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Elecciones europeas, abstención ciudadana

Fuentes: Rebelión

Lo esencial sobre las elecciones europeas, lo ha señalado, una vez más, Rafael Poch de Feliu. Si la política interior del Imperio del Caos es la Gran Desigualdad, ha comentado en uno de sus últimos artículos [1], su política exterior europea es lo que se está viendo en Ucrania. Una presión que está desembocando en […]

Lo esencial sobre las elecciones europeas, lo ha señalado, una vez más, Rafael Poch de Feliu.

Si la política interior del Imperio del Caos es la Gran Desigualdad, ha comentado en uno de sus últimos artículos [1], su política exterior europea es lo que se está viendo en Ucrania. Una presión que está desembocando en guerra, dos cosas que van unidas. «En ese modelo no hay apenas lugar para la democracia de baja intensidad (aquella en la que el «demos» nunca decide nada esencial)» pero sí, en cambio, «hay un gran espacio para las ideologías agresivas y para la guerra.» Lo ilustra:

Muy significativo ha sido «el silencio occidental sobre la masacre de adversarios del gobierno de Kíev en Odesa el pasado 2 de mayo, por lo menos 50 personas abrasadas por sus contrincantes», sumada a «la detención de periodistas de medios rusos en Ucrania Oriental, uno de ellos herido de bala, la muerte de un reportero italiano», al igual que «la criminalización de la opinión que contiene el hecho de que uno de los rusos sancionados por Bruselas («del entorno de Putin») sea un periodista». Datos que marcan la tendencia. Las elecciones europeas, comenta, «han pedido el voto para esto». No cabe desde luego.

Y no sólo para eso. También para apuntalar todo aquello de lo que no se ha hablado a lo largo de la campaña, especialmente (añado yo) en países como España (Cataluña, por supuestísimo, no excluida): «la amnesia en materia de Snowden y NSA, que sigan negociando con nocturnidad el acuerdo comercial entre la UE y Estados Unidos, que dará aún más poder a las grandes compañías sobre la política, que el BCE y la troika sigan con sus desastrosas políticas y que el poder financiero se mantenga incólume mientras se atraca a las clases bajas y medias». Es decir, a la gran mayoría de la ciudadanía, especialmente a sus sectores más vulnerables y, en especial, a las clases obreras europeas conducidas sin temblor en el pulso, con mano de hierro y paso militar-corporativo, a la desesperación, la marginación social, la pobreza y a una existencia sin apenas esperanza. No hay apenas futuro y el escaso futuro obrero es una metáfora del infierno social.

Por todo lo anterior, concluye Poch de Feliu, el gran misterio de estas elecciones no es la gran, la enorme abstención, «signo de elemental sentido común», sino «esos millones y millones de ciudadanos que siguiendo la disciplina del gran rebaño continúan votando a favor de un programa, interior y exterior, que les promete ruina y contradice sus más básicos derechos e intereses.» ¡Mejor comentado imposible!

Esos millones y millones de ciudadanos y ciudadanas no han sido mayoría en todo caso. Han votado en estas, digamos, elecciones el 43,09% aproximadamente del censo, el mismo porcentaje que en 2009. Salvo en el caso de Italia, Bélgica, Grecia, Irlanda, Luxemburgo, Malta y Dinamarca, en el resto de los 28, la participación ha estado por debajo del 50%. En algunos casos, el porcentaje es escandaloso, años-luz alejado de cualquier noción consistente de intervención democrático-republicana: Polonia, 22,7%; Rumania, 32,16%; Holanda, 37%; República checa: 19,50%, Hungría: 28,92%; Eslovaquia: 13%; Eslovenia: 20,96% y así siguiendo. No es necesario apuntar los motivos de esta enorme desafección política ni la arista activa de una buena parte de la abstención. La Europa de la fraternidad que soñábamos y de la que se nos habló incluso en el seno de fuerzas de orientación y programa comunistas se ha convertido en la Europa del capital sin bridas, del mal generalizado, de la barbarie social más salvaje y de la total ausencia de democracia real.

Desde el punto de vista de la izquierda hay que señalar, no se le escapa a nadie, el más que meritorio (y difícil) triunfo de Syriza en Grecia. Más en general: el número de eurodiputados es prácticamente el mismo que en 2009. Entonces 766, ahora 751 (un 2% menos). El PP europeo ha perdido en estas elecciones 63 escaños (más de un 22%); los «socialistas», 9; la alianza de los liberales y demócratas, 15 (en torno a un 18%), los Verdes se quedan igual; los «conservadores y reformistas europeos», han perdido 12 (en torno al 20%). La Izquierda Unitaria europea / Izquierda verde nórdica ha sumado 8 eurodiputados más (un 20% de incremento).

Algunos datos son preocupantes, muy preocupantes: el triunfo del Frente Nacional en Francia o la victoria de la extrema derecha en Dinamarca (con el 23% de los votos y una abstención del 44%). Amanecer Dorado en Grecia ha alcanzado el 10% de los votos; pueden conseguir tres representantes en el Parlamento. Hay más, mucho más pero no es necesario entrar en detalles.

En España, el PPSOE ha perdido 17 eurodiputados, de 47 ha pasado a 30. De los más de 12 millones 800 mil votos conseguidos en 2009, han logrado ahora algo más de 7 millones 600 mil. Han perdido, más de 5 millones 200 mil votos. La derrota es, digámoslo tontamente, histórica. Pero, ciertamente, han ganado y seguirán gobernando con su estilo y objetivos. Como ha apuntado Pablo Iglesias, más desahucios, más recortes, más barbarie.

Izquierda Plural (sin Chunta que ha ido con Primavera Europa en esta vez) ha conseguido 1.555.275. Podemos -¡impresionante!- 1.239.133. Sumando ambas fuerzas (¿por qué no íbamos a poder sumar lo más que homogéneo?) casi 2 millones 800 mil votos. No está nada mal si pensamos en los resultados de 2009.

En Catalunya, las elecciones se han planteado, por parte de las fuerzas hegemónicas, en clave nacionalista-soberanista. Europa equivalía al dret a decidir. Una de las fuerzas, la vencedora, llamó a su candidatura «l’Esquerra pel Dret a Decidir». Consiguió, ERC, exhibiendo de nuevo a un enfermo Pasqual Maragall la noche electoral, el 23,67%. CiU, el 21,86%. Ellos incluyen a ICV-EUiA en el cómputo por apoyar el «derecho a decidir» -es decir, la posición independentista en Catalunya- Sumado el 10,30% de ICV-EUiA, alcanzan aproximadamente entre las tres fuerzas el 56%. Mas ha insistido mucho (no es el único, incluso Josep Ramoneda ha hablado de ello) en la gran participación catalana. Nada de eso, dos puntos más que la española. Eso sí, en 2009 fue 9 puntos menos que la media española. Ha pasado del 36,9% al 47,6%. Haciendo un cálculo aproximado, a pesar de la gran movilización nacionalista, a pesar del deseo de llenar las urnas de independencia como ellos mismos han manifestado días y días, menos del 25% del censo ha votado opciones donde la opción independentista es muy mayoritaria aunque no única. No son independentistas Unió Democrática ni tampoco algunos sectores de ICV y EUiA.

Podemos ha tenido un éxito indudable también aquí (votos huérfanos de la izquierda por el papel de ICV y de gentes de Prcoés) y Ciutadans se ha quedado en un 6,28%. El PP ha disminuido 8 puntos y el PSC más de 21,7 puntos.

Eso sí, Oriol Junqueras ha reafirmado su compromiso con la gobernabilidad de Cataluña. Es decir, su apoyo a un gobierno donde los recortes son el pan de cada día, el apoyo a los negocios privados es seña de identidad y donde la corrupción es atributo permanente, una de sus señas de identidad, esta no identitaria. Todo sea, por el dret a decidir. Por eso son una fuerza d’esquerra. De debò, en serio.

Nota:

[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=185159

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.