Emiratos Árabes Unidos no aceptará que Arabia Saudí aproveche el liderazgo de la contrarrevolución que se ejerce, intensifica y consolida en la región para reconducir los movimientos sociales y hacer frente a la influencia iraní. Así que la propuesta del rey saudí, Abdullah bin Abdellaziz al-Saud, de estrechar las relaciones y convertir el Consejo de […]
Emiratos Árabes Unidos no aceptará que Arabia Saudí aproveche el liderazgo de la contrarrevolución que se ejerce, intensifica y consolida en la región para reconducir los movimientos sociales y hacer frente a la influencia iraní. Así que la propuesta del rey saudí, Abdullah bin Abdellaziz al-Saud, de estrechar las relaciones y convertir el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) en una unión integrada, quasi estado federal, solo ha sido incondicionalmente aceptada por Bahréin. La casa real suní que necesita un salvaguarda más potente, para hacer frente a las revueltas que no decrecen entre la población bahrení de mayoría chií. La propuesta se debatirá en la próxima cumbre de diciembre, pero Emiratos Árabes Unidos quiere que se clarifique cuál será el papel de cada país en la nueva unión que podría difuminar la soberanía de los estados actuales. Similares recelos han mostrado Kuwait, Qatar y Omán, aunque a estos dos últimos hay que sumar que son más partidarios de normalizar las relaciones con Teherán que de enfrentarse a él; pero en general las objeciones vienen porque ninguna de las realezas está dispuesta a perder sus privilegios individuales.
Las diferencias entre estos dos pesos pesados de la política militar de la región, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, podrían sumarse al debate ya presente sobre la ubicación del escudo antimisiles que contempla la estrategia defensiva en el Golfo, patrocinada por Estados Unidos. Según un informe elaborado por Al Masah Capital, ambos países son, junto con Argelia, los que más gastan en armamento en MENA, por lo que se entiende que sus ejércitos sean los más activos en la represión de las revueltas en Bahréin, además de entre sus propias fronteras. Pero además, el estudio prevé un aumento del gasto en armamento de hasta 118.200 millones de dólares (92.000 millones de euros) en los próximos tres años, debido a las políticas de defensa que están desarrollando los países para proteger su seguridad y evitar las protestas populares.
Los países del Golfo son conscientes de su dependencia regional en esta nueva etapa en la que la geoestrategia debe afrontar un factor hasta ahora inexistente: las voces de la calle que están desbaratando las agendas políticas regionales e internacionales. Por lo tanto, la Unión les permitiría contrarrestar de forma más efectiva las acciones de Irán, porque unos y otros han decidido convertir intencionalmente la llamada Primavera Árabe en un problema sectario entre suníes y chiíes. Con los dos bandos claramente definidos, la intención es aprovechar los intereses comunes y las similitudes de las monarquías para caminar hacia una integración que debilite los movimientos chiíes en la Península Arábiga, para esquivar el apoyo de Irán. Como también coinciden en tener regímenes autocráticos con escasa o nula representación política por lo que la contrarrevolución también es interna.
Amnistía Internacional volvía a denunciar este mes de mayo las detenciones arbitrarias que se suceden estos días en Emiratos Árabes Unidos contra islamistas. Saleh al-Dhufairi y Salim Sahoo, miembros de la Asociación para la Reforma y la Guía Social, Al Islah, se encuentran en paradero desconocido, sin cargos legales y expuestos a sufrir «torturas y malos tratos«, según denuncia la ONG. No son los primeros arrestados ni acosados por las autoridades emiratíes por pertenencia a Al Islah, la marca de los Hermanos Musulmanes en el país, lo que le convierte frente a las autoridades en un peligroso opositor para el estatus quo. El acoso se ejerce también retirando la ciudadanía de quienes muestren signos de disidencia. Este juego se ha repartido de nuevo, paradójicamente y pese a que Emiratos Árabes Unidos apoya junto CCG la rebelión contra el régimen de Al Assad, con residentes sirios que habían participado en manifestaciones pacíficas en Dubai. Aunque el motivo era supuestamente ajeno a la política interna, a Emiratos Árabes Unidos no le interesa que su ciudadanía se acostumbre a la libertad de expresión en la calle, y acosó mediante llamadas telefónicas a cientos de manifestantes que acudieron a una convocatoria contra al Assad en febrero. Según Human Rights Watch, el Gobierno ha cancelado el permiso de residencia de algunos sirios de la oposición en el exilio, que han sido obligados a abandonar el país.
Donde los países del Golfo todavía no han unido objetivos es en abordar los desequilibrios demográficos que han motivado las protestas en varias monarquías. Sus economías dependen principalmente de la mano de obra extranjera que aprovechó la ola de libertad y cambios de 2011 para denunciar su situación discriminatoria, y exigir equiparación de derechos con los ciudadanos locales. Emiratos Árabes Unidos es el país con mayor porcentaje de expatriados de la zona, en torno al 80%, pero, en principio, no parece que exista una voluntad de unión que vaya a poner en cuestión y resolver uno de los mayores retos internos de estas monarquías con economías tan rentables como injustas para la población: la existencia igualdad de derechos entre su población.
Fuente original: http://www.aish.es/index.php/component/content/article/202-clavesemiratosarabesunidos/3016-eau-210512-equilibrios-de-poder-desequilibrios-demograficos-