Junto al Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba (CENESEX) trabaja la Sociedad Cubana Multidisciplinaria de Estudios de la Sexualidad (SOCUMEX), al frente de cuya sección para la diversidad sexual está Norma Guillard. Cubainformación habló en La Habana con esta destacada feminista, psicóloga y comunicadora cubana. El tema central de la entrevista fue la homosexualidad […]
Junto al Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba (CENESEX) trabaja la Sociedad Cubana Multidisciplinaria de Estudios de la Sexualidad (SOCUMEX), al frente de cuya sección para la diversidad sexual está Norma Guillard. Cubainformación habló en La Habana con esta destacada feminista, psicóloga y comunicadora cubana. El tema central de la entrevista fue la homosexualidad femenina en Cuba.
Ver la entrevista íntegra en video.
-¿Cómo surge el grupo de mujeres lesbianas ligado al CENESEX y a la Sociedad Cubana Multidisciplinaria de Estudios de la Sexualidad?
– Los grupos de mujeres lesbianas surgieron, no como una convocatoria de nuestra sección de diversidad sexual, sino por iniciativa directa. En Santiago de Cuba algunas muchachas nos enviaron cartas solicitando apoyo y alguna asesoría, porque se estaban reuniendo y querían saber cómo encaminar el grupo. Esa solicitud es asumida, lógicamente, por nuestra Sociedad, ya que su objetivo es el de dar orientación a nivel de todo el país. Y es así como comienza ese trabajo de sensibilización. Al crearse ese grupo de Santiago de Cuba se va pensando en la creación de otro grupo similar en La Habana, y es ahí donde me hacen la solicitud, como colaboradora y como perteneciente también a la Sociedad Cubana Multidisciplinaria de Estudios de la Sexualidad (SOCUMEX), de participar en toda la coordinación del grupo.
– ¿Cuántas mujeres estáis en ese grupo de mujeres lesbianas y qué aceptación habéis tenido?
– Este grupo comenzó a partir del año 2004, y su mayor impulso se lo dio la propia SOCUMEX, que fue invitada a participar en un evento del ILGA (International Lesbian and Gay Association Regional) para incorporarnos a esta organización internacional. En esa misma experiencia de intercambio vimos que era posible iniciarnos. Hicimos una convocatoria abierta de participación y llegamos a tener hasta 120 mujeres interesadas en participar en ese momento de reflexión. Ese espacio de reflexión comenzó con 20 ó 25 personas. En un primer momento traíamos las realidades de cada una, se buscaba conocer conflictos en los que se pudiera interceder de alguna manera, pero el grupo comenzó a crecer y ya no podíamos vernos cara a cara. Así, comenzaron otras motivaciones, porque había quienes creían que lo que teníamos que hacer era un movimiento. Realmente el espacio no tenía el objetivo de ser un movimiento. Ya existe un movimiento que tenemos desde el triunfo de nuestra Revolución, que es la Federación de Mujeres Cubanas (FMC). De hecho, contamos con el apoyo de esta gran organización, y desde el CENESEX teníamos la posibilidad de vincularlo con aspectos que trabaja el Centro como la salud, la educación, etc. Durante un tiempo, comenzamos a trabajar todo lo relacionado con la educación en salud reproductiv y en la vinculación de grupos de mujeres, para hacer un poco de autorreconocimiento y sensibilización en un grupo de temas relacionados.
– Este trabajo que ahora se ha concretado en este grupo de mujeres lesbianas es consecuencia de la evolución social y los cambios en la sociedad cubana. ¿Esta trayectoria ha sido dura?
– Realmente, el recorrido ha sido y se torna por momentos duro, pero hemos ido encontrado mecanismos de avance. Por ejemplo, en estos momentos nosotras tenemos un grupo abierto, porque sentimos que hay muchas personas interesadas en conocer esta realidad. Hay periodistas a quienes también les interesa el tema, y por ello hemos abierto el grupo, de manera que puedan participar ya no sólo personas lesbianas y bisexuales, sino también personas heterosexuales a las que les interese trabajar sobre este tema. Esto se debe a que, en estos momentos, nuestro centro tiene como objetivo central la sensibilización de la población y poder llegar a las familias y trabajar el tema en cualquiera de los medios. Pensamos que es mejor que periodistas y otras personas vengan y se nutran de lo que nosotras tenemos, con nuestra experiencia viva, para que nadie esté «inventando».
– Imagino que la homosexualidad femenina es en Cuba, al igual que ocurre en otros países, menos visible que la de los hombres.
– Sí, sin duda sentimos especialmente la homofobia. Por un lado está la influencia de la cultura patriarcal, y a eso hay que sumar la discriminación por la orientación sexual de las lesbianas. Muchísima gente no entiende, queriendo «crucificarte»: la mujer nació para tener niños y ser madre. Pero a muchas personas con esa orientación no les interesa representar ese rol. La influencia patriarcal, con su incidencia en la hegemonía del hombre, también se rompe cuando dos personas, dos mujeres, se ponen a convivir y no necesitan del hombre para que lleve el mando de la familia. Todos esos esquemas se van entonces rompiendo, y van trayendo una serie de conflictos que no les resultan fácil de comprender. Y no sólo nos ocurre que no nos comprenda la sociedad, sino que no lo comprenden a veces otras mujeres, por falta de sensibilidad, lo que hace evidente la necesidad de una un trabajo educativo bien fuerte. Este grupo que tenemos ayuda también a hacer monitoreos. Cada mujer representa una familia, cada avance que logramos en el desarrollo de la autoestima de ellas, esa misma fuerza que tienen las hace ganar a su familia, y de este modo cuando hay alguna situación de incomprensión, tienen más posibilidades de enfrentarla.
– ¿Y en los medios de comunicación de Cuba?
– El tema de la mujer lesbiana no había salido como hubiéramos querido en nuestros medios de comunicación. De forma histórica, por ejemplo, cada vez que el tema del lesbianismo se incluía en una novela de televisión, el final siempre era poco feliz. Pero ahora tenemos un programa auspiciado por la Federación de Mujeres Cubanas, titulado «Cuando una mujer». En ese programa, no hace mucho salió el tema de una muchacha joven que le confiesa a su mamá que está enamorada de una mujer y que decidió ir a vivir con ella. Es un programa que no dura más de 15 minutos, la mamá en un primer momento se impresiona y no la entiende, pero la muchacha sigue adelante, la madre entiende que está perdiendo a su hija, trata de sensibilizar al papá que tampoco lo entiende, y luego se ve cómo la situación se resuelve. En Cuba, el lesbianismo comienza a tener espacio en los medios. A nosotras nos interesaba, no solo porque el tema salga claramente en la televisión y que lo muestren en un medio determinado, sino por la reacción de la gente. Entonces, cada una de las muchachas del grupo fue trayendo las experiencias de sus familias, porque algunas se sentaron para verlo junto a la suya y con otras personas. De forma muy satisfactoria encontramos que salió el tema a la población y salió sin rechazo.
– Parece que sí está cambiando el tratamiento del tema, al menos en el cine. Recordemos «Fresa y Chocolate» y otros trabajos posteriores. ¿Poco a poco se van generalizando estos avances en televisión, radio y prensa?
– Estamos encontrando los caminos para que se generalice más allá de la televisión. Hemos tenido obras de teatro, por ejemplo una obra que se llama «De hortensias y de violetas», de Esther Suárez, que aborda la temática de una pareja de muchachas que quieren tener un niño, los conflictos de roles, quien es el papá, etc., lo cual suscitaba una temática bien interesante para discutir. Con relación a la radio, podemos darla como medio pionero, ya que desde hace mucho tiempo se ha ido tratando el tema en un programa de Radio Progreso, coordinado y dirigido por Orieta Cordeiro. Los medios, sobre todo la televisión, tienen un gran poder educativo y un enorme impacto.
– Es conocido el llamado «quinquenio gris», en los años 70, cuando en Cuba personas homosexuales fueron apartadas de la vida cultural. Recientemente ha habido un proceso de autocrítica y de reconocimiento de errores. ¿Cómo has visto este proceso?
– Es una parte triste de nuestra historia. Hubo gran incomprensión, pero no sólo en nuestro país. Mundialmente, la homosexualidad fue considerada como una patología psiquiátrica. Esta consideración llegó hasta el punto que aquí pensaron que se resolvía con trabajo. Antes has mencionado la película «Fresa y Chocolate», sobre la cual existe un trabajo interesante, titulado «Después de Fresa y chocolate, ¿las lesbianas qué?». Se habla de una historia que analiza el antes y el después de dicha película, que para nosotras fue interesante, pero no tanto como hubiéramos querido, ya que seguimos encontrando que a la hora de hablar de homosexualidad, la mujer lesbiana queda subsumida en el genérico. Por ello, no queda otra alternativa que seguir luchando por poner el tema sobre la mesa y visibilizarlo cada día más. Sigue quedando muchísimo por hacer, nosotras sentimos que estamos en el camino y tenemos aquí este espacio tan importante.
– A través de los contactos y el intercambio de experiencias con mujeres de otras organizaciones de otros países ¿ves que ocurre lo mismo en todos los sitios, o que vosotras tenéis peculiaridades?
– Hemos tenido experiencias de intercambio en Chile, y estuvimos en Perú recientemente, por las dos reuniones que hemos tenido del ILGALAC, la organización latinoamericana y del Caribe del ILGA (International Lesbian and Gay Association Regional). Cuando hacemos la comparación, vemos que hay realidades que son bastante parecidas. Donde nosotros sentimos la ventaja y el beneficio es que partimos de una Revolución que aboga por la justicia. Y sabemos que, cuando vamos logrando algo, ese logro tiene puesta una impronta desde el Gobierno, desde el Partido y desde todas las instancias. Por ejemplo, el pasado 17 de mayo celebramos con mucha fuerza el día de lucha contra la homofobia, y el apoyo ha sido incondicional. El tema ha sido llevado a todos los ámbitos. En eso sentimos una ventaja, si nos comparamos con otros países. No sólo hemos logrado el apoyo oficial a la celebración del Día contra la Homofobia, sino que ya tenemos un proyecto por vía de la programación radial nacional, y un plan de acciones en medios con relación al tema por todo el país.
– Has mencionado el tema del VIH-SIDA, un terreno en el que tú también trabajas y conoces perfectamente, y en el que mundialmente se ha estigmatizado mucho a la población homosexual. Supongo que Cuba tampoco se ha librado de esa estigmatización.
– No, no se ha librado. Sin embargo, nos ha ocurrido una cosa bien interesante con relación a las investigaciones. Y es que, si bien es cierto que hay una relación ente la homosexualidad, sobre todo masculina, y el VIH-SIDA, hemos encontrado en las encuestas realizadas más rechazo con relación a la situación de la homofobia. Es decir, hay más aceptación con la realidad de las personas que viven su vida con esta infección, pero el rechazo es más visible cuando son homosexuales. Tú sientes que se va asimilando, pero se evidencia que hay que hacer un trabajo mayor con relación a la homofobia, porque la gente sigue rechazando bastante a otras personas por su orientación sexual.
– Sin embargo, en el terreno sanitario y de prevención del VIH-SIDA, sí que se están llevando adelante efectivos programas sanitarios en Cuba, ¿verdad?
– Sí, cómo no, y muy serios. Yo puedo hablarte fundamentalmente de las mujeres. Existe un proyecto denominado «La mujer en la prevención del SIDA». Buscándole salidas y formatos atractivos, lo hemos llevado adelante con la colaboración artística del cuarteto Sexto Sentido, que son cuatro mujeres muy talentosas cantantes de jazz, boleros, etc. Ellas hicieron una canción para ayudar a la promoción del proyecto, titulada «Tú sí puedes», que trata de sensibilizar, buscando que la mujer se dé cuenta de que tiene derecho a reclamar el uso del condón, y que plasma cuan vulnerables somos las mujeres.
Texto publicado en Cubainformación en papel nº 9 – Primavera 2009.