los palos laterales impacto contra la cabeza de un señor mayor, a la altura del ojo, y comenzó a sangrar en abundancia. Al ver esto, me levante y comencé a estirar de la pancarta para acabar de arrancarla y evitar que con el viento diese a nadie mas.
Al ver que los europeos teníamos un trato preferente, varios compañeros decidimos hacer ver a los soldados que las manos de nuestros compañeros musulmanes estaban moradas de lo apretadas que tenían las bridas y comenzamos a reclamar a los soldados que les aflojasen las ataduras. Lo conseguimos con unos cuantos hasta que nos dejaron de escuchar.
En todas estas horas que estuvimos en la cubierta, una parte importante de los soldados se mantuvieron entretenidos rompiendo todo lo que encontraron en el interior del barco como pudimos comprobar mas tarde. Desde el exterior escuchábamos los ruidos de dentro pese al helicóptero así como ladridos de perros.
Pasadas unas horas y cuando los soldados estimaron que era oportuno, decidieron separarnos inicialmente por sexos; mujeres a un lado y hombres a otro. Dentro de esta separación, a los hombres nos separaron en periodistas y activistas y a mi, inicialmente me pusieron con los periodistas. Uno a uno nos hacían bajar a los salones que horas antes habíamos usado para compartir entre nosotros y fue entonces cuando vimos todas nuestras pertenencias estaban desparramadas por el suelo y muchas de ellas rotas.
Nos hicieron pasar por encima de una montaña de ropa y de bolsas de aseo y nos obligaron a sentarnos. En todo momento estuvimos apuntados por soldados encapuchados e inicialmente nos dejaban hablar entre nosotros hasta que vino lo que debía de ser un oficial y nos mando callar a todos. Este oficial me señaló, me obligo a levantarme y dio la orden a dos soldados para que me pusieran bridas a modo de esposas en mis manos y en la espalda. Tras ser esposado, me apartaron del grupo en el que me encontraba y me arrojaron a un asiento aislado bajo la atenta vigilancia de un soldado que no dejo de apuntarme en ningún momento.
Desde donde me encontraba pude ver como a un compañero de origen palestino le pusieron inicialmente de rodillas sobre el montón de ropa que anteriormente habíamos tenido que atravesar mientras lo soldados se ensañaban con él dándole golpes. Le colocaron una bolsa negra en la cabeza y le sacaron a la parte externa del barco a empujones y patadas. Le obligaron a ponerse de rodillas sobre dos cilindros de metal, algo que era imposible porque el viento que generaba el helicóptero le impedía mantenerse recto. Cada vez que se caía hacía algún lado, era agredido de manera muy violenta. Recuerdo que pensaba que el siguiente sería yo en recibir ese trato ya que no entendía porque me habían separado del resto del grupo en el que inicialmente me habían ubicado.
Pasaron muchas horas en las que no pude hablar con nadie exceptuando una chica iraní que me daba de beber y de la diputada Haneen Zoabi que atendía a mis reclamos para que los soldados me dejasen ir a orinar. Haneen Zoabi era la única persona que podía moverse con cierta libertad por los salones debido a su condición de diputada y era la persona que todos utilizábamos para interceder con los soldados para ir al baño o cualquier otra necesidad que pudiésemos tener.
Mientras me encontraba en el asiento en el que me habían ubicado, asistí a una imagen que me impacto por lo brutal que me pareció. El religioso Hilarión Capucci, tras muchas horas sentado se levanto para estirar sus piernas y un soldado le agarro muy violentamente de la parte de atrás de su sotana y lo lanzo contra el asiento. Recuerdo que todos alzamos la voz por semejante trato a una persona tan mayor y que le podía haber ocasionado la rotura de algún hueso y se genero mucha violencia con los soldados que comenzaron a apuntar a todos los que allí nos encontrábamos en la cabeza.
– Puerto de Ashdot
Tras alrededor de 12 horas navegando bajo un infernal calor hacia el puerto de Ashdot, conseguimos llegar a lo que sería nuestro primer contacto con territorio israelí.
De uno en uno nos fueron bajando del barco acompañados en todo momento en el recorrido por el interior del barco hasta la puerta de salida por dos soldados, y entregados a personas vestidas de civil que nos acompañaban hasta el interior de unas carpas que hacían de improvisadas oficinas de inmigración.
No recuerdo que hora era ya que perdí la noción del tiempo, pero estuvimos parados en el puerto de Ashdot no menos de ocho o diez horas antes de que pisase mi primer píe fuera del barco, de hecho, fui de los últimos en abandonar el barco ya que cuando me señalaron para bajar del barco, no quedarían en el salón del barco donde estábamos concentrados mas de 40 personas.
Me entraron en la carpa y lo primero que hicieron fue cachearme de arriba a abajo por delante y por detrás, y quitarnos el pasaporte.
Me encontraron una memoria USB en la que guardaba fotografías que había tomado dentro del barco y me preguntaron que había en ella a lo que conteste que nada importante. Al ver que en mi pasaporte tenía los visados de Líbano y Siria note que cambiaron el tono al dirigirse a mi, de manera amenazante me interrogaron de píe sobre mis viajes a estos países, quienes eran mis contactos, que relaciones tenía y que hacía en esos países cuando viaja allí. Me negué a responder y solicite la presencia de un representante de mi embajada y de un abogado y en ese momento dejaron de preguntarme. Me hicieron pasar por un arco detector de metales y me llevaron don chicos muy jóvenes hacia una mesa en la que me tomaron la filiación y me presentaron un documento en hebreo que me invitaron a firmar a lo que también me negué ya que no entendía lo que decía. El soldado que se encontraba al otro lado del improvisado escritorio llamo a un compañero suyo y en perfecto castellano (con acento argentino) me explico que el papel decía que había entrado ilegalmente en el país, asumía mi responsabilidad y aceptaba mi deportación voluntaria lo que me indigno sobre manera e hice notar mi enfado diciendo que yo había secuestrado en aguas internacionales, me habían trasladado a un territorio que ni por asomo deseaba pisar y encima querían que firmase un papel condenatorio en mi contra.
De este primer control, me llevaron a otro en que volvieron a coger mis datos. De ahí me hicieron pasar a una mesa donde una chica y un chico muy jóvenes me cogieron de nuevo mis datos antes de que un médico me hiciera una serie de preguntas sobre enfermedades que acarreaba conmigo o necesidades médicas.
Tras la breve visita medica me llevaron a otro punto de las carpas en donde una maquina recogió mis huellas digitales y una cámara tomo dos fotografías de mi cara. De este punto me llevaron a una especie de recinto acotado por vallas de metal en el que otros compañeros de la flotilla se encontraban. Poco a poco nos iban sacando uno a uno a otro recinto de las mismas características pero en el exterior del recinto en donde de píe, esperábamos que llegasen los autobuses que nos llevarían a la prisión de Beer Sheva.
En todo este tiempo que estuve en Ashdot no tuve ningún contacto con ningún representante de la Embajada de España en Israel aunque posteriormente me enteré por boca del representante consular que me visito en la prisión que él si estuvo allí pero que no le dejaron tener ningún tipo de contacto con nosotros.
– Prisión de Beer Shiva
En Ashdot me introdujeron en un autobús de prisioneros junto con otros veinte compañeros mas o menos. Era de noche por lo que no pudimos ver absolutamente nada del exterior.
Tras varias horas llegamos a la prisión y de manera separada nos fueron metiendo en módulos. Yo compartía módulo con otros 60 compañeros mas o menos de diferentes nacionalidades.
Le pregunte a uno de los policías que nos guardaban por David y por Laura sin obtener respuesta alguna. Llevaba sin saber de Laura desde que nos separaron en el barco en función del genero y estaba preocupado por el trato que la habían podido dispensar.
En la prisión pasaba el tiempo muy lento. Comencé a sentir claustrofobia y decidí ponerme a caminar haciendo círculos alrededor de los limites que las propias puertas de las celdas delimitaban en el módulo. No puedo decir cuantas vueltas dí pero fueron miles ya que solo me senté para comer un plato de arroz con un trozo de pescado que nos dieron y para atender al representante de la Embajada de España que me vino a visitar ese mismo día por la tarde.
En un momento, se formo una larga cola de turcos esperando a llamar por teléfono por lo que entendí que podríamos llamar a nuestros familiares y me coloqué el último de la fila. Cuando llegó mi turno, el oficial que iba dando paso uno tras otro a los que componíamos la fila, me dijo que yo no podía llamar, que solo los turcos estaban autorizados por lo que me indigne y le dije que no había podido hablar con mis familiares y que ellos tenían derecho a saber de mi. Insistí en mi derecho de hacer una llamada (desconocía si tenía ese derecho pero consideraba importante que mis familiares me pudieran escuchar y que supieran que estaba bien) y vino quién debía de ser uno de los responsables que se dedicaban a interrogar a la gente y chillándome me dijo que el único que podía exigir algo era él y que o me callaba o mis padres nunca sabrían de mi. Ante esta amenaza decidí volver a ponerme a dar vueltas por el módulo con una honda preocupación.
A las 21h de esa noche no encerraron en las celdas. La que yo ocupaba, la compartía con un compañero turco con el que no me podía comunicar.
Estuvimos encerrados hasta las 02.30h. que nos despertaron y nos hicieron salir de las celdas con la idea de que íbamos a ser liberados todos juntos en pocos minutos. Esos pocos minutos se convirtieron en mas de 15 horas de espera en los que como el día anterior, gaste dándome una ducha con agua fría (no había agua caliente donde nos alojábamos) y caminando de manera circular en los diferentes módulos en los que nos alojaron.
Durante ese tiempo de espera nos fueron cambiando de módulos según iban sacando a gente de la cárcel y en uno de ellos fui apartado del grupo por varias personas que vestían de civil y llevado a otro módulo a parte donde fui interrogado. Pregunte a estas personas si alguna de ellas era abogado a lo que me respondieron que no. Durante algo mas de una hora (o eso me pareció), fui interrogado sobre mis relaciones con IHH, en Líbano y en Siria sin responder a sus preguntas. Fui interrogado en castellano (con acento argentino).
Tras este mal rato me volvieron a llevar al módulo del que me habían sacado junto con el resto de compañeros. Nos volvieron a cambiar de lugar juntándonos con otros compañeros, los que seríamos los últimos en abandonar la prisión de Beer Shiva.
En el último grupo en salir, en el que me encontraba, figuraba el presidente de la ONG turca IHH. Nos sacaron del módulo en fila de a uno dirección a la puerta de salida en donde nos subiríamos a un autobús con destino al aeropuerto de Ben Gurion. Uno a uno fuimos llamados y escoltados hasta el bus en donde tomamos asiento hasta que nos dimos cuenta que la policía de la prisión intentaba dejar dentro de ella a Bülant Yildirim, el presidente de la ONG turca IHH. Inmediatamente intentamos salir del bus para llamar la atención de los representantes consulares que se encontraban en la prisión con gritos de auxilio y un equipo de policías antidisturbios intentaba reprimirnos. En pocos minutos y ante el aumento de la tensión, Bülant Yildirim fue liberado y subido a nuestro bus.
El bus era un bus común que permitia ver por las ventanas el paisaje que rodeaba la prisión; un amplio desierto con tiendas de beduinos, camellos y chabolas en su alrededor. Tardamos cerca de dos horas en llegar al aeropuerto de Ben Gurion en donde en su exterior se acumulaban decenas de cámaras de TV recogiendo nuestra llegada.
– La despedida en Ben Gurion
El llegar a Ben Gurion no significaba bajar de los autobuses. Serían alrededor de las 15.30h cuando llegamos ya que me llamo la atención ver a Oscar Mijallo desde el autobús (el corresponsal de TVE) haciendo lo que parecía una conexión en directo para el telediario. Durante algo mas de dos horas estuvimos esperando poder bajar y entrar dentro del aeropuerto.
Tras una larga espera, uno a uno nos iban bajando del autobús y poniéndonos en fila de a uno hasta que se sumaban diez personas. A partir de ahí, nos hacían subir por unas escaleras hasta una sala que parecía cerrada unicamente para nosotros, sin otro tipo de viajeros. Al subir las escaleras pude a ver a Ann Wright junto con otros internacionales que nos recibieron con aplausos.
Los soldados que nos custodiaban nos sentaron en una fila de sillas frente a una mesa de mas de ocho metros de largo que acumulaba grandes tacos de papel y unos sobres trasparentes que guardaban nuestros pasaportes. Al llegar a esta sala pude apreciar unas dosis importantes de tensión y rapidamente me di cuenta de que faltaban compañeros, entre ellos Bülant Yildirim. Pregunte a un compañero palestino que tenía al lado que sucedía y me comento que habían metido al presidente de IHH en una sala entre varias personas vestidas de civil y que pretendían que saliéramos todos en dirección Turquía y quedarse con él. esta situación provoco que nadie de los que allí estábamos firmásemos nada y en un momento, llegaron varios soldados y muchas personas vestidas de civil y comenzaron a pegar a la gente con palos de madera maciza, con patadas y puñetazos.
A mi me tiraron al suelo y dos personas vestidas de civil me agarraban del cuello mientras yo mantenía las manos en alto queriendo decir que no estaba haciendo nada. Desde suelo puede ver como a un activista irlandes que tenía la misma actitud que yo le abrieron la cabeza de un golpe y chorreaba abundante sangre por su cara. A otro activista que estaba tirado en el suelo, le dieron múltiples patadas y puñetazos lo que le provoco tener un ojo morado y grandes gritos de dolor. A un compañero turco le arrinconaron entre cinco personas vestidas de civil en un rincón y le colocaron unas bridas en sus manos en la parte posterior del cuerpo mientras era apuntado en su cabeza con una metralleta por un soldado con la cabeza cubierta y era agredido brutalmente con patadas en su estomago.
Esta situación duro poco mas de 15 minutos. Tras ello nos obligaron a firmar un papel en ingles que decía que aceptábamos nuestra deportación inmediata y hacía referencia a diferentes artículos del código legal israelí que nadie nos explico. A aquellas personas que se negaban a firmar tras la violencia vivida, eran forzadas siendo cogidas del pelo y de los brazos de manera muy violenta. Yo firme ese papel y fui dirigido a la parte en la que se encontraban las compañeras americanas, tras pasar por un control de pasaportes en donde se me devolvió el mío. Me hicieron bajar unas escaleras y me metieron en un coche de policía que me dirigió a un avión de Turkish Airlines donde acabó mi odisea y me reencontré con Laura y David.
En el avión esperamos varias horas hasta que pudo salir dirección a Estambul.
Nuestro material; cámaras, ordenadores, cintas con el material recogido así como la ropa, sacos de dormir y cerca de 600 euros que teníamos en las mochilas, fue robado por el ejército israelí.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.