Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Lo que en principio se anunció como un «Viernes de Unidad» fue de todo menos eso. Pueden llamarle el Viernes de la Desunión, el Viernes de la Intolerancia y la Reacción, el Viernes del Fanatismo Religioso.
Durante semanas, las fuerzas islamistas, sin excepción, han estado denunciando las sentadas de la Plaza Tahrir, difundiendo todo tipo de mentiras baratas, malintencionadas y sensacionalistas contra los manifestantes mayoritariamente laicos, en medio de la agitación llevada también a cabo por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas de Egipto (CSFA), que el 23 de julio ya había incitado a los vecinos de Abbasiya contra los manifestantes.
Las fuerzas islamistas, cuyos líderes, también sin excepción alguna, están de una forma u otra aliados con el CSFA esperando su parte del botín en las próximas elecciones parlamentarias y reformas constitucionales, decididos a intensificar sus movimientos contra los revolucionarios de Tahrir, anunciaron hace dos semanas aproximadamente que estaban haciendo un llamamiento a las protestas masivas en la plaza para «reforzar la identidad islámica de Egipto, denunciar los principios supra-constitucionales y exigir la aplicación de la Sharia islámica».
La tensión se palpaba en la plaza durante los últimos días. No sabíamos qué podríamos esperar del viernes. Algunos esperaban una «invasión islamista», al estilo medieval, con espadas y palos. Otros pensaban que iba a ser un día pacífico.
Algunos, como yo, nos temíamos que habría problemas, pero confiábamos al menos en intentar polarizar a los manifestantes islamistas alrededor de las diferentes demandas que sus líderes habían propuesto. Sugerí que podía darse la bienvenida a los islamistas en las entradas de la plaza para distribuir panfletos sobre los tribunales militares, los detenidos, la tortura, las indemnizaciones a las familias de los mártires y las demandas sociales. Hubo llamamientos por parte de algunos para que se les impidiera entrar. Esto era totalmente imposible aunque pensases que era políticamente correcto. Habría habido una masacre.
Mientras empezaba la cuenta atrás al viernes, los comentarios iban y venían entre los líderes de las protestas, entre representantes de grupos izquierdistas, liberales y laicos con los responsables de los grupos islamistas, incluida la Gamaa Islamiya, el Partido Salafista de la Luz y, por último, pero no por ello menos importante, con los Hermanos Musulmanes. Se anunció un acuerdo por el cual los islamistas votaron no incluir la aplicación de la Sharia en la lista de sus demandas y no atacar ni provocar a los manifestantes laicos. A cambio, los grupos liberales e izquierdistas estuvieron de acuerdo en no enzarzarse en el debate de «Primero Elecciones» o «Primero la Constitución» y prometieron no gritar contra las CSFA (los liberales, en general, no estaban entre quienes llegaron al acuerdo, que eran mayoritariamente izquierdistas, ya que los primeros están cada vez más sometidos al CSFA). Se emitió un comunicado conteniendo un listado de las demandas acordadas por todas las partes.
Lo que sucedió a partir de la noche del miércoles fue una completa desgracia. Los islamistas rompieron el acuerdo. Empezaron ya el miércoles por la tarde a elevar sus posiciones, para después seguir con equipos de sonido con propaganda anti-laica y anti-izquierdistas, llamando a la aplicación de la Sharia y gritando eslóganes a favor del CSFA.
Para ser justos, algunos jóvenes de los Hermanos Musulmanes trataron de intervenir y controlar la situación sin éxito alguno. Los que rompieron fundamentalmente el acuerdo fueron los salafistas. Durante horas y horas, hasta las siete de la tarde del viernes, decenas de miles de islamistas gritaron a favor de la Sharia, del Corán como constitución, intimidando a los activistas laicos y a las mujeres que no llevaban velo.
Los grupos liberales y de izquierda celebraron una conferencia de prensa por la tarde anunciando que se retiraban de las actividades del día, denunciaron a los islamistas por romper el acuerdo, aunque afirmaron que reanudarían la sentada. Los liberales, perdiendo el control, gritaban pidiendo al ejército que protegiera el laicismo del estado. ¡¿El ejército?! Los liberales están solo repitiendo el mismo error de los años noventa, cuando ellos, junto con los estalinistas, se arrojaron del lado de Mubarak en su guerra contra los «fascistas islamistas».
Muchos manifestantes laicos, especialmente las mujeres, decidieron abandonar la plaza, sintiéndose totalmente desazonados por la situación. Otros se quedaron y trataron de ponerse a discutir con los manifestantes islamistas. Hubo también marchas y protestas donde musulmanes y cristianos pidieron un estado laico y la unidad nacional.
A las 7 de la tarde, la mayor parte de los salafistas y los islamistas habían abandonado plaza tal y como pensaban hacer. Muchos de los manifestantes salafistas habían llegado desde zonas rurales, no desde El Cairo. Los autobuses les esperaban para transportarles de regreso a casa desde las plazas de Abdin, Talaat Harb y Abdel Moneim Riyad.
Y fue entonces cuando las fuerzas laicas empezaron a recuperar de nuevo la plaza gritando con fuerza: «¡Estado Civil, Estado Civil!», y otros eslóganes a favor de la justicia social y las indemnizaciones para las familias de los mártires.
Aunque los dirigentes de las fuerzas islamistas están muy ocupados con su oportunismo y clientelismo en relación al CSFA, continúo teniendo esperanzas en que los jóvenes islamistas, aquellos que desafiaron a sus líderes y participaron en el levantamiento hombro con hombro con sus hermanos y hermanas liberales e izquierdistas, rompan filas y se unan a nosotros.
Fuente: http://www.jadaliyya.com/