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Es necesario oponerse a la amenaza del Gobierno de Canadá de criminalizar la crítica política de Israel

Fuentes: Le Journal des Alternatives

Traducción Susana Merino.

Sus diarios favoritos no lo mencionarán esta mañana y, sin embargo, a última hora de la tarde de ayer [18 de febrero de 2016] los parlamentarios canadienses debatieron una nueva iniciativa del Partido Conservador con el fin de criminalizar cualquier apoyo a la campaña palestina de BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones), una campaña ciudadana que trata de presionar a Israel para que respete el derecho internacional y los derechos de los palestinos.

Propuesto por los diputados conservadores Tony Clement y Michelle Rempel, la iniciativa es la siguiente: «Dadas la amistad y las relaciones económicas y diplomáticas de larga data que unen a Canadá y a Israel, la Cámara rechaza la campaña del movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) que alienta la demonización y la deslegitimación del Estado de Israel y solicita al gobierno condenar todo intento de organismos, grupos o personas canadienses que promuevan el movimiento de BDS en el país o en el exterior«.

La historia no es nueva. En enero de 2015 el ministro conservador de Relaciones Exteriores John Baird firmaba una declaración de «solidaridad y de amistad» con Israel que incluía una iniciativa coordinada para luchar contra ese movimiento. Otros países como Francia y Gran Bretaña también discuten nuevas reglamentaciones con el objetivo de reducir al silencio a las y los ciudadanos concernidos por las políticas represivas del Estado judío, que se aferra a su falsa representación del movimiento de BDS «como una versión 2.0 de antisemitismo».

Varios diputados conservadores retomaron ayer esos mismos argumentos en la Cámara y omitieron de paso que la campaña BDS no está dirigida a los judíos en tanto judíos y que incluso la apoyan muchas organizaciones judías canadienses y de todo el mundo. También olvidaron mencionar las políticas represivas de los sucesivos gobiernos israelíes hacia el pueblo palestino. Omitieron las palabras ocupación, colonización, bloqueo, masacres, prohibiciones del derecho al retorno, muro de separación, desigualdad de derechos para las y los palestinos que viven en Israel, etc.

Pero si bien la iniciativa conservadora no tiene nada de sorprendente, la anunciada posición favorable de los liberales de Justin Trudeau que, hay que recordarlo, son mayoría en la Cámara, es una alucinante afrenta a la libertad de expresión.

¡Aparentemente todavía no estamos en 2016!

#DroitAuBoycott

Lo que los medios tratan de imponer como el «conflicto israelo-palestino» no existe. Se trata de una ocupación militar y el derecho internacional impone unas reglas al ocupante israelí. Las Naciones Unidas, por ejemplo, han adoptado muchas resoluciones que exigen a Israel detener la construcción de nuevas colonias y, sin embargo, el Estado judío no las respeta nunca. Por consiguiente, las colonias son ilegales. Sus productos son ilegales. Boicotearlas es un derecho y no hay más que hablar.

En Québec y en Canadá hay decenas de organizaciones que apoyan ya la campaña de BDS. En el último abril una carta abierta firmada por centenares de grupos (incluidos Alternativas, la Coalición para la Vigilancia Internacional de las Libertades Civiles, la Liga de los Derechos y las Libertades, el Partido Verde de Canadá. Québec Solidario, el Sindicato Nacional de Empleados y Empleadas del Sector Público, la Confederación de Sindicatos Nacionales, el Congreso del Trabajo de Canadá, el Sindicato de Trabajadores y Trabajadoras de Correos, el Sindicato Canadiense de Funcionarios Públicos, la Alianza de la Función Oública de Canadá, Unifor y otros) condenaban todos los intentos del gobierno canadiense de atacar a las personas y grupos que hacen visibles los malos tratos infligidos por Israel a las y los palestinos.

¡Una campaña ciudadana, no violenta, que funciona!

Si a Israel le preocupa tanto la campaña de BDS es porque está produciendo ya importantes resultados. En todo el mundo grupos sociales, sindicatos, partidos políticos, instituciones académicas personalidades públicas, asociaciones de estudiantes, grupos de mujeres y miles de personas la están apoyando formalmente. El movimiento se ha desarrollado hasta el punto de convertirse en una red mundial de miles de voluntarios que ejercen una importante presión sobre empresas, artistas, instituciones académicas y otros para que rompan sus lazos con Israel.

Es necesario recordar que se trata de una campaña de boicot similar a la que forzó al régimen de apartheid sudafricano a liberar a Nelson Mandela y a organizar elecciones libres. El gobierno israelí lo recuerda precisamente y por eso incita a sus aliados a criminalizar todo apoyo a una campaña que tiene todo el potencial de hacer inclinar a la opinión pública internacional a favor del respeto de los derechos humanos de las y los palestinos.

En Quebec y en Canadá la campaña se dirige especialmente a exigir que cese toda colaboración entre las industrias militares y de alta tecnología canadienses e israelíes.

Tenemos que poder decir libremente que la política israelí es inaceptable

El argumento del antisemitismo es una broma de mal gusto, tanto más cuanto que las personas árabes (las y los palestinos por lo demás), las arameas y muchas etíopes también son semitas.

La campaña de BDS no es racista. Es una campaña que tiene por objetivo las inaceptables políticas represivas de Israel. Denunciar esas políticas es un derecho ciudadano del mismo tenor que fomentar que una empresa, una institución o un gobierno haga opciones éticas.

El Parlamento canadiense debe pronunciarse el lunes sobre la iniciativa conservadora. Todavía es tiempo de hacer valer nuestros derechos. ¡Contacten con los diputados liberales que son mayoría!Firme la petición contra la iniciativa de los conservadores. Utilice el tweet # DroitAuBoycott.

¡Hagan lo que quieran, pero hagan ruido!

Fuente: http://journal.alternatives.ca/spip.php?article8128

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la traductora y a Rebelión como fuente de la traducción