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Avnery estuvo durante tres legislaturas en el Parlamento y junto a su mujer, Rachel, contribuyó en 1993 a crear Gush Shalom

Entrevista a Uri Avnery

Fuentes: ZNet en Español

Las opiniones de Uri Avnery no deben ser tomadas a la ligera. En la vida de Avnery, el dirigente más franco del movimiento por la paz israelí, se ve reflejada la historia del país que ayudó a crear. Nacido en Alemania en 1923, Avnery inició su vida política como miembro del Irgun, que entonces constituía […]

Las opiniones de Uri Avnery no deben ser tomadas a la ligera. En la vida de Avnery, el dirigente más franco del movimiento por la paz israelí, se ve reflejada la historia del país que ayudó a crear. Nacido en Alemania en 1923, Avnery inició su vida política como miembro del Irgun, que entonces constituía un comando de las Fuerzas de Defensa israelíes (IDF) en la guerra de 1948. Durante cuarenta años, editor del ahora desaparecido semanario informativo Ha Olam Hazeh, Avnery estuvo durante tres legislaturas en el Parlamento (Knesset) y junto a su mujer, Rachel, contribuyó en 1993 a crear Gush Shalom, una de las organizaciones pacifistas israelíes más influyentes. Hablamos con Avnery tres semanas antes de que se iniciara oficialmente la retirada de Gaza .

Tikkun: Las informaciones de los medios sobre el drama de la retirada de Gaza dan la impresión de que ahora mantenemos una lucha entre las fuerzas del bien, representadas por Sharon, y las fuerzas del mal, representadas por los colonos.

Uri Avnery: La situación actual es la culminación de un proceso que se inició nada más terminar la guerra de los Seis Días, cuando Israel llevó a cabo una elección histórica entre firmar la paz de inmediato o anexionarse la tierra que habíamos conquistado. No estoy hablando a toro pasado, ya que incluso durante la guerra envié una carta abierta al entonces primer ministro, Levi Eshkol y le pedí que se estableciera de inmediato un Estado palestino en los Territorios Ocupados de la franja de Gaza y Cisjordania y se firmara la paz con el pueblo palestino. Eshkol era uno de los activistas típicos que había en la dirección sionista, quienes desde la creación del movimiento se centraron en conseguir un espacio para los refugiados judíos de todo el mundo mediante la adquisición de nuevas tierras para la fundación de colonias, incluso cuando esas tierras ya no eran necesarias para los refugiados; se podría decir que desde el comienzo del movimiento sionista esta actitud formó parte d
 el código genético del movimiento: el crear nuevas colonias en la tierra árabe de Israel.

No quiero parecer un místico, pero creo que existe algo semejante a un código genético en los movimientos históricos. Por código genético entiendo las ideas básicas que generan un movimiento y que están incrustadas en él, por lo que resulta muy difícil cambiarlas aun cuando las circunstancias hayan cambiado. La consigna de Israel Zangwill de que los sionistas trataban de unir «una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra» se convirtió en símbolo del movimiento sionista y conformó la conciencia de los primeros sionistas. Creo que es una convicción esencial y primaria de los sionistas. El sionismo no hubiera alcanzado jamás sus increíbles logros sin ese ímpetu, que consistía en conseguir más tierra, colonizarla y ampliar el hogar judío hasta que llegara, al menos, al río Jordán. Ese ímpetu es la base de todo lo que hemos hecho en los últimos cien años.

Tikkun: Desde el principio, el deseo inicial de volver a la antigua patria ¿no era ya de por sí una deformación, o se trataba de una aspiración legítima?

UA: Creo que el pueblo judío siempre aspiró a recuperar su patria perdida, en la forma que imaginaba que tuvo en el mundo antiguo. Pero el sionismo surge en el siglo XIX como un movimiento nacional que se fue modelando pragmáticamente en el marco de las posibilidades existentes, según las circunstancias de la política mundial. Hasta 1948, el deseo de conseguir más tierras y fundar más colonias en ellas se vio limitado por las posibilidades de la época. Así, en la Palestina anterior a 1948, el movimiento sionista adquiría la tierra comprándola. Y por ello, cuando se estableció el Estado de Israel en 1948, la comunidad judía, el Yishuv, poseía sólo el 4 por ciento de la tierra de lo que entonces era el mandato británico en Palestina.

Después de la guerra de 1948, Israel se apropió por la fuerza de las armas del 78 por ciento del territorio palestino que había estado bajo el mandato británico. De pronto, había grandes superficies de tierra que podían ser colonizadas. Y en los primeros diecinueve años del Estado, es justamente lo que Israel llevó a cabo: erigió nuevas ciudades y nuevos pueblos en la tierra conquistada en 1948 y colocó allí a más de un millón de judíos provenientes de los países árabes. Una gran parte de la comunidad árabe fue expulsada para hacer sitio a las nuevas colonias y gran parte de la tierra – incluso la perteneciente a la comunidad árabe que se quedó – fue expropiada.

Lo que ocurrió en 1967 es que conquistamos el resto de Palestina y lo que cambió no fue el deseo esencial de adquirir tierra, que siempre había existido, sino las nuevas posibilidades de expropiar tierras y de establecer colonias, proceso que empezó en 1968, con el gobierno laborista de Levi Eshkol, al que siguió el de Golda Meier y continuó con el de Yizhak Rabin, hasta que el Likud llegó al poder en 1977.

Hasta 1967, la aventura colonial fue sionista-socialista; y se basó en los kibbutzim y los moshavin y estuvo dirigida por el movimiento laborista. Lo que ocurrió después de 1967 fue que un elemento nuevo por completo asumió la empresa colonial: el así llamado «bando religioso nacional» que constituye una mutación extremista del judaísmo; un componente nuevo por completo dentro del judaísmo que tiene poco que ver con el judaísmo tal como lo habíamos conocido antes. Se trata de un movimiento mesiánico, extremadamente nacionalista con rasgos fascistas.

Esta tendencia, que representaba a una muy pequeña e incluso despreciada facción del sionismo anterior a 1967, asumió el proyecto colonizador, a los elementos sionista-socialistas de su visión original y se convirtió en el distintivo de la facción religiosa nacional sionista. Esto ha provocado como consecuencia un cambio no sólo de cantidad, sino de calidad. Esta facción en los últimos treinta y ocho años se ha hecho cada año más fuerte. Ha sido protegida por todos los gobiernos israelíes, tanto del Partido Laborista como del Likud; y ha sido amparada no sólo por el ejército israelí sino por todos los componentes del gobierno israelí, por todos sus ministros, abierta o encubiertamente. Esta facción se ha convertido en una fuerza muy importante en la sociedad israelí.

Tikkun: ¿Por qué han permitido los socialistas laicos que unos religiosos fanatizados se adueñaran de la empresa sionista?

UA: Los viejos principios del movimiento socialista y del movimiento kibbutziano se han deformado; se encuentran en bancarrota económica y, lo que es peor aún, en bancarrota ideológica. La tercera generación del Partido Laborista que ha llegado a la palestra es una generación sin ideología, sin una motivación real. Son tan capitalistas como otros sectores de la sociedad israelí. Se han lanzado a hacer dinero. En la actualidad, el Partido Laborista no es nada más que un cadáver putrefacto y es típico de este proceso.

El movimiento religioso sionista ha crecido en fuerza, en motivación ideológica y en fanatismo. Se trata de un nuevo tipo de religión judía, de una religión tribal muy agresiva y nacionalista, que contiene rasgos (tal como he dicho antes) que pueden ser caracterizados como fascistas. Y esta fuerza es ahora la única en Israel que tiene una ideología clara en la que miles de ciudadanos creen. Su ideario aspira claramente a la expulsión de la población palestina, y a la creación de un Estado religioso homogéneo, sujeto a la Halachah y gobernada por rabinos. Con frecuencia, este ideario no aparece de forma clara pero se puede encontrar en los escritos y declaraciones de los líderes del movimiento.

Tikkun: ¿Por qué la mayoría de los israelíes permiten que ocurra eso?

UA: Esa es una buena pregunta y no es fácil contestarla. Cuando la mayoría no tiene una ideología clara y dominante, y se enfrenta a una minoría muy motivada e ideológicamente fanática, la mayoría se encuentra en gran desventaja.

La mayoría de los israelíes cree en la democracia, pero no siente la necesidad de salir a la calle. Durante años, mis amigos y yo nos hemos manifestado por el fin de la Ocupación, por la paz con los palestinos y por la democracia en Israel. Hemos vivido momentos desmoralizantes cuando pedimos a la gente que viniera y se manifestara y constatamos que no existe una fuerza capaz de sacar a la calle a los israelíes, salvo en el aniversario de la muerte de Yitzhak Rabin. Lo único que moviliza a esta gente es su asesinato y su recuerdo, pero resulta muy difícil sacarlos a la calle por cualquier otro motivo.

Es una debilidad inherente de la democracia el que la mayoría democrática sólo se movilice cuando se la provoca gravemente. Y lo que está ocurriendo ahora en Israel, quizás, es que la provocación de los colonos a un punto en que la mayoría de los israelíes a salir a la calle y a luchar por lo que creen que es importante.

Tikkun: ¿Por qué el movimiento sionista original y el movimiento obrero han perdido su base ideológica?

UA: Existe un grupo de funcionarios del partido que luchan entre ellos sobre ese cadáver. El líder del Partido Laborista y actual viceprimer ministro, Simón Peres no se preocupa por nada más que su supervivencia personal. No existe un verdadero líder en el partido. El último que parecía un líder y tomó las riendas del mismo fue Ehud Barak y terminó en una terrible decepción. En la actualidad, el Partido Laborista no existe de hecho en la política israelí ni tiene voz en la sociedad israelí. Durante estas semanas de crisis crucial en Israel, el Partido Laborista no ha aparecido. Han dejado a Sharon para que luche y ellos le apoyan.

El Partido Meretz está muy debilitado y no tiene una presencia real; no se le escucha y no lucha realmente. Se podría decir que la totalidad de la clase política israelí está demasiado saciada, es demasiado rica, demasiado perezosa y demasiado corrupta como para impulsar cualquier tipo de lucha verdadera. Y la masa de gente que podría salir a la calle son las del Likud. Pero como partido, el Likud es disfuncional porque gran parte de él está contra Ariel Sharon y por eso Sharon no puede movilizarlos. De manera que la totalidad de la clase política está en mal estado. Está enferma y resulta muy triste que eso pase cuando Israel se está acercando a una crisis histórica que va a decidir su futuro.

Tikkun: ¿De qué crisis histórica se trata?

UA: La crisis se desarrolla entre la mayoría democrática y los colonos con todo lo que ellos representan, o sea, un Estado en el que teóricamente los rabinos estarían por encima de la ley, y esa ley, además, la dictarían ellos mismos. Se trataría, pues, de una situación muy similar a la de Irán, donde los dirigentes religiosos están por encima de Parlamento y del Gobierno.

Yo soy optimista por naturaleza y creo que la sociedad israelí superará esta crisis; y que la mayoría democrática, en el momento decisivo, encontrará la fuerza interior para hacer frente a este peligro.

Pero no es nada seguro. Lo que vaya a ocurrir en el momento decisivo es difícil de predecir. Ni siquiera sabemos si este Gobierno apostará decididamente por la democracia. Sharon sólo tiene mayoría porque ha cesado a los ministros que se oponían a él. Pero incluso ahora continúa siendo un Gobierno muy débil, en el que ministros importantes como el anterior ministro de Hacienda y actual miembro de la Knesset, Benjamín Netanyahu, se rebelan públicamente contra Sharon.

Tikkun: ¿Qué ocurre con las Fuerzas de Seguridad?

UA: El ejército israelí no está preparado para luchar contra los colonos. Durante treinta y ocho años los ha defendido, ha cooperado con ellos abierta o encubiertamente. Prácticamente, todas las colonias están donde están porque el ejército israelí les ha indicado dónde debían establecerse. Tampoco se ha entrenado o preparado a la policía para este tipo de confrontación, ni mucho menos se le ha dado razones para creer en la necesidad de enfrentarse a los colonos. La policía también ha estado protegiendo a los colonos y actuando contra los palestinos durante treinta y ocho años. Y durante los últimos años han disparado contra los pacifistas israelíes. La policía y el ejército van a entrar en acción contra los colonos, desarmados por completo, sólo con sus manos.

Todo ello indica que no existe una voluntad clara del Gobierno de enfrentarse a los colonos. Éste se encuentra metido en una confrontación que no esperaba. Sharon está completamente desconcertado porque cuando puso en marcha el «plan de retirada» no pensó que se metía en una batalla con los colonos. Todo lo contrario. Ariel Sharon ha sido el padre de los colonos más que ninguna otra persona en el país. Él colocó las colonias donde están y ha trabajado sin descanso durante años por los colonos. Sharon no consideró que su plan pudiera ser interpretado como dirigido contra ellos. Lo que le les había dicho a los colonos fue más o menos lo siguiente: «debemos entregar unas pocas colonias en la franja de Gaza, que son muy pequeñas y sin importancia, para consolidar y salvar las grandes colonias de Cisjordania y anexionarnos todo el territorio en el que se encuentran asentadas».

Para Sharon esto tenía su lógica, la lógica que un oficial del ejército utiliza para ceder un territorio con el objetivo de ganar otro. Pero los colonos no lo entendieron así y Sharon se encontró enfrentado a ellos de forma inesperada, lo que dio lugar a una situación difícil, no sólo para él, personalmente, sino para el sistema político israelí en su totalidad, que tiene que actuar con consistencia y determinación ya que este enfrentamiento representa una disonancia cognitiva.

Tikkun: Me parece que algunos argumentos de los colonos son razonables en relación con el ultraje que supone lo que está sucediendo ahora, porque algunos de ellos están motivados económicamente, y se trasladaron a los Territorios Ocupados movidos por las promesas del Gobierno, no por ideología. Y ahora están siendo traicionados por razones que no tienen nada que ver con las que les animaron a convertirse en colonos en su momento. ¿No hay algo comprensible en su cólera?

UA: No siento compasión alguna por ellos porque todos los colonos sabían que se estaban estableciendo en una tierra arrebatada por la fuerza a los palestinos. Sabían que se estaban asentando en un territorio ocupado, cuyo futuro era incierto.

Tikkun: ¿Hubo algún partido político que le dijera eso a los colonos?

UA: Cuando estaba en el Parlamento, yo lo dije, y otros también lo hicieron. Pero tiene razón, los partidos principales animaron a la gente a ir allí y le dieron incentivos económicos para hacerlo. Sin embargo, todos estos gritos y llantos son un poco exagerados porque ¿qué se les está pidiendo a los colonos que hagan? Pues sólo que se trasladen veinte millas al norte, al interior del territorio de Israel, y que continúen llevando el mismo tipo de vida que han venido teniendo hasta ahora… a nuestras expensas. Sin embargo los colonos piensan que lo que ocurre es comparable a la expulsión de los judíos de España o de Alemania en la Edad Media, lo cual es muy exagerado. Su sentimiento de ultraje, creo, emana de que se sienten traicionados por la gente que los puso allí, por su propia gente. Por personas a las que consideraban sus padres espirituales o políticos. A este respecto, su sentimiento de traición es real; es como se siente un hijo traicionado por su padre.

Tikkun: Algunos de nosotros que apoyamos la paz creemos que la retirada es un mach a zeh, una representación preparada para el mundo con el fin de mostrar cuánto está sufriendo Israel, de forma que se consiga más apoyo para el deseo de Sharon de quedarse con partes significativas de Cisjordania. Por ello, Sharon ha decidido sacrificar el bienestar de nueve mil personas con el objetivo de perpetuar su control y el control de Israel sobre Cisjordania.

UA: Sharon tiene interés en que la evacuación parezca casi imposible para demostrar que si trasladar a ocho mil colonos resulta una empresa tan enorme y peligrosa, ¿Cómo podría alguien plantearse el trasladar a doscientos cincuenta mil colonos de Cisjordania? Creo que los palestinos están en lo cierto al sospecharlo porque yo también lo sospecho.

Tikkun: Para mostrar el apoyo al plan de retirada de Sharon, el Partido Laborista y el Meretz han apoyado la retirada sin exigir que sea el primer paso para el abandono de Cisjordania. ¿Cree Ud. que se trata de una táctica aceptable por parte de gente que realmente desea el fin de la Ocupación en su totalidad?

UA: Todos los que estamos en el movimiento por la paz nos hemos enfrentado a este dilema. Según personas cercanas a Sharon, después de Gaza no nos retiraremos de ningún otro lugar en absoluto. No habrá Acuerdo de Paz, ni habrá negociaciones finales, nada. Mis amigos y yo hemos sido muy cuidadosos en dejar claro que no apoyamos a Sharon. Por otra parte, cada colonia que se desmantele será una colonia menos. Y el desmantelamiento de colonias crea un precedente que tiene una inmensa importancia psicológica y, quizás política, para la continuación del proceso. A partir de ahí, tanto si queremos como si no, nos vemos obligados a apoyar la retirada de Gaza con el objetivo de facilitar la retirada de Cisjordania y finalizar la Ocupación allí. Este es el dilema al que nos enfrentamos y con el que tenemos que tratar.

Tikkun: Había un argumento que manejaban antiguamente los progresistas que prestaban servicio en los territorios ocupados que decía: «Ahora tenemos que cumplir nuestras obligaciones militares con las Fuerzas de Defensa israelíes (IDF), de forma que cuando se produzca la retirada de los Territorios Ocupados, la ultraderecha cumpla con las suyas en las IDF». ¿Cree usted que ese argumento ha resultado verdadero? Porque, de acuerdo con las informaciones de los periódicos que conseguimos aquí (en los Estados Unidos; N. del T.), parece que elementos de las corrientes religiosas y otros se oponen a la retirada y están negándose a cumplir órdenes.

UA: Creo que a la derecha en Israel le importa un comino lo que haga la izquierda. Esa amenaza de motín masivo no tiene nada que ver con el rechazo de la gente de izquierdas a tomar parte en la Ocupación. A veces se la cita como un pretexto, pero la ultraderecha religiosa en Israel tiene su propia lógica que tiene poco que ver con cualquier otra. Ellos creen en lo que sus rabinos les dicen sobre la Halachah (la ley religiosa derivada de la Torah; N. del T.), y el papel de la Torah (el Viejo Testamento; N. del T.). Viven en una sociedad teocrática completamente cerrada que no recibe ninguna influencia de la realidad exterior. Creen en su propio mundo. En cierto modo, son como esas sectas estadounidenses que acaban en suicidios masivos: constituyen un culto. Parecen una secta y se comportan como tal: visten de forma diferente y actúan de manera diferente. Todos juntos constituyen un tipo diferente de personas.

Entre ellos y nosotros existe muy poca comunicación. Ellos hablan otro lenguaje; tienen una visión muy distinta del mundo; están sometidos a leyes y normas completamente diferentes; constituyen una parte diferenciada de Israel, separada de cualquier otra. Y esto es lo que hace que esta situación sea distinta de las confrontaciones en otros países. No se trata de una parte normal y común de la sociedad israelí; tampoco se trata de que un hermano sea de derechas y otro de izquierdas. Son gentes que viven separadas en comunidades propias, en sus barrios y en sus pueblos dentro de Israel. No tienen contacto con la sociedad israelí normal; y sólo se encuentran con ella en lugares muy especiales, como en el ejército. Pero incluso en el ejército tienden a tener sus propias unidades.

Una de las decisiones peligrosas tomadas por el Gobierno de Israel fue la de crear unidades religiosas específicas en el ejército. El pretexto fue que ellos necesitaban unidades especiales de forma que pudieran continuar con sus estudios religiosos, etc. Pero el hecho es que ahora existe una Unidad Religiosa en el ejército israelí que está sujeta a la autoridad de sus rabinos en mayor medida que a la de sus oficiales militares. Esa es la razón de que la posibilidad de un motín militar sea tan peligrosa.

Tikkun: Usted. afirma que la salida de la franja de Gaza y la retirada de algunas colonias podría ser un primer paso hacia el abandono de colonias en el futuro. ¿Cuál es la estrategia plausible a seguir este otoño para los grupos pacifistas en el Partido Laborista y el Meretz?¿ Qué podrían hacer plausiblemente para desafiar el propósito de Sharon de mantenerse en Cisjordania?

UA: Debemos distinguir dos etapas. La presente ha tenido lugar en julio, agosto, y probablemente, en septiembre, en la que tenemos que apoyar la retirada de Gaza, no sólo sentándonos ante el televisor y diciendo «Eso está bien». También tenemos que salir a la calle, porque no se trata de un enfrentamiento privado entre el ejército y la policía israelíes y los colonos; esto nos afecta a todos. Y si los colonos vencen en esta etapa entonces podemos decir adiós al Estado de Israel tal como lo conocemos y queremos que sea.

Por el momento, la totalidad del movimiento pacifista no se ha movilizado. No ha salido a luchar. Todavía no está allí. La mayoría de los israelíes observa este enfrentamiento como si fueran espectadores de un evento deportivo; algo que tiene que ser discutido entre Ariel Sharon y los colonos, mientras nosotros somos meros espectadores que disfrutan con la confrontación. Es una situación muy, muy peligrosa y nuestro objetivo tiene que ser conseguir que la retirada de la franja Gaza conduzca a la retirada de Cisjordania. La tarea es aprovechar el impulso generado en esta operación para conseguir verdaderas negociaciones de paz con los palestinos y alcanzar en el plazo de uno o dos años un acuerdo pactado en relación con las colonias.

Tikkun: ¿Cuál sería una estrategia viable para movilizar a la gente en la cuestión de Cisjordania? ¿Existe ya alguna?

UA: No. No existe nada porque, en primer lugar, no hay una dirección unificada de ninguna clase en la izquierda israelí. Sí existe en el campo de la derecha, que tiene una dirección muy unificada y muy efectiva. Los colonos y sus aliados están maravillosamente organizados; reconocen a sus lideres; no se pelean entre sí; han conseguido unificar a los elementos moderados e incluso a los más extremistas de los fascistas en un solo campo. Ellos pueden movilizar con facilidad a su gente porque está concentrada en las colonias y en los yeshivot religiosos, mientras que en la izquierda no existe nada activo. Nosotros sólo tenemos el Gobierno, el Parlamento y el sistema político que está muy debilitado, que no es muy popular, y que carece de liderazgo. Sólo podemos esperar que, una vez que la batalla comience, la gente se sienta estimulada, sienta la necesidad de luchar y surja un liderazgo… Yo lo espero con todas mis fuerzas.

Tikkun: ¿Por qué ha sido tan difícil?

UA: La gran mayoría de los israelíes no son conscientes del peligro real y actual para la democracia israelí. Todavía tienen la ilusión de que es algo que pasará. Sólo cuando la gente comprenda que el peligro real está ahí y que hay que salir y enfrentarse a él, sólo entonces habrá una posibilidad de que surja un líder. Uno sólo puede confiar en que no sea demasiado tarde.

Yo me acuerdo mucho de los últimos días de la República de Weimar. Pienso constantemente en ello y creo que los peligros que la gente tuvo que afrontar en aquella época están ahora aquí. Se ha dicho que la República de Weimar no se vino abajo porque los fascistas la derrocaran sino porque en el momento de la verdad nadie estuvo dispuesto a defenderla. Es una pesadilla que me persigue y en la que pienso continuamente.
 
Origen: Tikkun, 11 de septiembre de 2005
Traducido por Felisa Sastre y revisado por Daniel Silberman