Recomiendo:
0

Empleo verde para superar la crisis

Fuentes: Fundación Manu Robles-Arangiz Institutua

Las sociedades industrializadas estamos atravesando una profunda crisis. Mucho más que una crisis financiera, se trata de una crisis del modelo basado en el crecimiento infinito. Se trata de una crisis del sistema capitalista en su conjunto, que hace aguas tras chocar contra los límites físicos del planeta, contra la creciente escasez de petróleo, contra […]

Las sociedades industrializadas estamos atravesando una profunda crisis. Mucho más que una crisis financiera, se trata de una crisis del modelo basado en el crecimiento infinito. Se trata de una crisis del sistema capitalista en su conjunto, que hace aguas tras chocar contra los límites físicos del planeta, contra la creciente escasez de petróleo, contra la (casi) imposibilidad de generar nuevas burbujas (inmobiliarias, de consumo o financieras) a las que asirse para seguir a flote.

La ecología política lleva décadas advirtiendo de lo inevitable de la situación que ahora nos toca afrontar. No es posible seguir creciendo de forma indefinida, y seguir por esa senda tan sólo producirá más miseria social y más destrucción ecológica. En contrapartida, también llevamos mucho tiempo proponiendo soluciones para enderezar el rumbo, alternativas válidas cuya implantación requiere más voluntad política y social que esfuerzo. Una de ellas es el eco-empleo, que en Euskadi -según nuestros cálculos avalados por la Fundación Verde europea- podría generar por lo menos 45.000 nuevos puestos de trabajo.

Para ello, en primer lugar proponemos reducir nuestro consumo energético en el sector residencial, a través de un plan que financie la rehabilitación integral de unos 12.000 inmuebles al año (cubiertas, fachadas, cerramientos, nuevos sistemas energéticos). Según nuestros cálculos, un plan de estas características podría crear entre 15.000 y 35.000 empleos estables en el sector de la construcción y en los gremios asociados, amén de dinamizar un nuevo sector dedicado a la arquitectura bioclimática y energética. El ahorro en la factura energética de gas y electricidad a medio plazo podría ser del 10-20%.

Nuestro segundo objetivo sería remodelar la estructura de suministro eléctrico del país. Es preciso desarrollar un sistema descentralizado, eficiente y flexible, que priorice la energía renovable producida en pequeñas instalaciones de autogeneración. La infraestructura asociada a la fabricación, instalación y mantenimiento de esta red podría generar entre 10.000 y 17.000 empleos. Otros 1.000 puestos de trabajo de alta cualificación deberían provenir del impulso a la investigación en nuevas tecnologías renovables (como la geotermia), así como al desarrollo de sistemas inteligentes de control de la red eléctrica. De esta manera en 2020 podríamos tener un suministro eléctrico de origen renovable al 50%.

Además necesitamos reducir nuestra dependencia del petróleo cambiando la forma de movernos y de transportar las mercancías a lo largo y ancho del país. Es preciso utilizar menos el vehículo privado. Podríamos generar entre 2.500 y 4.500 empleos implantando planes de movilidad sostenible en las grandes empresas y en todos los polígonos industriales del país, extendiendo las redes de transporte público a los núcleos de población dispersos, acometiendo la modernización del ferrocarril de cercanías o rematando la integración de las redes metropolitanas de transporte público.

Por otra parte consideramos necesario gestionar de una forma sostenible nuestra riqueza natural. Agricultura, ganadería, pesca y explotación forestal son sectores que llevan décadas en decadencia, ahogados por la competencia desleal que impone el libre mercado. Y sin embargo tienen un enorme potencial para crear eco-empleo. Se pueden crear casi 14.000 puestos de trabajo: apoyando la producción ecológica de alimentos, incentivando el consumo local de productos agrícolas y ganaderos autóctonos, creando reservas costeras sostenibles para nuestra flota de bajura o promoviendo la conversión de la actual industria forestal hacia explotaciones que cultiven especies de mayor valor añadido, o que produzcan de forma sostenible la biomasa que necesita el país para reducir su dependencia de los combustibles fósiles. En contrapartida, será necesario actuar sobre los mecanismos de formación de precios y controlar de forma estricta que los productos de importación cumplan todos los requisitos ambientales y legales exigibles.

Otro recurso autóctono que debemos aprovechar son los materiales contenidos en los residuos. Para ello es imprescindible generalizar la recogida selectiva en origen, posibilitar la reutilización de enseres y objetos útiles o implantar sistemas de gestión de envases retornables. Esto permitiría crear hasta 1.000 empleos, muchos de ellos procedentes de la economía social y solidaria.

De igual manera, podemos habilitar otros 1.000 empleos si reforzamos las políticas de ahorro y gestión racional del agua. La certeza de que el agua es y será un recurso escaso, nos debe impulsar a modernizar los sistemas de regadío agrícola y a reducir las pérdidas que se producen en las redes de abastecimiento. También debemos culminar los planes de depuración de aguas residuales y financiar la implantación de redes separativas de saneamiento, que eviten depurar el agua de lluvia y facilitar su utilización para otros usos.

Por último creemos necesario reorientar nuestro modelo productivo industrial hacia la sostenibilidad. Es factible crear 700 empleos cualificados diseñando estrategias para fabricar productos más ecológicos, fiables, sostenibles y duraderos, lo que sin duda redundaría en ventajas competitivas adicionales para la industria vasca que decida transitar por ese camino.

En resumen, creemos que hoy en día la ecología política es capaz de aportar soluciones para caminar hacia un nuevo modelo económico y social. Aunque parezca paradójico en el discurso dominante sea conservador o progresista, luchar contra la crisis ecológica también permite afrontar mejor la crisis económica. Podemos crear empleo, incluso en una situación económica tan desfavorable como la actual, mejorando al mismo tiempo la situación ambiental. ¿Nos atrevemos?