Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
A sólo unas cuantas semanas del advenimiento de la «conferencia de paz» de Annapolis, Maryland, Israel ha estado desplegando su «buena voluntad» hacia los palestinos. En la tristemente célebre Prisión Kitziot, un auténtico campo de concentración a falta sólo de cámaras de gas, bestiales soldados israelíes han estado atacando a indefensos prisioneros palestinos amarrados con grilletes, disparándoles, golpeándoles y humillándoles bajo pretextos en gran parte inventados.
El lunes 22 de octubre, en las calmas horas previas al amanecer, cientos de soldados pertenecientes a dos célebres y brutales unidades del ejército, apodadas Nachson y Massada, asaltaron el campo de prisioneros en lo que se describió como «inspección de rutina». Durante esas inspecciones de rutina, los presos son obligados a desnudarse y son sometidos a todas las formas imaginables de humillaciones. Cualquiera que proteste es recluido habitualmente en confinamientos solitarios de boca abierta.
Abruptamente despertados, los alrededor de 1.200 presos de Kitziot, hartos ya de las draconianas medidas de castigo, decidieron resistir a sus asaltantes. Según un dirigente de los prisioneros, no se había planeado esa resistencia, sobreviniendo como un reflejo de defensa instintivo ante una «provocación obvia».
Algunos líderes de los presos rogaron a la administración del campo de detención que esperaran hasta la mañana para realizar la improvisada inspección. La respuesta de la administración llegó en forma de balas, granadas de sonido (que los israelíes llaman granadas de aturdimiento), gases lacrimógenos y bombas de humo.
«No sé como sería un campo de concentración nazi, pero imagino que Kitziot semejaba absolutamente ayer un campo de concentración», dijo Abu Ahmed, un detenido de Hebrón, que lleva nueve meses pudriéndose en las instalaciones sin acusaciones ni juicio.
Abu Ahmed, que habló a través de un teléfono móvil pasado clandestinamente, describió el asalto contra los prisioneros como «planeado y premeditado», calificando las afirmaciones israelíes de que los soldados estaban sólo defendiéndose de los alborotadores de «obscenas mentiras para encubrir un acto criminal».
El ataque de estilo pogromo contra los indefensos prisioneros de Kitziot duró más de dos horas mientras una inmensa nube de humo se cernía sobre toda la zona. Cuando el polvo se asentó, se pudo ver cómo cientos de prisioneros presentaban de importantes a graves heridas, la mayor parte en la cabeza y en el tronco superior. Al menos nueve presos estaban gravemente heridos, incluido Mohamed Sati Al-Ashkar, que fue alcanzado con una bala en la cabeza, causándole una hemorragia cerebral masiva.
El 23 de octubre se informó que Al-Ashkar estaba clínicamente muerto.
Como es habitual en esas circunstancias, los medios israelíes y los portavoces del gobierno trataron de desviar la atención para minimizar el daño, prodigando la desinformación sobre lo que había ocurrido mientras prohibían a los informadores que accedieran a las famosas instalaciones.
Incluso periódicos serios como Haaretz jugaron un papel repitiendo como loros la propaganda del ejército de que había habido «violentos enfrentamientos» entre los prisioneros y los guardias y que sólo se utilizaron «métodos no letales» para dispersar a los amotinados presos.
El ejército israelí se ha negado hasta ahora a revelar que fue lo que mató a Al-Ashkar, si una bomba de sonido que le dio en la cabeza, si fue golpeado con un bastón o si fue alcanzado por una bala recubierta de plástico. Es habitual que el ejército israelí espere varios días antes de publicar declaraciones sobre este tipo de hechos, al parecer hasta que se agote cualquier sentimiento de protesta.
El asesinato de Kitziot es sólo un pequeño leitmotiv de la feroz carnicería de represión que viven los palestinos en los territorios ocupados, donde los escuadrones de la muerte israelíes prosiguen su marcha y ataques. Esto sucede a pesar -o parcialmente, como resultado- de la estrecha coordinación de seguridad entre las «fuerzas» del Presidente Mahmoud Abbas y el ejército de ocupación israelí.
La apagada reacción del régimen de Abbas está haciendo ya que se levanten muchas cejas en Cisjordania, con gran cantidad de personas considerando el asalto de Kitziot y el terror generalizado bajo la ocupación como un medio para «debilitar» a los palestinos a las puertas de Annapolis y que accedan a un acuerdo de paz que no recoja ni las más mínimas expectativas palestinas.
Mientras tanto, en la Franja de Gaza, Israel continúa su genocidio a cámara lenta del millón y medio de perseguidos habitantes de los territorios ocupados. «Gaza está siendo masacrada, está siendo decapitada, pero lentamente, mientras los árabes contemplan ‘Babel Hara’ y el mundo se preocupa de Irán y de una conferencia de paz en EEUU», dijo uno de los trabajadores en paro que solían trabajar antes en la construcción en Israel, aludiendo a una popular serie de la TV siria exhibida durante el sagrado mes de Ramadán.
Otro hombre, albañil, también desempleado porque Israel no permite que entren materiales básicos como el cemento, en la Franja, insiste con un lenguaje más audaz: «No sé por qué el mundo no llama a las cosas por su nombre real. Aquí los judíos nos están aniquilando hasta la muerte. Gaza es un inmenso campo de concentración. Es totalmente igual que Auschwitz. Sí, no hay cámaras de gas ni crematorios. Pero la gente se muere por falta de comida y carencia de medicinas. Y yo estoy cien por cien seguro que no hubiera sido así ante los medios mundiales y la opinión pública internacional, o lo que queda de ella, si Israel se hubiera deshecho de nosotros hace mucho tiempo», añadió el trabajador.
A comienzos de semana (*), los hospitales de Gaza se enfrentaron a una crisis muy grave al quedarse sin óxido nitroso, vital para las operaciones quirúrgicas. Finalmente, un SOS de los doctores de Gaza avergonzó a los dirigentes israelíes, que decidieron permitir, por ahora, que entrara una pequeña cantidad del gas, pero los doctores de Gaza han manifestado que sólo es suficiente para unas pocas semanas.
Cuando hablan ante los medios extranjeros, los dirigentes israelíes y los portavoces afirman que el hermético bloqueo de Gaza es consecuencia de la toma del poder por Hamas en Gaza, tras los enfrentamientos esporádicos con Fatah de mediados de junio. Hace unas semanas, Israel declaró «entidad hostil» a Gaza, como si la ocupada franja costera de tierra, donde la pobreza, la desesperación y la violencia de la ocupación que definen la vida diaria, hubiera sido tratada anteriormente como entidad amistosa.
Por último, Israel no quiere asumir en solitario la responsabilidad de exterminar al pueblo de Gaza. El gobierno israelí ha estado incitando al poderoso lobby judío, que tan profundas influencias tiene en las políticas estadounidenses, para que presione a Egipto y que selle su frontera con Gaza, perfeccionando así la situación del campo de concentración.
N. de la T.:
(*) Se refiere a la semana del 22-28 de octubre.
Enlace con texto original en inglés:
http://weekly.ahram.org.eg/2007/868/re61.htm