En la Plaza montaron la «Putiexpo», hubo charlas, comidas, denuncias y un homenaje a las víctimas de la trata de mujeres y de la violencia machista. Luego fue la colorida marcha hasta el Congreso para presentar consignas.
«Cultura de la violación: el problema es colectivo, la solución también», fue la consigna principal de la cuarta edición de La Marcha de las Putas Buenos Aires, que comenzó pasado el mediodía de ayer en la Plaza de Mayo, para culminar con una caminata multicolor y plena de música, consignas feministas y entusiasmo multitudinario, hasta llegar al Congreso Nacional. «Las instituciones, los medios de comunicación y la sociedad aportan a la invisibilización y revictimización de sobrevivientes de abuso sexual», fue una de las reflexiones más filosas del mensaje de cierre. A lo largo de la marcha, mujeres -y también algunos hombres- con los cuerpos pintados con consignas denunciando la violencia machista y la segregación de la mujer, redondearon un llamado a «trabajar juntxs para que esto pare de una vez y para que se haga justicia» para reparar el daño sufrido por miles de víctimas de abuso sexual y femicidio.
Sobre las imperturbables vallas de hierro que cierran el paso de manifestantes hacia la Casa de Gobierno, las y los manifestantes fueron dejando marcas en un muro de los lamentos y los reclamos. Ese lugar fue denominado «Putiexpo» y en este punto es necesario recordar que lo de «putas», eje y esencia de la marcha, se debe a la decisión de rechazar las grotescas expresiones de un triste policía canadiense, Michael Sanguinetti. En 2011, ante una audiencia universitaria, Sanguinetti cometió el desatino de decir que las mujeres debían «dejar de vestirse como putas si no quieren ser violadas».
Por ese motivo, el «Putiexpo» rendía homenaje y pedía justicia para víctimas de la violencia machista, de la trata y de la explotación sexual como Marita Verón, Paola Acosta, Angeles Rawson, Chiara Páez, Laura Iglesias, Daiana García, Natalia Gaitán y Mariana Condori, entre otras. Las pancartas expresaban a las claras el pensamiento y el reclamo que ayer movilizó a miles de mujeres acompañadas por unos cuantos hombres: «Pollera o pantalón, respetame cagón», dirigidas a los machos argentinos, o «Si a vos te cuesta hablar, imaginate a la víctima. ¡Intervení!», llamando a las mujeres a una mayor participación.
Antes del comienzo de la marcha, en la Plaza de Mayo, se levantaron varios puestos de venta de souvenirs de la marcha y productos de la mejor gastronomía casera, para darles ánimo a las y los participantes. También hubo charlas, entre ellas una muy concurrida en la que hablaron Mariana Carbajal, periodista del diario Página/12, y Maximiliano Montenegro, redactor especializado en género de Diario Popular. Lo que hicieron fue condenar el lenguaje machista de la mayoría de los medios de comunicación, a la vez que propusieron formas de generar un cambio profundo en el lenguaje cotidiano para no seguir revictimizando a las mujeres que han sido asesinadas o que han sufrido abusos.
En la Plaza de Mayo, una pareja que participó de la marcha decidió hacerlo en un plano de total igualdad, partiendo desde la forma de vestirse o desvestirse: los dos estaban con el cuerpo desnudo, de la cintura hacia arriba, aunque ella llevaba unas cruces negras, como esas que suelen usar los censores, para disimular sus pezones. El joven, de 24 años, le dijo a este diario que estaban marchando porque «hemos decidido intervenir en la sociedad, participar de este tipo de manifestaciones, porque creemos que es necesaria la participación de todos para terminar con los privilegios de género, con las violencias cotidianas y trabajar para que podamos vivir mejor, y en paz».
Su compañera, Catherine, agregó que desde hace dos años están juntos en un marco de «igualdad y coincidencia» en la búsqueda de «mejorar el presente, porque si bien se han conseguido algunas leyes, el problema del machismo está lejos de ser algo del pasado, porque se mantiene presente en el discurso de muchos líderes políticos y también, sobre todo, en los medios de comunicación, de manera que es mucha la gente que todavía sigue manteniendo esos códigos, esa forma de pensar».
Una de las consignas levantadas desde el camión que ofició de escenario y de cabeza de la marcha hasta el Congreso fue reivindicar la manifestación como un acto «provocador» para enfrentar, con su mismo lenguaje, agresiones tales como la del ignoto policía canadiense. «Ese debe ser un pobre tipo -señaló Analía Martínez, una de las concurrentes-, pero ese pensamiento machista está enquistado en la sociedad y son muchos los que piensan lo mismo o parecido».
Con el mismo objetivo de ponerse el sayo que se les tiró injusta y groseramente, como una forma de disolverlo y convertirlo en bandera de lucha, uno de los cánticos más escuchados decía: «En esta sociedad, el abuso es tan normal que todas somos putas, incluyendo a tu hermana y tu mamá», un cierre obviamente dirigido a los hombres para los cuales las únicas «santas» son las mujeres de su entorno familiar y no siempre.
Ya en el Congreso, se leyeron los principales objetivos de la marcha. «Exigir censo y estadística oficiales nacionales sobre abuso sexual; refugios y grupos de respuesta rápida ante casos de abuso sexual; aplicación de la Ley 24.485; capacitación del Poder Judicial y Ejecutivo para la no revictimización de sobrevivientes de abuso sexual; correcta aplicación del programa nacional de Educación Sexual Integral dada por profesionales de la educación capacitados en el tema; correcta aplicación de las leyes y protocolos de aborto no punible en los hospitales y legalización del aborto libre, seguro y gratuito».
Como cierre, desde el escenario, el llamado fue: «Pasemos de la reflexión a la acción» y «no nos quedemos callados, no miremos para otro lado y construyamos una sociedad basada en el respeto».
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-287186-2015-11-29.html