La masacre israelí del campo de refugiados de Nuseirat supuso el asesinato de más de 270 palestinos y las heridas y mutilaciones de muchos más. Los sobrevivientes afirman que los horrores que presenciaron no les abandonarán por el resto de sus días.
La masacre israelí en el campo de refugiados de Nuseirat cometida para rescatar a cuatro prisioneros de las facciones de la resistencia en la Franja de Gaza comenzó a las 11 de la mañana del 8 de junio. Aunque las escenas de palestinos corriendo para salvar la vida pueden haberse hecho tristemente familiares, esta invasión fue distinta a otras de las desarrolladas por toda la Franja.
En esta ocasión, el ejército israelí iba con ropas civiles, llegó con vehículos palestinos y se introdujo entre la gente disfrazado. No hubo avisos para evacuar ni órdenes del ejército para que la población se desplazara a otro lugar, y la gente se vio sorprendida por las fuerzas especiales y los tanques del ejército. Un gran número de fuerzas especiales oculta entre la población local solo se reveló una vez comenzada la letal operación, cuando otras fuerzas especiales atacaron la zona a bordo de coches cargados de equipajes, el mismo equipaje que transportan las personas desplazadas: colchones, almohadas, mantas y bolsas. Cuando los palestinos les descubrieron, los soldados pidieron ayuda de inmediato y llegaron los helicópteros, los aviones de combate, la artillería y los tanques. Entonces los aviones de reconocimiento y los soldados de a pie comenzaron las matanzas contra la población civil.
La intensidad del fuego de artillería y los disparos avisaron a los residentes de la masacre que se estaba desplegando. Abandonaron sus hogares y salieron a las calles en busca de un lugar seguro que no pudieron encontrar.
La operación israelí acabó con la vida de 274 palestinos, entre ellos 64 niños, e hirió a casi 700 más. “Algunos de los cadáveres que llegaron al hospital no eran sino miembros y cuerpos desmembrados”, informó el ministerio de salud de Gaza cuando anunció el número de bajas.
Mientras el mundo celebraba el “rescate” de cuatro rehenes israelíes de la Franja de Gaza y los medios de comunicación se centraban en sus vidas, su libertad y la felicidad de sus familias, apenas informaron de la cifra de bajas palestinas ni se pararon a considerar que cada uno de esos muertos también deja atrás una familia desconsolada.
Issam Hajjaj, de 27 años, sobrevivió a la matanza y habló con Mondoweiss: “Salimos huyendo de los bombardeos y los disparos. Cualquier dirección en la que fuéramos encontrábamos bombardeos, un tanque israelí o soldados que disparaban a cualquier persona con la que se encontraran. Mientras tratábamos de escapar de la muerte vimos cuerpos desmembrados sobre la carretera como resultado del bombardeo y a otras personas que abandonaban a sus seres queridos bajo los escombros y huían para salvar al resto de la familia”.
“No sabíamos desde qué dirección nos llegaría la muerte”.
Anatomía de una masacre
Tras el ataque, el ejército israelí anunció que el elemento sorpresa había resultado crucial. Esa es la razón por la cual la operación militar tuvo lugar durante el día y en una zona densamente poblada. También por eso el número de víctimas palestinas fue tan elevado.
Hajjaj dice que pocos minutos después del inicio de la invasión las fuerzas israelíes rodearon por completo la zona sin dejar ninguna ruta de escape, excepto la carretera Al-Zuhur, que conecta Nuseirat y Deir Al-Balah. Pero justo cuando se producía la masacre de Nuseirat, las personas que estaban cerca del hospital de los Mártires de Al-Aqsa en Deir Al-Balah estaban huyendo hacia Nuseirat por esa misma carretera. La intensa concentración de personas durante el incesante bombardeo hizo cundir el pánico y al momento los cuerpos empezaron a saltar por el aire como resultado del tiroteo directo contra cualquiera que estuviera en la zona.
“Durante la huída vimos cadáveres cargados en vehículos que se dirigían al hospital de los Mártires de Al-Aqsa. Las mujeres gritaban en las calles y los niños lloraban y chillaban”, recuerda Hajjaj. “Vi a una familia que huía. Un proyectil cayó sobre el padre matándolo delante de su mujer y su hija pequeña. Cuando la madre se levantó, cogió en brazos a su hija y descubrió que su marido estaba muerto; le dejó en el suelo y huyó para salvar a la niña y a ella misma”.
Hajjaj explicó que el objetivo eran dos edificios cercanos al hospital Al Awda, en el campo de Nuseirat, pero para llegar a ellos el ejército israelí destruyó toda una manzana residencial. Dice que, aunque el ejército israelí pudo rescatar a más de cuatro rehenes, la intensidad del fuego de la resistencia palestina les impidió sacar a más cautivos.
Parece que las Brigadas Al-Qassam, brazo militar de Hamás en la Franja de Gaza, confirmaron este relato en un vídeo en el que declaran que tres prisioneros israelíes murieron por el bombardeo israelí del campo de Nuseirat.
“Les informamos de que para lograr ese rescate, su propio ejército mató a tres prisioneros en el mismo campo, uno de ellos ciudadano estadounidense”, anunciaron en dicho video. El grupo de la resistencia recalcó que los demás prisioneros israelíes no serían liberados mientras no lo fueran los prisioneros palestinos en cárceles israelíes.
Varios palestinos publicaron fotos y vídeos desde el lugar de los hechos que confirman los relatos de primera mano recogidos por Mondoweiss y que mostraban un vehículo de las fuerzas especiales israelíes entrando en el campamento al comienzo de la invasión, a la que siguió un bombardeo indiscriminado como forma de cobertura de apoyo. Otros vídeos muestran cómo un coche cargado de equipaje entra en la zona del bloque 5 del campo de Nuseirat y mata a una persona en la puerta de uno de los edificios. A continuación, las fuerzas israelíes utilizaron escaleras de hierro para acceder a los pisos superiores, como se muestra en una de las imágenes difundidas en las redes sociales. Todavía se están estableciendo otros detalles de la invasión. En las redes sociales han circulado fotos que parecen indicar que el muelle flotante construido por Estados Unidos en la costa de Gaza se utilizó como punto de lanzamiento de la operación, una afirmación que el Mando Central estadounidense ha negado.
“No pensé ni por un momento que fuera a sobrevivir”
Tawfiq Abu Youseff, de once años, está en el hospital Nasser en Jan Yunis, donde fue referido para recibir tratamiento. Tiene el rostro ensangrentado y los ojos hinchados y amoratados tras ser sacado de los escombros de su hogar en Nuseirat. Dice que no sabe cómo escapó de la muerte.
“La situación en la zona cambió de repente y la gente comenzó a correr asustada, gritando que las fuerzas especiales estaban atacando el lugar”, recuerda el niño a Mondoweiss. “Todo esto tenía lugar delante de nuestra casa y nosotros estábamos atrapados en el interior bajo el fuego y las bombas. Tratamos de salir, pero los drones nos disparaban; luego cayó una bomba y la casa se derrumbó sobre nuestras cabezas”.
«Antes de que bombardearan nuestra casa, vimos a gente en la calle de enfrente, en el suelo, descuartizada. Vimos cómo los misiles alcanzaban a la gente que huía por las calles, cómo les cortaban el paso, y cómo los aviones bombardeaban todo lo que se movía: coches y personas. La calle estaba llena de gente, y de repente, todos… estaban en el suelo, y el humo y la sangre llenaban el lugar. Miráramos donde miráramos, volaban obuses y metralla».
Mientras Tawfiq apoyaba la espalda contra la pared del hospital y se sentaba en el suelo para recibir tratamiento, dijo que no tuvo esperanzas de sobrevivir a esta masacre. Las escenas que vio eran demasiado difíciles de creer. «Permanecí bajo los escombros durante horas. No pensé ni por un momento que podría sobrevivir y volver a ver la vida. Ya viví bastante la muerte mientras estaba bajo los escombros. Eso era la muerte. No creo que jamás olvide ni supere estos momentos».
La operación se desarrolló cerca de un mercado central, donde Amjad Abu Laban, de 43 años, estaba vendiendo algunos alimentos en la calle. Sobrevivió a la muerte pero sufrió heridas en manos y pies.
Dice que todo empezó de súbito: aviones, tanques, disparos y personas en medio del bombardeo y de la muerte que no sabían cómo reaccionar o a dónde correr.
“Comenzó un intenso bombardeo en diversos lugares a todo nuestro alrededor, delante, detrás, y la gente empezó a caer desplomada por docenas cerca del hospital Al Awda, en el campo de Nuseirat. Delante de nuestros ojos veíamos cadáveres descuartizados y diseminados por las calles, y soldados ocultos en ropas civiles y en coches particulares que corrían disparando a cualquiera que les saliera al paso sin distinguir si se trataba de un niño, una mujer, una joven o un anciano. Vimos los cuerpos despedazados de nuestros hermanos, sin cabeza, tirados en el suelo”.
“La masacre que presenciaron mis ojos es indescriptible”, contó Abu Laban a Mondoweiss.
En el mismo hospital, Mahmoud Al-Hawar, de 27 años, yace sobre la espalda como resultado de una herida en la pierna. Al-Hawar fue testigo de la masacre mientras trataba valientemente de salvar del bombardeo a su familia y vecinos.
“Los aviones bombardearon la casa de nuestros vecinos y había una chica bajo los escombros pidiendo ayuda a gritos. Acudí con mis amigos para tratar de rescatarla, pero los escombros eran muy pesados y no podíamos desenterrarla, ni siquiera retirarlos para llegar hasta ella, así que esperamos a que llegara el equipo de protección civil. Se reunió un gran grupo de jóvenes para tratar de rescatar a las personas atrapadas bajo las ruinas. Pero entonces los aviones nos bombardearon”.
Al-Hawar relata que sintió el misil que le alcanzó a él y a su grupo de amigos y que fueron arrojados al suelo. Minutos después, cuando Mahmoud recobró el conocimiento, se encontró cubierto de sangre y vio a sus amigos a su lado, al borde de la muerte.
“Si te dijera que antes de que nos bombardearan vi más de diez drones sobre nuestras cabezas no te lo creerías. Mirábamos al cielo y no sabíamos lo que estaba pasando».
Tras el bombardeo, Al-Hawar intentó ponerse de pie para salvarse a sí mismo y a sus amigos. «Intenté levantarme, pero no pude. Estaba cubierto de sangre. Miré mi pierna y estaba seccionada. Miré a mi mejor amigo, que estaba a mi lado, y lo encontré exhalando su último aliento».
Todas sus heridas eran graves y, cuando llegó alguien que pudiera llevarlos al hospital, los cinco amigos fueron amontonados en un pequeño camión de transporte, con Al-Hawar debajo de todos ellos.
«Me dolía la herida, pero me dolía más oír a mis amigos anunciar su martirio y dar sus últimos suspiros. Estaban muriendo encima de mí, y yo oía y sentía todo. Todos fueron asesinados. Algunos cayeron mártires por el camino, ante mis ojos, y otros murieron más tarde».
Al-Hawar admitió que nunca olvidará las escenas de los muertos que vio en las calles. «No he dormido desde que ocurrió. No puedo dormir. No puedo olvidar nada de lo que presencié. No puedo olvidar a la gente que corría presa del pánico y el miedo, buscando a sus parientes y familiares entre la destrucción y los cuerpos desmembrados”.
Continúan las operaciones de rescate
Los equipos de rescate siguen trabajando con capacidad limitada en Nuseirat para intentar recobrar los cuerpos que permanecen bajo los escombros. Muchos de los residentes continúan desaparecidos debido al bombardeo masivo y a los múltiples hogares que fueron demolidos, algunos con sus habitantes dentro. Muchos otros fueron asesinados en el mercado, cuando trataban de cubrir las necesidades de sus familias.
Annes Ghanima, un activista del campo de refugiados de Nusreiat, resumía la matanza sin sentido en las redes sociales: “Esto es lo que sucede cuando decimos que podemos ser asesinados en cualquier momento. Pensad que la mayoría de quienes acaban de dejarnos simplemente se encontraban en el mercado, tratando de cubrir las necesidades de sus familias. Poneos en el lugar del niño que pasó toda la noche engatusando a su madre para que le comprara algún artículo de primera necesidad y hoy la han matado durante los ataques. ¿Cómo podemos hablar a ese niño de paz en este mundo?».
Hassan Sleigh ha contribuido a este reportaje.
Fotos: Omar Ashtawy-APA Images
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