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En defensa de Qatar

Fuentes: Rebelión

Entre 2009 y 2013 tuve el privilegio de vivir en Qatar con mi esposo, Juan Antonio Hernández, quien, por entonces, era embajador de Venezuela ante ese país del golfo árabe-pérsico. Recuerdo, perfectamente, las primeras impresiones a nuestra llegada a Doha: el azul deslumbrante del mar, la visión impresionante de los rascacielos del centro de la […]

Entre 2009 y 2013 tuve el privilegio de vivir en Qatar con mi esposo, Juan Antonio Hernández, quien, por entonces, era embajador de Venezuela ante ese país del golfo árabe-pérsico. Recuerdo, perfectamente, las primeras impresiones a nuestra llegada a Doha: el azul deslumbrante del mar, la visión impresionante de los rascacielos del centro de la ciudad (que parecían sacados de una película de ciencia ficción) las mujeres vistiendo su tradicional «hiyab» negro y los hombres la «jalabiya» de un blanco impecable. Todo ello nos hablaba de un diseño político subyacente y especialmente importante de cara a las falsas dicotomías orientalistas con las que siempre Occidente ha tratado de estigmatizar a esta región: la idea de crear una modernidad específicamente árabe-musulmana. Y, como gran metáfora de ese diseño, de ese proyecto de una modernidad alternativa, el gran Museo de Arte Islámico, ubicado frente a la bahía de Doha, concebido nada menos que por Pei, uno de los más grandes arquitectos de nuestro tiempo, con su bella estructura moderna que alberga siglos de cultura islámica. La propuesta de equilibrar lo tradicional y lo moderno encuentra una expresión material de extraordinaria belleza en ese museo que adorna la bahía de Doha.

Junto a todo lo anterior, como venezolana y latinoamericana, me impresionó profundamente la labor de la esposa de quien era, para entonces, Emir de Qatar, Sheik Hamad, me refiero a esa extraordinaria mujer que es la Sheija Mousa verdadera mecenas de las artes y creadora de ese imponente proyecto que es la Ciudad de la Educación, un inmenso complejo de educación superior que ha traído a Qatar a algunas de las mejores universidades del mundo. Sin olvidar el rol protagónico de la Sheija al frente de la Fundación Qatar, promotora de tantas causas nobles a favor de los más desamparados y de promoción de los derechos de la mujer.

Ahora recuerdo vívidamente toda la preparación en nuestra embajada para la visita que hizo a nuestro país el Emir padre, Sheik Hamad Bin Khalifa Al Thani, en enero de 2010. El cariño profesado por Sheik Hamad por nuestro inolvidable Comandante Hugo Chávez se manifestó, de múltiples maneras, durante esa visita y nuestro presidente, de manera reciproca, le otorgó a la Sheija Mousa una réplica de la espada del Libertador que, sin duda, ocupa un lugar muy especial entre sus recuerdos. En aquel momento Chávez recordó, con gratitud, toda la desinteresada ayuda brindada por Qatar a Venezuela en los momentos duros del paro petrolero de 2002.

Esa visita fue en el 2010, luego vendría la mal llamada «Primavera árabe» que, lamentablemente, distanciaría a Qatar y a Venezuela, en todo lo relacionado con Libia y Siria, pero ni siquiera en esos momentos el Emir padre y su hijo, Sheik Tamin, el actual Emir, dejaron de recordar con afecto al Comandante Chávez y de expresar su admiración por Venezuela. Una muestra de ello es que el más alto dignatario del mundo árabe presente en la toma de posesión del Presidente Maduro fue, precisamente, un representante de la Casa Real de Qatar, el Sheik Abdulrahman Al Thani, gran amigo de Venezuela y de América Latina.

Es por ello que, en estos momentos, cuando diversas fuerzas del mundo árabe se coaligan contra Qatar que quisiera recordar a las venezolanas y venezolanos todo lo anterior. En realidad lo que se le quiere cobrar a Qatar es su pretensión de convertirse en el gran puente de contacto entre Irán y el resto del mundo y para ello se ha recurrido a toda una campaña de intrigas y falsedades de la que solamente salen ganadores los grandes vendedores de armas que todos conocemos.

Por supuesto que el proyecto modernizador catarí no está exento de contradicciones y conflictos. Pero es tarea de los cataríes y sólo de ellos encontrar el camino para resolverlos dentro de una estrategia que ha convertido, verdaderamente, un desierto en un jardín en lo que constituye una gran lección, para todos los productores de hidrocarburos, de cómo «sembrar el petróleo».

Alicia Centeno es esposa del actual embajador de Venezuela en Egipto y ex embajador en Qatar, Juan Antonio Hernández.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.