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El VII Congreso de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)

Fuentes: Rebelión

A casi medio siglo de la creación de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) -fundada el 22 de agosto del año 1961-, tendrá lugar esta semana, entre el 1ro y el 4 de abril, en el Palacio de Convenciones de La Habana, el VII Congreso de la Unión. Resulta significativo el […]

A casi medio siglo de la creación de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) -fundada el 22 de agosto del año 1961-, tendrá lugar esta semana, entre el 1ro y el 4 de abril, en el Palacio de Convenciones de La Habana, el VII Congreso de la Unión. Resulta significativo el silencio mediático de quienes acostumbrar a hacer del más pequeño incidente cubano -cuando no lo fabrican-, un motivo de escándalo, con profusos artículos y comentarios y cientos de miles de reproducciones e impactos en Internet.

¿Dónde están nuestros severos jueces del democratismo burgués? ¿Y los corresponsales de las grandes agencias, que en la capital cubana cubren disímiles eventos y compiten por los temas más intrascendentes, siempre que tengan su arista de crítica política? Al parecer si de la UNEAC se trata nada ha sucedido delante de sus «objetivas» pupilas desde el pasado un año?

¿Y los mercenarios periodistas dependientes de la nómina de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana? Es evidente que para cubrir el tema de la UNEAC no paga el imperio.

El silencio otorga y de hecho es una respuesta. Saben nuestros adversarios perfectamente, qué ha ocurrido con la UNEAC, y pretenden desconocerlo. El público que someten a engaño y manipulación constante no merece saber, no debe razonar.

La UNEAC

La UNEAC es una organización social, cultural y profesional, no gubernamental, con Categoría Consultiva II en el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas. Tiene personalidad jurídica propia y plena capacidad legal, y agrupa en su seno, con carácter voluntario y siguiendo el principio de selectividad, (sobre la base de su currículum artístico y literario) a los escritores y artistas cubanos.

La membresía en la UNEAC se alcanza por un creador, partir del principio de la voluntariedad y luego de poner su obra a disposición de ser evaluada y reconocida, por una comisión de reconocidos especialistas. Ello hace que la valoración de la calidad creativa de la obra de cada uno de los miembros, sea el sólido soporte profesional sobre el que se asienta la organización. Desde su creación la Unión ha estado representada por creadores de reconocido prestigio en todos los ámbitos de la cultura patria. Entre las figuras fundadoras que han estado en su dirección se encuentran: el primer presidente y Poeta Nacional Nicolás Guillén, los novelistas Alejo Carpentier y José Lezama Lima y el creador plástico René Portocarrero.

En ningún otro lugar de América Latina existe una organización semejante a la cubana, que reúna en su seno a diferentes exponentes de disímiles manifestaciones de la cultura, sin embargo este hecho tan singular, no es noticia para el circuito de la «neutra» propaganda de las transnacionales de la información. Menos para quienes han hecho del ejercicio de la desinformación un jugoso negocio.

En su constitución la organización se estableció que los creadores que en ella participan, no sólo son productores y promotores de arte y cultura, sino también activos y conscientes participantes de la construcción socialista en Cuba. Con esta posición dan continuidad a una sostenida tradición, basada en la patriótica vocación de servicio y principios éticos de la intelectualidad cubana.

Desde los tiempos precursores de la nacionalidad y la cultura cubanas, y con particular fuerza a partir de finales del Siglo XVIII, aparece una peculiaridad cuya atención resultará decisiva para entender la historia nacional, y en ella la historia de la cultura: Los sujetos del cambio progresivo, en tanto asumieron la tarea de gestores de la cultura y de la educación popular, fueron además de vanguardia cultural, vanguardia política de su tiempo. Es por ello que no puede concebirse la tradición creadora del pensamiento revolucionario cubano, sin tener en cuenta las ideas y proyectos culturales que le han sido afines. En las luchas políticas emancipadoras, desde las guerras por la independencia en el Siglo XIX, hasta la última contienda libertadora que se desarrolló a mediados de la pasada centuria, los sujetos políticos son orgánicamente intelectuales o devienen en hombres y mujeres de la cultura, en pueblo redimido por la alfabetización, la literatura y el arte. Félix Varela, Carlos Manuel de Céspedes y definitivamente José Martí, consolidaron una tradición que se recreó y multiplicó en las luchas contra la neocolonia, en las victorias de enero de 1959, y en las batallas sucesivas por el socialismo.

La historia revolucionaria cubana es la que hace que en el archipiélago se reivindique de manera permanente un pensamiento de la emancipación y la dignificación humana, que se relaciona con la democratización del producto cultural, con la importancia y la necesidad de ejercer la crítica. Precisamente por eso en la historia más reciente, después del extraordinario acontecimiento cultural de masas en que devino el triunfo de enero de 1959, los intentos de desviarnos de esas esencias, no han pasado de ser momentos de fractura e involución, sin duda traumáticos, pero que han podido rebasarse, desde la cultura acumulada, y sobre todo con la propia acumulación de fuerzas desatadas por las praxis de liberación de la Revolución socialista.

En camino del VII Congreso

La UNEAC llega a su VII Congreso con un importante aval de trabajo y el apoyo de la mayoría de la intelectualidad cubana. No obstante, se manifiestan diversos problemas de organización y funcionamiento en la actividad de la Unión y sus asociaciones. En este período de casi diez años sin Congreso, se acumularon muchas inquietudes, y ante la cultura nacional y en particular en la producción artística y literaria, aparecieron nuevas circunstancias sobre las que la UNEAC, no siempre pudo proyectarse con presteza y eficacia.

A principios del 2007 se hizo público el Llamamiento al VII Congreso de la UNEAC: «Se abre una nueva etapa de reflexión y estímulo para el trabajo intelectual y artístico en esta «hora del recuento y de la marcha unida». Y a tal proclama se ha sido fiel.

Durante el año que ha transcurrido la membresía de UNEAC realizó una profunda reflexión hacia sus propias insuficiencias e inconformidades. Se trabajó inteligente y racionalmente. En esta labor la Comisión Nacional Organizadora del VII Congreso, encontró mucha receptividad. Miembros de la Comisión Organizadora y de su Grupo Ejecutivo, se reunieron con los creadores en la capital y viajaron al interior de la Isla, primero en reuniones y visitas de indagación, de búsqueda e identificación y definición de problemas. Se confeccionaron las listas con las figuras que conformarían las comisiones organizadoras en cada territorio y esas listas se sometieron a la aprobación de los asociados y fueron aprobadas.

Dos fueron los canales principales de este proceso. La organización activó 13 comisiones de trabajo que se reunieron y trataron temas trascendentes como la creación artística y literaria, relación cultura y sociedad, cultura y economía, cultura y turismo, política editorial, derecho de autor, enseñanza artística, relaciones con las instituciones estatales, el trabajo comunitario, jóvenes creadores, patrimonio, ciudad y urbanismo, promoción nacional e internacional del arte y la literatura, entre otras. Una comisión se encargó en particular de los nuevos estatutos que se presentarán a aprobación en el Congreso, y a través de los cuales se aspira alcanzar una mayor eficiencia en el trabajo de los escritores y artistas.

A su vez los intelectuales que agrupa la Unión, más de ocho mil en todo el país, organizados en filiales en todas las provincias, realizaron profundas y críticas reflexiones en asambleas previas al Congreso. Las reuniones pre Congreso, a las que pudieron asistir libremente todos los afiliados, promovieron un acucioso y fructífero proceso de discusión. En general se discutieron una gran diversidad de temas, pero el énfasis estuvo en asuntos de importancia estratégica, en el ejercicio de la misión eminentemente cultural de la UNEAC, y también en sus responsabilidades ideológicas y políticas para con la nación y su proyecto socialista. Este proceso ha tenido lugar con inteligencia, sin perder la objetividad y la alegría. En el se rescató, el espíritu colectivo y reflexivo de la organización, el estilo de encuentro franco y directo de los directivos con los miembros.

Las reuniones pre Congreso, contaron con la activa participación de los dirigentes y funcionarios de los territorios y altos directivos de los ministerios de cultura y sus instituciones, así como de otros ministerios estrechamente relacionados con el trabajo cultural y con la solución de diversas problemáticas de la cultura y los creadores.

El trabajo preparatorio del VII Congreso puso en evidencia la necesidad que tienen el Estado y el Partido, de replantearse el papel de las instituciones culturales con respecto a la creación y a los creadores. Esto es algo que quedó muy nítidamente expresado por los propios creadores en las reuniones previas (Isachi Fernández Fernández: Entrevista a Eliades Acosta, dirigente del departamento de cultura del Comité Central del PC cubano, http://www.eutsi.org). 

Temas en discusión

Con plena democracia expresaron los creadores sus críticas e insatisfacciones, alrededor del funcionamiento de la UNEAC. Hubo aportes minuciosos que sin dudas brindan sustantivos elementos para el trabajo perspectivo y otros más declarativos y generales, aunque no menos valiosos.

En sus asambleas los miembros de la Unión evaluaron aquellos aspectos en los que pueden aportar su esfuerzo. Se analizó el papel que el sistema de la enseñanza artística, nacido casi con la misma Revolución, había jugado en la formación de las actuales generaciones de artistas, y se constató satisfacción por el nivel de recursos puesto en movimiento en estos años, para resarcir el deterioro del sistema durante el período especial. En esta dirección los miembros de la UNEAC hicieron particular énfasis en el aporte que pueden dar a la recuperación de la calidad de la docencia, así como a la preservación y desarrollo del patrimonio pedagógico de las artes.

Se realizó un análisis de los positivos avances que se han constatado en el sistema de la cultura, en particular en la recuperación material de las instituciones después de los años más severos del período especial. La industria del libro ha salido de la crisis y se han fortalecido, en las provincias la labor editorial, con nueva tecnología para publicar libros de autores locales y de la literatura nacional y universal. Y por supuesto afloraron validas críticas hacia aquellos aspectos que a juicio de los artistas y escritores, deben perfeccionarse o definitivamente cambiarse. Hay que resolver además problemas que tienen que ver con presupuestos destinados al desarrollo de distintas manifestaciones artísticas y a la literatura, así como con la recuperación del patrimonio, y la preservación de importantes colecciones bibliográficas y documentales.

Los creadores cubanos se pronunciaron por rechazar de manera vertical, la devaluación de los valores artísticos y condenaron las superficialidades que nos agreden desde la llamada cultura de masas, la mercantilización y la cosificación de la oferta cultural, fenómenos estos que no solo están en el capitalismo que nos cerca desde el «exterior», sino también «dentro» del país, y se manifiestan en unas y otras producciones televisivas, en espectáculos y otras programaciones que hacen concesiones estéticas e ideológicas. Exponentes de la danza advirtieron sobre tendencias negativas que olvidan componentes básicos de la nacionalidad cubana y apuntan hacia lo que describen como «propensiones al blanqueo de la cultura».

Fue recurrente la preocupación por la calidad del producto artístico que se brinda en los medios masivos de comunicación. Se expresaron también los criterios que existen en el seno de la Unión y sus asociaciones alrededor de la prensa, la prensa cultural, la crítica especializada y los medios masivos de comunicación.

En relación con el turismo, se insistió en como había que combatir el peligro de que algunas ofertas y programaciones optaran por una prefabricada y pobre subcultura «para turistas», donde no falta la irrespetuosa utilización de folklore religioso. La cultura cubana está creada y espléndidamente establecida. De lo que se trata es de brindar al turista las mejores expresiones del talento artístico nacional. Una solución propuesta estuvo en la de favorecer las iniciativas ya en curso, de acercar a los turistas a las propias instituciones culturales.

En las asambleas se llamó la atención sobre la urgencia de que sea mayor aún la presencia de la joven vanguardia artística del país en la UNEAC. La Unión tiene en la Asociación Hermanos Saíz, una cantera que aún no ha estimulado suficientemente. Se trata de una organización que agrupa a más de 2500 jóvenes artistas y escritores, entre los que existen creadores que ya son protagonistas de una producción de innegable calidad. Las asociaciones sin perder el rigor a la hora del crecimiento, deben velar por acercar a quienes serán los continuadores de la obra de las actuales generaciones de artistas y escritores, jóvenes con resultados que ya contribuyen por derecho propio al esplendor de la cultura cubana. En similar criterio preocuparse en unir a la UNEAC a creadores con resultados loables, que sin embargo no han manifestado interés por ingresar en la organización.

Los artistas y escritores que viven en el exterior

El tema de los artistas y escritores que viven en el exterior y la publicación de sus obras en Cuba fue objeto de atención en los debates pre Congreso. Esta participación en la vida cultural nacional de quienes residen fuera de Cuba, es parte del dialogo fluido de la nación con su emigración y de hecho tales creadores forman parte del panorama literario cubano actual.

Sin dudas la brutal agresión política e ideológica que se desarrolla contra nuestro país interpenetra este y otros temas de la realidad cubana. Somos objeto de una sostenida guerra ideológica, de intentos sostenidos de subversión político cultural, y no podemos pasar por ingenuos. Existen quienes acompañan las campañas anticubanas, y como explícito pago les fabrican expedientes de «intelectuales» y «artistas», tienen solícitos y generosos patrocinadores -jugosos premios incluidos- y siempre gozan de sobrada promoción. A estos vendepatrias que nos agreden e insultan, más allá de las respuestas que de la lucha político cultural dimanen, no tenemos que hacerles el mérito de nuestra atención.

Hay obras cuyo valor y propuesta trascienden las limitaciones y visiones ideológicas y políticas -muy adversas hacia la Revolución- de sus creadores, y privar a nuestro pueblo y cultura de ellas, sería tan bárbaro, como excluir de nuestras ciencias, los teoremas geniales de un matemático o físico, por la oportunidad de sus posiciones ideológicas o políticas. La idea de separar la posición política de un autor de su aporte a la cultura cubana no es nueva. Empezó en el año 1985, con la publicación un libro de Lilia Cabrera «El monte» un libro fundamental para entender la espiritualidad cubana, las religiones de origen africano, el profundo sentido de esas culturas. No importó para ello que su autora fuera en aquellos momentos una persona muy activa en el campo de la contrarrevolución (Abel Prieto, ministro de Cultura de Cuba: «A Cuba se la sacrifica en un mediocre ajedrez internacional», 20 de marzo del 2006, www.lahaine.org). Un ejemplo más reciente es el tratamiento respetuoso a la obra del historiador Manuel Moreno Fraginals, una figura mayor de la historiografía cubana, que en los últimos años de su vida desertó de la Revolución. (Ver: http://www.lajiribilla.cu/sumario/dossier6.html).

Publicar y promover todo lo progresivo y hermoso que hacen nuestros compatriotas en cualquier parte del mundo, y no cerrarnos por estrechas ideologizaciones, con la más amplia visión de filosofías, estilos y movimientos, es tarea de la Unión. El requisito para todos los de dentro y los de fuera, debe ser el mismo: calidad y trascendencia de su obra. Entonces el problema no se trata de si se publican a unos u otros autores», sino qué se publica y promociona en el país, y además -muy importante- cómo y quien decide.

Cultura, socialismo y Revolución

La estrecha relación entre cultura, socialismo y Revolución se puso de manifiesto en los debates previos al Congreso. Se precisaron las reflexiones sobre la defensa y revalorización de principios ideológicos y políticos de la Revolución Cubana y su programa de futuro: Los fundamentos martianos y socialistas de la Revolución, el debate sobre el socialismo cubano y cuál debe ser su proyecto futuro. Las problemáticas de la actual socialidad cubana, el ejercicio gubernamental, el democratismo socialista y la participación ciudadana en la toma de las decisiones.

Una vez más se esclareció que el concepto «dentro de la revolución todo, contra la revolución nada», expuesto por el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro en las reuniones de 1961 con la intelectualidad, que se conoce como «Palabras a los intelectuales», no es una posición de exclusión, sino una amplísima convocatoria a todas las tendencias (Fidel Castro: «Palabras a los intelectuales», en Revolución, Letras, Arte, La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1975). El propio Fidel considera que dentro de la revolución tiene que haber un espacio para que trabajen y colaboren con nuestra obra cultural, inclusive aquellos intelectuales que no se consideren revolucionarios (Ver: Arturo García Hernández: Entrevista a Abel Prieto, ministro de Cultura, La Jornada, México DF, 26 de febrero de 2007).

La tesis de que es el socialismo la única alternativas para la existencia de la nacionalidad, la cultura y la nación cubana fue objeto de especial atención en los debates. Se demostró como el socialismo en Cuba ha creado condiciones para la mayor libertad humana, base elemental para el desarrollo de la cubanía y el despliegue de una fuerte cultura democrática y popular.

Como proceso de desenajenación de los hombres y las mujeres concretas, y de transformación progresiva de estos y de sus circunstancias, el socialismo no puede ser un proceso fácil, lineal y siempre ascendente. Es -y la historia cultural en la Revolución Cubana lo demuestra- un complejísimo y no articulado movimiento, lleno de contradicciones, no exento hasta de excrecencias, donde la lucha de clases se manifiesta como lucha ideológica, como debate cultural y artístico, estético y siempre ético. En toda esta forja se ha fortalecido la cubanía como condición de identidad. Hay en Cuba una cultura de resistencia, cubanía y universalidad, que se expresa en multitud de formas y manifestaciones, y donde el arte contemporáneo ha encontrado excelentes claves para sus realizaciones. La identidad cultural del cubano de hoy crece, se recrea y expresa, en todo este escenario de complejidades, heroísmos y retos.

El socialismo en Cuba nos ha hecho llegar hasta donde estamos, en el se han formado las actuales generaciones de artistas e intelectuales y con el hemos asumido lo mejor de la cultura nacional y universal de todos los tiempos, escuelas, formas, estilos y manifestaciones.

Se destacó de manera muy nítida la conciencia y el sentido de pertenencia de los intelectuales cubanos, su participación en la batalla de ideas en defensa de la humanidad, en la lucha por la globalización de la solidaridad, frente al enajenante proyecto ideológico y cultural neoliberal. Se ratificaron las posiciones socialistas y antimperialistas, de denuncia contra el bloqueo, las agresiones y planes genocidas del actual gobierno de los Estados Unidos, en el intento de aplastar la Revolución Cubana y retrotraer la historia con una regresión capitalista y la recolonización del país. Los problemas del mundo moderno también están en el universo de preocupaciones de la intelectualidad que se pronunció en el proceso asambleario de la UNEAC y sus asociaciones, en particular la lucha contra la guerra y la protección del medio ambiente

La Comisión Organizadora

La Comisión Nacional Organizadora del Congreso y sus comisiones provinciales y temáticas han realizado una loable labor. Nuestros enemigos guardan silencio sobre estos compañeros y su desempeño, porque la UNEAC una vez rompe su lógica: No son «funcionarios» designados. Si artistas y escritores de amplio y reconocido prestigio nacional e internacional, liderados por el conocido actor y director teatral Sergio Corrieri -fallecido en plenos trabajos pre Congreso-, por el multipremiado poeta, novelista y etnólogo Miguel Barnet, y por brillantes intelectuales como la profesora, ensayista y crítica de arte y literatura Graziella Pogolotti, y el escritor y guionista de cine Senel Paz. Y aquí está la base el éxito de su misión coordinadora.

Estos creadores dieron pruebas de inteligencia organizacional, mesura y visión unitaria, sin por ello dejar de mostrar la energía necesaria para enfrentar momentos difíciles, problemas y criterios adversos. El trabajo del Congreso, coincidió con la protesta y el debate, contra la salida de programas de televisión donde se reconocía a figuras vinculadas con errores de dirección y maltratos en el sector cultural en los años finales de la década del sesenta y principios de los setenta. En la conducción de los criterios e intereses de los intelectuales en tales acontecimientos se ratificó el liderazgo de la Comisión Nacional Organizadora del IIV Congreso. Un logro ostensible descansa en que la conocida como «guerra de los correos electrónicos», por la cantidad de opiniones que se expresaron a través de este medio, se centra ahora más que en las personas, en las ideas, en la recuperación de una historia cuya evaluación crítica estaba pendiente, en el debate y la reafirmación sobre los errores denunciados, de los valores humanistas, democráticos y socialistas.

Trabajaron los miembros de la Comisión Organizadora Nacional en equipo, muy dinámicos y participativos. Con plena conciencia de su responsabilidad histórica. La elección de los miembros del Consejo Nacional de la UNEAC y de los ejecutivos de las asociaciones provinciales será mediante voto secreto. Podrán ser electos o no en el Congreso, hay entre nuestros creadores una inmensa cantera de personalidades, con condiciones, aptitudes y disposición, pero sin dudas estos compatriotas, por la labor realizada, ya han ganado un alto reconocimiento entre todos los asociados y en muchos otros sectores de la sociedad, que se han mantenido atentos a la marcha de los acontecimientos de la UNEAC.

La UNEAC que ya se percibe

La UNEAC que tenemos no solo es expresión y resultado de la voluntad histórica de unidad de la intelectualidad cubana, sino también en su evolución y práctica, es una expresión de este socialismo tan maravilloso como imperfecto-perfectible que realmente tenemos. El proceso del Congreso ha incidido en avanzar hoy hacia una organización más eficiente y resuelta a cumplir con sus misiones.

La UNEAC que ya se percibe en los trabajos preparatorios, en vísperas de Congreso, es una organización abierta, flexible, dinámica en capacidad de impulsar la cultura cubana al interior y al exterior. Una Unión que va en búsqueda del debate y el diálogo entre sus miembros, en vínculo directo con la sociedad cubana, integrada a ella. Una UNEAC vanguardia artístico cultural y masa palpitante, que enseñe y recree sobre los saberes definitivos y trascendentes que están en el pueblo.

Miguel Barnet, y otros escritores y artistas vinculados a la Comisión Organizadora, han insistido en la importancia de las ideas expresadas por la membresía de la Unión e sus asambleas. Consideran que son imprescindibles los talleres de pensamiento, la meditación, la crítica objetiva, mesurada, revolucionaria. Sobre todo la reflexión de todos los problemas que nos atañen. Muchos de esos problemas están indisolublemente ligados a la sociedad y con ella hay que trabajar en su solución. Barnet afirma la necesidad de adelantarse, ver donde otros no ven. Subsanar errores, jerarquizar valores. También considera el directivo de la UNEAC es que si algo puede hacerle daño a la cultura es el igualitarismo a ultranza.

Barnet se ha pronunciado por ir al rescate de los valores fundacionales de la UNEAC. Afirma que la UNEAC no es un sindicato, pero está en la obligación de promover a los escritores y artistas cubanos, de ayudarlos, defenderlos, representarlos. Así mismo afirma favorecer cambios sustanciales en nuestra vida cultural, en nuestra proyección hacia el mundo, y considera que esos cambios serán siempre para mejorar nuestro sistema socialista (Sahily Tabares: Miguel Barnet. El mayor misterio es la creación artística», [email protected]; Ciro Bianchi Ross: Entrevista a Miguel Barnet, Boletín UNEAC, 2007, www.cubarte.cult.cu)..

Aspiramos a una UNEAC que sea una asociación de los creadores más notables del país, consecuentes con la impronta que dejaron aquí los fundadores de la Unión, tan profundamente comprometidos con la cultura, como con el pueblo al que se deben y desde donde surgieron.

Todo listo para una buena y trascendente reflexión

El proceso del Congreso fue un espacio oportuno para resolver un grupo de problemáticas que se habían acumulado. Se ha dado un importante paso con el pago de la actividad oral de los escritores, muy solicitados para impartir conferencias o presentaciones de libros. Ya se han aprobado por el Ministerio del Trabajo nuevas disposiciones legales que garantizarán la seguridad social de creadores sin vínculo laboral estable, y también se ha avanzado en referencia al derecho de autor. Pero otros asuntos quedan pendientes del VI Congreso y del trabajo que posteriormente tendrá que realizarse.

El derecho de autor aún presenta violaciones e insuficiencias. La nueva ley el país debió ponerla en vigor hace años. Las tarifas para las colaboraciones periodísticas vienen desde los años 80. No siempre el escritor recibe lo que le corresponde cuando publica un libro, cuestión que contradice lo acordado en el anterior Congreso de la UNEAC. Con los músicos también hay problemas similares y algunos demoran meses sin cobrar el trabajo contratado. Existen inconformidades con la política de promoción que privilegia a determinados géneros y agrupaciones. Estos hechos no se enfocaron sólo como un interés económico. Los artistas cubanos insistieron en que en la solución de tales comportamientos debe prevalecer sobre todo, el respeto y la valoración por el trabajo artístico y el interés por el papel que desempeña la cultura en el desarrollo de la vida espiritual de nuestro pueblo. Otro de los problemas pendientes está en que existen compañeros que están insatisfechos con el estado actual de la organización y decidieron no asistir, ni participar en los debates.

Quienes en minoría, manifestaron posiciones alejadas en una u otra dimensión del consenso revolucionario, los que realizaron propuestas de indudable matriz liberaloide, u oscilaron entre derrotismos e hipercriticismo, pudieron ejercer su voz con plenitud. La UNEAC preservó con particular cuidado, el derecho a ser escuchados, a disentir, y recibir el trato respetuoso de una membresía madura, que en el propio proceso de análisis y discusión, avanzó sustantivamente su cultura del debate. Este ejercicio de plena libertad de expresión no significó la ausencia de respuesta a los planteamientos ideológica o políticamente desacertados, y la defensa de las posiciones más revolucionarias.

En todas las asambleas y espacios de debate prevaleció el afán por perfeccionar la labor de la Unión y su influencia entre los creadores. Fue mayoritaria la voluntad por aunar criterios y buscar soluciones.

El aflorar de ideas, criticas y recomendaciones en el período preparatorio del Congreso, necesariamente diverso, discrepante, contradictorio, expresó en amplitud y naturaleza del amplio mosaico de criterios y posición de los creadores que se nuclean en la organización. En ellos cohesiona el patriotismo, la valentía, y sinceridad en los planteamientos.

Los mecanismos de elección para integrar los ejecutivos provinciales y ser electos delegados al Congreso, fueron transparentes: Por vía de la propuesta pública en asamblea y voto secreto, fueron electos los 414 delegados al cónclave. Se protegió y estimuló de manera particular la presencia de delegados de las provincias, pero no en cumplimiento de una directiva voluntarista, sino sobre la base real de que en Cuba hay un estallido de talento y calidad artística a lo largo y ancho de todo el archipiélago. La voluntad de ser democráticos fue tan marcada, que en su defecto no faltó la asamblea que ciertamente resultó caótica.

De la presencia y debate directo de los asociados, las comisiones creadas por la Comisión Organizadora, precisaron los puntos más trascendentales y fueron las encargadas de preparar los proyectos de dictámenes del Congreso. Precisamente en el cónclave está previsto el trabajo por comisiones, para analizar el pre dictamen de cada una primero en su seno, y luego en plenaria. Estos documentos contienen enfoques actualizados y propuestas que serán fertilizadas en el debate por los delegados. Entonces, todo está listo para una buena y trascendente reflexión.

El Congreso

El Congreso, ha afirmado Senel Paz, es la oportunidad para que los creadores aporten una reflexión responsable y culta sobre el país y también para que la intelectualidad asuma el papel relevante reservado a ella (Ver: Cubarte: Año 8 Número 3 , 16 de Enero del 2008, www.cubarte.cult.cu). La cita no será para refundar a la UNEAC ni para deslindar un antes y un después, sino para dar continuidad y secuencia a la misión unitaria, aglutinadora y formadora de valores que están. Criterios con los que coincide la inmensa mayoría de la intelectualidad asociada a la Unión. Y el proceso que ha transcurrido adelanta un Congreso de intercambio maduro, de valoración de los elementos esenciales de la cultura nacional y universal

El Congreso se inicia con una debilidad de representatividad, que nuestras féminas del arte y la literatura sabrán sortear. Solo un 25 por ciento de las delegadas electas son mujeres. A su favor tiene la amplitud verdaderamente nacional de los electos, su representatividad por territorios y manifestaciones, la propia fortaleza alcanzada en la preparación de los delegados, los temas y documentos a debatir, y sobre todo el talento de los creadores electos.

La UNEAC está en la obligación de realizar un ejercicio de talento crítico más profundo y activo, con el objetivo de perfeccionar lo que se ha logrado -que en mi opinión es sustantivo-, y continuar en el desbrozar causes nuevos a lo mejor del arte y la cultura cubana y universal. Hay que reivindica la critica como función imprescindible que propugne la creación de un arte que se involucre y proponga, no sólo que embellezca. Este debate tanto en el Congreso como fuera de el, necesariamente tiene que ser plural y a la vez comprometido, sin ablandamientos ideológicos ni estéticos.

En consecuencia con lo que piensa su membresía, el VII Congreso retomará la denuncia del hegemonismo cultural imperialista profundamente tratado durante el VI Congreso en 1998. Será un Congreso de rechazo a la mercantilización y banalización de las propuestas artísticas y literarias. Y en esta misma dimensión, de crítica a quienes asumen ciertas claves «disidentes» -disidencia light ha afirmado con su fino humor el novelista y Ministro de Cultura Abel Prieto-, con aquellos temas «críticos» que se hacen útiles para promocionar y vender las obras en ciertos escenarios de Europa y América. Y precisamente este rechazo como ha subrayado Prieto, no se centrará en la preocupación de que tal actuación sea políticamente dañina para la Revolución, sino que lo que está en peligro es la propia creación ().

Ser artista y escritor «revolucionario» «socialista» «comunista», primero que el dominio de una «teoría» y antes de una decisión personal de naturaleza político partidista, es sobre todo un posicionamiento ideológico, un sentirse comprometido con la causa del bien sobre el mal, de la justicia sobre la injusticia, con la causa de la dignificación y la libertad humana, en todas y cada una de sus disímiles manifestaciones. Dentro de las personas en primerísimo lugar, en también en cuanto a profesionales de la cultura. En tal criterio nuestra UNEAC cuenta con una rica base y suficiente tradición, y que debe comprometerse mucho más -con tareas y proyectos concretos-, en la promoción y formación de valores a escala de sus miembros y de toda una sociedad, cada vez más necesitada de defender y construir el ser sobre el tener.

El Congreso tendrá entre sus misiones reforzar el trabajo y la atención a los jóvenes artistas e intelectuales, a los cuales corresponderá continuar la obra de las generaciones precedentes.

El Congreso permitirá proseguir y avivar el diálogo cada vez más cercano de los creadores, con las autoridades del país. Eso lo ha ganado la UNEAC y el Congreso debe fortalecer esos lazos. Puede la Unión ayudar a encontrar las vías más pertinentes, vías culturales, socialistas y eminentemente democráticas, para la toma de decisiones que se dicen «en nombre del pueblo», pero en las que no participa de la manera más efectiva ese sujeto popular, del que los intelectuales son parte y «conciencia crítica».

Los creadores -como trabajadores de la cultura- deben tener un papel mas activo sobre los factores de poder. Y hay preguntas que ya están formuladas: ¿Cómo representan, cómo acogen, quién decide si se promueve una obra o no, cuáles son las facultades que tiene una institución, los derechos y deberes en relación con los creadores, cuáles son los derechos y deberes de estos con respecto a las instituciones, cómo pueden los artistas e intelectuales tener una participación más activa en la toma de decisiones, cómo pedir cuentas por el trabajo de los funcionarios, cómo reclamar una atención que tiene que ver con quejas, opiniones, sugerencias, ¿quién atiende las reclamaciones? ¿cuándo? (Ver: Isachi Fernández Fernández: Entrevista a Eliades Acosta, dirigente del departamento de cultura del Comité Central del PC cubano, http://www.eutsi.org).

Las políticas editoriales no puede ser solo la facultad de sus directivos. Los consejos y comisiones asesoras deben ser propuestos por las asociaciones de artistas y escritores, y seleccionados por mecanismos democráticos, como un primer paso para ser efectivamente incorporados sus representantes, a los consejos de dirección de las instituciones culturales. Ahora la UNEAC en el Congreso está en oportunidad de precisar esta necesidad de perfeccionar la toma de decisiones, pero definitivamente después, cuando el Congreso sea «historia», hay que saber construir esa voluntad de exigencia, cooperación y acompañamiento propositivo. Y en ello, desde y para la promoción de las obras de arte y pensamiento, sin dudas la organización podrá dar una contribución al sistema del socialismo cubano en su conjunto, al perfeccionamiento de la participación de los cubanos y cubanas, en la toma efectiva de las decisiones, tanto las operacionales, como las estratégicas.

Los miembros de la UNEAC están de acuerdo en la necesidad de utilizar al máximo esta oportunidad de aunar talento y patriotismo a favor del socialismo cubano. Se trata de que el Congreso no va a obviar el discutir cuestiones nacionales trascendentes, incluida la política y la economía. El tema de cómo los intelectuales cubanos intervienen en la defensa y avance del proyecto socialista de la Cuba del 2008, resulta el tema central que debe llevar el Congreso. Es por demás un asunto peliagudo, que no se reduce a cómo el arte, la literatura y el pensamiento histórico, filosófico y culturológico, tienen un lugar indiscutible e indiscutido en la definición programática y en la lucha cultural e ideológica por el socialismo, sino que también se inserta en la imprescindible articulación con la sociedad, con los aprendizajes en la vida socio política y económica, con la crítica y construcción del propio proyecto, y su íntima relación con el florecimiento de la educación, la ciencia y la cultura.

Nuestro socialismo está en el camino certero de concretar en un proyecto país claro y definitivo: Desde el socialismo que realmente tenemos, el queremos y el que podemos «objetivamente» tener. La UNEAC en este Congreso debe avanzar al país, sustantivos elementos sobre tan trascendental problemática. En las asambleas de las asociaciones y provincias hay un legado intelectual que merece alcanzar un nivel de concreción en este cónclave.

El Congreso, de hecho, reconocerá y estimulará el papel crítico del arte y el pensamiento revolucionarios, sus aportes en la lucha por el perfeccionamiento de la sociedad y el logro de una vida plena y auténtica para los cubanos. La cultura, el arte, la literatura, la historia y el pensamiento filosófico y culturológico deben dar un trascendente aporte al pensamiento estratégico de la Revolución Cubana.

Con su meridiana lucidez Graziella Pogolotti, ha precisado que el VII Congreso no es un punto de llegada sino de partida, un momento de definición de coordenadas sobre el papel que corresponde a los escritores y artistas para convertir esos lineamientos en labor sistemática (Ver: www.lajiribilla.co.cu/2006/n264_05/264_17.html).

El VII Congreso echó a andar escoltado por dos ideas centrales de expresiva elocuencia: Una, tomado de Nicolás Guillén: «Hemos de ir andando, severamente andando, envueltos en el nuevo día que nace». Con ello se expresa la continuidad con los fundadores.

Será este el primer Congreso de la UNEAC que no cuente con la presencia física del líder de la Revolución, pero su pensamiento y experiencia sin dudas acompañará los debates: «Lo primero que hay que salvar es la cultura», proclamó Fidel Castro en noviembre de 1993, precisamente en el V Congreso de la UNEAC, y esta idea matriz ha sido tomada como eje de las presentes reflexiones.

En el mundo no deben ser muchos los países en que los intelectuales y artistas estén en condiciones de organizar un evento de la magnitud histórica del que hacemos los cubanos. Y dudo de que llegado el momento, sus criterios sean escuchados y tenidos en cuenta por las autoridades para desarrollar su política. Sin embargo sobre esta realidad se tiende el velo del silencio.