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Testimonio de médicos palestinos y noruegos

En Gaza se está usando un nuevo tipo de arma

Fuentes: Le Monde

Traducido por Juan Vivanco

Las televisiones árabes que emiten desde Gaza han mostrado los últimos días heridos de un tipo nuevo, adultos y niños con muñones sanguinolentos en lugar de piernas. El domingo 11 de enero dos médicos noruegos, los únicos occidentales que trabajan en el hospital de la ciudad, lo han confirmado.

Los doctores Mads Gilbert y Erik Fosse , que llevan veinte años trabajando en la zona con la ONG noruega Norwac, pudieron salir del territorio la víspera, con 15 heridos graves, por la frontera con Egipto. No sin sortear obstáculos: «Hace tres días nuestro convoy, a pesar de estar identificado por el Comité Internacional de la Cruz Roja, tuvo que dar media vuelta antes de llegar a Jan Yunis, donde los tanques nos dispararon para detenernos», declararon a los periodistas presentes en Al-Arish.

Dos días después el convoy pudo pasar, pero los médicos y el embajador de Noruega, que había ido a recibirles, permanecieron toda la noche retenidos «por razones burocráticas» en el puesto fronterizo egipcio de Rafá, entreabierto únicamente para las misiones sanitarias. Esa noche los vidrios y un cielorraso del puesto se rompieron con el estampido de una de las bombas lanzadas en las cercanías.

«A dos metros parte el cuerpo por la mitad; a ocho metros siega las piernas, las abrasa»

«En el hospital Al-Shifa de Gaza no hemos visto quemaduras de fósforo ni heridos por bombas de racimo. Pero hemos visto víctimas de algo que tiene todas las trazas de ser un nuevo tipo de arma experimentado por los militares usamericanos, conocido como Explosivo de Metal Denso Inerte (DIME por su sigla en inglés) [1]», han declarado los médicos.

Son unas pequeñas bombas con envoltura de carbono y una aleación de tungsteno, cobalto y níquel o hierro cuyo enorme poder explosivo se disipa a 10 metros. «A dos metros parte el cuerpo por la mitad; a ocho metros siega las piernas, las abrasa como si las atravesaran miles de agujas. No hemos visto los cuerpos partidos, pero sí a muchos amputados. Los hubo parecidos en el sur de Líbano en 2006 y los vimos en Gaza aquel mismo año, durante la operación israelí Lluvia de verano. Los experimentos con ratas han demostrado que las partículas que permanecen en el cuerpo son cancerígenas» han explicado los médicos.

Un médico palestino entrevistado el domingo por Al Yazira relató su impotencia en estos casos: «No tienen ningún rastro visible de metal en el cuerpo, pero hay extrañas hemorragias internas. Una materia quema sus vasos y causa la muerte. No podemos hacer nada». Según el primer equipo de médicos árabes autorizado a entrar en el territorio ocupado, que llegó el viernes desde el sur al hospital de Jan Yunes, allí han ingresado «decenas» de casos de este tipo.

«¿Será esta guerra un laboratorio de fabricantes de muerte?»

Los médicos noruegos se han sentido en la obligación de informar sobre lo que han visto debido a la ausencia en Gaza de cualquier otro representante del «mundo occidental», ya sea médico o periodista. «¿Será esta guerra un laboratorio de fabricantes de muerte? ¿En pleno siglo XXI se puede encerrar a millón y medio de personas y hacer con ellas lo que se quiera, llamándolas terroristas?»

En el cuarto día de guerra llegaron al hospital de Al-Shifa, que ya conocían de antes y después del bloqueo. Allí encontraron un edificio y un equipamiento «en las últimas», a un personal exhausto y moribundos por doquier. El material que habían preparado había quedado retenido en el paso fronterizo de Erez.

«Cuando llegan a urgencias cincuenta heridos de golpe, el mejor hospital de Oslo apenas podría atenderles ―cuentan―. Aquí podían caer diez bombas por minuto. La destrucción de una mezquita cercana hizo añicos unos vidrios del hospital. Cuando suenan las alarmas el personal tiene que refugiarse en los pasillos. Su valentía es increíble. A lo mejor duermen dos o tres horas diarias. La mayoría de ellos tienen víctimas entre sus parientes, escuchan en la radio la lista de los lugares que acaban de ser atacados y a veces es donde vive su familia, pero tienen que quedarse trabajando… La mañana que salimos de allí, cuando entré en urgencias, pregunté cómo habían pasado la noche. Una enfermera sonrió. Luego prorrumpió en sollozos».

En este momento de su relato la voz del doctor Gilbert se quiebra. «Ya ve ―se repone y sonríe con calma― yo también…»

Fuente: http://www.lemonde.fr/proche-orient/article/2009/01/12/des-medecins-evoquent-l-usage-d-un-nouveau-type-d-arme-a-gaza_1140545_3218.html#ens_id=1106055

[1] Ver un detallado informe sobre esta arma en el boletín del CIAR http://www.ciaramc.org/ciar/boletines/cr_bol136.htm (n. del t.)