Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
A medida que el país revise su gasto en defensa y ayuda exterior, llegará el momento de examinar el financiamiento que los Estados Unidos proporcionan a Israel.
Permítanme decirlo de otra manera. Hace nueve días el gabinete israelí reaccionó ante meses de protestas contra la carestía de la vida en ese país y acordó aumentar los impuestos a las corporaciones y a las personas con altos ingresos (130.000 dólares al año). Asimismo, aprobó el recorte de más de 850 millones de dólares, alrededor del 5%, de su presupuesto de defensa, unos 16.000 millones para cada uno de los dos próximos años.
Si Israel puede reducir sus gastos de defensa debido a sus problemas económicos internos, ¿no deberían los Estados Unidos -que tienen que reducir los gastos militares debido a su importante déficit presupuestario- considerar la reducción de su ayuda a Israel?
En primer lugar, veamos lo que el contribuyente estadounidense provee a Israel. A finales de marzo de 2003, pocos días después de la invasión de Irak, el presidente George W. Bush pidió la aprobación de 4.700 millones de dólares de ayuda militar para más de 20 países que contribuyeron al conflicto o a la lucha más extensa contra el terrorismo. Israel, Jordania, Egipto, Afganistán, Pakistán y Turquía estaban en esa lista.
Una parte importante del dinero, mil millones, fue a Israel, «parte importante de los 2.700 millones de dólares del año fiscal regular de 2003 para la asistencia y 9.000 millones en préstamos garantizados por el gobierno de los EE.UU. durante los tres años siguientes», según un estudio realizado en 2003 por el Congressional Research Service (CRS).
Luego, en 2007, el gobierno de Bush llegó a un acuerdo para aumentar la subvención anual de la ayuda militar, que había aumentado 2.500 millones, de forma creciente en los 10 años siguientes. Este año ha llegado a poco más de 3.000 millones. Es casi la mitad de toda la ayuda militar que Washington manda cada año y representa aproximadamente el 18% del presupuesto de defensa israelí.
Además el financiamiento militar de Israel se maneja de forma diferente a lo que ocurre en otros países. Los 3.000 millones que recibe se depositan casi de inmediato en una cuenta que devenga intereses con el Banco de Reserva Federal. El interés, Israel lo recauda para su balance de la ayuda militar y se utiliza para pagar deudas de anteriores préstamos no garantizados de los Estados Unidos a Israel.
Otro aspecto único del paquete de ayuda es que alrededor del 25% por ciento puede utilizarse para comprar armas de compañías israelíes. Ningún otro país tiene ese privilegio, según un informe de septiembre de 2010 del CRS. Las compras de EE.UU. subsidian el negocio de las armas israelíes, pero Washington mantiene un veto sobre las ventas de armas israelíes que puedan contener tecnología estadounidense.
Tómese un minuto para ver la extraña forma que tomó la ayuda militar de Estados Unidos a Israel, la llamada ventaja militar cualitativa (QME). Consagrada en la legislación del Congreso, requiere la certificación de que cualquier propuesta de venta de armas a cualquier otro país del Medio Oriente «no afectará negativamente sobre la superioridad cualitativa militar de Israel con respecto de las amenazas militares a Israel».
En reuniones con funcionarios de Defensa de Israel, en el año 2009, la subsecretaria de Estado Ellen Tauscher «reiteró el fuerte compromiso de los Estados Unidos» con la fórmula y «expresó su aprecio» por la disposición de Israel a trabajar con el recién creado «grupo de trabajo QME», según un cable publicado por WikiLeaks sobre esos encuentros.