En un interesante artículo en El Economista [1], dice el ex Coordinador General de Izquierda Unida, Julio Anguita, que «no hay declaración, comunicado o discurso de político que, anunciando recortes sociales, no lleve la coletilla de para crear empleo». De todos es sabido que los políticos hacen todo por nuestro bien, incluso lo que hacen […]
En un interesante artículo en El Economista [1], dice el ex Coordinador General de Izquierda Unida, Julio Anguita, que «no hay declaración, comunicado o discurso de político que, anunciando recortes sociales, no lleve la coletilla de para crear empleo».
De todos es sabido que los políticos hacen todo por nuestro bien, incluso lo que hacen por su bien. Y esto cuando hacen, porque la mayoría de ellos pretende hacernos entender que su trabajo es atacar a su contrincante ideológico o defenderse de él. Olvidando que están donde están por designación popular, o casi, y para defender, o casi, los intereses generales, o al menos los de la mayoría. Pero nada tiene que ver el dicho con el hecho; con el hecho demostrado de que los políticos dicen lo que la mayoría de los ciudadanos queremos oír, pero hacen lo que la mayoría de mercados quiere que hagan.
Los discursos políticos están llenos de vacíos. Se dirigen a los ciudadanos en lengua financiera, lo que hace de su verbo algo accesible solo para una minoría absoluta, y además con marcado acento de banquero, lo que hace de su verbo algo irritante para la mayoría absoluta y corrosivo para los intereses generales.
Tanto es así, que hay ocasiones en que apenas se distinguen los discursos políticos de los discursos económicos. La agencia privada de calificación Moody’s, que vuelve a la carga contra la economía española, se ha encontrado ya hecho parte del trabajo previo de desprestigio: el ex presidente del gobierno, José María Aznar, se ha lanzado nuevamente a desacreditar al estado español. Está claro que con ex presidentes así, este país no necesita enemigos financieros.
Es un mecanismo sencillo, los propios mercados desacreditan el sistema financiero de un país, por lo tanto los precios de la deuda de ese país suben, es decir, ese país tendrá que pagar mayores intereses a quienes compren su deuda. El círculo se cierra en el comprador de la deuda, esto es: los propios mercados. Negocio redondo. En los presupuestos generales del estado, donde decía «Beneficios sociales», léase ahora «Intereses inflados de la deuda». La pregunta es ¿qué mezquino interés mueve a Aznar a buscar el mismo fin que los mercados, es decir: privar a los españoles de beneficios sociales vía presupuestos generales del estado?
Por su parte, el gobernador del Banco de España, el impopular MAFO, asegura que los resultados de los test de estrés realizados a los bancos españoles en julio, siguen siendo fiables, ya que nada ha cambiado sustancialmente. Pero esto no quiere decir nada, los bancos irlandeses también pasaron con nota las pruebas de estrés, y miren dónde han terminado. Y para que todos veamos que Moody’s no va de farol, la agencia ha dejado entrever una calificación negativa a los mismísimos Estados Unidos.
Por sus partes, Rodrigo Rato ex Director del FMI, aboga por el cierre de oficinas bancarias y el encarecimiento de los préstamos que concedan las entidades españolas a sus clientes. Lo que sin duda conducirá a la mejora de la cuenta de resultados de los bancos que, aún con todo, habrá que rescatar sí o sí.
Parece como si entre todos le sujetaran el arma a los mercados para que estos no yerren el tiro cuando vuelvan a disparar contra España.
Puede que solo sean impresiones mías, pero creo que hace ya mucho tiempo que la democracia es, como las crisis, una herramienta más del Capitalismo. La democracia nos coge por los tobillos y las crisis nos zarandean para ver qué cae de los bolsillos. Se confirma que el gobierno representa a la mayoría… de los intereses económicos.
Nota:
[1] Julio Anguita, Crear empleo: http://www.eleconomista.es/opinion-blogs/noticias/2670366/12/10/Crear-empleo.html