Traducido para Rebelión por Daniel Escribano
Recientemente ha investigado el último proceso de paz en el País Vasco y ahora está escribiendo un libro al respecto. Cree que la fuerza de los abertzales se va reduciendo. Dice que, para poder negociar con España en una posición fuerte, deberían aparecer unidos. Y no están en esa situación.
¿Por qué empeoró el ambiente del proceso de paz a finales de 2006?
Según todos los indicios, las dos partes se quejaron de que la otra no respetaba los compromisos. ETA y Batasuna se quejaron porque la represión no se detenía; el Gobierno de España decía que los otros querían demasiado y demasiado pronto. En esa fase hubo expresiones de violencia: cartas que pedían el impuesto revolucionario, kale borroka, el robo de armas en Francia y el atentado de Barajas. Por otra parte, el caso De Juana estaba deteriorando la situación. Ahí apareció el primer síntoma de fracaso: existía la sensación de que el proceso no avanzaba. Además de eso había una utilización de éste: el Gobierno de España no asumía lo que hacía, decía menos de lo que hacía. Ello empujó a Batasuna y ETA a reclamar más proceso. Parecía que el proceso, que debía ser un elemento común, era algo de Batasuna y que quienes lo reivindicaban eran de Batasuna.
¿Qué consecuencias implicó eso?
En el caso de Irlanda la sociedad del Reino Unido estaba a favor de trabajar por la paz. En España eso no pasa. También en el seno del PSOE había quienes no querían la paz. Quienes querían la paz tenían enfrente a los contrarios a ella. Y como Batasuna aparecía como principal valedora del proceso, los partidarios de la paz en el PSOE se enfriaron aún más.
Los españoles no tenían una postura unida. ¿Pero los vascos?
Los españoles necesitan un acuerdo mínimo entre ellos; en el País Vasco también, se necesita un consenso. Y las grandes divisiones entre vascos no han ayudado. Hay que tener claro que no puede haber paz sin consenso.
Y no consiguieron el acuerdo en las conversaciones de Loyola. ¿Qué lectura hace de la ruptura allí acontecida?
La principal fuente de polémica estaba en torno al órgano común entre la Comunidad Foral de Navarra y la Comunidad Autónoma Vasca (CAV).. ¿Cuál debía ser su función? ¿Debía crearse sólo el órgano común o había que convocar sendos referenda en Navarra y la CAV? Se ve cuáles eran los desacuerdos, pero tengo dificultades para comprender que fueran esos desacuerdos los que provocaron la ruptura del alto el fuego. Y no son desacuerdos realmente de fondo, sino técnicos: se crea un órgano intergubernamental, ¿cuáles deben ser sus competencias?
En la época del alto el fuego muchos agentes extranjeros se mojaron a favor del proceso, pero no obtuvieron resultados. ¿Por qué?
Faltaba apoyo internacional y también de la Unión Europea. Sí, hubo la votación del Parlamento europeo para apoyar el proceso. Pero el Parlamento quedó completamente dividido, la moción salió adelante por muy poco. Además, la propia moción no era tan ambiciosa como la que se hizo cuando se apoyó el proceso irlandés. Gerard Onesta y Alec Reid han hecho un gran trabajo, pero, aun siendo personas importantes, son espadas de segundo nivel. Es una pena decirlo, pero no son Clinton. En efecto, otra razón del fracaso del proceso es que no había mediación internacional. El presidente de los EEUU Bill Clinton salvó el proceso irlandés más de una vez.
¿Quién podía ser el Clinton de ese proceso?
Quien podía desbloquear la situación era Tony Blair. Es socialista, tiene la experiencia del acuerdo de Viernes Santo; le podía exigir muchas cosas a Zapatero. No sé si habría tenido la aceptación de ETA. Había también otras opciones: un representante de Sudáfrica o Jacques Chirac. Al principio del proceso realizó una declaración audaz. El negociador ideal es el francés. Nicolas Sarkozy lo podía ser, después de llegar al poder. El mejor negociador es un jefe o ex jefe de Estado, reconocido unánimemente, que tiene muchos contactos, que puede tratar muchos temas, etc. Es una pena que el cardenal Etxegarai no quisiera. Su nombre fue mencionado, se pusieron en contacto con él. Podría haber sido ideal.
Irlanda tuvo el apoyo de Clinton, pero la influencia de la diáspora vasca no es tan grande como la de la irlandesa.
No es fácil. La situación y el contexto del conflicto vasco también son diferentes. El IRA no estaba tan mal visto como ETA. Acaso el proceso se emprenda de nuevo dando legitimidad a las reivindicaciones del País Vasco y deteniendo la violencia. La violencia, políticamente, es contraproducente.
¿Quiere decir que ETA no puede conseguir nada?
ETA no ha hecho grandes demostraciones de fuerza. Si la violencia revolucionaria o terrorista dura demasiado tiempo, no es eficaz. Hoy en día en Europa la violencia ya no da frutos. Según Mao Zedong, el guerrillero, en su territorio, debe estar como pez en el agua. Me temo que los de ETA ya no están en esa situación.
¿Por qué están aislados?
El Estado español está vaciando el agua del acuario, para que los de ETA tengan la mínima relación posible con la sociedad. Pero, en punto a la democracia, esa estrategia dejará heridas. Es peligrosa: pueden estar seguros de una victoria militar, pero se corre el riesgo de atentados desesperados.
¿Y esa estrategia tiene consecuencias a la hora de encauzar las negociaciones?
Hay grandes obstáculos para sacar adelante el proceso, como consecuencia de la Ley de partidos. También pusieron la Constitución española como obstáculo. Ésos son problemas estructurales y no es fácil superarlos. Pero la paz es más importante que la Constitución; la Constitución puede adecuarse.
En esas condiciones, ¿qué opción ve para emprender otro proceso?
El Gobierno de España no negociará, puesto que tiene presos a todos los que podían negociar. Eso es un gesto claro. Por tanto, los vascos deben estar unidos. Pero no lo están. Además, desde la transición hasta ahora la evolución de los resultados electorales no es favorable a los abertzales. Para los abertzales la situación actual no es tan buena como la de Lizarra-Garazi. El aburrimiento penetra en la sociedad. Haber dejado perder esta oportunidad es especialmente grave.
¿El primer paso sería la unidad entre los abertzales, como lo fue en Lizarra-Garazi?
Para que la solución del conflicto sea favorable a los abertzales, esa parte debe ser fuerte. Un indicador de fuerza es su capacidad de movilización social. Y las manifestaciones de unidad movilizan más que las de división. Entiendo que los abertzales del País Vasco meridional estén agotados. La guerra es agotadora. Algunas guerras se han detenido por erosión. Por otra parte, había otra debilidad de ese proceso de paz: que era el tercero. Cuantos más procesos de paz fracasen, más difícil será convencer de su credibilidad.
Por tanto, si hubiera un cuarto proceso, ¿sería aún más difícil?
Sí, a priori sí. En ese contexto hay que ser pragmático.. Debe irse hacia la paz cuando se piensa que la paz es más valiosa que la victoria.
¿A cambio de qué puede ETA dejar las armas?
En la época del proceso se citaba mucho la pista de aterrizaje para ETA. Ahora la mejor pista de aterrizaje es parar, esperando que ese paro ayude al reinicio de Batasuna. Con todo, parar la violencia no está sólo en manos de ETA. Para que una organización armada detenga la violencia, o se la destruye o se le encuentra una salida suficientemente honrosa; la legalización de Batasuna puede serlo. Pero las cosas están mal encaminadas.
Cuando políticamente todo parece estar bloqueado, ¿quién puede desbloquear la situación? ¿Qué iniciativa puede haber?
Puede serlo el referéndum. Puede haber dos preguntas, una sobre la violencia y la otra sobre la autodeterminación. Si el 80% aparecieran en contra de la violencia y a favor de la autodeterminación, tendría gran peso.
Pero tampoco la consulta de Ibarretxe está en una situación muy buena. En el propio PNV tienen grandes desacuerdos…
Sí, ése es el problema. A partir de un cierto momento cada cual debe tomar sus responsabilidades. Hay que saber qué se quiere, qué es importante. Hay que saber arbitrar soluciones.
Berria, 27 de abril de 2008
http://www.berria.info/testua_ikusi..php?saila=harian&data=2008-04-27&orria=010&kont=007