Recomiendo:
0

Entrevista con Mehmet Alí Dogan, antropólogo y documentalista kurdo

«Erdogan no está loco, es un dictador»

Fuentes: Rebelión

El 1º de noviembre se realizan nuevas elecciones en Turquía. El intento de Erdogan por perpetuarse en el gobierno y el surgimiento del movimiento kurdo como factor de poder, son analizados por el antropólogo y documentalista kurdo Mehmet Alí Dogan. El poder que todavía ostenta el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, está basado en […]

El 1º de noviembre se realizan nuevas elecciones en Turquía. El intento de Erdogan por perpetuarse en el gobierno y el surgimiento del movimiento kurdo como factor de poder, son analizados por el antropólogo y documentalista kurdo Mehmet Alí Dogan.

El poder que todavía ostenta el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, está basado en una fórmula simple: polarizar a la sociedad y empujarla a un enfrentamiento, amenazar a los pobladores sobre el «peligro» del terrorismo que, según el mandatario, encarna el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y, al mismo tiempo, aplicar una política represiva que en el último mes creció de forma exponencial, principalmente contra el pueblo kurdo y la militancia del Partido Democrático de los Pueblos (HDP, por sus siglas en turco).

Esta situación que atraviesa Turquía, país en el cual el próximo 1 de noviembre se realizarán elecciones presidenciales, fue analizada por el antropólogo y documentalista kurdo Mehmet Alí Dogan, en un diálogo con Marcha y Resumen Latinoamericano.

«El 7 de junio pasó algo histórico en Turquía: los kurdos crearon un frente amplio (HDP), con una parte de la sociedad turca y otras minorías, como armenios, asirios-caldeos, griegos, y obtuvo 80 diputados a la Asamblea Nacional, de los cuales 40 por ciento son mujeres», explica Dogan.

Los comicios de julio fueron un duro golpe para Erdogan y su partido, el AKP, de neto corte islámico y neoliberal. El actual mandatario pretendía alcanzar la mayoría absoluta en el Parlamento y así tener el poder para reformar la Constitución con el objetivo de perpetuarse en el gobierno, como denuncian sus opositores. Pero al no alcanzar la mayoría, el AKP inició negociaciones con los demás partidos para formar un gobierno de coalición. Tanto el Partido Republicano del Pueblo (CHP, nacionalista) como el Partido de Acción Nacionalista (MHP, ultraderechista) y el HDP rechazaron esa unidad y forzaron a nuevas elecciones.

Como el gobierno de coalición no funcionó, Erdogan «rompió con el proceso de paz entre el gobierno, el PKK y Abdullah Öcalan», el líder máximo de la guerrilla kurda, encarcelado desde hace 16 años en la isla-prisión de Imrali. «Entonces son cometidos atentados en Diyarbakir, en Suruc y provocaciones para que el PKK retome las acciones armadas, porque el PKK estaba en el proceso de paz desde hacía más de dos años», señala Dogan.

«Paqustanizar» Turquía

Aunque Erdogan llegó al gobierno turco con una imagen de dirigente que buscaba modernizar al Estado y posicionarlo en el concierto internacional, en sus diez años de administración su corrimiento hacia la derecha quedó demostrado. «Yo llamo a lo que sucede la ‘paquistanización’ de Turquía y la ‘afganización’ de Siria, porque sabemos que Erdogan apoya al Estado Islámico en Siria, transformando a Siria en Afganistán; no sólo él, sino los países de la OTAN, Arabia Saudí y Qatar», sintetiza Dogan.

«Paquistanizar» al Estado turco, para el antropólogo kurdo significa «afirmar el poder de hecho de los islamistas de Erdogan, que es parecido al movimiento de los Hermanos Musulmanes o a Al Qaeda. ‘Paquistanizar’ Turquía quiere decir crear una situación de violencia y legitimar la represión y el terror del Estado».

Con la represión desatada, principalmente en el sureste del país donde se asienta la mayoría kurda, desde el HDP se llamó a «la autogestión pacífica, que quiere decir que no iban a dejar entrar a los pueblos y ciudades a la policía para generar un estado de terror».

Aunque con los ataques policiales y parapoliciales Erdogan intenta ganar seguidores, «el AKP pierde votos, porque el pueblo turco está cansado de esta política negacionista», sentencia Dogan. «La semana pasada, en menos de tres días quemaron 400 locales del HDP -advierte el antropólogo-. Se está creando una histeria nacionalista, al igual que se hizo antes del genocidio armenio, es la misma política. Matan a los kurdos en las calles porque son kurdos. En Turquía están aplicando un nuevo modelo que genera polarización interétnica. Erdogan no está loco y hace esto porque es un dictador que va a hacer lo posible para no dejar la presidencia».

¿Una telaraña de alianzas?

Si en las elecciones de noviembre no se concreta la conformación de un nuevo gobierno, nuevamente se iniciarán negociaciones entre los partidos. Según las últimas encuestas, el AKP podría obtener el 43% de los votos, cifra que no le alcanza a Erdogan para sus planes de perpetuidad.

En los próximo comicios, alerta Dogan, «van a hacer todo lo posible para cometer fraude», sobre todo en las ciudades y poblados kurdos, muchos de los cuales están bajo toque de queda. «Hay posibilidades de que el HDP, si no hay fraude, pueda llegar hasta el 16 o 17 por ciento de los votos. Según estimaciones realistas la potencia del HDP puede llegar al 20 por ciento. Pero lo que van a hacer es tratar de concretar el fraude», afirma el antropólogo.

«Vamos a vivir dos meses muy densos -agrega Dogan-, por eso el PKK respondió a las llamadas de dejar de lado la violencia pero si participa un comité de observación internacional. Esto no lo creo posible, por eso no vamos a vivir un cese el fuego».

Una de las razones del frágil panorama es la negativa del gobierno turco para que Öcalan reciba visitas o, al menos, envíe mensajes a sus seguidores. «El Estado turco está hablando de manera permanente con Öcalan, pero como ven que su posición no ayuda a Erdogan no lo dejan hablar», denuncia Dogan.

Pero a la ahora de proyectar un análisis del futuro de Turquía nada está dicho. Según Dogan, el «HDP mandó un mensaje para formar un gobierno con el CHP, pero el CHP no quería. Y el HDP también dijo que si el CHP fundaba un gobierno con el MHP no iba a ser parte, pero que lo apoyaría para relanzar el proceso de paz».

Luego de los comicios pasados, el AKP tuvo posibilidades de conformar una administración con el CHP, pero Erdogan rechazó esta posibilidad. Dogan recuerda que «si el CHP aceptaba esta coalición, una de sus condiciones era impulsar procesos jurídicos contra la corrupción, que quiere decir que se va a investigar a la familia de Erdogan, como es el caso de su hijo, que se hizo multimillonario en menos de 10 años».

Al ser consultado por las posibles alianzas del HDP, Dogan negó que se establezcan con el MHP o el AKP, pero «con el CHP sí, porque en la base de ese partido hay un sector socialdemócrata y un 30 por ciento de sus votos pueden ir al HDP».

La incógnita del HDP

La conformación del HDP el año pasado no fue espontánea ni casual. Desde principio de la década de 1990, el movimiento kurdo junto al PKK buscó crear expresiones políticas para participar en las decisiones del país. Estos intentos organizativos, una y otra vez, fueron perseguidos por el Estado turco y sus militantes encarcelados. Una cifra muestra el nivel represivo: en la actualidad existen 18 mil presos políticos en Turquía, en su mayoría de origen kurdo; de ese total, 2.000 mil fueron encarcelados en el último mes, cuando el gobierno ordenó los ataques contra la militancia del HDP.

El HDP se construyó en un proceso particular como es la lucha por liberar Kurdistán. Sus vínculos con el PKK son reales, pero también su independencia de esa organización armada. En el HDP se pueden ver puntos de contactos con experiencias como la Podemos, en España, y Syriza en Grecia, pero también con el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), el Movimiento al Socialismo (MAS) de Bolivia, o Alianza País en Ecuador.

«Cuando el PKK empezó en 1984 con la lucha armada no tenía otra manera de luchar, porque había una dictadura militar -explica Dogan-. En 1986 nació un movimiento democrático, que pagó muy caro con desapariciones y muertes. En 1990 se logró fundar un partido que siempre fue prohibido y cambió de nombres. Ahora el HDP es complementario para transformar al PKK en un movimiento democrático. Sus pensamientos ideológicos son muy cercanos, los dos están en contra de la independencia de Kurdistán y defienden el confederalismo democrático como modelo. Lo que no hay es una relación directa de jerarquía: la montaña no decide la política del HDP, y el HDP tampoco lo hace sobre el PKK. A pesar de las acciones militares del PKK, el HDP está llamando de una manera insistente a dejar la violencia desde ambas partes. E HDP se puede definir como una mediación entre el PKK y el Estado turco, defendiendo la lucha democrática».

Para el antropólogo, el HDP logró «salir de la clásica política de polarización izquierda o derecha. Por supuesto, tiene un programa de socialismo comunitario y confederal, a través de diversos grupos étnicos y religiosos, basado en la descentralización no solo del poder político sino económico».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.