El Parque Gezi y la Plaza Taksim ya se encuentran en el imaginario colectivo de la sociedad turca pasados unos días tras el inicio de unas protestas ciudadanas aparentemente imprevisibles. El descontento latente de una juventud a la que se les está imponiendo un sistema moral y de vida islamista desde el Gobierno de Erdogan […]
El Parque Gezi y la Plaza Taksim ya se encuentran en el imaginario colectivo de la sociedad turca pasados unos días tras el inicio de unas protestas ciudadanas aparentemente imprevisibles. El descontento latente de una juventud a la que se les está imponiendo un sistema moral y de vida islamista desde el Gobierno de Erdogan parece una de las claves principales de esta movilización. El periodista e historiador Manuel Martorell nos arroja interesantes claves para saber lo que está pasando, de momento, en Turquía.
Después de varios días en los que hemos seguido las manifestaciones ciudadanas en Turquía, ¿cómo se podría resumir de forma general lo que está pasando en aquel país?
Lo que creo que está ocurriendo es que en los últimos años, fundamentalmente desde que está en el poder el partido islamista de Tayyip Erdogan, se han ido acumulando una serie de agravios por parte de distintos sectores de la población turca muy diversos. Y como suele ocurrir en algunas ocasiones y como se ha visto en las últimas revueltas en otros países de la zona, una chispa, un pequeño incidente que en principio parecía que no tenía excesiva importancia, ha desencadenado un descontento en la población, que ya existía, pero que simplemente estaba latente.
¿Cuál sería el perfil, militancia o procedencia de las personas que iniciaron estas manifestaciones en diferentes puntos del país?
Por lo que he estado hablando con un amigo de Estambul, y lo que me ha transmitido también otra amiga que participó desde el principio en las revueltas, era una de las primeras personas 20 o 30, que se manifestaron en el parque de Gezi, nadie se esperaba en realidad esta respuesta. Tampoco nadie sabe definir exactamente qué tipo de sectores sociales están participando en este movimiento tan amplio. De hecho, dos grandes confederaciones de sindicatos se han unido a la revuelta, convocando una huelga de 48 horas. Uno de ellos es el sindicato de empleados públicos, que tiene unos 250.000 afiliados. Ahora, sí es verdad que en sus orígenes, centrándonos en el foco de la revuelta en la Plaza de Taksim, pasa lo que está pasando en muchos sitios. Son sobre todo los jóvenes que ven que su forma de vida está siendo atacada por muchas vías desde el poder. Hay dos profesores de la Universidad de Bilji, en Estambul, que durante los días 3 y 4 de junio han realizado una interesante encuesta, haciendo preguntas a 3.000 jóvenes. Y salen unas cosas muy curiosas, por ejemplo, el 64% de estos jóvenes se declaran laicos. Cerca de un 80% afirma que tienen ideas libertarias. Y solamente, por ejemplo, el 7% dice que tiene una vinculación con algún partido político. Y porcentajes entre el 70 y 80% denuncian cosas como el silencio cómplice de la prensa, que curiosamente al principio ha intentado ningunear o maquillar lo que estaba ocurriendo. Y sobre todo la respuesta que ha provocado la brutalidad con que ha actuado la policía. Es decir, hay muchos grupos que están al margen del sistema pero que tiene cierta importancia. Por poner un ejemplo, en Turquía no solamente hay musulmanes suníes. Hay también un tipo de musulmanes muy extraño, que ellos se denominan como protestantes del islamismo, una comunidad que nadie dice que sean menos de 10 millones de personas, que no es poco, y son los alevis. Ellos tienen una forma de vivir el Islam muy heterodoxa. No rezan, no hacen el Ramadán, no tienen mezquitas, sus rezos consisten en lecturas de poesía, en danzas, en música…Esta comunidad lleva reclamando desde hace décadas su reconocimiento oficial como religión. Y sin embargo el partido en el poder, que es de carácter y orientación islamista, tiene una posición contraria. Y claro, buena parte de los movimientos progresistas están alimentados por jóvenes alevis. También es muy significativo que el elemento que desencadenó en realidad el incidente, después de la primera protesta de 20 o 30 personas, fuera un diputado kurdo.
Justo esto es otro elemento importante, ¿qué papel puede jugar el pueblo y la comunidad kurda?
En realidad, en estos momentos, las revueltas se están registrando fundamentalmente en las zonas habitadas por población kurda. No están afectando con la misma intensidad en las provincias kurdas, porque hay que decir que la situación del Kurdistán es distinta. Funcionan con esquemas y motivaciones muy distintas a estas. Sin embargo, en aquellas ciudades como Arana, Igmir, Mersin y sobre todo Estambul, donde hay cerca de 3 millones de kurdos, los jóvenes kurdos están participando activamente. Así lo hemos podido ver en las imágenes de la Plaza Taksim, banderas de partidos kurdos, jóvenes bailando danzas kurdas. Y sobre todo el protagonismo de este diputado, de Sirri Sureyya, que es el que se pone, él sólo, delante de las excavadoras y, presentando su credencial como diputado, exige a los operarios que estaban derribando los árboles en el Parque de Gezi, la autorización legal para realizar esos trabajos. Y como no tenían esa autorización legal, las máquinas se tuvieron que retirar, dando tiempo a que se convocaran las primeras concentraciones masivas contra lo que estaba ocurriendo. Y como esto se pueden mencionar muchas cosas. Como por ejemplo, he visto en diversas páginas por Internet que los que están acampados en el Parque Gezi han dedicado una de las calles al escritor armenio Hrant Dink, y se pueden ver pancartas recordando a los armenios. El tema armenio siempre ha sido un tabú en Turquía. Y sin embargo estas personas están asumiendo valores que están totalmente en contra del sistema. También es significativa la campaña de los medios paraoficiales u oficiales que han cerrado filas en torno al gobierno, acusando a los manifestantes de beber alcohol, mostrando fotografías de manifestantes con latas de cerveza…
Esto recuerda mucho a ciertas campañas mediáticas en España en los momentos del 15-M y la Acampada en Sol.
Sí, más que compararlo con la Primavera Árabe, aunque tiene muchos componentes de ese tipo, en Turquía también se está denunciando una carencia de democracia. Porque en realidad, Erdogan, que prometió introducir elementos más democráticos en el sistema político turco, al final lo que está haciendo es conservar las antiguas estructuras heredadas de la hegemonía militar y dándoles un barniz islamista. Él prometió implantar una verdadera democracia y en el fondo no lo está haciendo, todo lo contrario. Hay muchas quejas por todos los sitios. Por ejemplo, hace poco sorprendía una decisión del Gobierno de prohibir los libros que tuvieran que ver con las teorías evolucionistas de Darwin. Luego, lo ha denunciado Reporteros Sin Fronteras repetidas veces, Turquía es uno de los países del mundo que más periodistas tiene en la cárcel, cuando pasa por ser una democracia. Hay unas censuras veladas a todo el que tiene que ver con el arte o cultura moderna. Es muy significativo también que en la Plaza de Taksim hay un centro cultural muy importante que se ve en las imágenes como está cubierto por pancartas. Es el Centro Cultural Ataturk, y allí se hacen todo este tipo de interpretaciones de danza, ballet u ópera. Y es un centro que está previsto, dentro del plan de reordenación de la plaza Taksim que mantiene todavía el primer ministro, derribarlo y poner al lado una mezquita. Todo eso en un barrio donde se consume mucho el alcohol, que está lleno de librerías, de centros culturales de carácter vanguardista, como pasa con los alevis, kurdos o armenios, al final estamos viendo que muchos sectores y fragmentos de la población turca, están viendo que la política seguida por el Partido Desarrollo y Justicia (AKP) de Erdogan, poco a poco está intentando imponer sus normas morales y su sistema de carácter islamista que entra en contradicción con esas diferentes formas de vivir. Y al final se ha aprovechado esta excusa o desencadenante para poner en la palestra este descontento social.
Si nos retrotraemos un poco y alejamos de la Primavera Árabe y recordando lo cerca que está Estambul de Grecia, también la crisis financiera internacional imaginamos que habrá llegado a Turquía. ¿Cuál es la situación social de la juventud turca si hablamos en paralelo a la del resto de Europa?
Creo que en estos últimos años no todo lo que ha hecho Erdogan está mal. Cualquiera que conozca algo lo que ha sido Turquía estos últimos años tiene que reconocer que, además de esta agenda oculta de ir implantando un sistema islámico en todos los segmentos de la sociedad, es necesario reconocer que Erdogan ha tenido el valor de organizar o poner en marcha cosas que tienen un carácter positivo. Por ejemplo una es arrinconar la hegemonía que tenían los militares. Otra ha sido tener el valor de «coger el toro por los cuernos» en el problema del Kurdistán, que es el principal problema político que tiene el país y empezar una negociación con lo que hasta hace poco era un mero grupo terrorista. Y luego hay que reconocerle a Erdogan que ha puesto un poco de orden en la economía. En estos momentos, en contra de lo que ocurre en Europa, es una potencia que está en desarrollo, que tiene un alto índice de crecimiento y donde hay trabajo. Es decir, no es una revuelta vinculada a una situación como podía ser en Grecia. Creo que tiene que ver más con el ataque a la idiosincrasia o estilo de vida de muchos sectores de la población, que tal vez económicamente están bien pero que se sienten agredidos en cosas que tienen un gran valor personal.
Tomando como referencia ese estilo de vida, nos encontramos con una revuelta urbana en la que hay referencias artísticas, incluso a cómics o vídeojuegos. Parecen jóvenes formados e implantados en esquemas occidentales de ocio y cultura. ¿Es sólo una revuelta urbana? ¿Cómo se está viviendo en los entornos rurales turcos?
No dispongo de información, pero por lo que se ha publicado, incluso reconocido por el Ministro del Interior, la revuelta se ha extendido al menos a 67 provincias, es decir la práctica totalidad. Pero yo creo, por las informaciones que se han publicado, las protestas se están produciendo fundamentalmente a los núcleos urbanos y que los protagonistas son gente joven y de estas ciudades.
Aunque sea difícil futurizar, ¿qué escenarios posibles se pueden manejar en el país? ¿Cómo va a actuar la policía?
La realidad es que me gustaría contestar a esa pregunta. Pero estoy convencido de que ni la puedo contestar yo, ni creo que sinceramente la pueda contestar nadie. Hoy (jueves) regresa Erodgan a Turquía y nos estamos encontrando con la paradójica situación de que mientras Erdogan ha mantenido un discurso de dureza en contra de los manifestantes, dirigentes de su propio partido, en concreto el viceprimer ministro y el presidente de la República han puesto en marcha una negociación de carácter totalmente conciliador con los manifestantes, reuniéndose al más alto nivel con delegaciones enviadas desde la Plaza de Taksim. Los propios analistas turcos se preguntan qué va a hacer Erdogan Toda Turquía se lo está preguntando. Él sigue llamando terroristas a los manifestantes y siguió con su proyecto de remodelación de la plaza. No se sabe si va a mantener esa dureza o si se va a producir un enfrentamiento obvio en la cúpula de poder. Lo veremos en los próximos días, si hay una mayor represión, si va a provocar una verdadera crisis entre Abdulá Gull y Erdogan (los dos se quieren presentar a las próximas elecciones presidenciales) o si, como piensa Erdogan, el movimiento se va a disolver como un azucarillo en agua.
Manuel Martorell. Periodista e Historiador. Especialista en el Kurdistán, autor de libro «Kurdistán, viaje al país prohibido» y de cientos de artículos y análisis, varios reportajes de televisión y media docena de proyectos editoriales. Colaborador del Centro de Investigaciones para la Paz y el Instituto El Cano de Estudios Estratégicos.
(NOTA DEL EDITOR: Esta entrevista fue realizada el Jueves 6 de Junio para el programa El Mentidero de Radio Almenara. Con la colaboración de Christian Zampini, Aitor Montero y Sergio Benítez).