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Entre pillos anda el juego

Fuentes: Rebelión

Las últimas noticias provenientes de la Florida no dejan lugar a dudas: pillos y facinerosos de toda laya han encontrado en la justicia norteamericana un medio idóneo para lucrar, sobre la base de esgrimir falsas acusaciones, asumir poses de fingido dramatismo y dolerse por «maltratos» recibidos. Valiéndose de jueces corrompidos por un conservadurismo a ultranza […]

Las últimas noticias provenientes de la Florida no dejan lugar a dudas: pillos y facinerosos de toda laya han encontrado en la justicia norteamericana un medio idóneo para lucrar, sobre la base de esgrimir falsas acusaciones, asumir poses de fingido dramatismo y dolerse por «maltratos» recibidos. Valiéndose de jueces corrompidos por un conservadurismo a ultranza y subordinados a la política anticubana de Washington, estos bandidos de tribunales y cortes viciadas, buscan amasar fortunas acudiendo a la mentira y a la infamia, convirtiéndose en detractores de oficio, en dolientes de telenovelas baratas y en instrumentos de una sucia política, sostenida por la Casa Blanca y la mafia miamense.

José Basulto, así como los ex secuestradores del niño Elían González, ocupan hoy las páginas de los periódicos, al imponer juicios tanto al gobierno cubano como al norteamericano, respectivamente. Para ello, han contado con la asesoría de Judicial Watch, un engendro legal de oscuro proceder, enlodado en las causas más dudosas e innobles, incapaz de levantar un dedo para denunciar los aborrecibles crímenes cometidos por Estados Unidos en el mundo o para denunciar las atrocidades cometidas contra Cuba tras más de cuatro décadas de sostenido terror.

El experimentado terrorista, creador del grupo Hermanos al Rescate, vinculado a acciones ofensivas contra la soberanía de la República de Cuba y al tráfico de drogas, así como a varios hechos terroristas en la pasada década de los 90, fue el beneficiado por una dudosa sentencia emitida en un tribunal floridano. En esta oportunidad, un juez de distrito nombrado Kenneth A. Marras, «compensó» a Basulto con la bicoca de 1,7 millones de dólares por los daños recibidos en su persona el 24 de febrero de 1996, cuando junto a otros pilotos de su organización violó el espacio aéreo cubano. Dos aviones fueron derribados por la fuerza aérea cubana en un genuino acto de soberanía. Basulto, sin embargo, debidamente alertado por las autoridades cubanas sobre su acto delictivo, puso pies en polvorosa, dejando la «papa caliente» a sus secuaces menos afortunados.

Si nos atenemos a los hechos, Basulto nunca recibió el menor daño durante la realización de sus acciones provocadoras. Por ello, los argumentos esgrimidos por el juez Marras son totalmente falsos. Decir que Basulto sufre un trauma emocional desde entonces mueve a la risa. Poco serio resulta este juez, capaz de defender su veredicto argumentando que el sórdido personaje ha visto afectadas «sus actividades cotidianas y su capacidad para disfrutar de la vida, como comer, dormir, hacer vida social y, lo que nos nada sorprendente, volar».

Sin embargo, las cosas no salieron para Basulto como éste las esperaba.

Incapaz de sentir el peso de su conciencia por los crímenes cometidos contra Cuba, el terrorista lleva fingiendo miedos y temores desde el 2003, cuando cocinó esta demanda movido por la ambición y un sucio protagonismo. Sin ocultar su decepción, pues aspiraba a la suma de 79,9 millones de dólares como compensación, alegó que ese dinero lo hubiera empleado para proseguir «su lucha» contra Fidel Castro.

Imagino cuánto le costó a Basulto esconder su disgusto por recibir menos de lo esperado, cuando otros pillos más afortunados han tenido mejor suerte al establecer demandas contra Cuba en tribunales federales y estaduales de la Florida. En esos casos, los jueces han ordenado compensaciones millonarias a costa de los bienes cubanos embargados por el gobierno norteamericano.

Judicial Watch quiso presionar al juez Marras argumentando que Basulto fue casi asesinado por «el acto terrorista del gobierno cubano». Para este grupo, de clara orientación anticubana, todas aquellas demandas interpuestas a tenor con la dudosa Ley antiterrorista de 1996, emitida por el gobierno de Clinton, tienen plena validez. No cabe duda que estos señores son expertos en trastrocar la verdad o, al menos, ignorarla, cuando han sido incapaces de denunciar o señalar el terrorismo de su gobierno y sus «defendidos» en más de 600 acciones terroristas llevadas a cabo contra los cubanos.

Sin querer quedarse atrás en este circo de cortes corruptas, jueces parcializados y acentuado odio hacia Cuba, un grupo de personas, capitaneadas por el secuestrador Lázaro González, tío abuelo del niño balsero Elían González, iniciaron ayer un juicio en Miami contra el gobierno norteamericano, acusando al FBI y a otras agencias de «uso excesivo de la fuerza» durante el operativo de liberación del niño, para dar cumplimiento a una orden de los tribunales.

Si indolentes fueron en aquella ocasión al querer separar a Elían de su padre, de su familia y de su pueblo, hoy muestran nuevamente su calaña corrupta al aspirar a compensaciones por supuestos daños emocionales y físicos recibidos durante el operativo. A esta querella contra el gobierno, bendecida por los mafiosos de Miami, se sumaron decenas de oportunistas, especializados en ganar dinero fácil. De los 97 demandantes sumados al carro de la ambición, sólo quedaron 13.

Por supuesto, Judicial Watch encontró en este nuevo juicio otro espacio para continuar sus maniobras contra Cuba. Paul Orfenedes, abogado defensor de los demandantes y perteneciente a Judicial Watch, insistió ante la corte en indemnizar a los afectados con una cifra indeterminada. Aunque importa para este grupo conservador de Washington los resultados de la demanda, se interesan sobremanera en cuestionar la actitud del gobierno norteamericano de entonces al ceder ante el clamor de los cubanos y del mundo por obtener la liberación del niño. Judicial Watch está interesada, sobre todo, en pasarle la cuenta a la casa Blanca por su debilidad ante Cuba. Tal es el extremo de su intolerancia y su sentido de la omerta.

Para los que conocemos Miami, nada de esto puede sorprendernos. Con frecuencia hemos visto a muchos pillos buscando la mejor manera de obtener dinero fácil en tribunales, buscando la ocasión para demandar a alguien. La nueva oleada de facinerosos en las cortes de la Florida tiene cabida y relativa suerte sólo gracias a una justicia sobornada y parcializada, así como al odio proclamado contra Cuba. Lo extraño de esto es que los acusadores cargan culpas enormes incapaces de ser tomadas en cuentas por los mismos jueces que los apoyan.