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Esperando la «paz» en Guta

Fuentes: Al-Jumhuriya English

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

Desde la asediada Duma, el último reducto que fue de la oposición en Guta oriental, Osama Nassar reflexiona sobre el destino que le espera a él y a sus compañeros mientras Rusia y el régimen de Asad imponen su «acuerdo» sobre la población hambrienta y maltrecha de la zona.

Duma, Guta oriental: «Porque estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que lo encuentran«. (Mateo 7:14)

La campaña militar contra Guta oriental ha impuesto sus condiciones a los civiles de la zona, creando un complicado asedio que ha estado aplastándolos en función de cuatro factores:

· La presión militar, practicada por los rusos y el régimen a base de bombardeos de una violencia sin precedentes, fue seguida del avance por tierra iniciado una semana después que comenzara la escalada el 18 de febrero.

· Las facciones de la oposición y su poco disciplinado discurso público, así como sus grandilocuentes medios locales y la continuada falta de transparencia incluso en los círculos más internos.

· Las iniciativas de rendición.

· La difícil situación médica y humanitaria y la posibilidad de una explosión interna ante la situación de total agotamiento de los seres humanos que allí se encontraban.

Y, a través de diversos canales, se enviaba un mensaje directo a los civiles: que para conseguir detener la catástrofe era necesario un acuerdo «realista» y que se olvidaran de los sueños y aspiraciones de la Primavera Árabe.

Puede suceder -y sucederá– que nos convirtamos en las víctimas de un acuerdo injusto, porque la justicia parece ser una perspectiva muy lejana en las actuales circunstancias.

No conocemos la forma o naturaleza exacta del resultado, pero sabemos que la justicia brillará por su ausencia, porque el mundo está completamente preparado para coexistir con un «acuerdo» que nos hace «bajar» de las nubes, comprimiéndonos allí antes de pisotearnos con su «paz».

Estamos de acuerdo en que la realidad infernal actual es el resultado de una serie de errores desde el inicio de la revolución e incluso antes de ese momento, grandes y pequeños, empezando por los niveles personales, extensibles a los círculos más amplios de las instituciones internacionales y de las relaciones regionales y mundiales, así como a los «Estados profundos» de cada país y del mundo mismo, incluidas las corporaciones y el capital multinacional. Nada de esto va a cambiar de la noche a la mañana y por eso en estos momentos no va a haber una resolución justa ni digna al grave problema de Guta oriental. Tampoco sería correcto que incluyamos, aunque sea inevitable, aquellos aspectos de nuestras demandas que no sean justos.

Y no sería ético que ahora nos dediquemos a culpar a las víctimas (a culparnos a nosotros mismos). La revolución se equivocó, sí, pero eso no tiene nada que ver con su propuesta original, que sigue siendo legítima aunque se desviara del camino que podría conducir a ella.

Los revolucionarios se sienten hoy perdidos, lo que no implica ni por un momento que sean preferibles quienes han incurrido en la ira; ni los «Amigos de Siria«; ni mucho menos quienes se han retirado y observan desde lejos estén en la Senda Correcta. [Esta oración aparece en varios lugares del Corán, 1:6-7: «Guíanos por la Senda Correcta, la Senda de quienes Tú has bendecido, no de quienes han incurrido en la ira o se han descarriado.»]

Las armas supusieron una desviación radical en la revolución; todo lo demás se ha convertido en una conclusión inevitable y una repercusión inherente al pecado original de llevar armas en un tiempo de restricciones y competir sobre el terreno con los monstruos que tenían la superioridad de su monstruosidad sobre nosotros.

* * *

Dios no va a preguntarnos por qué no cambiamos el mundo entero, sino más bien si hicimos cuanto pudimos para cambiar los dominios que podíamos transformar de nuestro pequeño mundo, que es la mejor manera de cambiar el mundo en general.

Cada vez que situamos el problema fuera de nuestro círculo de influencia y posibilidad de cambio, en la misma medida nos desviamos del curso debido y pasamos de pensar en soluciones a pensar en excusas y justificaciones. Necesitamos dar un paso atrás y trabajar en la esfera en la que somos capaces de crear una diferencia, en vez de ahogarnos tratando de cribar lo blanco de lo negro y maldecir al resto del tablero, las piezas que lo componen y las manos que las mueven.

Y a partir de aquí, nuestra tarea no es presentar iniciativas. El objetivo inalterable de la revolución es la libertad, la dignidad y la justicia, y todo lo que eso requiere, y estos son los valores que conducen necesariamente a la paz adecuada y deseada.

«Entra de todo corazón en la paz y no sigas los pasos de Satán» [Del Corán 2:208. La palabra «paz» aparece como «sumisión a Dios» en algunas traducciones]. Satán es el tirano. La calma en una tierra de tiranía no es la paz.

Se supone que tenemos que pedir paz en todo momento, no sólo ahora. Hacemos un llamamiento a favor de una paz nuestra, de un bienestar nuestro, por tanto, nos convertimos en una réplica de Occidente, que pide democracia sólo para su ellos, aunque apoyan la tiranía por doquier mientras piden derechos humanos para ese «primer mundo», y al infierno los humanos y sus derechos en los otros mundos.

Durante este período, y antes de él, y siempre, continuamos presentando la verdad desnuda, en consonancia con los cimientos fundamentales de la ley:

· El bombardeo de las ciudades y el asesinato de quienes en ellas viven es un crimen, independientemente de quien lo perpetre y de su alcance.

· El desplazamiento forzoso de su tierra y propiedades de sus residentes es un crimen, al igual que mantenerlos prisioneros en una franja de territorio, impidiéndoles viajar dentro de su país.

· Obligar a los hombres, jóvenes y viejos, a empuñar las armas en una batalla y a pelear en contra de su voluntad es un crimen.

· Pero el crimen más atroz es forzar a las personas a cambiar de convicciones bajo la amenaza de las armas o los daños (corporales o morales); esta dura experiencia es peor que la muerte, porque supone el asesinato del alma humana y de su misma humanidad.

El último de estos crímenes conforma el «acuerdo» propuesto en cada pueblo y ciudad siria; la nueva norma establecida, una vez que se entreguen las armas y los combatientes sean evacuados. Mientras, las cadenas de televisión que apoyan a los asesinos ofrecen sus informes sobre la «liberación» de la zona por parte del «valiente ejército», para que los hombres de la zona sean llamados a filas en ese mismo ejército, el que les bombardeó, les asedió y les invadió expoliando sus propiedades, para hacer que perpetren los mismos actos contra otros sirios en otras zonas sirias.

Y, a su vez, plantea de nuevo la pregunta cuya respuesta obliga a discernir las posiciones:

¿Qué debe hacerse?

El pragmatismo: «La situación es difícil, y crítica, y deberíamos abordarla de forma realista». O «Lo que estás diciendo es cierto, pero…»; y cuantos peros hay que anulan cualquier preámbulo o lógica. Después de cada «pero», el hablante se sumerge en el realismo y el pragmatismo hasta que se transforman en parte de este error, y su tarea se convierte en elegir su puesto en la fantasía del error para justificarla.

La pureza: «Todo el mundo se equivocó… nuestra sociedad no estaba preparada para el cambio… los revolucionarios también bombardean civiles… y tienen prisiones y han cometido violaciones… todos nos decepcionaron… ya os lo advertimos», y docenas de preámbulos lógicos, llevando todos ellos a una conclusión implícita: a saber, la renuncia a la acción.

Quienes evitan chapotear en el barro para no mancharse la ropa, mantienen la ropa limpia mientras contemplan la película del horror pero sus almas se van mancillando.

A estos dos grupos, tenemos que añadir los que optan por caminar por el filo de la navaja; los que deciden trabajar con herramientas realistas para cambiar la situación y, si la realidad se resiste a cambiar, vuelven a fijar su atención en la verdad, lisa y llanamente, sin «peros».

Puede que eso no signifique nada para los observadores y puede que resulte duro distinguir entre los resultados a corto plazo de cada una de las tres categorías. Sin embargo, la ventaja de los últimos es que dan testimonio contra todos y contra esa realidad que se resiste al cambio. En tal sentido, ni se revuelcan en el fango, ni beben café en el balcón de la torre de marfil, sino que gritan y luchan por sus derechos perpetuos y absolutos: ¡libertad, dignidad, justicia!

(Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en lengua árabe el 22 de marzo de 2018. Traducido del árabe al inglés por Alex Rowell.)

Osama Nassar es un expreso político que reside en la asediada Duma, Guta oriental, provincia de Damasco. Es uno de los activistas de la sociedad civil por la no violencia.

Fuente: https://www.aljumhuriya.net/en/content/awaiting-%E2%80%9Cpeace%E2%80%9D-eastern-ghouta

Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.