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Elor Azaria y la periferia del ejército

Fuentes: 972mag

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

Desde la perspectiva del ejército el veredicto de culpabilidad de Azaria responde ostensiblemente a la crítica de que es incapaz de hacer frente a la violencia de los soldados contra los palestinos, o no quiere. Pero hay una razón y solamente una para empezar por la cual este soldado común fue acusado. 

 

El soldado israelí Elor Azaria en el tribunal acude a escuchar el veredicto en su juicio por homicidio por disparar en la cabeza a un atacante palestino desarmado, 4 de enero de 2017. (Miriam Alster / FLASH90)

Un tribunal militar israelí dictó el último miércoles un veredicto de culpabilidad en el juicio por homicidio de Elor Azaria, un soldado israelí que disparó y mató a un asaltante palestino incapacitado en marzo del año pasado. El juicio de alto perfil polarizado en el país, enfrentó a la clase política de Israel en contra de los actuales y los retirados generales del ejército. Gran parte de escalafón superior del ejército censuró a Azaria por disparar una bala en la cabeza de Abdel Fattah al-Sharif 15 minutos después de que éste fuera herido de bala en un intento de apuñalar a los soldados en la ciudad ocupada de Hebrón.

Mucho se dirá y escribirá sobre las implicaciones del veredicto. Por ahora, he aquí algunas observaciones iníciales y sugerencias:

1. Azaria fue detenido y llevado a juicio por una sola razón: el voluntario de B’Tselem, Emad Abu-Shamsiyah, captó el tiroteo con su cámara. El vídeo desató la polémica en Israel y en todo el mundo, que fijó momentáneamente la atención del público sobre el costo de la ocupación israelí, sin duda para los palestinos, además de también para la sociedad israelí.

En una entrevista con Al-Monitor, Abu-Shamsiyah lamentó que Azaria se haya convertido en un héroe nacional para muchos sectores de la sociedad israelí. «Yo sé que sin el material de archivo», dijo, «nadie habría sido detenido y la vida habría continuado como de costumbre. Después del tiroteo nadie de nuestro alrededor estaba molesto por lo que habían visto».

2. La condena de Azaria es una rara excepción de la regla. En la gran mayoría de los casos el ejército tiende a conceder impunidad a los soldados que matan o dañan a los palestinos.

La organización de derechos humanos israelí Yesh Din encontró que en el año 2015 el ejército  abrió un total de 186 investigaciones criminales en presuntos delitos cometidos por los soldados contra los palestinos. De estas investigaciones se cerraron 120 expedientes, siete condujeron a medidas disciplinarias y sólo cuatro (3,1 por ciento de todos los archivos en los que se han concluido los procedimientos) condujeron a acusaciones. Veintisiete de esos archivos (15 por ciento) se abrieron después de la muerte de palestinos a manos de soldados israelíes.

Hay innumerables casos de impunidad. Recomiendo la lectura directa de John Brown y la excelente serie de Noam Rotem, licencia para matar, para obtener una imagen más completa de cómo los militares permiten a los soldados israelíes que han disparado y matado a palestinos desarmados evadir la justicia.

Vamos a ver qué sentencia se da a Azaria y si es o no es perdonado antes de la celebración de un sistema de justicia militar que, repentinamente, hace justicia.

3. Ese miércoles será recordado como gran día tanto para el organismo militar de Israel como para su sistema judicial. Desde la perspectiva del ejército el veredicto de culpabilidad de Azaria responde ostensiblemente a casi todas las críticas hechas por grupos de derechos humanos, a saber, que no es capaz de hacer frente a la violencia de los soldados contra los palestinos o que no quiere hacerlo. Tanto los ministros de Gobierno como los guerreros del campus de hasbará por igual se encontrarán agitados en torno a la condena de Azaria por los años venideros.

4. La celebración, sin embargo, puede ser de corta duración. Tanto la clase política como el ejército están experimentando cambios internos. La extrema derecha ha sido victoriosa en el afianzamiento de la ocupación, mientras limita capacidad del sistema judicial – el mismo que dictó el veredicto Azaria- que es visto por muchos como el que impide que los soldados actúen de manera contundente en los momentos cruciales. Por ahora el veredicto puede disuadir a los soldados de tomarse la ley por sus propias manos (y eso es una buena cosa) – pero también significa que la derecha puede sentirse más envalentonada que nunca para alterar el statu quo para peor.

La destitución del ministro de Defensa Moshe «Bogie» Ya’alon, un miembro de kibutz que pertenece a la élite militar clásica de Israel, y su sustitución por Avigdor Lieberman -un extraño con poca experiencia militar-, es un presagio de lo que vendrá. Los días en que la elite israelí, que una vez fue tan experta en convencer al mundo de que la ocupación era una medida de seguridad temporal, y que Israel podría ser un estado democrático al mismo tiempo que mantener una dictadura militar sobre millones, están llegando a su fin. De aquí en adelante se cae la máscara.

5. Elor Azaria ha sabido hacer declaraciones racistas en su página de Facebook y es un abierto partidario del movimiento de extrema derecha kahanista. Sirvió en la Brigada Kfir, una de las unidades de infantería de más notoria violencia en los territorios ocupados. Esos son los hechos secos. Pero también hemos de dar unos pasos atrás y examinar cómo y por qué Azaria llegó a servir en la Brigada Kfir en Hebrón en el primer lugar.

Azaria nació en una familia mizrají de bajos ingresos, en Ramle, una ciudad mixta de clase obrera en el corazón del país. Se unió a una brigada compuesta sobre todo por personas que se veían y hablaban como él – las que, por el mero hecho de su origen étnico y el lugar donde crecieron – siempre pertenecerían a lo que el sociólogo israelí Yagil Levy llama » las periferias del ejército». Así como la composición demográfica de de los países cambia, lo mismo ocurre con la composición de la infantería del ejército que son los que tienen la tarea de llevar a cabo el mantenimiento del día a día de la dictadura militar de Israel. Este mantenimiento, que incluye puestos de control, llevar a cabo las redadas nocturnas, patrullas, el rompimiento de las protestas, etc. pone inevitablemente a los soldados en situaciones que fácilmente pueden convertirse en choques, llevándolos a cometer actos potencialmente inmorales e ilegales.

Así, el «clásico» soldado israelí – valiente, blanco, decente – ha sido reemplazado con lo que el reportero gráfico Mati Milstein y el activista mizrají Tom Mehager llamaron «trabajo negro» – soldados que provienen en su mayoría de los segmentos más pobres de Israel. Son mizrajíes, etíopes, drusos, beduinos. Dicho sin rodeos: no son asquenazíes.

Lo asombroso de Azaria, el apoyo casi total entre el público judío israelí, es una señal de que este cambio demográfico tiene amplias repercusiones sociales. Muchos vieron la indignación por el mero hecho de que Azaria fue incluso llevado a juicio como una revuelta contra las viejas élites militares. El surgimiento de una nueva clase de políticos como Miri Regev, quien se ve a sí misma como la portadora de la antorcha de la lucha mizrají (tras el veredicto, Regev pidió de inmediato al presidente Reuven Rivlin el perdón de Azaria, aunque Rivlin más tarde aclaró que ella no está legitimada para hacer eso), significa que la periferia del ejército sólo crecerá más envalentonada. El distanciamiento entre las viejas élites militares y judiciales, por un lado, y una periferia históricamente despreciada por las elites liberales y ahora con el apoyo de la extrema derecha, se profundizará. Y a su vez, también lo hará el control sobre millones de palestinos. 

Fuente:  https://972mag.com/elor-azaria-and-the-army-of-the-periphery/124155/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.