Pronunciar el apellido Cossío es nombrar una institución en el mundo de la tauromaquia. José María de Cossío fue el autor de la Enciclopedia Taurina El Cossío, definida como «La Biblia del Toro». Su sobrino-bisnieto, Ignacio de Cossío, es escritor, periodista y crítico taurino, además de colaborador en radios, televisiones y periódicos desde donde ejerce […]
Pronunciar el apellido Cossío es nombrar una institución en el mundo de la tauromaquia. José María de Cossío fue el autor de la Enciclopedia Taurina El Cossío, definida como «La Biblia del Toro». Su sobrino-bisnieto, Ignacio de Cossío, es escritor, periodista y crítico taurino, además de colaborador en radios, televisiones y periódicos desde donde ejerce una férrea defensa de la lidia. De él se dice que forma parte de la cuarta generación de una familia estrechamente ligada a la tauromaquia.
Carmen González Cossío pertenece a esta misma familia y también defiende una postura muy clara respecto a las corridas de toros. Estamos acostumbrados a ser testigos de la concesión de la Medalla al Mérito en las Bellas Artes a toreros. Esta circunstancia hace que el análisis de Carmen esté dotado de doble valor, pues al de su apellido Cossío, se suma el hecho de ser profesora de Historia del Arte en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna (Tenerife), por lo que además de genealogía, reúne los conocimientos idóneos como para que su opinión nos haga reflexionar sobre la continuidad de la tauromaquia.
Agradezco a Carmen González Cossío su valor, su sensibilidad y su dignidad al aceptar esta entrevista.
¿Qué parentesco tienes con José María de Cossío y con Ignacio de Cossío, autores de la famosa Enciclopedia Taurina El Cossío y del «Manifiesto en defensa de la Fiesta» respectivamente?
Ignacio y yo compartimos la misma genealogía. Él es sobrino-bisnieto de José María y yo soy sobrina-nieta. José María era tío de mi madre.
¿Qué opinión te merecen las corridas de toros?
No me gustan porque hacen del sufrimiento animal un espectáculo al igual que otras tradiciones españolas. Esa combinación de sangre, arena y público me trae el recuerdo de las celebraciones de la antigua Roma.
¿Qué te llevó a mantener una postura abolicionista ante la tauromaquia?
No sé si el término abolicionista es el más adecuado. Por supuesto, soy totalmente contraria a la tortura de cualquier animal, pero nunca he tenido que postularme en este sentido. En Canarias no ha existido, ni existe, una cultura taurina y los intentos de fomentarla o importarla resultaron un fracaso. A la casi nula afición existente en las islas se sumaba la falta de rentabilidad económica. Perfilado ese contexto, podemos añadir que en las Islas resultaba normal mantener una relación ecológica con el entorno. El modelo agrario sólo vino a romperse en fechas recientes, con el turismo de masas. No había industrias, ni tampoco grandes ciudades ajenas al acontecer rural. El hombre, el campesino que era dueño de un pequeño huerto, estaba integrado en el medio y entre uno y otro se hacía indispensable el equilibrio. Pensemos que estamos hablando de un territorio muy rico en biodiversidad, pero a la vez pequeño y muy frágil, lo que se traduce en una sensibilización especial hacia estos temas.
Mi abuelo Mariano, hermano de José María, se asentó en Tenerife en el año 1935 y desde entonces se han sucedido cuatro generaciones que respondemos a las peculiaridades del mencionado contexto.
Si sigo descendiendo de lo general a lo particular, a mi propia infancia, me veo inmersa en una zona de campo, en una casa con animales (que no cumplían una función utilitaria en el sentido económico del término) y con una familia que me enseñó el respeto a TODOS los seres vivos y el disfrute de la Naturaleza.
Hoy mismo mi propia casa es una especie de «Arca de Noé».
¿Has leído el «Manifiesto en defensa de la Fiesta» escrito recientemente por Ignacio de Cossío?
Sí.
¿Qué piensas acerca de los motivos que utiliza para justificar las corridas?
Supongo que a Ignacio le ocurre lo mismo que a mí; pero en su caso responde a otro contexto cultural que sí avala esta tradición y por tanto, ambos estamos emocionalmente implicados en los valores de nuestro entorno. De ahí la diferencia de nuestra reacción ante un hecho tan objetivo como el espectáculo que se genera a partir del sufrimiento de un animal y su muerte lenta convertida en entretenimiento para el público. En todo caso, entramos en el terreno de las sensibilidades individuales, de los sentimientos, por lo que mi actitud resulta bastante impermeable a los argumentos que provengan de los sectores taurinos. Nunca me convencen.
Si me detengo a analizarlos, creo que quizás sea en esa insistencia que se hace en el símbolo del toreo (el hombre que domina la Naturaleza, que se impone a ella, etc., etc.) donde radica la escasa identificación de un sector social con el espectáculo de las corridas y donde puede estar, además, el germen de su propia extinción.
Hay una sociedad emergente que, a estas alturas, conoce bien los efectos del dominio humano sobre la Naturaleza, por eso junto a las palabras equilibrio y sostenibilidad de los ecosistemas aparece también la de RESPETO que se extiende, claro está, a todos los animales (los salvajes, los domésticos, los que nos acompañan en casa…).
Y puedo poner un ejemplo. Cuando analizamos en clase el tránsito de la Edad Media al Renacimiento, mis alumnos se identifican más con el fraternal «Cántico de las criaturas», escrito por Francisco de Asís en el siglo XIII que con los textos de los filósofos del siglo XV empeñados en exaltar la superioridad del hombre, centro del Universo y dueño absoluto de un entorno que cree que le pertenece y que por tanto puede USAR a su antojo. De pronto, el texto más antiguo parece conectar con el pensamiento más actual. Obviamente, si existe esa empatía con la idea de la hermandad de los seres vivos, se comprenderá que resulte muy difícil encajar en ella el tema de la tauromaquia.
Las sociedades evolucionan, las sensibilidades cambian. Y por ello el mundo del toreo queda cada día más arrinconado. Ninguna tradición por el mero hecho de serlo tiene garantizada su perpetuidad.
¿Crees que otras comunidades en España se sumarán al abolicionismo tal y como ya ocurre en Canarias y en Catalunya?
Por lo explicado anteriormente, en Canarias, la medida no suscitó ningún debate político, ideológico o social. Pasó desapercibida porque, en la sociedad canaria, confluyen otras tradiciones o valores que no han propiciado el aprovechamiento político del tema en cuestión. Aquí la plaza de toros se utilizaba, por ejemplo, para celebrar conciertos de Joan Manuel Serrat. Espero que en otras comunidades acabe pasando lo mismo.
¿Qué te parece la declaración de la tauromaquia en la Comunidad de Madrid como Bien de Interés Cultural?
Me parece un buen ejemplo de lo que refiero en la respuesta anterior: el aprovechamiento político del tema.
Llevar el apellido Cossío, ¿hace presuponer a la gente que eres defensora de las corridas de toros?
En Canarias, el apellido Cossío está vinculado al mundo de las artes plásticas, concretamente a la pintura. Mi abuelo fue un reconocido artista y profesor de dibujo de varias generaciones de pintores canarios y contó entre sus numerosos discípulos con mi propio padre que fue, ante todo, un gran paisajista. Por tanto tal presunción no se ha dado nunca. Mis dos apellidos me dejan totalmente identificada con la pintura.
Sí lo he notado de forma puntual en otros lugares de España, pues alguna vez me he tenido que desmarcar de esa supuesta afición a las corridas que alguien quiere adjudicarme por el simple hecho de llevar el apellido Cossío.
¿Cuál es la reacción desde los ámbitos taurinos al saber que una sobrina nieta de José María de Cossío es abolicionista?
Lo desconozco totalmente y además es la primera vez que me pronuncio sobre este tema. En cualquier caso, un apellido no es una etiqueta. Que yo sepa, desde los tiempos de Manuel Bartolomé Cossío, promotor de la Institución Libre de Enseñanza, en nuestra familia se ha fomentado siempre la personalidad, la individualidad y el respeto. Y si eso lo hemos tenido siempre muy claro entre nosotros, no veo que a nadie le tenga que sorprender.
Quiero recordar además, que José Mª de Cossío era escritor, lo mismo que su hermano Francisco y no son hombres de una sola obra, aunque al primero tienda a vinculársele al mundo taurino a través de la célebre Enciclopedia.
Carmen, dedicada como estás a la enseñanza universitaria, ¿consideras que desde ese ámbito existe apoyo para la continuidad de las corridas?
En nuestro contexto universitario desde luego que no y en el ánimo social, como dije antes, no ha estado nunca. Las corridas de toros resultan cada vez más anacrónicas.
¿Cual crees que es la estrategia más adecuada para que la ley en España deje de amparar una conducta tan cruel y violenta como la tauromaquia y nos acerquemos un poco más a Europa en cuestiones de protección animal?
Pues no lo sé. No tengo la receta, pero creo que los propios cambios sociales nos irán dictando esas estrategias. Se hará camino al andar. Es probable que surja un debate y si es así, si la sociedad lo demanda, espero que se afronte de la manera más serena y constructiva posible. En este punto difiero también de Ignacio, que prefiere evitarlo.
Con el tiempo se conseguirá que la crueldad de este tipo de tradiciones o espectáculos quede excluida de cualquier celebración o festejo.
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